Por. Cervantes-Ortiz, México*
Estados laicos y prácticas sociopolíticas y culturales a la luz del bicentenario de la independencia en América Latina (I) Signos de Vida, CLAI, septiembre de 2010
Algunos acontecimientos recientes en Costa Rica, México, Argentina (la aprobación de matrimonios entre personas del mismo sexo) y El Salvador (la iniciativa para leer la Biblia en las escuelas), por sólo citar tres ejemplos, sin olvidar los reacomodos que están sucediendo en España, traen a la mesa de discusión la necesidad de que la laicidad siga garantizando la convivencia entre diversas creencias religiosas especialmente debido a las características de nuestros países.
A las puertas de las celebraciones por el bicentenario de la independencia en algunos de ellos, el debate sobre la pertinencia del Estado laico vuelve a causar polémica y referirse a América Latina, de un modo más amplio, complejiza más el problema, debido a las diferentes condiciones, pero aun así es posible esbozar algunas líneas de análisis. En enero de 2007, durante un foro realizado en Berlín, Alemania, el recientemente fallecido Carlos Monsiváis, autor de Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000), aseguró que 2010 sería una fecha en la que se resaltaría el concepto de lo latinoamericano, pues será “el Bicentenario de Latinoamérica” y que las afinidades entre los países se dan en muchos niveles, incluyendo “el destino histórico, que es en lo que más se va a insistir, los avatares y sinsabores, las tristezas, las pérdidas, los dolores y la melancolía", dijo. Agregó que, en primera instancia, deberán evaluarse también cuales son los movimientos unificadores, no sólo en política, el federalismo, el enfrentamiento de liberales y conservadores, sino también la consolidación del proceso secular, importante en estos dos siglos”.
El bicentenario es una magnífica oportunidad para repensar algunas implicaciones de la libertad religiosa y la laicidad en América Latina, especialmente si se recuerda que, en algunos casos, fueron dirigentes religiosos quienes encabezaron los movimientos libertadores. En México, sigue teniendo una gran resonancia el hecho de que los sacerdotes Hidalgo y Morelos, antes de ser ajusticiados por el régimen virreinal, hayan sido acusados, entre tantas cosas, “de luteranos y calvinistas”, un infundio a todas luces.
Pero acaso tal protagonismo inició en México, en el momento mismo del nacimiento del país, la controversia sobre el lugar que la Iglesia católica (y más tarde, las demás) puede o deben desempeñar en la vida social y política, sobre todo si se toma en cuenta que aún ahora los sectores más representativos de dicha iglesia siguen insistiendo en que la identidad nacional está estrechamente ligada al catolicismo, algo que las comunidades protestantes y muchos intelectuales se han esforzado en refutar con diversos grados de indignación, pero que siempre sale a la luz.
Hablar de “identidad nacional”, al menos en México, inevitablemente remite al momento en que el cura Hidalgo enarboló un estandarte de la Virgen de Guadalupe, considerado por mucha gente como la primera bandera del país. Pero lo que resulta más complicado es cuando algunas cúpulas católicas insisten en recuperar privilegios a través de la magnificación de los valores religiosos, pasando por las luchas históricas del siglo XIX, en las que costó sangre la separación entre la Iglesia y el Estado.
Últimamente han recibido el apoyo gubernamental debido a la orientación ideológica del régimen, pero las demás instancias sociales han resistido fuertemente dicha identificación religioso-política e incluso la Suprema Corte de Justicia ha tenido que terciar en los temas más comprometedores, como lo ha hecho recientemente con la validación de los matrimonios entre personas del mismo sexo, lo cual ha ocasionado que algunos obispos lancen anatemas de más impacto mediático que otra cosa, porque hoy ya no se considera, mayoritariamente, que lo que antes se definía con tanta seguridad como identidad nacional, esté ligada primordialmente a elementos religiosos.
Continuará mañana: Latinoamérica: libertad religiosa y educación
*Cervantes-Ortiz es escritor, médico, teólogo y poeta mexicano.
