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miércoles, 14 de septiembre de 2016

De Evangelio y Fundamentalismos



Por. Óscar Margenet, España
Supe del novelista norteamericano Mark Twain 01 al inicio de mi pubertad en mi Santa Fe natal. Dos de sus libros me fueron obsequiados en las fiestas de clausura de la Escuela Dominical 02
Los calurosos días del verano sureño, que comienza mucho antes del 21 de diciembre, coincidían con el inicio de las vacaciones escolares. En la pesada atmósfera litoraleña todo esfuerzo físico era desalentado desde temprano. La lectura era mi escape al clima reinante. Recuerdo a mi madre inmersa en sus rutinas domésticas, avisándome cuando podía ir a leer en el fresco del porche. Allí me estiraba en el piso recién lavado. 
Los primeros libros del expositor británico George Campbell Morgan 03 llegaron a mis manos bien entrada mi adolescencia. 
Muchos años después, en pleno verano mediterráneo, trazaré una suerte de paralelismo entre la literatura secular del llamado ‘padre de la literatura moderna norteamericana’ 04, y la prédica de quien se dijo fue ‘el expositor del Evangelio de Cristo por excelencia’ 05.
Esta idea me surgió hace poco mientras leía comentarios sobre ‘el fundamentalismo’, tema del que muchos escriben a partir de la manera que definen ese término. Venimos viendo en esta serie que la literatura es parte de la construcción de la historia. Pero, hay en boga una filosofía que alienta la rebeldía frente a la ‘dictadura del canon’ literario planteando la democracia de la polisemia 06. Se la conoce como ‘deconstrucción’ y alienta un acto de lectura que genera infinitas diseminaciones.
Primera Parte
Siguiendo la idea deconstructivista podríamos definir a Mark Twain de varias maneras, aunque nunca por tener una vida aburrida. Para empezar, su verdadero nombre era Samuel Langhome Clemens. Adoptó el que le proyectó a la fama tras desempeñarse como piloto navegante en los típicos barcos a rueda del río Misisipi. 
Una de las tareas a bordo del barco era la que realizaban los negros esclavos que iban midiendo el calado mínimo necesario para asegurar una navegación segura. Ese calado era equivalente a dos brazas (3,60m) y los encargados iban repitiendo en forma de canto ‘mark twain’ (marca dos) en su inglés adoptivo. La adopción del pseudónimo va mostrándonos algo de la personalidad del que llegaría a ser apreciado por escribir con un contagioso sarcasmo.
Por su intensidad y variedad la vida de este hombre podría definirse como asombrosa. Nunca se resistió a su destino; por el contrario, se hizo más fuerte frente a cada adversidad. De esas situaciones - en las que otros bajarían los brazos- él supo sacar lecciones de vida. Nunca se definió como cristiano, pero dio pruebas de una honestidad que es un rasgo propio de los genuinos cristianos. Fue un innovador en su época; viajó permanentemente y se codeó con inventores como Tomás Alva Edison y Nikola Tesla. 
Más adelante comentaremos la posición adoptada por Mark Twain y su impacto social y político en EE.UU. a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En unas pocas décadas se produjo un giro hacia el conservadurismo en la clase gobernante y en la teología del importante movimiento evangélico norteamericano. 
Muy probablemente Mark Twain y George Campbell Morgan no se conocieron personalmente. El predicador nació cuando el novelista tenía 28 años y luchaba con serias adversidades en distintos frentes. Sin embargo, antes de la finalización del siglo XIX ambos fueron testigos de un cambio dramático en la historia mundial. Occidente estaba saliendo del romanticismo y entraba en una era de desencanto para con el orden establecido y de desaliento frente al futuro.  
Mientras el primero se dejaba llevar por sus humores y rechazaba la hipocresía de su entrono, el segundo se sometía a la economía divina y enseñaba los beneficios de la Buena Nueva de Jesucristo. Sin saberlo ni proponérselo, ambos escritores estaban haciendo un aporte importante a la transición histórica que daría lugar a los fundamentalismos modernos.
Campbell Morgan recibió las enseñanzas de doctrina cristiana en su hogar. Sus padres eran miembros de una congregación del movimiento Plymouth Brethren (Hermanos Libres). Nunca asistió a una universidad ni hizo estudios teológicos. Sin embargo su reconocida capacidad expositiva de la Biblia significó que D. L. Moody le invitase a enseñar en su instituto bíblico en EE.UU. en 1896, lo que le significó tener que cruzar el Atlántico 54 veces. En 1904 recibió un doctorado en Divinidad por el SeminarioTeológico de Chicago. 
Amigo de F.B. Meyer y Charles Spurgeon, Campbell Morgan ocupó el púlpito de la Westminster Chapel desde 1904 a 1919, y desde 1933 a 1943 cuando lo dejaría en manos del Dr. Martyn Lloyd Jones.  Entre los años 1919 y 1933 residió en el país del Norte.
Su primera obra se publicó en 1897, sobre el discipulado. Quizás la mayor de todas fue la ‘Crisis del Cristo’ (1903), un estudio monumental de la vida de Jesús. 
