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viernes, 29 de junio de 2012

¿Salud, riquezas y felicidad? Errores del evangelio de la prosperidad

Un libro de David W. Jones y Russell S. Woodbridge
La verdad acerca del evangelio de la prosperidad es lo que pretende sacar a la luz el libro publicado por Portavoz, "¿Salud, riquezas y felicidad? Los errores del evangelio de la prosperidad" , que añade leña bíblica al fuego de la discusión teológica sobre la prosperidad.
Todos los días se proclama de una u otra forma en muchas de las radios o televisiones llamadas "cristianas" un nuevo evangelio: el evangelio de la prosperidad. Este evangelio enseña que Dios desea cumplir todos nuestros deseos de salud, riquezas y felicidad; solo hay que tener la fe suficiente. Los predicadores de la prosperidad promocionan sus opulentos estilos de vida como prueba de su mensaje: Dios quiere que sus hijos lo tengan todo.
Y el mensaje va calando, ya que hay sondeos que dicen que el 46% de aquellos que dicen ser cristianos evangélicos en América creen que Dios los haría ricos si tuvieran suficiente fe.
Y es que las iglesias evangélicas (especialmente en América) están llenas de personas que, a veces sin saberlo, ven, leen o escuchan con frecuencia a los maestros del evangelio de la prosperidad. Este es el escenario común: el predicador, muy refinado, amigable y motivador, pide dinero para apoyar a su ministerio; a cambio, él promete la oración a favor de los donantes, así como una bendición financiera de parte de Dios. A continuación, los espectadores envían dinero porque aprecian la enseñanza positiva y porque les vendría bien un poco más de dinero para pagar sus cuentas.
Sin embargo, cuando no se produce un aumento de ingresos en el donante, los consumidores del mensaje de la prosperidad, a menudo, se critican a sí mismos, porque piensan que la falla está en su propia falta de fe o, se decepcionan y se enojan con Dios. Sin duda este escenario se repite con frecuencia, puesto que como hemos dicho un número significativo de cristianos se ven influidos por el evangelio de la prosperidad.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de la riqueza y las posesiones, pero esas enseñanzas son habitualmente sacadas de su contexto y mal interpretadas bien por negligencia, bien por intereses personales.
EL LIBRO
Ante esta situación, los escritores David W. Jones y Russell S. Woodbridge vuelven a las Escrituras para exponer un entendimiento verdaderamente bíblico sobre la riqueza, la pobreza, el sufrimiento y el acto de dar.
En el libro que ahora publican, resultado de su estudio, identifican cinco áreas cruciales de error relacionadas con el movimiento del evangelio de la prosperidad. "¿Salud, riquezas y prosperidad?" desafía a los lectores a redescubrir el verdadero evangelio de Jesús.
De forma justa, pero firme, los autores hablan de la historia y la teología del movimiento del evangelio de la prosperidad, y revelan sus enseñanzas centrales erróneas bíblicamente que han sido histórica y popularmente mal interpretadas, incluso por reconocidos pastores de hoy como T. D. Jakes, Joel Osteen, y Kenneth Copeland.

Más información: Editorial Portavoz, www.portavoz.com
Fuentes: Notiprensa
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jueves, 28 de junio de 2012

EEUU: líderes cristianos aprueban reforma a la ley de inmigración de Arizona

ARIZONA
La Conferencia Nacional Hispana de Liderazgo Cristiano (NHCLC, por sus siglas en inglés) manifestó el pasado lunes que la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de revocar provisiones claves de la ley de inmigración SB 1070 de Arizona “afirma los valores que hacen grande a esta nación”.
El Rev. Samuel Rodríguez, líder de la NHCLC , dijo en un comunicado que con la decisión de la Corte “se inicia un proceso para establecer un muro legal en contra de medidas draconianas en lo que se refiere a inmigración”.
Entre las provisiones claves de la controversial ley que quedaron anuladas se encuentran la que prohíbe a residentes indocumentados el buscar o mantener un empleo en Arizona, y la que permite a la policía el arrestar a individuos indocumentados sin una orden previa.
También quedó anulado el requerimiento a inmigrantes de llevar documentos a cualquier lugar a donde vayan dentro del estado.
Opositores a la polémica ley han dicho desde el principio que la medida debía ser revocada ya que podría promover la discriminación racial , al obligar a las autoridades policiales a pedir documentación sobre su estatus migratorios basándose en la apariencia física, gestos e idioma de cualquier persona detenida.
PRUEBA DE CIUDADANÍA
A pesar de las disposiciones anuladas, los jueces a cargo de la medida aprobaron la provisión que requiere a la policía de Arizona el indagar sobre el estatus migratorio de cualquier persona detenida en ese estado.
Al respecto, el Rev. Rodríguez manifestó que “aunque la provisión que requiere prueba de ciudadanía aún se mantiene, la decisión de la corte es un claro mensaje de que la jurisprudencia del siglo 21 no tolerará medidas que polarizan y segregan a las comunidades”.
“Ahora es el momento para que nuestros oficiales federales electos se levanten con la fortaleza moral para llevar a cabo reformas migratorias exhaustivas”, añadió el líder religioso. A continuación exhortó a los políticos de los mayores partidos de Estados Unidos a buscar una solución conjunta sobre el tema de inmigración.
“Es hora de que republicanos y demócratas se unan y declaren que esta generación no tolerará cualquier medida legislativa que nos separe en vez de acercarnos,” dijo Rodríguez.
PROMOTORA DE LA REFORMA
Jan Brewer, gobernadora de Arizona y promotora de la reforma, ha dicho que la ley es necesaria debido a la falta de acción de Obama para proteger la frontera de Estados Unidos . Pocas horas después de la decisión de la corte, Brewer dijo que “pasaremos ahora a instruir a oficiales de policía para que practiquen lo que la Corte Suprema de Estados Unidos ha aprobado. Los derechos civiles serán protegidos. La discriminación racial no será tolerada”.
Sin embargo, algunos líderes de policía dijeron después de la aprobación de la provisión que no era una buena estrategia el utilizar a la policía local para hacer cumplir leyes de inmigración.
Charlie Beck, jefe de policía de Los Angeles, California, dijo que “elimina la confianza y limita la cooperación en un segmento largo de la población a la que servimos, y exige demasiado de nuestros recursos limitados” . También Roberto Villasenor, jefe de policía de Tucson, Arizona, dijo que la ley de inmigración podría dañar la relación del departamento de policía con la comunidad latina de la ciudad.
“Creo que éste es un revés para las autoridades policiales locales. No estamos para hacer esto. Estamos aquí para asegurarnos de la seguridad de todas las personas involucradas,” dijo Villasenor, quien estima que la aplicación de la ley resultará en 50,000 llamadas adicionales al año a autoridades federales de inmigración, únicamente en esa ciudad.
VOTO DE LATINOS EVANGÉLICOS
Los analistas políticos afirman que el voto latino decidirá la elección presidencial en noviembre, y los latinos evangélicos son considerados un grupo primordial. Según un informe del Centro Pew, de 82.3 millones de individuos que se identifican como evangélicos, 7.5 millones son latinos.
Gabriel Salguero , presidente de la National Latino Evangelical Coalition (NaLEC), afirma que por el momento "nadie puede decir hacia qué lado van a tender el voto evangélico".
El Presidente de la Southern Baptist Ethics and Religious Liberty Commission, Richard Land, considera que los candidatos simplemente deben estar a favor de la vida, del matrimonio tradicional y a favor de la reforma migratoria integral.
Por su parte, el Presidente de la NHCLC, Samuel Rodríguez , dice que su voto "dependerá del partido que logre atender los temas fundamentales".
TEMAS CLAVE
Dos importantes eventos relacionados con la inmigración ocurrieron este mes. Primero, el 12 de junio, un grupo de dirigentes del movimiento inmigrante llegó a Washington para anunciar los seis principios que ellos creen deberían orientar una reforma migratoria integral y humanitaria. Tres días más tarde, Obama anunció su medida para diferir la deportación de jóvenes indocumentados.
Otros temas clave son la educación y el empleo . El índice de desempleo entre los latinos está por encima del promedio general. Rodríguez expresó su preocupación sobre la brecha entre los índices, y sobre el hecho que el 50% de jóvenes latinos nunca se gradúa de la escuela secundaria.

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Magacin Romney depende del voto latino evangélico
Magacin Declaración evangélica pro reforma migratoria en EEUU

miércoles, 27 de junio de 2012

Vattimo: "Soy un cristiano heterodoxo y nostálgico"

