Sobre Walter Benjamin. Vanguardias, historia, estética y literatura. Una visión latinoamericana. Edición a cargo de Gabriela Massuh y Silvia Fehrmann, Alianza Editorial / Goethe-Institut Buenos Aires, Buenos Aires, 1993. pp. 57-68. Edición digital de Derrida en Castellano.
"Ciertos trabajos de crítica académica (tales como el mío) presentan un aspecto vulnerable que se advierte en la dudosa solidez de una conjunción copulativa: por ejemplo, la “y” del título en “Benjamín y la deconstrucción”. Si repasáramos un índice de trabajos universitarios sobre Benjamín, podríamos comprobar el abuso retórico y hasta el compromiso casi imposible entre la obra de Benjamín y cualquier otro tópico de la filosofía, la literatura, la historia, la antropología, la lingüística, el derecho... ocurre, sin embargo, que esta usura repetitiva y hasta burocrática también supone un presupuesto básico subyacente en un tipo de crítica que Walter Benjamín ayudó a construir. El presupuesto que rige, de algún modo, el discurso crítico es una autoasignación: la crítica se asigna o se anexa un territorio endeble, volátil y movedizo, en cierta medida una linea marginal o un margen de los discursos, -como les agrada decir a los críticos deconstructivos-. La conjunción “y” efectúa un pasaje, una travesía, una traslación, una caminata entre los discursos sólidamente constituidos. La crítica vive siempre en ese estado de pasaje. Y quién sino Benjamín nos ha dado la certeza de esta autopercepción con su temática de los pasajes. La inestabilidad del propio territorio es la condición esencial de la crítica. una inestabilidad epistemológica, prácticamente un tembladeral que tiende a expandirse a través del tránsito obsesivo que ostenta la conjunción “y” de nuestros títulos. La crítica pretende expandirse usando a otras disciplinas que no comparten esta precipitación que custodian rigurosamente las fronteras propias y las ajenas, que impiden con todo su desdén metodológico las analogías repentinas, las iluminaciones instantáneas, los encuentros retóricos que abrazan objetos disparess mediante una escritura celosa de su propio poder.
Dos concepciones del lenguaje están en pugna y también dividen contemporáneamente a los mismos críticos hacia el interior de su campo: una, que busca la pertinencia y el fundamento diferencial y objetivo de su estudio y, en el otro extremo, cierto tipo de crítica más cercana a la lengua de su objeto, que tendría del lenguaje una visión mística, la misma que se le achaca a los trabajos de Benjamín “Sobre el lenguaje en General y sobre el lenguaje de los hombres o la tarea de traductor”, y la misma que se le reprocha a la deconstrucción. Pero, en todo caso, jamás podrá decirse ni de Benjamín ni de Derrida que posean concepciones vacilantes del lenguaje; por el contrario, son visiones fuertes y excluyentes.
En su movimiento de expansión, la crítica literaria posee el mismo carácter destructivo que estudió Benjamín en un artículo publicado 1929 Y habría que recordar aquí también el valor que la filosofía deconstructiva otorga al concepto heideggeriano de “destrucción”. El crítico está animado, la más de las veces, por un deseo de arrasar con los suelos cultivados. Dice Benjamín en “El carácter destructivo”: [el carácter destructivo] sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad: despejar. su necesidad de aire fresco y espacio libre es más fuerte que todo odio”.[i] Sin odio, puesto que finalmente el destructor es una faceta del partido de los tradicionalistas, aquella parte de la tradición que despeja la memoria y que interactúa, con su contrafigura menos tradicional: el coleccionista. El crítico literario participa de manera bifronte en un movimiento que es el de toda la cultura, entendida como un proceso selectivo de memoria social: destruye y conserva. Potencialmente, la crítica literaria es el sitio móvil de los pasajes, una galería que funciona como transición, como una cuña que desestabiliza la inercia de las reglas: si la crítica literaria tiene modelos, hay que buscarlos en el periodismo, la actualidad y la moda, vale decir, los momentos sociales de surgimiento del sentido, en el pasaje hacia lo otro, cuando todo aquello que aparece se somete a la doble ley de la conservación y la destrucción...." Leer más
Dos concepciones del lenguaje están en pugna y también dividen contemporáneamente a los mismos críticos hacia el interior de su campo: una, que busca la pertinencia y el fundamento diferencial y objetivo de su estudio y, en el otro extremo, cierto tipo de crítica más cercana a la lengua de su objeto, que tendría del lenguaje una visión mística, la misma que se le achaca a los trabajos de Benjamín “Sobre el lenguaje en General y sobre el lenguaje de los hombres o la tarea de traductor”, y la misma que se le reprocha a la deconstrucción. Pero, en todo caso, jamás podrá decirse ni de Benjamín ni de Derrida que posean concepciones vacilantes del lenguaje; por el contrario, son visiones fuertes y excluyentes.
En su movimiento de expansión, la crítica literaria posee el mismo carácter destructivo que estudió Benjamín en un artículo publicado 1929 Y habría que recordar aquí también el valor que la filosofía deconstructiva otorga al concepto heideggeriano de “destrucción”. El crítico está animado, la más de las veces, por un deseo de arrasar con los suelos cultivados. Dice Benjamín en “El carácter destructivo”: [el carácter destructivo] sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad: despejar. su necesidad de aire fresco y espacio libre es más fuerte que todo odio”.[i] Sin odio, puesto que finalmente el destructor es una faceta del partido de los tradicionalistas, aquella parte de la tradición que despeja la memoria y que interactúa, con su contrafigura menos tradicional: el coleccionista. El crítico literario participa de manera bifronte en un movimiento que es el de toda la cultura, entendida como un proceso selectivo de memoria social: destruye y conserva. Potencialmente, la crítica literaria es el sitio móvil de los pasajes, una galería que funciona como transición, como una cuña que desestabiliza la inercia de las reglas: si la crítica literaria tiene modelos, hay que buscarlos en el periodismo, la actualidad y la moda, vale decir, los momentos sociales de surgimiento del sentido, en el pasaje hacia lo otro, cuando todo aquello que aparece se somete a la doble ley de la conservación y la destrucción...." Leer más
Resumen de Jorge Panesi
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