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domingo, 2 de octubre de 2011

DISCRIMINACION HACIA LOS PASTORES SOLTEROS

Por. Erik Eckholm, USA

Como a muchos estadounidenses, a Mark Almlie lo despidieron en la primavera de 2009, cuando hubo recortes en la plantilla de su centro de trabajo. Estuvo buscando un puesto apropiado desde entonces, y respondió a más de 500 anuncios de empleos sin ningún éxito.
Sin embargo, Almlie, a pesar de una formación excelente y años de experiencia, se enfrentó a un obstáculo que no existe en la mayoría de las profesiones: es un pastor soltero, en un campo en el cual quienes contratan prefieren, de forma abrumadora, a personas casadas y, en especial, hombres casados con hijos.
Almlie, de 37 años, dice estar impresionado por lo que califica de discriminación injusta, basada, principalmente, en temores irracionales: que un pastor soltero no puede aconsejar a los fieles, en su mayoría casados, de que podría sembrar la confusión al coquetear con una feligresa de la iglesia o que podría ser gay. Si la búsqueda de empleo es difícil para los solteros, lo es doble para las solteras que se instruyen para el ministerio, en parte porque muchas denominaciones evangélicas mandatan explícitamente que un hombre guíe a la congregación.
Almlie, un ministro evangélico ordenado que vive en Petaluma, California, tuvo que enfrentar el argumento, que cuestiona con sus propias citas bíblicas, de que la Biblia demanda líderes casados.
“Abundan los prejuicios contra los pastores solteros”, escribió Almlie en artículos que publicó en un popular sitio cristiano de blogs en enero y febrero, con lo que desencadenó un debate de gran alcance en Internet sobre un tema del que muchos dijeron, en buena parte, se hizo caso omiso.
Algunas iglesias evangélicas, en particular, excluyen abiertamente a los candidatos solteros. En un anuncio reciente para solicitar un pastor para una iglesia en Long Island, Nueva York, se decía que se buscaba “un hombre de familia, cuya familia se involucre en la vida ministerial de la iglesia”. Otras iglesias transmiten el mensaje mediante palabras en clave, como “se busca un hombre bíblico” (traducción: un esposo y proveedor).
“Una vez recibí un correo electrónico que decía: Excelente currículo?”, comentó Almlie en una entrevista. “Una vez que digo que soy soltero, que nunca me he casado, no vuelvo a saber de ellos”.
La ley federal contra la discriminación exenta específicamente a las organizaciones religiosas cuando contratan a una persona para actividades relativas a la religión, y los tribunales se resistieron a interferir en el empleo ministerial, explicó David Middlebrook, un abogado y especialista en legislación religiosa en Dallas y Fort Worth.
R. Albert Mohler, hijo, el director del Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, dijo que es injusto acusar a las iglesias de discriminación porque esa palabra implica algo “ilícito”.
“La lógica de los Evangelios y la centralidad del matrimonio en la sociedad”, dijo, justifican “la fuerte inclinación de las congregaciones a contratar a un hombre que no sólo sea casado, sino fielmente casado”.
Mohler dijo que dice a los estudiantes de su seminario que “si permanecen solteros, tienen que entender que habrá una limitante significativa en su capacidad para servir como un pastor”.
Las mujeres que buscan puestos en denominaciones protestantes tradicionales, como la episcopal y la presbiteriana, vieron ensancharse las puertas: para 2009, 28% de los pastores de alta jerarquía en las iglesias tradicionales era mujeres, según una encuesta de opinión que levantó U.S. Congregations, un organismo de investigación sin fines de lucro en Louisville. Sin embargo, persiste una preferencia hacia los pastores o es un requisito firme entre las iglesias conservadoras (principalmente evangélicas), donde mujeres ocupan menos de 2% de los puestos de alta jerarquía.