Por José María Poirier, Romina Ryan, Argentina
El filósofo italiano Gianni Vattimo afirma que no existen los hechos sino las interpretaciones y que los conceptos absolutos no son viables en la Posmodernidad.Como en años anteriores, Gianni Vattimo visitó Buenos Aires y la Feria del Libro, donde además de dictar una divertida conferencia presentó su libro Della realtà. Fini della filosofia, una compilación de los últimos 15 años de trabajo universitario. Profesor emérito, en la actualidad es representante en el Parlamento Europeo del partido Italia de los Valores, cuyo líder es Antonio Di Pietro, “el único partido de oposición auténtica a Berlusconi y ahora a Monti”, explicó en diálogo con CRITERIO.
Algunos dicen que hay un Vattimo anterior a la obra Creer que se cree y uno posterior; otros dicen que hay varios. ¿Cuántos Vattimo hay?
–Me gusta muchísimo que se diga que hay diferentes Vattimo, porque eso sucede sólo con algunos grandes filósofos como Heiddeger, Wittgenstein oNiezschte… Yo, sin embargo, creo que hay una continuidad en mi historia intelectual. Cuando terminé mis estudios en la escuela superior decidí inscribirme en la carrera de Filosofía por intereses teológicos y políticos. Más tarde comprendí que como inquietud religiosabuscaba lo que más tarde se llamó Posmodernidad, la idea de poder construir un pensamiento filosófico no tomista, no demasiado tradicionalista, pero sí cristiano. Siempre digo que soy un “cato-comunista”, un católico de izquierda. Si tenemos que hablar de rupturas, en mi historia la primera fue en 1968. Si bien no participé en el movimiento estudiantil, tenía muchos amigos allí. En ese momentoya era catedrático en Turín, gracias al apoyo de una mayoría de católicos de derecha y debido a la influencia del profesor que dirigía mis estudios. Pero después de tres meses alejado de la universidad e internado en un hospital por un problema de salud, al regresar me di cuenta de que había devenido maoísta. Cuando hablé con mi profesor y amigo me dijo: “¿Cómo? ¿Y ahora me lo dices? ¡Qué problema! ¿Qué hago?”. “¡Es que ha sucedido ayer!”, le expliqué. En ese período de enfermedad había leído a Herbert Marcuse, al griego KostasAxelos que había escrito Marx, pensador de la técnica, es decir que se empezaba a reconocer una conexión entre al antitecnicismo de Heidegger y el anticapitalismo de Marx, y aún sigo creyendo que se puede ser marxista o comunista siendo hegeliano. El último libro mío traducido al inglés, HermeneuticCommunism, tiene como subtítulo “De Heidegger a Marx”.
Una primera ruptura entonces sucedió en 1968, cuando se convierte en maoísta. ¿Y después?
–En 1974 se publicó mi libro sobre Nietzsche, escrito entre 1968 y 1972, que era absolutamente revolucionario en tanto el asunto principal eraunir la aspiración revolucionaria de la burguesía –la liberación del sujeto, la liberación sexual, el divorcio– con la revolución proletaria, que era básicamente económica. Obviamente Nietzsche no fue revolucionario en lo personal, pero muchas de sus ideas pueden ser utilizadas en ese sentido. Ese año fue también muy interesante porque empecé a trabajar en estos pensamientos de transformación socio-cultural inspirados por Nietzsche y Heidegger juntos y, finalmente, todo el desarrollo sucesivo fue la elaboración de la conexión entre ambos, algo que ellos nunca hubieran pensado. Cuando algo se combina es difícil distinguirlo de lo que viene después. En este sentido, el conocimiento personal con los estudiantes más radicales se convirtió para mí en una manera de tomar distancia del terrorismo italiano, muy presente en aquellos años. Un día, por ejemplo, uno de mis discípulos me dijo que habían arrestado a un estudiante en Bolonia sólo porque tenía mi número telefónico en su agenda. En 1978 fui amenazado por las Brigadas Rojas porque el discurso era que si había alguien en la izquierda que no estaba con ellos, era un enemigo. Y yo era decano de la Facultad, pertenecía al Partido Radical, que era contestatario pero pacifista, y había aceptado formar parte del primer juicio popular a las Brigadas Rojas. En ese momento empecé a pensar que una revolución no podía ser leninista y violenta porque tendríamos 20 años de guerrilla y otros 20 años de stalinismo. En ese tiempo de reflexión sobre la experiencia del terrorismo escribí un ensayo que para mí es fundamental, Dialéctica y diferencia del pensamiento débil; la dialéctica era el marxismo, a diferencia del pensamiento de nombres como Jacques Derrida o GillesDeleuze, que no terminaban de gustarme porque eran un poco anarquistas pero se abstraían de la lucha política efectiva. El pensamiento débil guardaba relación con la idea de hacer uso de Nietzsche y Heidegger para imaginar una filosofía de la historia que adquiere sentido en la reducción de la violencia y no en la realización, incluso violenta, de un modo pensado antes. Esto era importante política y éticamente. En esos años, además, me pidieron una introducción a la edición de El mundocomo voluntad y representación de Arthur Schopenhauer. En ese momento dejé de ser maoísta ingenuo para convertirme en izquierdista no violento, pero menos ilusionado con la idea de revolución total.
–¿Hubo un tercer quiebre?
–Sí, vinculado a la lectura de RenéGirard: la idea de una interpretación de la religión no en el sentido victimario, sacrificial, sino viendoal cristianismo como superador del carácter violento de las religiones naturales. Cuando uno se pregunta por qué Jesús fue asesinado,es porque precisamente reveló esa visión, algo muy escandaloso.
–¿Qué relación establece entre el pensamiento débil y la teología del anonadamiento, la kénosis?
–Tengo que volver a un momento importante, incluso a unrencuentro conmi religiosidad personal.Paradójicamente, cuando estuve viviendo en Alemania a comienzos de los años ’60, donde no leía los diarios italianos porque llegaban demasiado tarde, cuando dejéde tener el problema de discutir con la jerarquía católica italiana y con los católicos de derecha, no fui más a misa. Pero repensando a Girard creo que volví a ser cristiano, y también por mérito de Nietzsche, de Heidegger y hasta de Mao.
–Algunos escribieron que a partir de Creer que se cree usted volvía a la religión pero también que la religión volvía al pensamiento y al debate.
–Esasí en cuantouno intenta relacionar siempre en el discurso la historia personal con la historia de la época. En 1968 era típico: los estudiantes pedían la liberación sexual porque era lo que a ellos les interesaba, pero pensaban que debía ser mundial. Eso refleja la idea de vocación histórica, es decir que no siento la filosofía como una vocación para ocuparme de los absolutos sino para leer los signos de los tiempos, que es una expresión evangélica. Cuando empecé a escribir Creer que se cree, un verano en la montaña, me parecía que ya no había razones filosóficas “objetivas” para no ser cristiano en tiempos de la Posmodernidad. Cuando se disuelven los meta-relatos (materialista, positivista, etc.) que intentan explicarlo todo, uno puede releer escrituras sagradas como el Evangelio –no tengo mucha simpatía con el Antiguo Testamento, sobre todo por la violencia, es demasiado antiguo–. Fue un esfuerzo por interpretar la situación filosófico-cultural desde el punto de vista de un retorno posible a la religiosidad a través de la disolución de los meta-relatos metafísicos.
–Su lectura de la Posmodernidad siempre se da en términos positivos, como por ejemplo la desaparición de los dogmas.
–Y como no existe más “la verdad”, se necesita la caridad.
–El concepto de kénosis, pero también la interpretación…En eso usted parece luterano.
–Sí, porque la interpretación tiene que ver con el hecho de que no hay una verdad objetiva. Tal vez en el siglo XX la noción misma de verdad se transformó en una noción de caridad, porque si uno retoma incluso a Habermas, siempre habla de una racionalidad comunicativa, lo cual implica que es racional lo que puedo decir sin vergüenza frente a los otros. Sobre todo porque todo el discurso epistemológico del siglo XX tiene mucho de convencionalismo, es decir que la verdad científica se pronuncia dentro de un paradigma compartido, no es un encuentro directo de mí mismo con el objeto, es un encuentro con maneras de interpretar el objeto conforme a una historia de la ciencia, de la matemática, etcétera.
Desde su perspectiva filosófica, ¿la metafísica preserva algo o absolutamente nada?
–Tengo el defecto de que cuando hablo de metafísica la nombro desde Heidegger, que es enemigo de la metafísica porque es enemigo del concepto de una verdad objetiva; para él ni siquiera y Dios puede ser un objeto. Desde una perspectiva metafísica puede decirse que Dios es un objeto supremo, pero llamarlo objeto no es un gran elogio. La metafísica en tanto concepción de la vida, fe existencial puede considerarse, pero en la historia siempre ha tenido una pretensión de universalidad que no logro visualizar sin violencia.
Quisiéramos preguntarle sobre la construcción de la verdad en la política.
–No puedo pensar en una verdad para todos; yo pienso algo y puedo dar razones, pero no puedo demostrarlo. En cuanto a la verdad política, se trata de preguntar quién lo dice. Esto es lo básico, hermenéutico: como no hay verdades, sólo hay interpretaciones. Cuando me confronto con problemas, por ejemplo, con lo que pasó durante el gobierno militar en la Argentina, hay un problema de interpretaciones que se confrontan y se construyen sobre la base de documentos y testimonios, que son intérpretes en un proceso penal. Todo es un juego de relación intersubjetiva más que de toma de acto de lo que está. Lo mismo sucede con la verdad política; yo no tengo confianza en lo que diga Videla. ¿Por qué? No porque sé que ha matado, sino porque tengo otros testimonios de gente que tiene parientes desaparecidos, y por lo tanto no es una opinión sino que está documentado. En Italia se me reprocha esta idea, pero sé que no tengo confianza en Berlusconi. Hay hechos que se llaman así porque tenemos suficientes luces que nos indican que lo son, así como un dato de la física cuántica puede considerarse de tal forma porque lo atestiguan ciertos científicos.
–¿Qué le suscita Raztinger como intelectual? Insiste en el relativismo pero por otro lado la dimensión del diálogo entre fe y cultura le interesa mucho.
–Yo abrigaba muchas esperanzas cuando fue elegido Papa porque había sido profesor en Tübingen, pero ahora tengo una versión un poco descolorida sobre lo que el catecismo llama “la gracia de estado”: cuando uno llega a ser ingeniero, tendría una asistencia especial para ingenieros, y cuando uno es elegido Papa, se torna reaccionario. Por ejemplo, en la encíclica Deus caritas estdecía, por ejemplo, que las primeras comunidades cristianas eran comunistas pero que naturalmente esto después se quebró. ¿Por qué “naturalmente”? Es como aceptar la afirmación de Margaret Thatchercon respecto al capitalismo. Creo que Benedicto XVI es menos reaccionario que Juan Pablo II, que era más simpático; pero este Papa tiene menor decisión que su antecesor, que no era un teólogo sino un pastor de almas. Tiene toda la incertidumbre del intelectual, y como hombre de estudio, creo que tiene dificultades para tratar con la Curia. Yo esperaba mucho más de él.
–¿Cómo ve el futuro de la Iglesia como institución?
–Me gustaría salvar a la Iglesia del suicidio, por ejemplo, ante ciertas actitudes un poco dogmáticas en torno del sacerdocio femenino, el problema del celibato eclesiástico, que ahora es anacrónico; todo esto le da un rostro reaccionario que no es exigido por ningún cristianismo. Básicamente no creo que ni siquiera la Escritura Sagrada sea una descripción adecuada de Dios, es una educación para el pueblo de Dios, por lo tanto, la teología como tal me parece absolutamente insignificante. Cuando era chico mi director espiritual me obligaba a leer libros del dominico francésGarrigou-Lagrange.Hay ciertas cosas que me gusta deciraunque sean arriesgadas porque creo que son religiosas, por ejemplo hay una frase de san Pablo que dice que la fe y la esperanza son transitorias, pero que la caridad va a durar. Un día discutía con un obispo en Toscana y le sugerí que esa frase no se refiere solamente a la vida eterna sino también a la vida histórica, es decir que hoy cada vez parece menos urgente que la gente crea que Dios es uno y trino. Los misioneros, cuando llegan a un destino como el Amazonas, abren un hospital o fundan una escuela, no obligan a la gente a creer en un Dios trino. Sería bueno pensar la historia del cristianismo como articulada con una reducción de la importancia de los dogmas e incluso una reducción de la pura esperanza en el más allá. Yo no tengo ninguna actitud polémica ni siquiera en contra de mis educadores católicos, estoy muy agradecido de la educación cristiana recibida. Soy básicamente un cristiano un poco heterodoxo pero nostálgico, incluso soy uno de los pocos que podría seguir la misa en latín. Si no fuera cristiano, no sería comunista.
–Le había molestado en la polémica con Umberto Eco sureivindicación de la realidad al estilo un poco aristotélico.
–Sí, porque siempre fue un señor básicamente neo-tomista. Así como santo Tomás tenía como base la cosmología tolemaica, Eco toma la semiótica; siempre quiere como base para sus afirmaciones una ciencia positiva, como fundamentación científica.
–¿Qué opina de su colega Massimo Cacciari?
–Lo conozco bien pero no lo comprendo mucho; siempre le digo que lo quiero muchísimo pero no lo entiendo. Estámuy comprometido, es una gran persona, pero no llego a entender a dónde quiere llegar; y también hay otros filósofos italianos que son demasiado erráticos para mi gusto. Cuando les pregunto a los universitarios por qué leen ese tipo de autores tan complicados, me dicen: “si los comprendiéramos no tendría sentido leerlos”. Hay una cierta vitalidad, de todas maneras, que resiste al pensamiento único, que rechazo sobre todo por razones políticas. En Italia tenemos el gobierno de Monti, que no fue elegido por nadie, y es aceptado por los partidos más opuestos ya que los libera de responsabilidades; Monti hace lo que dice el Banco Mundial.
–En el ámbito político de su país, ¿qué opina de Beppe Grillo, actor líder de la anti-política?
–Es un fenómeno interesante, de populismo, pero no comparto que tome un carácter de anti-política. Empezó hace algunos años, pero en las últimas elecciones se volvió fuerte. Obviamente estoy más cerca de Grillo que de Berlusconi, incluso que de los comunistas, que respaldan a Monti, pero quiero ver qué pasa. Con Di Pietro me encuentro bien, aunque me critican que yo siempre haya sido de izquierda y él sea un representante del centro. Si bien está en la oposición absoluta a Berlusconi, no se identifica con ideales socialistas o marxistas. Estoy con él porque es la forma de lograr que un italiano comunista vaya al Parlamento Europeo, porque los partidos de extrema izquierda en Italia se han dividido y no tienen ni un solo diputado.

