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sábado, 12 de julio de 2008

Perspectivas teológicas con respecto a la planificación familiar (II)

Por Luis Eduardo Cantero*, Bs. As. Argentina.

2. Perspectivas teológicas con respecto a la planificación familiar
Como hemos visto, hay escasos datos bíblicos, nos queda intentar un caminar teológico sobre el tema. Y en este sentido, como en tantos otros, no hay una sola perspectiva teológica que resulte universalmente aceptada. Por el contrario, coexisten por lo menos dos perspectivas o acercamiento al tema. Fundamentalmente la perspectiva católica romana y la perspectiva protestantes.
2.1 Perspectiva católica romana
El catolicismo romano mantiene una posición contraria a la planificación familiar. Admite como válidos paras su fieles los “métodos naturales”. En Diciembre de 1930, el papa Pío XI promulgó una ley que dice: “por ninguna razón, por grave que sea, puede hacer que lo que es intrínsicamente contra natural, se torne conforme a la naturaleza y honesto. Puesto que el acto del matrimonio está, por su propia naturaleza, destinado a la procreación, aquello que, al cumplirlo, se dediquen deliberadamente a quitarle su fuerza y su eficacia, actúan contra la naturaleza. Hacen algo intrínsicamente vergonzoso y deshonesto” (Encíclica Casti Connubii, # 6). En el año de 1968, el catolicismo se pronuncia sobre el tema de la planificación familiar. En la titulada encíclica Humanae Vitae, que levantaría una polvareda de críticas y oposición. El papa Pablo VI ratificó la posición tradicional. El documento basado en Génesis 38: 9 –10 que registra el pecado de Onán como demostración de que el acto sexual en el que no esté la intención de procreación es condenado por Dios (# 11). Afirma que todo acto sexual que sea “hecho voluntariamente infecundo” es por ello “intrínsicamente deshonesto”. Porque se insiste, “cada acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida” (Pablo VI, op cit, # 11). Lo dudoso, sin embargo, es que más adelante a modo de permiso señala: “si hay razones para espaciar los nacimientos, derivadas de las condiciones físicas y psicológicas de los cónyuges o de circunstancias externas, la iglesia enseña entonces que es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras, para usar el matrimonio sólo en los periodos infecundos puede ser lícita de las condiciones indicadas” (2) (Pablo VI, op. Cit, # 16).
En las palabras citadas de Pablo VI se amplía, o más exactamente, se explican, algunos motivos ya expresados por Pío XII – véase notas final del capitulo, # V –. La Encíclica Humanae Vitae menciona serios motivos derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges. Esto podría despejar una salida a esas dificultades de orden psíquicos – a veces verdaderas neurosis – de miedo al embarazo o, en general, al aumento de la familia, que suelen presentarse con caracteres trágicos y hasta patológicos. Si no hubiera tales motivos, el recurso a los períodos infecundos sería ilícito, y entonces un matrimonio cristiano no podría recurrir a ellos, porque cuando no existe una grave razón, “la voluntad de frustrar la fecundidad de la unión conyugal, satisfaciendo simultáneamente la sensualidad, proviene de un concepto equivocado de la vida y de motivos inadmisible” (Pío XII, loc. Cit.) Más grave seria, sin duda, la actitud de quienes hicieran de este recurso una costumbre, queriendo disfrutar “de los derechos propios del matrimonio, al tiempo que eluden constantemente y sin motivos el deber riguroso de su estado. Estos estarían pecando contra el significado de su vida matrimonial” (Gómez y Fenoy, loc. Cit: 135). La declaración sorprende si se aceptan estas declaraciones de que todo acto sexual en el matrimonio debe quedar abierto a la fecundidad. Con razón el Dr. René Padilla reflexionaba y cuestionaba sobre estas declaraciones mencionadas, formulando las siguientes inquietudes:
¿Qué virtud posee la continencia periódica para eximir a los que practican el método aprobado de la “deshonestidad” que cometen al terner relaciones sexuales precisamente cuando la transmisión de la vida es imposible? ¿Es el acto sexual de los períodos agenésicos en realidad menos “voluntariamente infecundos” que aquel en que se toman otras medidas tendientes al mismo fin de evitar la fecundación? (Revista Certeza, 54)
2.2. Perspectiva protestante
Los cuestionamientos citados sirven de puente natural para esbozar lo que el autor de esta monografía llamaría “perspectiva protestante.” Debemos, sin embargo, admitir la imposibilidad de establecer una posición protestante única sobre el particular. Existen pastores y cristianos evangélicos en general que, acaso sin estudiar debidamente el tema, derivan a una posición coincidente con el catolicismo romano. Es decir, el acto sexual sólo debe ser realizado con intención de procrear. El único método válido para el creyente es tener relaciones sexuales sólo durante los días no fértiles de la mujer. Pero, como decía Alberto Roldán: “¡Son muchos los seres humanos que son producto de la aplicación de ese tipo de método!” (Op. Cit: 273). Pero, volviendo a la posición protestante, hay varios documentos producidos por organismos eclesiásticos, que se pronuncian a favor de la planificación familiar. Que compartiremos en breve, esos documentos señala los siguientes hechos:
1. La paternidad responsable consiste en un equilibrio entre procreación e intenciones totales del matrimonio. 2. Los hijos tienen derecho al amor, la educación y la salud. 3. Hay que tener en cuenta la salud de la madre. 4. La unión física es una de las expresiones queridas por Dios de la comunión de los esposos. Esta unión realizada sin la intención de procrear, no debe ser considerada como pecado (Padilla, ibíd).
La respuesta decisiva a la pregunta: ¿Cuál es la finalidad primaria de la sexualidad humana? Se encuentra, obviamente, en la Biblia. En Génesis 2: 18 leemos: Y dijo Dios: “no es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para El. Como hemos visto a lo largo de esta tesis, la fundamental necesidad humana que tiende a remediar el matrimonio es la soledad. Todo el relato de Génesis 2 muestra que Dios creó a la mujer como compañera adecuada al hombre y no con el propósito esencial de engendrar hijos. No se niega la importancia de esto, pero creemos que está subordinado a la complementación mutua del género humano. Como lo aclara el Dr. René Padilla, “la unión física tiene que entenderse como un acto en el cual los cónyuges dan expresión al hecho de haber sido creados el uno para el Otro y experimentan esa íntima comunión que define el propósito de su sexualidad [...], el acto sexual tiene una función esencialmente unitiva” (Op. Cit: 54).
Desde el punto de vista bíblico no hay nada condenable en la relación sexual matrimonial en la que no esté la intención de engendrar. El Cantar de los Cantares es un poema inspirado que exalta el amor erótico. Es difícil encontrar en El, referencias a la relación sexual con fines de procreación. Todo el clima del libro es el amor total entre una pareja que se aman. Proverbios 5: 18, 19 dice: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre” (Versión Reina – Valera Actualizad, p. 555). En 1 Corintios 7: 5, luego de indicar que tanto el esposo como la esposa deben cumplir con “el deber conyugal”, el Apóstol Pablo, afirma: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparnos sosegadamente en la oración. Y volváis a uniros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.”

*Es Pastor bautista, colombiano, docente universitario y miembro de la Iglesia Evangélica Bautista de Flores. Profesor y Decano Ad - honorem del Seminario Teológico Misionero Tiranno, San Justo, Bs. As, Argentina (www.misiontiranno.visitame.es). Este artículo surge de su trabajo de investigación sobre el matrimonio y familia titulado: PROYECTO DE EDUCACIÓN BÁSICA PARA EL MATRIMONIO LO QUE DEBEN SABER LOS NOVIOS ANTES DE CASARSE. Fue el tema de su tesis de Maestría en Teología pastoral: Especialidad orientación familiar presentada al CENTRO DE INVESTIGACION BIBLICA, INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOGIA Y CIENCIAS BIBLICAS. Tenerife, España.

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