Una ponencia de la conferencia para el simposio, “Hombres, Mujeres y la Iglesia”, por el entonces obispo de Durham, Dr. N.T. Wright. St. John's College, Durham, 4 de septiembre de 2004. (Trad. de Eva Navarro)
1. Observaciones preliminares
Primero, algunas observaciones preliminares sobre la clase de discusión que refleja esta conferencia. He leído algo de vuestra literatura con gran interés pero con la sensación de que existe una brecha cultural definida. Para mí está claro que la manera en que CBE está tratando sus cuestiones particulares viene de un contexto americano muy específico - específico no por ser americano sino por reflejar algunas subculturas americanas particulares. Sé un poco sobre esas subculturas - por ejemplo, las batallas sobre distintas ediciones de nuevas traducciones bíblicas, algunas usando lenguaje inclusivo y otras no - y sé, que en esto como en muchas otras cosas, las encendidas discusiones americanas no se pueden trasplantar simplemente a la escena británica sin algunos ajustes bastante serios. Al igual que con las reacciones a la película de Mel Gibson, muy a menudo simplemente vemos las cosas de manera diferente. Y en mi propia iglesia el problema principal sobre encontrar caminos hacia la igualdad masculina/femenina en el ministerio viene, no tanto desde dentro del derecho Evangélico (aunque hay por supuesto un elemento significativo ahí), sino desde dentro del movimiento Anglo-Católico tradicional para el cual la Escritura nunca ha sido el punto central de la discusión, y realmente a menudo no se le hace caso enteramente. Por lo tanto deseo aconsejar a esta conferencia que se guarde simplemente de trasplantar una discusión sin reconocer que el suelo de aquí hace cosas diferentes a todos los tipos de plantas.
En segundo lugar, me preocupo un poco sobre la palabra "igualdad" y el lenguaje "igualitario", etc. Reconozco lo que se dice, por supuesto, y si no apoyase ese punto probablemente no estaría hablando ahora aquí; pero esas palabras llevan tanta carga en nuestras variadas culturas que yo me pregunto si es sabio, si ayuda realmente a la causa que desean resaltar, destacar esos términos de la manera en que lo hacen. No solo es la palabra un trapo rojo para todo tipo de toros que quizás no necesiten ser irritados de esa manera (aunque algunos sí lo necesiten); está siempre en peligro de ser inexacta, demasiado amplia, implicando para muchos (incorrectamente por supuesto, porque uno no puede vigilar lo que oirá la gente en términos técnicos) no sólo igualdad sino también identidad. Asimismo, utilizar la palabra "complementario" y afines para denotar una posición que diga no sólo que los hombres y las mujeres son diferentes sino que esas diferencias significan que las mujeres no pueden ejercer el ministerio, o alguna clase de ministerio, dentro de la iglesia, es, pienso yo, una vergüenza; como sugeriré, pienso que la palabra "complementario" es una palabra demasiado buena e importante como para dejarles ese lado del argumento todo para ellos.
Reconozco, entonces, como todos debemos hacer, que esta discusión ocurre dentro del contexto cultural más amplio de múltiples discusiones sobrelapadas e interconectadas, para las que las muchas variedades del feminismo por un lado y las guerras culturales modernas/postmodernas en curso por otro lado, proporcionan dos de muchos postes indicadores. Parte del problema, particularmente en los Estados Unidos, es que las culturas llegan a estar tan polarizadas que a menudo se asume que si marcáis una casilla en un lado del formulario, vais a marcar una docena de otras casillas en la misma página del formulario - sin darse cuenta de que la página en sí misma es altamente arbitraria y vinculada a una cultura. Tenemos que reclamar la libertad, en Cristo y en nuestras diferentes culturas, para nombrar y designar los temas uno por uno con sabiduría y claridad, sin asumir que una decisión en un punto nos compromete a una decisión en otros. Sospecho, de hecho, que parte del actual problema que ha generado CBE es precisamente la asunción entre muchos evangélicos americanos de que tienes que comprar el paquete entero o estás siendo desleal, y de que vosotros existís porque deseáis decir eso sobre este tema, y quizás sobre muchos otros también (¿el control de las armas? ¿Irak?), la línea dura de derechas estándar se ha dejado estafar hacia una postura sub-Cristiana o incluso una postura no Cristiana. De todos modos, ya es suficiente, sólo quería señalar los contextos dentro de los cuales estamos hablando vosotros y yo, y advertir contra cualquier clase de absolutismo en nuestras posiciones especiales.
Me han pedido hablar, no sobre la relación entre los sexos en general ni siquiera sobre el matrimonio, sino acerca del ministerio de las mujeres. Ésa es una limitación agradable de mi tema, y voy a limitarlo más aún, pero deseo fijar mis observaciones dentro de un marco particular de la teología bíblica que tiene que ver con Génesis 1. Mucha gente ha dicho, y yo mismo lo he dicho bastante a menudo, que la creación del hombre y de la mujer en sus dos géneros es una parte vital de lo que significa que los seres humanos son creados a semejanza de Dios. Ahora lo considero un error. Después de todo, no sólo el reino animal, según lo observado en el mismo Génesis, sino también el reino vegetal, según lo observado por la referencia a la siembra, tienen masculino y femenino. El factor de los dos géneros no es en absoluto específico de los seres humanos, sino que existe en una buena cantidad del resto de la creación. Esto no quiere decir que no sea importante, más bien significa que es lo más importante de todo; ser varón y hembra, y descifrando lo que eso significa, es algo que la mayoría de la creación está llamada a hacer y a ser, y a menos que vayamos a caer en una especie de gnosticismo, donde el modo en que las cosas están en la creación se considera como secundario y gastado contra lo que vamos a hacer ahora con ello, tenemos que reconocer, respetar y responder a esta llamada de Dios para vivir en el mundo que Él ha hecho y como las personas que Él nos ha hecho. Es sólo que no podemos utilizar el argumento de que el ser varón-más-hembra es de alguna manera lo que significa realmente el ser portadores de la imagen de Dios.
Esto nos lleva agradablemente al texto que vosotros mismos hacéis central a vuestro propio movimiento, Gálatas 3. 28, y la primera sección exegética de esta conferencia va a ofrecer algunas reflexiones sobre él.
Leer más...Fuente: Lupaprotestante
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