Fuente: Revista Criterio, Nº 2382 » Junio 2012

martes, 26 de junio de 2012

Una visión bíblica de la iglesia

Por C. René Padilla, Argentina*
La iglesia es la comunidad que confiesa a Jesucristo como Señor de todo y de todos y vive a la luz de esa confesión de tal modo que en ella se vislumbra la iniciación de una nueva humanidad. La iglesia no es la suma de individuos que se vinculan unos con otros sobre la base de intereses religiosos que comparten entre sí. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, la iglesia ocupa un lugar central en la historia de la salvación porque es la comunidad testigo del propósito de Dios en Jesucristo. Su testimonio, sin embargo, no consiste en palabras solamente: su testimonio es esencialmente encarnacional. ¿En qué sentido?
Es obvio que este adjetivo hace referencia al acto central de Dios en la historia: la encarnación. De entrada, cabe advertir que la idea que la iglesia es la prolongación de la encarnación –una idea común en la dogmática católica romana– no hace justicia a la enorme diferencia que, desde el punto de vista bíblico, hay entre Jesucristo y su iglesia. Esto no niega, sin embargo, que existe una estrecha relación entre la vida y misión de la iglesia, por un lado, y la vida y misión de Jesucristo, por otro lado. Sin negar el carácter singular de la obra de Jesucristo por medio de sus “eventos salvíficos”, podemos afirmar sin temor de equivocarnos que esa obra se prolonga y se hace efectiva en la historia, por el poder del Espíritu, por medio de la vida y misión de la iglesia.
El señorío de Jesucristo constituye la base de la misión de la iglesia. Porque él ha recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, la iglesia está llamada a hacer discípulos en todas las naciones. Jesucristo provee así el porqué de la misión. A la vez, él provee el contenido, el qué, del mensaje, por lo cual Pablo afirma: “No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor” (2Co 4.5). ¿Qué es el evangelio si no es precisamente buenas nuevas acerca de Jesucristo? La misión de la iglesia es encarnacional en cuanto se centra en la Palabra de Dios que se hizo hombre.
La encarnación de Dios en Jesucristo, sin embargo, no sólo provee el qué y el por qué de la misión, sino también el cómo. El Cristo resucitado dijo a sus discípulos: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Jn 20.21). La implicación es clara: la forma que tomó el envío de Jesús por parte del Padre se constituye en el modelo o paradigma del apostolado de sus seguidores, el apostolado por medio del cual se hacen discípulos.
Para entender en qué sentido la misión de Jesús sirve como paradigma de la misión de la iglesia es necesario tomar en cuenta la totalidad de los “eventos salvíficos” por medio de los cuales Jesús llevó a cabo su misión: su vida y ministerio, su muerte en la cruz, su resurrección y su exaltación. Cada uno de estos eventos apunta en dirección a la misión integral como el medio por el cual la iglesia prolonga la misión de Jesús a lo largo de la historia y la obra redentora de Jesús cobra vigencia en la situación actual.
Tomado de “La iglesia local como agente de transformación”, Ediciones Kairós, 2007, pp. 30 y 31

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*René Padilla. Ecuatoriano, doctorado (PhD) en Nuevo Testamento por la Universidad de Manchester, fue Secretario General para América Latina de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y, porteriormente, de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Ha dado conferencias y enseñado en seminarios y universidades en diferentes países de América Latina y alrededor del mundo. Actualmente es Presidente Honorario de la Fundación Kairós, en Buenos Aires, y coordinador de Ediciones Kairós.

Fuente: Fundación Kairós, el blog del Dr. René Padilla

lunes, 25 de junio de 2012

El cristianismo ¿culpable de la crisis ecológica?

Por. Antonio Cruz Suárez, España
No es posible negar que la cultura occidental se ha forjado sobre la superioridad arrogante del hombre en el universo y en base a un dominio abusivo de la naturaleza.

Algunos autores responsabilizan a la teología bíblica de los problemas ecológicos que existen actualmente en el mundo. Según tales acusaciones el cristianismo habría adoptado del judaísmo la visión lineal de la historia frente a la idea griega del tiempo cíclico . El pensamiento bíblico acerca de una historia que tuvo un inicio, un punto alfa, y se va desarrollando hasta que sobrevenga el final, el punto omega, habría sido el más adecuado para dar lugar a la creencia en el progreso creciente y sin límites . El cristianismo sería, por tanto, la religión del crecimiento exponencial.
La actual tragedia ecológica hundiría sus raíces en esta arrogancia cristiana de suponer el señorío ilimitado del hombre, en base al mandato divino de crecer y dominar la tierra. Tales convicciones religiosas habrían dado lugar a la ética calvinista del rendimiento y a la moral productivista y consumista de nuestro tiempo que sería la principal responsable de la destrucción medioambiental. De ahí que muchos científicos y pensadores de Occidente no confíen ya en los argumentos del cristianismo y prefieran las visiones de la naturaleza que proporciona la religiosidad oriental.
En este sentido se afirma que las religiones primitivas tendrían una visión más armónica del ser humano en relación con el ambiente que le rodea. La creencia animista de que cada ser natural -hombre, animal, planta o roca- es poseedor de un alma o fuerza vital, motivaría a los creyentes de tales religiones hacia un mayor respeto por la naturaleza. La llamada “madre tierra” no se entendería como materia inanimada sino como un organismo vivo y sensible , capaz de autorregular sus ciclos. Un ser que respira y tiene influencia sobre los humanos. Estas serían, por ejemplo, las religiosidades propias de muchos pueblos indios repartidos por todo el continente americano. Asimismo para el hinduismo la creencia en la reencarnación y en los diferentes estadios por los que pasan los seres vivientes, fomentaría una actitud de respeto hacia todos los organismos y el medio ambiente en general. Lo mismo ocurriría en el budismo ya que los animales se ven como hermanos del hombre y el no matar a los seres vivos sería una de las mayores virtudes.
Por el contrario, el islamismo y las religiones judeocristianas que toman al pie de la letra el relato bíblico de la creación, colocarían al hombre en un pedestal inadecuado que le haría creerse icono de Dios . Los humanos habrían actuado siempre como tiranos explotadores de la creación porque a ello contribuiría la profunda fosa de separación que el propio texto bíblico sugiere entre el ser humano y el resto de los animales.
¿Qué hay de cierto en todas estas críticas? ¿es en verdad culpable el cristianismo?
No es posible negar que la cultura occidental se ha forjado sobre la superioridad arrogante del hombre en el universo y en base a un dominio abusivo de la naturaleza . No obstante, lo primero que se debería resaltarr es que muchas de las actitudes que se han venido manteniendo a lo largo de la historia, por personas y comunidades que se llamaban cristianas, no han estado ni mucho menos a la altura de los valores propiamente cristianos, ni tampoco en consonancia con la auténtica enseñanza bíblica sobre la creación. La Biblia no se refiere a este tema sólo en el libro del Génesis, también en los Salmos se habla del origen del mundo. En el Salmo 104, por ejemplo, la creación aparece como reflejo de la bondad del Creador y el creyente puede a través de ella experimentar el amor y la proximidad de Dios. Esta concepción implica que la naturaleza no es únicamente para ser dominada por el hombre, sino que constituye a la vez un don divino capaz de provocar en el ser humano una actitud de respeto, admiración y amor. El creyente que no se maravilla ante la creación de Dios, ni sabe apreciar su poderosa mano detrás de los millones de galaxias o entre los delicados estambres de una flor, es que no ha entendido la Escritura bíblica. Quien destruye o contamina deliberadamente el mundo natural y al mismo tiempo confiesa su fe en Jesucristo, no está siendo coherente con su cristianismo .
Por el contrario, el mensaje del Nuevo Testamento que aparece en muchas parábolas contadas por el Señor Jesús, transmite para quien sabe leer entre líneas una clara actitud de conocimiento, respeto e identificación con la armonía y belleza de los procesos naturales . La semilla de mostaza que crece hasta transformarse en un árbol capaz de cobijar a las aves del cielo; la fermentación silenciosa de la levadura; la belleza de los lirios del campo o el propio Sol que derrama sus poderosos rayos sobre justos e injustos, constituyen ejemplos del prematuro y sano “ecologismo” que empapaba la predicación de Jesucristo. También en las cartas del apóstol Pablo se deja ver esta valoración por el mundo creado. El Hijo de Dios no sólo aparece como la imagen del Dios invisible sino como “el primogénito de toda creación” (Co. 1:15). Si el propio Creador se humaniza y nace en el seno de su creación es porque ésta vale la pena y merece consideración. El centro del universo creado no es ya el hombre Adán sino el Hijo del Hombre, porque en él, por medio de él y para él fueron creadas todas cosas. De manera que, en la perspectiva cristiana, el dominio humano sobre la naturaleza debe someterse siempre al señorío de Cristo. Esto significa que es prioritario el amor y la deferencia a cualquier manipulación abusiva. En Romanos 8: 19-23 se reconoce que la creación está actualmente “sujetada a vanidad”, es decir, subsistiendo en el fracaso, llevando una existencia diferente a aquella para la que fue originalmente formada. Pero, a pesar de esta situación, llegará el momento en que se producirá la liberación definitiva de esta “esclavitud de corrupción”.
No parece justo acusar a la Biblia o al mensaje cristiano de haber originado la crisis ecológica, precisamente cuando tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento defienden la creación y consideran al Hijo de Dios como su especial primogénito. Es cierto que en determinados ambientes de tradición cristiana no se ha respetado el mensaje bíblico y se ha actuado de manera equivocada, frente a un mundo que se apreciaba como hostil y amenazante, pero la Palabra de Dios no es culpable de los errores que cometen las personas .
Por otro lado también los hombres que desconocían el mensaje bíblico han dado muestras de destrucción salvaje del entorno natural . No se puede decir que los pueblos bárbaros europeos, por ejemplo, estuvieran influidos por la doctrina judeocristiana de la creación ya que todavía no habían sido evangelizados y, sin embargo, mantenían como es sabido una lucha abierta y destructiva contra la naturaleza. Por otra parte también conviene reconocer que la industrialización y el desarrollo tecnológico que han provocado la actual crisis ecológica, surgieron en una época en la que florecía sobre todo el secularismo y la ciencia no estaba precisamente sometida a las iglesias cristianas.
La teología bíblica de la creación no sacraliza la naturaleza como hacen otras religiones de carácter panteísta, pero sí enseña que si somos criaturas debemos respetar el conjunto de la creación porque pertenecemos a ella . Lo contrario sería como arrojar piedras sobre nuestro propio techo. El hombre formado a imagen de Dios no se concibe, desde la Biblia, como un señor despótico y explotador sino como el intendente, el administrador o tutor del mundo natural. No puede por tanto vivir saqueando la creación y extenuando de forma irreversible los recursos que el Creador le ha confiado. Tiene, por el contrario, el deber de gestionar la tierra con sabiduría y sin avaricia porque, en definitiva, el único soberano de este mundo es y será siempre el Señor.
Esto significa que los cristianos debemos asumir la responsabilidad que nos toca para solucionar aquellos problemas ecológicos que estén en nuestras manos . Dios espera precisamente esto de cada uno de sus hijos y la situación actual de la creación lo necesita urgentemente. Tal como escribió San Pablo: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” (Ro. 8:19).
Autores: Antonio Cruz Suárez

