Por Hilario Wynarczyk. Buenos Aires.
La disputa electoral en el interior del Partido Republicano para saber quién será en noviembre el contendiente del actual presidente Barack Obama, del Partido Demócrata, revela un gran potencial para la comprensión sociológica de los alineamientos entre pobreza y derechas religiosas en los Estados Unidos. Y de otros procesos en los que se movilizan sectores que perdieron posiciones durante los cambios sociales. Dos son los principales contendientes en las primarias republicanas. Mitt Romney, un mormón comprometido con su iglesia, empresario exitoso y ex gobernador del Estado de Massachusetts. Republicano de ideas moderadas, Romney trata de mostrarse más a la derecha de lo que posiblemente estaría, para conquistar el voto de los sectores conservadores de su partido. Estos sectores constituyen en definitiva el mercado de votos en juego dentro del Partido Republicano durante las primarias y presentan el desafío de sus diferencias internas.
Rick Santorum, católico, ex senador, de duras convicciones conservadoras verificables en su estilo de vida familiar (educó a sus hijos por fuera del sistema escolar), se opone al matrimonio homosexual, el aborto en casos de violaciones e incesto, a la vez que apoya la acción directa sobre Irán para frenar su avance nuclear con fines militares. Además, como un porcentaje importante de los estadounidenses, Santorum no cree en la teoría de la evolución y el calentamiento global.
Los resultados de las elecciones primarias en el Estado de Ohio el martes 6 de marzo, son por demás ilustrativas sobre la segmentación del mercado de votantes dentro del conservadurismo republicano. Los cómputos generales muestran que Romney obtuvo el 38 % de los votos y Santorum el 37 %. Estuvieron casi empatados.
Pero el análisis de los votos por encuestas en boca de urna, de acuerdo con cifras reportadas por la periodista Ana Barón (corresponsal del diario Clarín) muestra el predominio de Santorum sobre Romney, en varias fajas específicas: entre los más conservadores (48 % versus 30 %), los más religiosos (47 versus 30) y la clase media baja (43 versus 32). Asimismo y obviamente entre los miembros del Tea Party, donde convergen conservadores y evangélicos de derecha (39 versus 35), y entre los más pobres (37 versus 34).
Días antes en el Estado de Michigan, donde Romney nació y creció, los resultados mostraban tendencias parecidas. Romney se impuso sobre Santorum por una diferencia leve, 41 % contra 38 %. Pero el análisis segmentado de las encuestas en boca de urna muestra de nuevo la preponderancia de Santorum sobre Romney en fajas específicas de la población. Entre los más conservadores, 50 % contra 36 %, y entre los cristianos (faja en la que debemos suponer una preponderancia de los evangélicos de derecha), un 51 versus 33. Santorum también lo superó a Romney entre los que ganan menos de 50.000 dólares al año. Inversamente Romney se impuso entre los moderados (39 % versus 33 %) los que ganan más de 100.000 dólares por año (48 versus 34). Además, Romney se impuso entre los que creen que el tema principal de estas elecciones es la economía (47 versus 31).
En definitiva estos datos muestran una correlación positiva entre las orientaciones más conservadoras y la ubicación en los escalones inferiores de la pirámide social y económica. Estas coordenadas delimitan un espacio electoral y, dicho aquí con un tecnicismo sociológico, un “pool de sentimientos” (en el cual algunos integrantes defienden además el derecho constitucional de los ciudadanos a portar armas). Sin embargo el fenómeno no abarca a los latinos. El conjunto de los datos permite suponer que el predominio de Santorum en el análisis segmentado se corresponde mayormente con públicos “blancos y protestantes” que han perdido quizás sus lugares en los procesos de movilidad social y albergan temores frente a los cambios.
La teoría sociológica conocida como teoría del estatus (status theory), que surgió en los Estados Unidos en la década del 60 a la sombra del macartismo, parece un buen recurso para explicar este fenómeno de orientaciones conservadoras. La teoría propone que los movimientos de extrema derecha se producen por la pérdida de posición socioeconómica de un sector de la sociedad. Quienes no se ven beneficiados por la modernización (o inversamente, quienes se ven des-beneficiados), se rebelan, enfrentándose a las élites socioculturales a quienes responsabilizan por su fracaso económico y social (1).