Fuente: © L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com (España, 2010).
Estados laicos y prácticas sociopolíticas y culturales a la luz del bicentenario de la independencia en América Latina (I) Signos de Vida, CLAI, septiembre de 2010
Algunos acontecimientos recientes en Costa Rica, México, Argentina (la aprobación de matrimonios entre personas del mismo sexo) y El Salvador (la iniciativa para leer la Biblia en las escuelas), por sólo citar tres ejemplos, sin olvidar los reacomodos que están sucediendo en España, traen a la mesa de discusión la necesidad de que la laicidad siga garantizando la convivencia entre diversas creencias religiosas especialmente debido a las características de nuestros países.
A las puertas de las celebraciones por el bicentenario de la independencia en algunos de ellos, el debate sobre la pertinencia del Estado laico vuelve a causar polémica y referirse a América Latina, de un modo más amplio, complejiza más el problema, debido a las diferentes condiciones, pero aun así es posible esbozar algunas líneas de análisis. En enero de 2007, durante un foro realizado en Berlín, Alemania, el recientemente fallecido Carlos Monsiváis, autor de Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000), aseguró que 2010 sería una fecha en la que se resaltaría el concepto de lo latinoamericano, pues será “el Bicentenario de Latinoamérica” y que las afinidades entre los países se dan en muchos niveles, incluyendo “el destino histórico, que es en lo que más se va a insistir, los avatares y sinsabores, las tristezas, las pérdidas, los dolores y la melancolía", dijo. Agregó que, en primera instancia, deberán evaluarse también cuales son los movimientos unificadores, no sólo en política, el federalismo, el enfrentamiento de liberales y conservadores, sino también la consolidación del proceso secular, importante en estos dos siglos”.
El bicentenario es una magnífica oportunidad para repensar algunas implicaciones de la libertad religiosa y la laicidad en América Latina, especialmente si se recuerda que, en algunos casos, fueron dirigentes religiosos quienes encabezaron los movimientos libertadores. En México, sigue teniendo una gran resonancia el hecho de que los sacerdotes Hidalgo y Morelos, antes de ser ajusticiados por el régimen virreinal, hayan sido acusados, entre tantas cosas, “de luteranos y calvinistas”, un infundio a todas luces.
Pero acaso tal protagonismo inició en México, en el momento mismo del nacimiento del país, la controversia sobre el lugar que la Iglesia católica (y más tarde, las demás) puede o deben desempeñar en la vida social y política, sobre todo si se toma en cuenta que aún ahora los sectores más representativos de dicha iglesia siguen insistiendo en que la identidad nacional está estrechamente ligada al catolicismo, algo que las comunidades protestantes y muchos intelectuales se han esforzado en refutar con diversos grados de indignación, pero que siempre sale a la luz.
Hablar de “identidad nacional”, al menos en México, inevitablemente remite al momento en que el cura Hidalgo enarboló un estandarte de la Virgen de Guadalupe, considerado por mucha gente como la primera bandera del país. Pero lo que resulta más complicado es cuando algunas cúpulas católicas insisten en recuperar privilegios a través de la magnificación de los valores religiosos, pasando por las luchas históricas del siglo XIX, en las que costó sangre la separación entre la Iglesia y el Estado.
Últimamente han recibido el apoyo gubernamental debido a la orientación ideológica del régimen, pero las demás instancias sociales han resistido fuertemente dicha identificación religioso-política e incluso la Suprema Corte de Justicia ha tenido que terciar en los temas más comprometedores, como lo ha hecho recientemente con la validación de los matrimonios entre personas del mismo sexo, lo cual ha ocasionado que algunos obispos lancen anatemas de más impacto mediático que otra cosa, porque hoy ya no se considera, mayoritariamente, que lo que antes se definía con tanta seguridad como identidad nacional, esté ligada primordialmente a elementos religiosos.
Continuará mañana: Latinoamérica: libertad religiosa y educación
*Cervantes-Ortiz es escritor, médico, teólogo y poeta mexicano.
Fuente: © L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com (España, 2010).
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