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domingo, 24 de junio de 2012

Solidaridad Ecumémnica Internacional con el Paraguay y Repudio al Golpe de Estado

La Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos...(Arg) junto a la Iglesia Luterana Popular (El Salvador) difundieron un Documento de Solodaridad Ecuménica con el Paraguay y Repudio al Golpe de Estado que esta recogiendo adhesiones de Iglesia, Comunidades, Espacio, Laicos/as y Referentes Religiosos/as-Ecuménicos/as. Compartimos documento textual.
SOLIDARIDAD ECUMÉNICA CON EL PARAGUAY Y REPUDIO AL GOLPE DE ESTADO.
Junio 2012.
Los/as abajo firmantes - Iglesias, comunidades de fe y referentes religiosos/as ecuménicos/as- a quienes inspira el Espíritu del Dios de la liberación y la vida, rechazamos enérgicamente el golpe de estado contra la Democracia paraguaya y extendemos nuestra solidaridad a nuestro hermano, compañero Presidente constitucional Fernando Lugo, y a todo el pueblo de nuestra hermana República del Paraguay.
Repudiamos el injusto juicio político a Fernando Lugo, este ardid que logró la destitución de un Presidente elegido por voto popular para establecer un gobierno ilegítimo y retrógrado, que responderá a los intereses imperiales y corporativos, y se convertirá en el espía del Imperio que amenaza la democracia latinoamericana.
Estamos convencidos/as de que el golpe pega dos veces: porque ocurrió en el eslabón más débil de América Latina, un pueblo que vivió largas décadas de autoritarismo y tiranía; y porque Fernando Lugo hacía tres semanas había asumido la presidencia pro-tempore de la UNASUR.
Latinoamérica vive un cambio de época: el Reino de Dios trae dolores de parto, pues la esperanza no deja de nacer desde los humildes y se construyen gobiernos populares y democráticos – con avances y contradicciones – que se hacen eco de los reclamos de nuestros pueblos; pueblos históricamente empobrecidos por las oligarquías locales y por los sectores conservadores de la política latinoamericana que responden a los intereses del imperialismo norteamericano.
Por su parte, la oligarquía y el imperialismo jamás cesan de conspirar y actuar: este golpe ideológico en el contexto de un país en donde la concentración de la tierra -el 85% en manos del 2% de la población- es sólo uno de los escandalosos datos de la injusticia, es una muestra del sueño oscuro que la Derecha planea sin cesar para toda Latinoamérica, allí donde un proyecto de gobierno verdaderamente defienda los derechos de las mayorías.
Debemos tener bien presente, hoy con más ánimo que nunca, que sólo la MOVILIZACIÓN y la ORGANIZACIÓN POPULAR sostienen a esos gobiernos que quieren impulsar un proyecto liberador a favor de las mayorías populares. Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, no hay que ignorar las MAQUINACIONES de los enemigos de los pueblos que hoy celebran esta destitución.
Reiteramos nuestro apoyo y solidaridad a todo el pueblo paraguayo y al Gobierno constitucional y democrático del Presidente Lugo, que sólo el pueblo en su conjunto puede remover.
Desde los rincones de nuestra Patria Grande convocamos a la oración en solidaridad con el Pueblo Paraguayo, a estar alertas, a resistir la hondurización del Paraguay, y a defender las auténticas democracias.
Firmas de organizaciones e instituciones:
- Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos (Pentecostal – Arg.)
- (CPI) Comisión Política de la Iglesia Dimensión de Fe (Arg.)
- Asociación Casa de Todos (Arg.)
- Iglesia Luterana Popular (El Salvador)
- Coletivo Teologia de la liberaciòn "Pichi Meiseggeier" (Arg.)
- Cristian@s de Base (Arg.)
- CEBI - Centro Ecuménico de Estudios Bíblicos (Brasil)
- Comunidad Teológica Rajab (Arg.)
- Red Ecuménica Fe y Política (Uruguay)
- Transformando vida
- Seminario Teológico ISETI
Firmas de laicos y referentes religiosos - ecuménicos:
- Pastor Diego Mendieta (Arg.)
- Pastora Gabriela Guerreros (Arg.)
- Laica Elizabeth Vega (Arg.)
- Rev. Ricardo Cornejo (El Salvador)
- Rev. Roberto Pineda (El Salvador)
- Rafael Villegas (Arg.)
- Laico Pablo Herrero Garisto (Arg.)
- Antonio D. Fenoy (Arg.)
- Pastora Metodista - Nancy Cardoso Pereira (Brasil)
- Pablo Rozen (Arg.)
- Educador - Antonio Coelho Periera (Uruguay)
- Teóloga Laica - Sandra Mansilla (Arg.)
- Pastor y Docente. Luis Eduardo Cantero (Arg.)

(RDF) Reflexiones - Dimensión de Fe Semanario Oficial de la Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos... (Asociación La Iglesia de Dios) Pensamientos Reflexiones y Noticias que abordan temas actuales desde una perspectiva Teológica y Pastoral. Av. Juan B. Alberdi 5250 (Mataderos), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