En 75 años de ministerio predicó unas 23.390 veces y escribió más de 70 libros. Se cuenta una anécdota que pinta de cuerpo entero a Campbell Morgan; es la relatada por el Dr. John G. Mitchell, profesor en la Escuela Bíblica  Multmonah (EE.UU.). Este le preguntó si aconsejaría a otros estudiar la Biblia como él. La respuesta lo dejó de una pieza: “Si se lo digo lo más probable es que nadie lo haga." Tras una pausa prosiguió: “Leo un libro entre 40 y 50 veces antes de comenzar a estudiarlo."
Su vida privada fue coherente con su ministerio: fue un ideal de esposo y de padre; ningún atisbo de escándalo hubo en toda su vida; y sus cuatro hijos le siguieron en el ministerio. 
Los Fundamentos: un testimonio de la Verdad
Entre los años 1910 y 1915 se materializó la impresión de una compilación de 90 ensayos teológicos para reafirmar lo que se denominó ‘Los fundamentos: un testimonio de la verdad’ cristiana 07. Se editó como colección de doce volúmenes, y George Campbell Morgan fue invitado a contribuir entre los 64 autores. Lo hizo con su escrito ‘La encarnación de Cristo’.
El propósito de los editores era afirmar las creencias del Protestantismo conservador; en especial los de la tradición Reformada y defenderlas de las nuevas ideas que las atacaban. Se considera esta obra como la piedra fundacional del Fundamentalismo Cristiano moderno.
El proyecto había nacido en 1909 gracias a los hermanos Lyman y Milton Stewart, en California. Estos empresarios pusieron el dinero necesario para dejar sentado lo que ellos creían eran los principios fundamentales de la fe cristiana. Con él se defendía el credo ortodoxo protestante, y se atacaba la alta crítica alemana, la teología liberal, el Catolicismo Romano (allí llamado Romanismo), el socialismo, el Modernismo, el ateísmo, la Ciencia Cristiana, el Mormonismo, el amanecer milenial, el Espiritualismo y el evolucionismo.
Se produjeron un cuarto de millón de colecciones (tres millones de libros), que se distribuyeron en escuelas dominicales, asociaciones de jóvenes cristianos, seminarios, etc. 
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En la Segunda Parte analizaremos DM cómo sigue este fenómeno del ‘fundamentalismo’ que se ha convertido -casi 110 años después – en caldo de cultivo del divisionismo evangélico.
Notas
Abajo - Un retrato de Mark Twain por A. F. Bradley, en New York, 1907
01.  Pseudónimo de Samuel Langhome Clemens (1835 – 1910).
02.  Las novelas eran ‘Las aventuras de Tom Sawyer’ (1876) y ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’ (1885). Mi gratitud al Señor por los maestros que tuve durante mi niñez en la Escuela Dominical: Daniel Mateo, Silvio Rauzzino y Marcelo Engler; también por la directora de música Margarita Altare y el encargado de seleccionar y entregar los premios, el Director General, Don Walter T. Bevan, todos ya con el Señor.
03.  Predicador expositivo de la Biblia (1863-1945), predicó tanto en el Reino Unido como en EE.UU. Los primeros libros que leí fueron ‘Principios básicos de la vida cristiana’, ‘Las enseñanzas de Cristo’, ’El ministerio de la predicación’ y ‘Las cartas de nuestro Señor’. Más tarde leí ‘Grandes capítulos de la Biblia’ (dos volúmenes) y otros. Su influencia teológica impactó en la vida social y política norteamericana a fines del siglo XIX y comienzos del XX. 
04. Tal la definición que dio de él el conocido narrador y poeta estadounidense William C. Faulkner (1897-1962).
05. Se le atribuye al Dr. Martyn Lloyd Jones decir esa frase, que finalizó con una típica ironía: “El ‘Príncipe de los expositores’ quiso que yo me ocupase de las cartas apostólicas”. 
06.  Hasta ahora la filosofía tradicional de Occidente, de base platónica-hegeliana, había presupuesto siempre un escenario de racionalidad sistemática, un dominio del habla sobre la escritura, un mundo en el que todo tiene sentido finalmente. La deconstrucción se rebela entre este abuso de la racionalidad de herencia hegeliana, proponiendo precisamente lo contrario: la imposibilidad de que los textos literarios tengan el menor sentido. Esta tendencia nace con el filósofo argelino-francés Jacques Derrida.
07. El término ‘fundamentalismo’ fue acuñado más tarde por el editor bautista Curtis Lee Lewis, en 1920, que lo tomó prestado de la colección antes mencionada. Se definía así al Movimiento integrado por los cristianos que estuvieran dispuestos a pelear la real batalla por los fundamentos de la fe. Pronto se propagó y fue adoptado por distintos grupos. Fue adoptado por el idioma inglés en 1922 y a él se refiere con mayúscula cuando se refiere a un movimiento religioso. Desde entonces, la controversia respecto de su significado ha ido creciendo hasta llegar a denominarse con el nombre de ‘fundamentalista’ a los religiosos terroristas.

Fuente: Protestantedigital, 2016.

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