lunes, 1 de agosto de 2011

Cuando el éxito justifica los medios

Diego Acosta García, España

Seguramente millones de personas en todo el mundo podrían asumir esta frase como una brillante razón para entender la vida y para establecerla como un patrón de conducta para sus afanes personales.

Seguramente muy pocos de los que asuman semejante actitud, sabrán que el autor de esta frase ha pasado de ser un todopoderoso señor de las comunicaciones, a un hombre acorralado que sintiéndolo o no, ha declarado públicamente que está humillado por las consecuencias de sus actos.

Hay personas que buscan el éxito en su afán de notoriedad y reconocimiento. Otras lo toman como una especie de rampa de lanzamiento para tener poder, que pareciera ser el auténtico objetivo final. Este gran magnate llegó a aceptar que se lo considerara como The man who owns the news, que literalmente puede traducirse como “El hombre que es dueño de las noticias”. La aceptación de esta condición en su biografía autorizada revela la verdadera naturaleza de su proceder, pues el éxito fue el instrumento que lo llevó al poder.

Esa desmesurada ambición lo convirtió durante algunos años en un todopoderoso “gran elector” en la política británica, en un temido “acusador” de las debilidades y miserias de las celebridades y en un corruptor implacable.

Este caso revela una vez más que para que haya corrupción inevitablemente debe haber un corruptor , generalmente poderoso y un corrompido, genéricamente un débil o un indefenso. Un infame caso de manipulación del contestador del móvil de una joven muerta, fue el comienzo del fin del todopoderoso magnate, comprador de honras y de conciencias. En pocos días el magnate Murdoch pasó de ser un hombre temido y odiado, a ser un anciano humillado y perplejo al comprender que todo su poder le ha sido quitado por periodistas a los que despreciaba por ineptos y faltos de visión.

Existe la posibilidad de que ahora en el tiempo del derrumbe, el otrora todopoderoso señor de las comunicaciones, tenga tiempo para reflexionar sobre una frase muy diferente de la suya . Una frase que se opone frontalmente a la que acuñó con soberbia: el éxito justifica los medios. Esa frase dice: Soy manso y humilde de corazón. Su autor tenía el verdadero Poder, no el que corrompe sino el que edifica , no el que destruye sino el que restaura, no el que daña sino el que sana, no el que humilla sino el que edifica, no el que hiere hasta matar, sino el que da la Vida.

Autores: Diego Acosta García
©Protestante Digital 2011

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