sábado, 23 de junio de 2012

Visión ecológica y supervivencia planetaria

Concept paper for EATWOT’s General Assembly at Yoghyakarta, Indonesia, 2012
El actual sistema económico y productivo mundial, y el modo de vida de la civilización capitalista, son los causantes principales de la «sexta gran extinción de vida» en este planeta. Si no cambiamos radicalmente, vamos hacia una catástrofe ecológica planetaria, y tal vez a nuestra propia extinción como especie viviente. A partir de esta VISIÓN que aquí damos por supuesta -cuyos datos pueden encontrarse por cualquier parte-, entramos a JUZGAR teológicamente esta situación. Nuestra tesis es que a este destino de destrucción hacia el que parece que nos encaminamos, no le pondrán ponerle remedio, por sí solos, ni el capital, ni la política, ni las religiones institucionales; sólo podrán hacerlo si a ellos se une un cambio de mentalidad religiosa -quehacer propio de la teología-.
Hoy por hoy, la religión sigue siendo la fuerza más profundamente movilizadora de la población mundial. Aun quienes se declaran fuera de las religiones institucionales, no están libres de una visión básica religiosa que condiciona esencialmente su forma de ver el mundo y de verse a sí mismos. Sostenemos que sólo un cambio en esta manera «profunda» (religiosa) de ver, sólo un cambio de esa «visión», puede posibilitar la supervivencia (survival) de la Humanidad, porque
sólo dejaremos de destruir la naturaleza
cuando descubramos su dimensión divina
y nuestro carácter natural
Nos explicamos:
I. Ha sido una visión religiosa tradicional la que ha hecho posible que llegáramos a esta situación.
a) La imagen del mundo-cosmos que tradicionalmente hemos tenido era...
- una imagen «pequeñita», por nuestra falta de conocimiento científico (estuvimos supliendo nuestra ignorancia con imaginación y pensamiento mítico),
- contemplaba la naturaleza como un mero «escenario» para la representación del drama humano;
- la religión (que es una relación del ser humano con Dios) estaba concebida y vivía de espaldas a la naturaleza.
- la materia ha sido considerada tradicionalmente como algo inferior, inerte, carente de vida por sí misma, sostenida en el ser sólo por Dios, privada por sí misma de todo valor que no le fuera dado por Dios,
- y era considerada como la región ontológicamente inferior, el lugar de la imperfección, del mal, de la «carne», del pecado...
- siendo objeto de una visión dualista que la separaba y la privaba de toda relación intrínseca con lo espiritual y con lo divino.
b) La imagen tradicional que hemos tenido de nosotros mismos nos presentaba como seres superiores al resto de la naturaleza. En realidad, no nos creíamos realmente naturales, sino «sobre-naturales», dotados de una vida superior que sería nuestra principal consistencia (la «imagen y semejanza de Dios» a la que fuimos creados, el ser hijos e hijas de Dios -de un modo eminente, sólo nosotros-, la gracia de Dios de nuestras almas...). En realidad no seríamos de este mundo, de esta Tierra, porque fuimos creados aparte, cuando ya estuvo preparado todo el escenario, directamente por Dios, lo cual significa que no venimos de esta Tierra, sino que venimos de arriba, y de fuera... y no nos sentimos en este mundo como en nuestro hogar, porque aquí sólo estamos de paso, caminando hacia la vida eterna celestial...
Esta disparidad y oposición tan radicales entre la naturaleza y nosotros hizo que pusiéramos lo humano por encima de todo lo demás: el antropocentrismo, por el que toda la realidad natural ha sido vista en función del ser humano. Lynn White lo denunció con frase lapidaria: el judeocristianismo es la religión más antropocéntrica. Seríamos los protagonistas de la historia, la especie elegida, la única a ser tenida en cuenta, aquella a la cual todas las demás han de servir (especismo). Por eso, hemos visto a la naturaleza como algo a ser dominado (dominio al que el mismo Dios del Génesis nos invitó), como una despensa de recursos supuestamente infinitos, inagotables.
c) La imagen de Dios tradicional
Parece que desde el neolítico, la civilización agraria transformó su percepción de la divinidad:
- distinguiéndola y separándola de la naturaleza, desposeyó a ésta de toda sacralidad, desplazando la divinidad hacia la transcendencia,
- que habitaría en el mundo de las ideas (Platón), el mundo verdadero, perfecto, superior, instalado encima del nuestro -que depende de él-,
- y la configuró como theos, una divinidad dominadora, masculina, guerrera, patriarcal...
También aquí el dualismo lo impregnó todo: dos pisos en la realidad, dos polos enteramente desquilibrados (un dualismo en realidad “monista”, porque de los dos polos sólo uno concentra todo el ser y todas las potencialidades, siendo el otro pura pasividad, receptividad y negatividad. Esta transcendencia de Dios -espíritu puro, Creador total, enteramente diferenciado del cosmos, Señor, Kyrios...- nos ha justificado a los humanos -creados a imagen y semejanza suya-, para compartir algo de su transcendencia y todo su señorío sobre la naturaleza.
(Ésta no era la imagen de Dios que tenía el ser humano paleolítico, que vivió en gran armonía con una Naturaleza considerada divina, Pachamama, Gran Diosa Madre nutricia respetada y venerada. ¿Dónde fue, en qué momento de nuestra historia nos equivocamos y torcimos nuestro camino? Hoy los analistas parecen coincidir: tomamos un camino errado a partir de la revolución agraria, y es ahora el momento de enderezar nuestro camino). Pues bien, esta visión religiosa, tradicional y hegemónica durante milenios en Occidente, es la que ha hecho posible el surgimiento y la consolidación de un sistema civilizacional depredatorio, enemigo de la Naturaleza, responsable del desastre ecológico hacia el que nos encaminamos.
La causa principal no ha sido la mala voluntad de algunas personas o pueblos, sino el conjunto de elementos teóricos (religión, creencias, teologías...) que han permitido y justificado esa concepción despectiva, explotadora y depredadora hacia la naturaleza.
Esta actitud negativa ha visto multiplicarse sus efectos nocivos al aumentar vertiginosamente la población humana en el planeta y al desarrollar el ser humano exponencialmente sus capacidades tecnológicas, que han sido puestas casi exclusivamente al servicio del lucro. Lo que en siglos pasados era un daño fácilmente asimilable por el planeta, hoy está siendo, en verdad, un «eco-cidio»: son muchos los analistas que coinciden en denunciar que esta civilización y su opción por el actual tipo de desarrollo, se han hecho incompatibles con la supervivencia del planeta y de nosotros en él. Estamos realmente, con toda literalidad, en vías de auto-extinción.
Por todo ello, sólo dejaremos de destruir la naturaleza -y de destruirnos, con ello, a nosotros mismos-, cuando sustituyamos esa «visión» dañina que se nos inoculó a través de la religión. Mientras mantengamos la vieja visión, los mejores medios tecnológicos continuarán sirviendo al lucro y depredando la naturaleza. Sólo con una nueva visión podrá poner remedio -si conseguimos llegar a tiempo- al ecocidio. Y nadie como la religión, que educó a generaciones y generaciones inculcándoles las imágenes y visiones más básicas, podrá sustituir la vieja visión por una nueva, inculcar con tanta eficacia como las religiones. Nadie como ella tiene tanta responsabilidad en la situación actual y, asimismo, nadie tiene tanta potencialidad para hacerlo
Pero, ¿cuál es esa nueva visión? La que ha venido fraguándose a lo largo de los últimos tiempos:
II. La nueva visión que puede posibilitar de supervivencia de la vida en el planeta.
Necesitamos
a) Una nueva imagen del mundo
La nueva cosmología está revolucionando la imagen que teníamos del mundo, que ahora vemos como un cosmos no quieto sino en movimiento total, en expansión continua, en un proceso de evolución, con saltos cualitativos, autopoiesis, aparición de propiedades emergentes......La nueva física nos descubre que la materia no es una roca inerte, sino que materia y energía son convertibles, que la materia tienen interioridad, que de la materia (no de arriba ni de afuera, sino de adentro) brota la vida, que la vida tiende a complejificarse continuamente, a recrearse y reinventarse a sí misma...
Una nueva comprensión nos hace descubrir el error en que hemos estado al considerar la naturaleza como una inmanencia desprovista de transcendencia, de sacralidad, de divinidad... Estas dimensiones no pueden estar expatriadas a una «transcendencia» abstracta y metafísica que hemos imaginado. La única transcendencia que hoy podemos aceptar es profundamente inmanente. Dios no puede estar fuera, ni antes de la realidad cósmica, sino en ella. El cosmos, de alguna manera, viene a ser como el cuerpo del Espíritu. No hay sobrenaturalidad y sacralidad si no es en la interioridad de la realidad: es la realidad misma la que es sagrada, la que es divina, la «Santa Materia» (Teilhard de Chardin).
Salvando las distancias y los romanticismos, hoy nos parece que debemos desandar el proceso de desacralización y desencantamiento a que hemos sometido a la naturaleza por la vía de la racionalización y el cientifismo, al degradarla de la sacralidad y divinidad con que nuestra misma especie la ha venerado durante muchos milenios (Paleolítico) y la continúa venerando en muchos pueblos cuyas culturas se oponen al racionalismo y al cientifismo.
La nueva visión del mundo supera radicalmente el dualismo entre inmanencia y transcendencia.
b) Una nueva imagen de nosotros mismos
Cayendo en la cuenta de que no venimos «de arriba ni de afuera», sino «de adentro y de abajo»... Nuestra edad es de 13.730 millones de años. Nacimos todos con el big ban. Desde entonces, todas las fases, cada uno de los hitos de la evolución del cosmos forma parte de nuestra «historia sagrada cósmica», que es, de entrada, una Gracia ancestral...
No hemos sido «creados de la nada», por un dios-theos separado del cosmos, que nos habría puesto luego sobre un escenario terrestre «creado en cinco días»... sólo destinados a representar el drama de la «historia de la salvación (humana)» para someternos a una prueba y pasar a otra vida distinta... Esa imagen tan tradicional y arraigada es falsa, y vemos además que nos hace daño...Somos «polvo de estrellas» -literalmente tal, sin metáfora-, formado en la explosión de una de las supernovas, somos concretamente Tierra, Tierra-Mater-ia, autoorganizada, que ha cobrado vida, y ha llegado a tener conciencia, a sentir, a pensar... somos una «especie emergente» que reúne en sí los tres cerebros animales -el primario del reptil, el más elaborado de los mamíferos, y el cortex cerebral que nos caracteriza...- y todo el esfuerzo autopoyético de la evolución de la vida...
somos una especie más, aunque muy peculiar, que no tiene el derecho de menospreciar a los demás seres vivos, sentientes e inteligentes a su manera, sino que debe, por razón del mayor conocimiento que se le ha dado, hacerse cargo fomentar con su inteligencia la armonía y el buen vivir y buen convivir de todos los vivientes de este planeta. No somos pues una realidad distinta, esencialmente espiritual, superior, ajena a esta Tierra. Somos plenamente telúricos, profundamente naturales, flor última y más reciente -por ahora- de la evolución en este rincón del cosmos, evolución que ahora, en nosotros, da un salto y se convierte en cultural y de calidad profunda...Desde este punto de vista, la persona humana ya no puede ser considerada ya con el carácter absoluto con el que se la ha considerado, orgullosamente (“doctrina social de la Iglesia”). Estamos inter-religados con todo, en una red absolutamente interdependiente. Al destruir la naturaleza destruimos nuestro hogar, nuestra base nutricia, nos destruimos a nosotros mismos.
c) Una nueva visión de la divinidad...
El dios-theos patriarcal, espiritual, inmaterial, acósmico, todopoderoso, señor, kyrios... no sólo ya no es creíble para muchas personas, sino que además descubrimos es una imagen que nos ha hecho y sigue haciendo mucho daño, porque ha justificado el desprecio y la depredación de la naturaleza. La correcta imagen de Dios ya no podemos encontrarla sólo en las Revelaciones, el «segundo libro» (san Agustín) que Dios escribió, sino en «el primero», la realidad, el cosmos, libro que en los últimos 300 años se nos ha abierto de un modo inimaginable, con un auténtico «valor revelatorio» (Thomas Berry).
Un error sobre el cosmos redunda en un error sobre Dios (Tomás de Aquino): los inmensos errores y el gran desconocimiento que hemos tenido sobre el cosmos, la materia y la vida, ha tenido que redundar en grandes errores sobre la divinidad. Hoy podemos intuir de un modo mucho más certero el rostro divino del cosmos, su alma divina, un nuevo rostro de Dios, que alienta en todo.
El Dios-theos-kyrios que nos ha acompañado tan impositivamente durante milenios, descubrimos hoy que es simplemente un «modelo» con el que hemos intentado habérnoslas con la intuición de la sacralidad, debatiéndonos a oscuras con el Misterio, y confundiendo con frecuencia las creencias, los símbolos y los mapas como si fueran descripciones realistas de un segundo piso...
Para un número creciente de personas, el teísmo (un theos up there, out there) no sólo resulta increíble, sino que es cada vez más señalado como el causante de la desacralización del mundo (al expatriar la divinidad hacia una transcendencia meta-física), del endiosamiento del ser humano, de su sobre/des-naturalización, y de su deriva hasta convertirse en el mayor enemigo actual de la vida en el planeta.
El teísmo (e igualmente el ateísmo) deben ceder paso a una cierta actitud pos-teísta. La divinidad de la realidad, o la Realidad Última, no deben más ser concebidas según el modelo del theos, ni según nuestro propio modelo (teísmo antropomórfico); quizá pueden ser contempladas por un tiempo según el modelo de la vida, biomórfico: lo que vemos en el misterio evolutivo de la vida nos revela de alguna manera algún rasgo real de la Divinidad.
El panenteísmo (literalmente «Dios en todo, todo en Dios») es aceptado hoy -conscientes de que nada es un nuevo dogma, ni una interpretación definitiva- como el modelo más aceptable para esta época ecozoica (Berry) o el antropoceno (Boff y otros). Una divinidad que no está fuera, que no es un alguien como nosotros, ni un Señor... sino la Realidad última que anima el cuerpo del cosmos, la Realidad misma mirada a partir del misterio de sacralidad que envuelve desde dentro...Una divinidad, por tanto, a la que no encontramos más por apartarnos de la materia, de la tierra o de la vida, sino que nos impulsa a encontrarla apasionadamente en ellas.
Conclusión
Nuestra supervivencia (survival) y las de muchas especies en este planeta, está en riesgo, y el peligro se hace cada día más cercano. En el fondo, ha sido una determinada visión religiosa la que nos ha conducido hasta aquí, y ha sido la misma visión religiosa que ha hecho posible el capitalismo, hoy hegemónico en el sistema económico globalizado. Es indispensable otra visión religiosa que reconduzca nuestro actual caminar hacia el desastre.
Son las religiones, y la teología concretamente, quienes tienen la mayor responsabilidad sobre el pasado, y una gran capacidad para afrontar la urgente tarea de cambiar nuestra visión
Sólo dejaremos de destruir la naturaleza y de autodestruirnos
cuando nos dotemos de una nueva visión
que nos haga conscientes de la dimensión divina de la naturaleza
y de nuestro carácter plena e inevitablemente natural.

Todo lo cual es una tarea urgente de educación teológica planetaria.

Fuente: Koinonia

jueves, 21 de junio de 2012

Las uniones homosexuales y las leyes de los estados (III)

