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miércoles, 5 de enero de 2011

¿Qué es la realidad? ¿Existe la realidad?

Por. Máximo García Ruiz, España*
¿Qué es la realidad? ¿Existe la realidad? Los sociólogos nos empeñamos en hacer ver lo importante que es tomar conciencia de la realidad. ¿Qué realidad? ¿La de nuestros ideales? ¿La de nuestros fantasmas? ¿La realidad objetiva o la realidad subjetiva? ¿O tal vez la realidad fenomenológica? Vagas Llosa afirma que la realidad no existe hasta que no ha sido puesta en palabras. Ciertamente, lo que no está escrito, no existe, no transciende, no perdura. Reconocemos dos tipos de realidad: la general, que es todo lo que existe, por más que esté fuera del alcance del conocimiento humano, y la realidad subjetiva, que es la que se genera desde la mente del individuo como, por ejemplo, las suposiciones, creencias, juicios, opiniones de la persona. En este sentido podríamos decir que la realidad es “aquello que parece ser”. La realidad termina siendo fundamentalmente un acuerdo. Aquello que acordamos como real es real[1]. Incluso no ha faltado quien ha dicho con radical contundencia: “Lo que vemos es mentira, lo invisible es lo real”.
La realidad del universo físico es experimentada a través de varios conductos; vemos algo con nuestros ojos, oímos algo con nuestros oídos, olemos algo con nuestra nariz, tocamos algo con nuestras manos, y luego decidimos que hay algo. Pero de la única forma que conocemos este objeto es a través de nuestros sentidos y tales sentidos son conductos artificiales. No estamos en contacto directo con el universo físico. Sólo estamos en contacto con él a través de nuestros conductos sensitivos
Por otra parte, no podemos perder de vista que la realidad está en permanente recreación; hay que amasarla, leudarla, soñarla, transformarla, adaptarla. La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Somos nosotros, los seres humanos, los artífices de la realidad, de la última y más reciente imagen de la realidad, de la realidad tangible, comprensible, asumible. Aterrizar en la realidad, ese es el reto. ¡Cuántas veces lo habré repetido a mis alumnos! Claro que hay realidades que escuecen, especialmente aquellas que se forjan en torno a nuestra persona y no se ajustan a la imagen que hemos hecho de nosotros mismos, de lo que somos o de lo que nos gustaría ser.
Bien es cierto que no podemos dejar de lado el hecho de que, con frecuencia, como muy bien ha dejado escrito Julián Marías, la realidad que vemos es una representación, algo estudiado, pre-elaborado en determinados laboratorios de artificio. Son realidades que permanecen justo el tiempo que los medios de comunicación decidan que deben permanecer, el tiempo en el que su proyección continúa siendo rentable, sea en el terreno de los desastres naturales como los ocurridos recientemente en Haití, en el del sensacionalismo político, como el producido por “los papeles del Departamento de Estado”, difundidos por Wikileaks, o en lo referido al esperpento del morboso cotilleo televisivo, que ha creado el fenómeno social llamado “Belén Esteban”, al borde de haber sido lanzado al estrellato político, si bien parece que ya ha empezado su declive, precisamente cuando las razones que la proyectaron a la “fama”: sus virulentos ataques a su exmarido, a sus exsuegros, a la esposa sustituta, etc. (“yo por mi hija, mato”), han aflojado el morbo y el personaje ha perdido, o está perdiendo, fuerza mediática. ¿Es esa la realidad? ¿Qué realidad?
Sin embargo, lo cierto es que la realidad es el conjunto de las cosas, independientemente de que seamos capaces de percibirlas o no. Es cierto que siempre va a estar teñida de subjetividad, que no podemos sustraernos a nuestra peculiar visión de las cosas, siempre fragmentadas y, con frecuencia, distorsionadas, pero su alcance va mucho más lejos de lo que alcanzan a percibir nuestros sentidos. Tal y como Kant señala, ciertas realidades que podrían ser consideradas como axiomáticas, dejan de serlo en la medida en que se agranda el espacio de nuestra visión. Y pone un ejemplo: parecía realidad axiomática que el Sol y los astros giraban en torno a la Tierra porque así se percibía; filósofos habían tenido en Grecia, pocos siglos antes de Cristo, la "extravagante" idea según la cual la Tierra no era el centro del Cosmos. Despojar la realidad de la subjetividad es la tarea en la que tenemos la obligación de seguir avanzando. Y hay “herramientas” que nos ayudan a ello como son las ciencias naturales y las ciencias sociales.
Y si todo esto es aplicable al mundo físico, al mundo tangible, al mundo “real”, ¿qué decir de la realidad virtual, dentro del campo de la filosofía o de la teología? Pues podemos colegir que los principios de prudencia y humildad que es preciso aplicar al análisis de la realidad física y social, son igualmente aplicables para identificar y establecer la “realidad” transcendente, espiritual, es decir, las verdades teologales o las deducciones filosóficas. También aquí “lo que vemos”, es decir, nuestra verdad, nuestra percepción de las cosas, no se corresponde necesariamente con teoremas axiomáticos, incuestionables, de valor universal. Hay que liberar a la realidad de los sustratos subjetivos (“suposiciones, creencias, juicios, opiniones”) y fenomenológicos (“accidente, aspecto, lo que aparece o se manifiesta, valorado de distinta forma según las escuelas filosóficas”) de los que habitualmente está recubierta. En resumen, debemos tomar conciencia de que únicamente logramos percibir una parte de la realidad, tan solo conseguimos descubrir un fragmento de la Verdad, para lo cual nos servimos de la ciencia y los utensilios que la ciencia pone a nuestra disposición; por eso concluimos que la religión y la ciencia no están en oposición, porque se ocupan de diferentes ámbitos de la realidad, lo cual les hace ser complementarias. Tenemos que aprender a convivir con esta realidad.
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[1] Para una perspectiva filosófica del tema, véase Xavier Zubiri: Estructura dinámica de la realidad, Ed. Alianza / Fundación Xavier Zubiri (Madrid: 1989).

* Máximo García Ruiz, es licenciado en teología, licenciado en sociologia y doctor en teología. Profesor de sociología y religiones comparadas en el seminario UEBE y profesor invitado en otras instituciones académicas. Por muchos años fue Presidente del Consejo Evangélico de Madrid y es miembro de la Asociación de teólogos Juan XXIII.

Fuente: Lupasprotestante

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