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sábado, 3 de mayo de 2008

LOS BAUPEN: UNA NUEVA IDENTIDAD EVANGELICA EN LOS BAUTISTAS LATINOAMERICANOS

Por Luis Eduardo Cantero
Antiguo símbolo bautista alemán con la consigna bíblica que caracteriza a los bautistas del mundo: Un Señor, Una Fe, Un Bautismo. (Wikipedia)

Mirar estos simbolos de lo que fue ayer, su marcado énfasis un solo Señor, una fe y un solo bautismo por inmersión, como también los princios y normas que conduce nuestra vida la Biblia quedó como cosa del pasado. Hoy las cosas son diferentes, aunque siempre el pasado fue mejor, es cierto, pero aunque la ciencia, las disciplinas y el mundo avance, nosotros claro debemos caminar en el mismo sendero, no podemos olvidar nuestra historia, la razón de ser bautista y la Biblia que son la base de nuestro caminar. Me pregunto que pasó con nuestra historia, nuestros principios y énfasis trasplantado a nuestra América Latina? A pesar de los críticos que quieren acabar con esa historia de trasplante y que es válido, no olividemos el daño que le estamos haciendo a nuestra propia historia bautista, ¿cuando comenzó esta fragmentación en América Latina?
A partir de los años 60 y 70 del siglo pasado, debido al gran auge de la teología de la liberación en América Latina, se notaron cambios también en nuestro país, en especial Medellín. Las iglesias evangélicas fueron desafiadas a plantearse nuevos modelos junto al proyecto de liberación propuesto: una identidad latinoamericana. Esto trajo como consecuencias divisiones internas en varias denominaciones históricas entre ellas la presbiteriana, interamericanas y Bautistas.
Hoy las divisiones son entre comunidades de características neopentecostales, que pueden ser de modalidades diversas como con tendencia a la expulsión de demonios, cultos de sanación, apostolado y teología de la prosperidad en las iglesias con tradición conservadora. Un ejemplo a citar: las iglesias bautistas, interamericanas, bautistas independientes, presbiterianas cumberland, entre otras. El resultado de esta batalla campal e ideológica fue la creación de dos bloques. Un bloque liberal, que optaba por el proyecto liberador; y un segundo bloque conservador, que optaba por el dogma [hoy continua estos bloques con un tercero los de la teología de la prosperidad]. Los sectores fundamentalistas conservadores se replegaron y se encerraron en si mismo – todavía se mantienen en esa posición – el otro sector, mas abierto, formado por las iglesias históricas presbiterianas e interamericanas de Laureles en Medellín han sobrevivido en medio de la exclusión de los sectores fundamentalistas conservadoras.

Las iglesias que se insertaron en el proceso liberador, fundaron centros de educación teológica, con nuevos paradigmas de reflexión e iluminado por la teología de la liberación, tales como la solidaridad cotidiana expresada en el compartir el dolor, la esperanza y la lucha de clase de una vida digna y un salario digno[1]. En cambio, el bloque conservador comenzó a fortalecer sus centros de formación teológica con el objetivo de contrarrestar el movimiento liberador, y el tema de la teología de la liberación empezó a debatirse “(…) pues lo que siempre se vio como hijos de Dios, ahora se veía como desertores de la ‘Verdadera doctrina cristiana’, herejes, hijos del Diablo”[2].

A pesar de la riqueza temática liberadora que se generaba en ese momento, muchas comunidades no lograron producir cambios en los sectores conservadores. En el ámbito curricular de estas instituciones teológicas se siguieron capacitando a líderes y pastores según el esquema tradicional del caudillo dirigente. La critica al poder eclesial centralizado y a la exclusión de las mujeres, entre otras cosas, quedó como tema archivado. El resultado es que hoy no podemos hablar de democracia participativa en los diferentes sectores de la sociedad, si no logramos que en nuestras iglesias e instituciones educativas no la haya también.