Por. Fray Ricardo Corleto OAR, Argentina*

Y entonces… ¿qué decir de las uniones homosexuales en el campo legal? ¿Podrían equipararse a los matrimonios heterosexuales aún en el plano civil? Creo que de lo dicho anteriormente, puede inferirse claramente cuál es la respuesta de la Iglesia con relación a estas preguntas.
Como hemos visto, según la doctrina de la Iglesia, un acto sexual debería siempre respetar su dimensión unitiva y su dimensión procreativa. Desde este punto de vista, las uniones homosexuales no podrían nunca recibir, ni siquiera en el plano civil, un trato análogo al que reciben los matrimonios heterosexuales. Podríamos preguntarnos ¿Y esto por qué? ¿Acaso no es éste un comportamiento discriminatorio? ¿Deben los estados sujetarse a las creencias de las distintas religiones? La respuesta obvia es “no”, el Estado no debe ser confesional para poder existir. Entre la religión y el Estado debe existir una legítima autonomía, que no por ello debe convertirse en hostil separación. No obstante, entiendo que, sin necesidad de “caer” en una presunta “sujeción” del Estado a las iglesias, los estados no deberían otorgar a las uniones homosexuales derechos análogos a los que se les reconocen a los matrimonios heterosexuales; y esto aún en el plano meramente civil.
Para afirmar lo anterior hay razones de orden racional, otras de orden biológico y antropológico, otras de orden social y otras, finalmente, de orden jurídico.
Desde una perspectiva meramente racional cabe afirmar que, el Estado, así como cada uno de sus miembros, debería respetar el orden moral objetivo; si no lo hiciera podría caer en la “legitimación de conductas ilegales” (como si se legislase que es lícito matar a una persona a causa de su raza, religión, color, condición social, etc.). El Estado no debe nunca legislar algo que vaya contra el ser humano; aún cuando una mayoría parlamentaria lo permitiese. Por el contrario, la función del Estado es favorecer el bien común de todos los ciudadanos. En el caso que nos ocupa, debería tutelar todo lo que promueva la vida plena; y así, debería defender una institución que resulta esencial para el mismo Estado, como lo es el matrimonio, toda vez que el matrimonio heterosexual, en cuanto proveedor y educador de la futura población, es la célula básica del mismo Estado. Por otra parte, no debería olvidarse que como tales, los actos homosexuales son acciones privadas de los ciudadanos; considerar tales acciones como un comportamiento público previsto por la ley y atribuirle el carácter de institución jurídica, a la larga, traería graves consecuencias sociales. No debe olvidarse nunca que las leyes tienen una función que podríamos llamar “pedagógica”. Decir que una unión homosexual es equiparable a un matrimonio, deterioraría sin dudas la noción de matrimonio que tendrían las futuras generaciones; y esto, en detrimento del mismo Estado, de su progreso poblacional y de su mismo tejido social.
Desde un punto de vista biológico y antropológico, es indudable que las uniones homosexuales, al carecer de las características que poseen el matrimonio y la familia como instituciones que aseguran la procreación y preservación de la especie humana, tampoco puede equipararse en la legislación civil al matrimonio. Por otra parte, y como indica la psicología, para el normal desarrollo del niño, es necesaria la bipolaridad que se da con la presencia del padre y la madre. Si la ausencia natural de uno de los progenitores es ya traumática para un niño, puede imaginarse lo que implicaría para el mismo el hecho de tener dos “padres” o dos “madres”.
Lo dicho más arriba adquiere particular fuerza desde una dimensión social; es evidente que la función social del matrimonio en cuanto generador y educador de la descendencia, no está presente en las uniones homosexuales, ya que la pretensión de “producir descendencia” a través de la adopción o de la fertilización artificial sería nociva, y la educación del niño en el ámbito de una unión homosexual sería perjudicial. Siendo esto así me pregunto por qué el Estado debería reconocer a las uniones homosexuales derechos análogos a los del matrimonio; si la primera forma de unión carece de las consecuencias sociales (más aún las dificulta) que sí favorece la segunda.
Puesto que la procreación y la correcta educación de los hijos es un hecho de interés público ya que los niños constituirán la futura ciudadanía de la nación; se deduce que el Estado puede y debe conceder al matrimonio heterosexual un reconocimiento legal; pero no deberían recibir tal reconocimiento las uniones homosexuales que no pueden asegurar el mismo presupuesto, y que, por lo tanto, no cumplen un papel análogo al del matrimonio en relación al bien común.
En conclusión
Nadie niega que entre personas del mismo sexo pueden existir, y de hecho existen, formas de amor, tales como la amistad. Nada impide que las personas con tendencias homosexuales vivan el amor de benevolencia y amistad; pero tales formas de amor no sólo no incluyen expresiones genitales, sino que las excluyen.
Creo que ha quedado claro que las personas con tendencias homosexuales de ningún modo son rechazadas por la Iglesia y la misma Iglesia defiende su derecho a no ser violentadas o injustamente discriminadas. Precisamente aquellos que afirman que por tener tendencias homosexuales las personas no pueden contener sus inclinaciones y practicar el autodominio; no sólo no reconocen sino que más bien limitan la libertad de las personas homosexuales. En el fondo afirman que las personas homosexuales “no pueden” no llevar a la práctica sus tendencias; junto con la Iglesia podríamos preguntarnos: ¿Quién ha dicho que no pueden? ¿Acaso no son libres? ¿Acaso no son responsables de sus actos?
No querría concluir estos pensamientos sin recordar el PROFUNDO AMOR que la iglesia experimenta por todos sus hijos, sean cuáles fueren sus tendencias u orientaciones sexuales. Hacia todos estos hijos la Iglesia propicia una actitud de cercanía pastoral que no puede dejar de fundamentarse en la verdad y en el orden natural establecido por Dios.
Tampoco querría dejar de destacar el inmenso valor –y este sería tema de otro artículo– que la Iglesia atribuye al matrimonio, que de institución natural Jesucristo ha querido elevar a la dignidad de Sacramento. Es por esta institución que deberíamos luchar; luchar para rescatar el reconocimiento de su valor social y religioso, como célula y fundamento de la familia humana y de la comunidad eclesial.

*Autor: Fray Ricardo Corleto OAR
Formador agustino recoleto, profesor de la UCA y asesor del Consejo Nacional de ACA
Fuente: Iglesia y Sociedad
Edición: Año Nº 445, Revista online San Pablo

miércoles, 20 de junio de 2012

Visión cristiana de la sexualidad humana (II)

Por. Fray Ricardo Corleto OAR, Argentina

Lamentablemente, a veces se ha ligado la sexualidad a la idea de algo impuro, de lo que no se hablaba, e incluso hay quienes de forma absolutamente equivocada han creído que bajo el “pecado original” del que habla el Génesis se estaba aludiendo a un acto sexual. Esta visión contraría plenamente la visión bíblica en general y la de los católicos en particular. Demostrarlo es facilísimo. En los primeros capítulos del Génesis, después de haber creado al hombre y a la mujer, iguales en dignidad, distintos pero complementarios, como una solemne bendición, Dios les dice: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra…” (Gn. 1, 28); y que yo sepa, la especie humana, no tiene otra forma de multiplicarse que a través de un acto sexual.
Por ello, la sexualidad, en sí misma, es algo bueno y querido por Dios. Ciertamente, y como a cualquier otra capacidad o actividad humana el pecado original ha herido e inclinado hacia el mal a la sexualidad. Para poner otro ejemplo me preguntaría: ¿Quién dudaría de que la inteligencia humana es en sí algo bueno? Pero… si ésta se emplease para crear un arma destructiva ¿se estaría usando bien? Del mismo modo la sexualidad es vista como un don y una bendición de Dios; pero si se usase para violar a alguien ¿seguiríamos diciendo que se está usando bien? (¡ojo!, estoy dando ejemplos, no estoy equiparando una violación a un acto homosexual).
Si te parece retomemos el hilo del razonamiento. Desde una visión que trascienda lo meramente “físico”, un acto sexual entre un varón y una mujer está llamado a ser una acto de “autodonación”, de complementariedad y de amor (lamentablemente no siempre lo es; ni siquiera entre los casados). Dios ha querido dotar a la sexualidad humana de dos fines inseparables entre sí; aquellos que estudian la moral humana los llaman “fin unitivo” y “fin procreativo”, y como a casi toda actividad humana le ha dado un regalo añadido: el placer.
A partir de una simple consideración racional, pues, para que un acto sexual sea “verdadero” tiene que estar abierto a estos dos fines: Debe servir para que dos personas se “unan” en el amor y ese acto debe estar abierto a la procreación. Que al hacerlo el varón y la mujer sientan placer, es un regalo más que Dios ha querido darles. Buscar un acto sexual sólo por uno de sus aspectos, excluyendo los otros, sería en cambio algo incompleto, no auténtico. Por lo tanto, y según una visión que rescate el criterio de que existe un “orden natural”, para que un acto sexual sea verdadero y pleno debe estar abierto a estos dos fines. Desde esta perspectiva debemos preguntarnos: ¿podría decirse que un acto homosexual, no abierto a la procreación, responde al orden natural?
Aún más; muchos psicólogos autorizados, afirman que en un acto homosexual ni siquiera se puede hablar de verdadero amor; ya que el amor implica autodonación y complementariedad, y en los actos homosexuales, más que “entregarse a otro distinto de mí” lo que se hace es “buscar mi satisfacción con otro igual a mí”.
La fe, por su parte, se apoya en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia. La Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, ha considerado siempre a los “actos homosexuales” como acciones intrínsecamente desordenadas.
Para no alargarme mucho dejo la lectura del Antiguo Testamento y su interpretación a tu propia curiosidad. Pero te invito a leer tres textos de San Pablo en los que se habla del tema: Rm. 1, 24-27; 1 Cor. 6, 9-10 y 1 Tim. 1, 10. En el primero de estos textos, san Pablo ve a los actos homosexuales como fruto de un desorden introducido en el mundo pagano por no reconocer a Dios; en el segundo texto, el Apóstol afirma que quienes practiquen ciertas conductas (entre ellas la homosexualidad) no podrán heredar el Reino de los Cielos; en el tercero, también menciona la homosexualidad tanto activa como pasiva como un acto desordenado y contrario a la Ley de Dios.
Soy plenamente consciente de que, quien no advierte que existe un “orden natural” en el obrar humano ha de discrepar con lo que acabo de decir; pero… ¿se puede sostener con seriedad que no existe una ley natural? ¿Se puede afirmar que cada uno tiene la naturaleza que tiene con independencia de los demás seres humanos? ¿Será que la ley natural puede suspenderse según el propio arbitrio? Por ejemplo, ¿puede el ser humano por un acto soberano de su voluntad “suspender la ley de gravedad” y tirarse de un rascacielos pretendiendo no lastimarse? ¿Puede el hombre talar indiscriminadamente un bosque sin que la naturaleza se vuelva contra él? ¿No será que el ser humano debería reconocer que hay un orden natural en las cosas que debe respetarse para evitar que la naturaleza se vuelva contra nosotros?
También sé con claridad que quien no crea en Dios o no acepte a las Escrituras como inspiradas por Dios jamás compartirá mi razonamiento ¿Pero puede pedírsele a un creyente en Dios y en las Sagradas Escrituras –que en este punto son coherentes a través de los siglos– que acepte los actos homosexuales como perfectamente iguales a los heterosexuales? Aunque piense distinto que yo, un ateo debe respetar que yo crea distinto que él en este punto; y debería concederme también el derecho a manifestar libremente lo que creo, sin temor a que me “estigmatice” o me condene.
Antes de concluir con este apartado ¿qué podemos decir sobre la llamada “cultura gay”? Cae de maduro que si la Iglesia ama a las personas homosexuales pero considera desordenados los actos homosexuales; nunca podrá aceptar una tendencia cultural que promueva la homosexualidad o que presente a esta última como “una forma más de vivir la sexualidad” o incluso “como la mejor forma de vivirla”.