Los pastores solteros siguen siendo poco comunes, en especial en las iglesias conservadoras, en las cuales la proporción es uno en 20, de acuerdo con la misma encuesta. En las denominaciones protestantes tradicionales, aproximadamente uno de cada seis pastores de alta jerarquía es soltero.
Amy Mark fue, como Almlie, ordenada en la Iglesia Evangélica de la Alianza, y, como él, buscó un puesto permanente más ampliamente en el mundo evangélico. Tras siete años con sólo breves periodos temporales, se encuentra trabajando en una tienda de artesanías para irla pasando.
Descubrió que muchas iglesias locales no tomaron a pecho la política de su denominación de aceptar mujeres como guías. Ser soltera es un segundo e importante obstáculo.
En más de 50 entrevistas, dijo, “a menudo se comportaban como si no fuera del todo íntegra porque soy soltera”, y cuestionaban si podría aconsejar a parejas o a padres. Al mismo tiempo, algunos también preguntaron si, en caso de casarse y tener una familia, sería capaz de continuar con el demandante trabajo de ser pastora.
Mark ayuda ahora a establecer un ministerio nuevo para madres adolescentes en una zona de bajos ingresos al este de San Francisco; un proyecto que le levantó el espíritu, dijo, después de años de sentirse herida y traicionada.
Scott Cormode, un catedrático de desarrollo del liderazgo en el Seminario Teológico Fuller en Pasadena, California, – donde Almlie obtuvo la maestría en Teología antes de trabajar como pastor adjunto en ese estado – dijo que no cree que el prejuicio en contra de los pastores solteros sea tan omnipresente como sostiene Almlie. Notó que siempre es difícil encontrar un puesto en un campo abarrotado.
Sin embargo, Jackson W. Carroll, profesor emérito de religión en la Escuela Duke de Teología, indicó que podría ser que se haya endurecido la preferencia por el matrimonio debido a la agitación social de las últimas décadas.
“Los evangélicos responden a la revolución sexual de los 1960, a la que percibieron como una amenaza real para la familia”, explicó. “Es menos probable que un pastor con una esposa sea homosexual y más factible que refleje la imagen tradicional de la familia”.
Matt Steen, de 35 años, se topó con inquietudes sobre la posibilidad de mala conducta sexual en el año que buscó infructuosamente un puesto nuevo como pastor de jóvenes.
“Tuve conversaciones bastante francas con las iglesias”, recordó sobre sus entrevistas en 2006. “Decían: cuéntame de tu esposa y tus hijos?, y yo respondía: todavía no los conozco?”.
Parecía que muchos entrevistadores temían que pudiera “hacer algo estúpido, como involucrarme con una estudiante”, señaló. “Les dije que comprendía la inquietud, pero que vi a algunos pastores casados cometer los mismo errores”.
Steen se casó después y, por razones familiares, se mudó a Long Island, y al final abandonó el ministerio. Ahora comercializa servicios de contabilidad en las iglesias.
Algunos expertos en religión indicaron una razón menos caritativa del requisito del matrimonio: la expectativa de que la esposa de un pastor haga trabajo sin salario, quizá dirigiendo el coro o enseñando en la catequesis.
“A veces, los feligreses tienen una preferencia tácita por un hombre felizmente casado, con una esposa que no trabaja fuera del hogar”, escribió Cynthia Woolever, la directora de investigación en U.S. Congregations, en un artículo de 2009. “Ella también hace trabajo voluntario en la iglesia mientras cría hijos íntegros y educados?”.
Almlie nota que durante los primeros 1,500 años de la cristiandad, “la soltería, y no el matrimonio, se alababa como casi divina”. Martín Lutero, al romper con Roma, predicó en contra del celibato obligatorio y se casó.
Mientras busca empleo, Almlie también busca una compañera para toda la vida. Intentó mediante servicios cristianos de citas e, incluso, en eHarmony, pero no tuvo resultados. Dice que entiende el deseo de tener una familia modelo, pero que se enfrenta a demasiados mitos y temores.
“En última instancia, sí me duele que no me contraten”, expresó.

Fuente: The New York Times

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