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miércoles, 16 de noviembre de 2011

HACER TEOLOGIA FEMINISTA- ENTRE EL CUERPO Y LA PALABRA

Por. Ute Seibert


“Toda experiencia, todo análisis de las situaciones sociales en las que vivimos, todas las críticas de las tradiciones que compartimos y las afirmaciones de construcciones teológicas (los cuatro “puntos” del círculo de Segundo) se han hecho en relación con cómo experimentamos, sentimos, pensamos y vivimos como cuerpos. Dado que las tradiciones cristianas han sido el lugar para la denigración del cuerpo −especialmente del cuerpo femenino− las mujeres concedemos un lugar preferente a las experiencias actuales de nuestro cuerpo, lo que muchas otras teologías de la liberación, a pesar de ser materialistas, no han asumido como central, como principio y fin de todas nuestras experiencias, de justicia/dios en el mundo”1.
Somos cuerpos, y es en nuestro cuerpo donde vivimos el dolor, la alegría, el abuso, la violencia, hambre y placer; el cuerpo es nuestro lugar de bendición y maldición. Participamos en el movimiento social como cuerpos; formando parte y queriendo transformar este cuerpo social, nos encontramos en la comunidad, en la iglesia −el cuerpo de Cristo− como cuerpos, compartiendo un cuerpo de creencias acerca de la vida, la muerte y la resurrección de los cuerpos; el sistema, económico negocia con los cuerpos, la cultura los moldea y las políticas afectan su crecimiento o deciden su exclusión.
Para las mujeres, nuestro cuerpo muchas veces ha sido un punto de conflicto y de desencuentro con el cristianismo. En nuestros procesos de toma de conciencia hemos tenido que dar-nos cuenta, desmitificar y luchar contra una serie de aprendizajes −de negación, desprecio y culpabilización− bien incorporados con relación a nuestros cuerpos que provienen de la tradición cristiana. A la vez, en la medida en que hemos ido habitando nuestros cuerpos y le hemos dado importancia a las experiencias hemos afirmado y descubierto “el cuerpo como punto de partida de la teología” (Ivone Gebara). Hay un camino iniciado que valora los cuerpos y relee la tradición cristiana desde esta perspectiva.
Este proceso se ha realizado como parte del movimiento de mujeres y en relación con el pensamiento feminista, en prácticas comunes y muchas veces desafiado por éste al darse cuenta de cómo los mensajes misóginos en nuestra cultura se han sustentados en la tradición cristiana para mantener políticas que niegan a las mujeres, jóvenes y niñas/os condiciones de vida con menos violencia y el reconocimiento del “derecho a tener derechos” y de ejercerlos, especialmente los derechos sexuales y reproductivos, que menciono aquí porque esta área parece presentar los mayores nudos y evocar las mayores resistencias dentro de las iglesias cristianas, especialmente la Católica Romana.
En adelante trataré de hacer dialogar propuestas metodológicas corporales experimentadas con grupos de mujeres con reflexiones y preguntas para nuestro quehacer teológico, abierto a reflejar la diversidad y las contradicciones, la vulnerabilidad y la belleza de los cuerpos humanos y de todos los cuerpos vivientes... CONTINUE LEYENDO

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