Autor: Fray Ricardo Corleto OAR Formador agustino recoleto, profesor de la UCA y asesor del Consejo Nacional de ACA

Iglesia y Sociedad. Edición: Año Nº 444



Revista online San Pablo

martes, 19 de junio de 2012

Uniones homosexuales: Una cuestión espinosa (I)

Por. Fray Ricardo Corleto OAR, Argentina

Soy consciente de que, al afrontar este tema, como decía un paisano, me estoy metiendo en “camisa de once varas”. El tema de las uniones entre personas del mismo sexo es, como expreso en el título de este artículo, una cuestión espinosa (y las espinas pueden siempre herir a quienes las tocan). Sobre todo últimamente, y ante el intento que se produjo en la ciudad de Buenos Aires de equiparar una unión homosexual con un matrimonio civil, este tema se ha vuelto más candente aún.
Por otra parte, pareciera que, en la cultura occidental, la equiparación de las uniones homosexuales con los matrimonios heterosexuales no sólo va ganando lugar en los diarios, en los programas de radio y televisión, y demás medios de comunicación social; sino que, además, se percibe una especie de presión de grupos o personas que quieren “instalar” este asunto en la opinión pública. Incluso, dentro de la Iglesia Católica, aparecen grupos o personas que opinan que la comunidad eclesial debería revisar su doctrina sobre este particular (de hecho, existen ya otras confesiones cristianas en las que las uniones homosexuales son “bendecidas” por sus ministros). Tales grupos o personas, de modo frecuentemente intransigente, y a veces sin suficiente conocimiento de cuál es la verdadera opinión de la Iglesia sobre la homosexualidad, califican de “intolerante” a la Iglesia, a sus pastores y a sus miembros laicos por no pensar como ellos creen que debería pensarse.
En algunas ocasiones, se estigmatiza a la Iglesia, cuando, en su seno, se produce un “escándalo” de tipo sexual semejante a los actos que ciertos sectores de opinión pretenden que sean reconocidos como perfectamente lícitos y normales. ¿No es ésta una actitud un poco hipócrita? Me pregunto, por ejemplo, ¿no es hipocresía condenar, en los clérigos, lo que teóricamente estaría bien en otras personas? En este punto, creo que, al menos, la Iglesia no puede ser calificada de hipócrita. Que existen casos de conductas homosexuales en el seno de la Iglesia (entre los laicos o entre los clérigos) es innegable, la misma Iglesia lo ha reconocido sin tapujos. Pero la Iglesia, que ve como objetivamente anormales los actos homosexuales, asume la valentía de separar, del ministerio sacerdotal o episcopal, a aquellas personas de las cuales se comprueba que actúan de este modo.
Por mi parte, quiero dejar en claro que escribo las presentes reflexiones movido por un profundo amor a la Iglesia y a su doctrina, y por un sincero respeto a las personas homosexuales; a algunas de las cuales he debido acompañar en mi ministerio sacerdotal, escuchando sus problemas, consolando sus dolores y tratando de indicarles un camino de santidad.
No obstante, debo confesar que, al escribir sobre este tema, lo hago con cierto temor; el temor de ser “estigmatizado” por quienes piensan de forma distinta de la mía. Temor de ser “condenado” por los nuevos “inquisidores”; por aquellas personas que condenan el fanatismo y la intransigencia de tiempos pasados y hoy actúan con una intransigencia análoga. Es curioso ver que muchos críticos de la Inquisición, hoy, adoptan posturas que se acercan bastante a las inquisitoriales; nunca entendí, por ejemplo, que por el hecho de que la Iglesia piense y opine de una forma diferente de la propia, se crea tener el derecho de insultar, de “tirar tachos de pintura” contra una catedral o cosas semejantes. ¿No podríamos llamar a estas acciones la “intolerancia” de los autoproclamados “tolerantes”?
Por eso, lector, quiero pedirte hacia mi persona y hacia mis opiniones una actitud de verdadera comprensión y respeto, que si querés discrepes conmigo, pero, por favor, tratame con consideración y tolerancia. Aceptá que alguien piense distinto que vos y concedele la libertad de decir lo que piensa; de otro modo, estarías negando a los católicos los derechos que pedís para vos mismo; y eso sería discriminatorio de tu parte, eso sería convertirte en alguien intransigente e intolerante.
Algunas aclaraciones
Creo que, para abordar el tema de las “uniones homosexuales”, es necesario primero encarar la cuestión de cuál es la visión de la Iglesia sobre las personas homosexuales y sobre la homosexualidad en sí misma (lo primero no puede comprenderse bien, si no se tiene en cuenta lo segundo). La Iglesia distingue entre tres realidades diferentes: las personas homosexuales, los actos homosexuales y la llamada “cultura gay”.
A las personas con tendencias homosexuales o que practican actos homosexuales la Iglesia las considera, ante todo y sobre todo, PERSONAS, como seres preciosos, creados por Dios, llamados a vivir en santidad y, por lo tanto, con un destino final que es el Cielo. En este sentido, para la Iglesia, todos sus hijos y todos los seres humanos, hétero u homosexuales, son seres dignos de ser amados y respetados; son personas hacia las cuales la Iglesia se acerca como Madre y les ofrece un camino de felicidad en Cristo. Por eso, NADIE, sea cual sea su orientación sexual, debería sentirse excluido de la Iglesia (si es bautizado) y debería saber que lo invita a formar parte de ella, si aún no es cristiano. De hecho, en 1975 y en 1986, han salido dos importantes documentos eclesiales que tratan específicamente el tema de la homosexualidad y que proponen líneas para la “atención pastoral a las personas homosexuales” (si la Iglesia “desechase” o “estigmatizase” a las personas homosexuales, no se molestaría en elaborar una pastoral para ellas).
Los “actos homosexuales”, en cambio, reciben una valoración distinta. La Iglesia, apoyada en la razón iluminada por la fe, sostiene que los actos homosexuales son “objetivamente desordenados”, y también las “inclinaciones homosexuales”, que, en sí mismas, no constituyen pecado, son concebidas como desordenadas. Todos nosotros manifestamos “tendencias desordenadas”. ¿Quién de nosotros no sintió, en alguna ocasión, el deseo de hacer algo que sabe que está mal? ¿No existen muchas personas que, a veces, sienten deseos de criticar o de quedarse con algo que no es suyo, o mil ejemplos más que podrían ponerse? Si bien el hecho de “sentir deseos de hacer algo malo” no es en sí mismo un pecado, esa misma tendencia es desordenada –porque “tiende” hacia algo que está mal– ¿no te parece que afirmar esto es absolutamente lógico?
Creo no ser tonto, y sé que alguien me replicará: “¿pero cómo puede usted atreverse a comparar el robo con un acto homosexual? ¡Claro que robar es malo! ¿Pero quién dijo que hacer un “acto de amor” es malo?”. Lo primero que debo responder –y te vuelvo a pedir que seas tolerante con mis opiniones aunque no coincidas con ellas–, es que, para la Iglesia, los actos homosexuales son “objetivamente” desordenados. Recalco lo de “objetivamente”, porque la Iglesia siempre distingue, en el actuar humano, entre un aspecto “objetivo” y otro “subjetivo”. Algo puede ser objetivamente malo (por ejemplo, robar), pero, para quién ignorase completamente que robar es malo o para quien fuese cleptómano, “subjetivamente”, no podríamos hablar de robo. Hay condicionamientos que pueden hacer que un acto malo se convierta en menos malo, o incluso, no sea moralmente culpable. No obstante, tampoco debemos olvidar que, también, ciertas circunstancias pueden volver más grave un acto malo; por ejemplo, robar es, en sí mismo, algo siempre desordenado. Pero… ¿Es lo mismo robar comida para no morirse de hambre que robar por codicia? ¿Es lo mismo robar un caramelo que robar a un jubilado? Robar por hambre, propiamente hablando, no es robar, es tomar lo necesario para no morir; robar por codicia, en cambio, está muy mal. Robar un caramelo puede ser la travesura de un chico; robar a un jubilado o a un trabajador es un crimen horrible.
No quiero escabullirme del tema principal que es responder a la pregunta: ¿qué tiene de malo un acto homosexual? Como comenté más arriba, la Iglesia (pastores y fieles) respondemos guiados por “la razón iluminada por la fe”.
Creo que, para contemplar un valle, no hay nada mejor que mirarlo desde la cúspide de una montaña. Del mismo modo, supongo que el uso de una potencialidad humana sólo puede evaluarse correctamente mirándola desde la plenitud de su belleza; que, para nosotros los creyentes, se logra cuando la contemplamos desde la voluntad de Dios. Entonces, en este artículo, deberíamos preguntarnos: ¿para qué creo Dios la sexualidad humana? Continuará...


*Fray Ricardo Corleto OAR. Formador agustino recoleto, profesor de la UCA y asesor del Consejo Nacional de ACA

Fuente: Iglesia y sociedad, Revista Online San Pablo
Edición: Año Nº 443
Tema: Sociedad

lunes, 18 de junio de 2012

Fe en Acción: "¿Dónde está tu hermano?"