Muchas de estas instituciones eclesiales y paraeclesiales han desarrollado un nueva identidad: una fe puritana -con tendencia a la New Age hacia la mentalidad positiva que se refleja en los sermones del éxito y lucro-, una misión espiritualista de la vida y procura conservar sus doctrinas y dogmas[3], dejando excluidos en muchos casos a mujeres, niños, desplazados, entre otros sectores de la comunidad. Si realmente comprendemos la iglesia como cuerpo de Cristo y cada uno somos miembros de ese cuerpo, es decir, todos en uno, en una forma comunitaria[4] debemos profundizar, desde nuestras instancias de formación teológica, esta comprensión amplia en que el pueblo de Dios debe participar en igualdad en los diferentes ministerios de la misma. El apóstol San Pablo nos dice:

“Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros sois labranza de Dios, edificios de Dios”[5].

A estas alturas nos podemos preguntar que valor tiene la reflexión de los Reformadores (Lutero, Calvino y otros). ¿Qué modelo de iglesia debemos construir hoy? ¿Qué importancia tiene la historia a la hora de enfrentar los nuevos desafíos? Y cómo podemos comprender y contestar el desafío que enfrentamos como iglesia en este mundo globalizado. La globalización representa una manera de pensar acerca del mundo y una manera de ver el mundo. Es una manera de organizar prioridades estableciendo por lo tanto un sistema de valores para determinar la importancia.[6] Hoy se dice que vivimos en un mundo globalizado, es decir que somos parte de un contexto que a través de la información y las comunicaciones ya no reconocen barreras geopolíticas… ¿Y LAS IGLESIAS BAUTISTAS POR DONDE VAN? Hoy parece que la iglesia bautista está más preocupada por recuperar una nueva identidad conocida como los baupen, que es una mezcla de doctrina bautista y neopentecostal. Estos grupos por lo general tienden a recuperar la estructura jerárquica, la sanación, la teología de la prosperidad, de la unción, etc. Todos estos agregados han provocado en definitiva, divisiones ideológicas y no estructurales de nuestras iglesias evangélicas bautistas latinoamericana…En resumen, creemos que esta no debería ser el objetivo primario de una comunidad bautista; lo que debemos hacer es recuperar como evangélicos las demandas del Reino de Dios y cumplir con nuestro mandato profético: Liberar a los cautivos, etc. [7]

[1] Ejemplo a citar PROMESA, hoy recinto universitario de la Universidad Bíblica Latinoamericana en Medellín y el Seminario Teológico Presbiteriano y Reformado de la Gran Colombia, hoy Universidad Reformada de Colombia, Barranquilla, ha firmado un convenio con otras universidades para ofrecer títulos de grado y postgrado: Especialización y Maestría. Estos centros, el tema de pobreza, marginación y exclusión empezó a debatirse pues lo que siempre se vio como un don divino era confrontado como fruto de la injusticia social. Amilkar Ulloa Entrevista Medellín: Promesa, marzo 20 de 1999.
[2] Joaquín, Espinosa Diálogos ecuménicos. Medellín: Iglesia Evangélica Interamericana, 6 de junio de 1999.
[3] Pablo, Moreno Una relectura de nuestros principios y creencias bautista a la luz de tiempos nuevos. Medellín: Ponencia presentada en la XLVII Asamblea anual de la Convención Bautista colombiana, enero 5 – 9, 1997.
[4] Véase Hechos 2: 44 – 47.
[5] I Corintios 3: 8 – 9, Versión Reina Valera, 1960.
[6] ARAUJO, Alex. Globalization and Word evangelism. Grand Rapids, Baker House Company, 2000: 58. citado por CANTERO, Luis Eduardo. ibíd., p: 34.
[7]Luís Eduardo, Cantero, “Desafíos teológicos para una eclesiología bautista contextual. Elementos fundamentales para hacer misión.” Revista signos de vida, CLAI, Quito, Ecuador, # 39 marzo (2006), p. 7 ss.

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