Por. Fray Ricardo Corleto OAR, Argentina

El relato de Génesis 4, 8-10

Ante una hermandad del pueblo argentino que se ha pisoteado y que corre serio riesgo de desaparecer, es necesario volvernos a la Palabra de Dios, para que ella nos indique qué clase de fraternidad debemos reinstaurar y cuál no cumple con los objetivos de una auténtica concordia. Nuevamente resuenan en nuestros oídos las palabras del capítulo primero del génesis citadas más arriba: ¿dónde está tu hermano? Y ¿qué has hecho?
“¿Dónde está tu hermano Abel?” Esta penetrante y dura pregunta de Yahvé a Caín abre el relato del “juicio” del primer fratricidio narrado en la historia bíblica. A esta primera pregunta se agrega una segunda no menos punzante y terrible: “¿Qué has hecho?”. Bien sabe Caín dónde está su hermano: su cuerpo exánime yace en la tierra y su sangre “grita” hacia Dios desde el suelo; bien sabe también Caín qué ha hecho con Abel: “Cuando estuvieron en el campo se abalanzó sobre su hermano y lo mató”; también Dios sabe muy bien dónde está Abel y qué ha hecho Caín con su hermano.
Las preguntas de Dios, pues, no tienen por finalidad enterarse de lo sucedido, “porque Él conoce los secretos más profundos”. La pregunta de Yahvé tiene más bien por finalidad “hacer conocer” y reconocer a Caín la profundidad y el carácter sacrílego de su propio pecado; y, en todo caso, abrirle las puertas de la misericordia ante una confesión voluntaria y arrepentida de su delito.
Ciertamente, este relato bíblico no debe ser interpretado “como un hecho ‘histórico’ que tiene por autores a los hijos del primero hombre, sino como un ‘ejemplo arquetípico’ que pone de manifiesto los efectos de la desobediencia narrada en el capítulo anterior [del Génesis]: después del pecado del hombre contra Dios, se desencadena la lucha del hombre contra el hombre”. Es interesante fijar nuestra atención sobre la frase que acabamos de transcribir: el pecar contra Dios, el intentar declararse “autónomo” de Él, lleva necesariamente a pecar contra el hermano. Digo que es interesante prestar atención a este hecho que, de forma prototípica, nos narra la Escritura Santa, porque éste ha sido, precisamente, uno de los pecados teóricos y prácticos que con mayor profusión se ha perpetrado en la Modernidad, de la cual –querámoslo o no– somos herederos. Para no incurrir en una digresión, intentaré abordar más adelante este problema, aunque sólo sea brevemente.
Es interesante notar a través de las mismas preguntas que Dios dirige al pecador en esta especie de “juicio” genesiaco el profundo cambio de situación: Dios ya no dirige a Caín la misma pregunta que había hecho a Adán: “¿Dónde estás?”, sino más bien: “¿Dónde está tu hermano?”. El pecado de “personal” se convierte en “social”; “La responsabilidad ante Dios es responsabilidad por el hermano: La pregunta de Dios se enuncia ahora como pregunta social”. Algunos autores creen ver detrás del relato de Caín y Abel la explicación del origen de una tribu (los quenitas) o del origen del enfrentamiento entre tribus (sedentarios y nómadas), sin embargo, “J [el yavista] da al relato un alcance más universal y lo refiere a toda la humanidad, no a los antepasados epónimos de unas tribus concretas”. Así, pues, en el crimen de Caín estamos incluidos todos los seres humanos. Cada vez que “matamos” al hermano, materialmente o despreocupándonos de él, estamos reiterando el crimen de Caín; o para decirlo mejor: el crimen de Caín es la explicación revelada a cada asesinato u olvido nuestro con relación a nuestro prójimo.
Caín peca porque miente; al responder “no sé [dónde está mi hermano]” miente desfachatadamente; pero hay una culpa aún más seria: “Más grave es la renuncia formal a ser ‘custodio’ de su hermano. Por ser su hermano, lo ha de proteger; por ser el mayor, está más obligado”. No obstante lo ha matado y el “cuerpo del delito” es precisamente la sangre de su hermano que clama a Dios desde el suelo ; esta sangre es comparable a la vox opressorum (la voz de los oprimidos) que clama a Dios pidiendo la protección del Derecho.
El concepto de “fraternidad” en la Biblia –basta leer cualquier diccionario bíblico– permitiría hacer una multiplicidad de consideraciones; pero aún las pocas palabras del Génesis que venimos analizando, bien leídas y reflexionadas ¡cuánta luz puede lanzar sobre nuestra situación actual! Ciertamente creo que el gran pecado social que estamos viviendo los argentinos consiste fundamentalmente en una crisis inconmensurable de egoísmo, un “querer salvarse solo y a sí mismo” que nos viene afectando desde hace años. El querer desentendernos de nuestros conciudadanos nos convierte en nuevos “caínes”, es decir, en homicidas.
Uno podría preguntarse: ¿De dónde nos viene toda esta crisis de egoísmo e individualismo que nos está haciendo olvidar el auténtico concepto de fraternidad y que esta diluyendo el cuerpo social de nuestra Nación? La respuesta es seguramente difícil y encierra tantos aspectos que no me permite abordarla ahora en toda su complejidad. Tanto en el Magisterio pontificio cuanto en las enseñanzas de nuestros obispos –las citas podrían multiplicarse por centenares– se suele señalar entre otras la ideología neo-liberal que hemos adoptado a-críticamente y que parece ser la que impera en el mundo occidental en el día de hoy. Considero que el individualismo egoísta que el neo-liberalismo propone, tiene una conexión directa con la desaparición de un concepto absolutamente débil de fraternidad. Me refiero al concepto de fraternidad que ha gestado y propuesto el pensamiento moderno; consciente de mi incompetencia para tocar un tema tan espinoso, intentaré, al menos, ofrecer una pista de reflexión sobre el particular.
El concepto de “fraternidad” en el pensamiento moderno
No es éste el lugar para analizar pormenorizadamente el vastísimo campo de las ideas filosóficas de la Modernidad, tampoco pretendo “demonizar” las ideas filosóficas modernas, y mucho menos aún pretendo descalificarlas en bloque; no obstante, creo que no es aventurado decir que el principio naturalista en el que muchos de los filósofos modernos fundamentan la igualdad entre los hombres; principio que excluye o ignora la común filiación divina y que se expresa por ejemplo en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789, ha fundado paralelamente un concepto de “fraternidad universal” que me parece utópico. Bajo el lema “libertad, igualdad, fraternidad”, la Revolución Francesa de 1789 “canonizó”, por así decirlo, ideas que podemos encontrar presentes en los filósofos ilustrados que con su pensamiento precedieron a este movimiento político-social. Ahora bien, cabría hacer el siguiente razonamiento: El concepto de fraternidad implica “de suyo” la noción de un padre común, ya que sólo hay fraternidad entre quienes son hermanos (valga la redundancia), y sólo son hermanos quienes tienen un padre común; cabe a continuación hacerse una pregunta ¿Dónde está el “padre común” de la filosofía moderna?; creo que la respuesta bien podría ser: “En ningún lado”. A lo sumo, y analógicamente, podrá hablarse de una “madre común” a todos los hombres, y esta será “la naturaleza”. Este concepto me parece tan débil y abstracto que, si cae el concepto de “naturaleza”, de “natural”, etc. cae inmediatamente el sustento de la “fraternidad universal”. Pues bien, en el pensamiento contemporáneo la noción de “natural” ha sido una de las más cuestionadas y frecuentemente abandonadas. Caído en desuso el concepto de “común naturaleza de todos los hombres” qué elementos podrían fundamentar esa fantasmagórica noción de “hermandad universal” ¿qué queda de aquella tan cacareada fraternidad? La respuesta es: nada, absolutamente nada.
Llamados a la acción
Tal vez el lector pueda sentirse “decepcionado” al observar lo parco que seré en este apartado. Efectivamente, creo que no se pueden dar “líneas de acción” universales para toda la Nación y para todas las circunstancias. Simplemente, y a la luz de lo analizado hasta ahora, me atrevo a expresar algunas pistas de reflexión para la acción.
En primer lugar, creo que es necesario desde todo punto de vista, que tomemos conciencia de que la crisis que estamos viviendo no es “una crisis más”, es una crisis de magnitud y características tales que puede llevar a nuestro País a un abismo de consecuencias impensables.
En segundo lugar, creo que debemos tomar conciencia de que, quién con mayor y quién con menor responsabilidad, todos los ciudadanos de la República somos responsables, por comisión o por omisión, de lo que nos está sucediendo. Todos pues tendremos que “poner el hombro” para salir adelante.
Se impone llamar a las cosas por su nombre. Hoy en día, desentenderse del prójimo no implica, no puede implicar –y menos para un cristiano– un simple “pecadito”. En la situación actual, desentenderse del prójimo es condenarlo al exterminio (real o moral) y esto nos constituye en homicidas.
Hay que reconstruir la fraternidad entre los miembros de la Nación, y ésta no puede sustentarse en fundamentos débiles que se han mostrado ineficaces. Para alcanzar la añorada unanimidad de almas y corazones a la que me he referido ya en otra oportunidad , es necesario redescubrir nuestra condición de “hijos de Dios”, ver al conciudadano, al vecino, al compañero de trabajo, etc. como un “hijo de Dios”, y por lo tanto dotado de una dignidad inalienable, y consecuentemente también como un auténtico hermano.
No podemos quedarnos en el marco de la mera reflexión; debemos trazar líneas de acción que tiendan a reconstruir la fraternidad nacional que se ha quebrantado. Pero a la hora de trazar esas líneas tendremos que tener meridianamente claro que, tanto en la elección de los fines, como en los medios empleados para alcanzarlos, tendremos que apelar siempre e irrenunciablemente a principios y métodos de acción evangélicos.
Respuestas de otra naturaleza han mostrado su absoluta ineficacia, y además han constituido un capítulo más en nuestra historia de disgregación.
Quiera Dios que ante la pregunta “¿Dónde está tu hermano?” no respondamos con el descaro de Caín: “No sé”, mientras, concientemente, lo dejamos yaciendo sobre el polvo; quiera Dios que –como Jesús enseñó del buen samaritano– pueda también decirse de nosotros: “al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas... después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo” . Sólo así seremos prójimos de nuestro prójimo; sólo así podremos llamarnos hermanos de nuestros hermanos.

Autor: Fray Ricardo Corleto OAR Formador agustino recoleto, profesor de la UCA y asesor del Consejo Nacional de ACA

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Revista online San Pablo

viernes, 15 de junio de 2012

Debate servido: Social Science Research: más problemas para niños educados por parejas gays

Un estudio de la Universidad de Texas concluye que los niños criados por parejas gays tienen más dificultades como adultos.

La revista científica Social Science Research acaba de publicar un estudio de un experto de la Universidad de Texas (Estados Unidos) que concluye que los niños criados por parejas homosexuales enfrentan mayores dificultades como adultos que aquellos criados por una familia estable constituida sobre un hombre y una mujer.
ANÁLISIS DEL TRABAJO
El autor del trabajo científico, Mark Regnerus, dijo que su investigación revela "diferencias estadísticas significativas entre adultos que fueron criados en su niñez con una madre que tuvo una relación lésbica y aquellos que dijeron que su madre y su padre biológico estaban, y aún están, casados".
El estudio de Regnerus, que midió las diferencias en 40 indicadores sociales y personales entre 3.000 estadounidenses de edades entre 18 y 39 años, criados en ocho tipos diferentes de hogares, fue publicado en la edición de junio de la revista Social Science Research.
De acuerdo al documento, los niños criados en hogares homosexuales tienen un promedio más bajo en niveles de ingresos económicos cuando son adultos, y padecen más problemas de salud física y mental, así como mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja.
El estudio reveló que los menores criados en este tipo de ambiente mostraron mayores niveles de desempleo, tabaquismo, necesidad de asistencia pública y participación en crímenes.
Para Regnerus, la inestabilidad en el hogar es "un sello" entre los hogares cuyos padres estuvieron involucrados en relaciones sentimentales homosexuales, ya sea que esos hogares estuvieran "dirigidos por una madre o un padre".
Al anunciar su estudio, el pasado 10 de junio, Regnerus dijo que su hallazgo más significativo "es, sin duda, que los niños se muestran más aptos para tener éxito como adultos cuando pasan su niñez completa con su padre y madre casados, y especialmente cuando sus padres permanecen casados hasta la actualidad".
OTROS ESTUDIOS Y RSULTADOS: DEBATE
Los hallazgos del científico estadounidense desafían, entre otros, a la información difundida en 2005 por la Asociación Americana de Psicología, que aseguró que "ningún estudio ha encontrado que niños de padres gays o lesbianas sea desfavorecido en ningún aspecto significativo con respecto a niños de padres heterosexuales".
Según Regnerus, algunos de estos influyentes estudios se han hecho en muestras escasasa o no representativas muestras de población, enfocándose en parejas homosexuales blancas, con alto nivel de educación, para obtener conclusiones generales sobre paternidad homosexual.
"La mayoría de las conclusiones sobre paternidad homosexual han sido obtenidas de pequeñas y convenientes muestras, no unas más grandes y al azar", dijo Regnerus en un comunicado publicado por la Universidad de Texas, el 11 de junio.
Regnerus dijo que "los resultados de ese enfoque han llevado a menudo a los estudiosos de la familia a concluir que no hay diferencias entre niños criados en hogares homosexuales y aquellos criados en otros tipos de familias. Pero esos estudios anteriores han enmascarado inadvertidamente la real diversidad entre las experiencias de padres gays y lesbianas en Estados Unidos".
El investigador ha explicado que él enfocó el proyecto "sin tener idea previa sobre las cosas que revelarían los datos". Sobre el análisis, Regnerus dijo que "ha revelado una inestabilidad mucho mayor en los hogares con padres que han tenido relaciones homosexuales".
El experto señaló finalmente que sus resultados deben simplemente sujetarse a las normas de la "ciencia normal", que "exhibe desacuerdos entre los investigadores acerca de cómo medir esto o aquello".
REACCIONES AIRADAS
El sociólogo reconoció que su estudio ya ha "agitado un avispero" de "intensa y frecuente" crítica, que él considera como "desproporcionada en relación con las limitaciones del estudio".
El documento ha sido atacado por el Family Equality Council, Human Rights Campaign, Freedom to Marry, y la Alianza Gay y Lesbiana contra la Difamación. Regnerus describió el ataque como "desafortunado" que su propio estudio "es de alta calidad y está siendo difamado".

Fuentes: ACI
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