Creo que la teoría es útil para explicar otros fenómenos de movilización colectiva, inclusive en nuestro país. En lo personal siempre he creído que el movimiento de los “carapintadas” a comienzos del ciclo democrático inaugurado en 1983 con la presidencia de Raúl Alfonsín, podía explicarse también por ese camino. Una rebelión de oficiales del ejército, de rangos subalternos, medios y medios-altos, que terminaron siendo perdedores en el curso del cambio social (incluido el fracaso de Malvinas) pero conservaban una capacidad de protesta colectiva dentro de la herencia cultural del golpismo.
La disputa electoral en el interior del Partido Republicano para saber quién será en noviembre el contendiente del actual presidente Barack Obama, del Partido Demócrata, revela un gran potencial para la comprensión sociológica de los alineamientos entre pobreza y derechas religiosas en los Estados Unidos. Y de otros procesos en los que se movilizan sectores que perdieron posiciones durante los cambios sociales. Dos son los principales contendientes en las primarias republicanas. Mitt Romney, un mormón comprometido con su iglesia, empresario exitoso y ex gobernador del Estado de Massachusetts. Republicano de ideas moderadas, Romney trata de mostrarse más a la derecha de lo que posiblemente estaría, para conquistar el voto de los sectores conservadores de su partido. Estos sectores constituyen en definitiva el mercado de votos en juego dentro del Partido Republicano durante las primarias y presentan el desafío de sus diferencias internas.
Rick Santorum, católico, ex senador, de duras convicciones conservadoras verificables en su estilo de vida familiar (educó a sus hijos por fuera del sistema escolar), se opone al matrimonio homosexual, el aborto en casos de violaciones e incesto, a la vez que apoya la acción directa sobre Irán para frenar su avance nuclear con fines militares. Además, como un porcentaje importante de los estadounidenses, Santorum no cree en la teoría de la evolución y el calentamiento global.
Los resultados de las elecciones primarias en el Estado de Ohio el martes 6 de marzo, son por demás ilustrativas sobre la segmentación del mercado de votantes dentro del conservadurismo republicano. Los cómputos generales muestran que Romney obtuvo el 38 % de los votos y Santorum el 37 %. Estuvieron casi empatados.
Pero el análisis de los votos por encuestas en boca de urna, de acuerdo con cifras reportadas por la periodista Ana Barón (corresponsal del diario Clarín) muestra el predominio de Santorum sobre Romney, en varias fajas específicas: entre los más conservadores (48 % versus 30 %), los más religiosos (47 versus 30) y la clase media baja (43 versus 32). Asimismo y obviamente entre los miembros del Tea Party, donde convergen conservadores y evangélicos de derecha (39 versus 35), y entre los más pobres (37 versus 34).
Días antes en el Estado de Michigan, donde Romney nació y creció, los resultados mostraban tendencias parecidas. Romney se impuso sobre Santorum por una diferencia leve, 41 % contra 38 %. Pero el análisis segmentado de las encuestas en boca de urna muestra de nuevo la preponderancia de Santorum sobre Romney en fajas específicas de la población. Entre los más conservadores, 50 % contra 36 %, y entre los cristianos (faja en la que debemos suponer una preponderancia de los evangélicos de derecha), un 51 versus 33. Santorum también lo superó a Romney entre los que ganan menos de 50.000 dólares al año. Inversamente Romney se impuso entre los moderados (39 % versus 33 %) los que ganan más de 100.000 dólares por año (48 versus 34). Además, Romney se impuso entre los que creen que el tema principal de estas elecciones es la economía (47 versus 31).
En definitiva estos datos muestran una correlación positiva entre las orientaciones más conservadoras y la ubicación en los escalones inferiores de la pirámide social y económica. Estas coordenadas delimitan un espacio electoral y, dicho aquí con un tecnicismo sociológico, un “pool de sentimientos” (en el cual algunos integrantes defienden además el derecho constitucional de los ciudadanos a portar armas). Sin embargo el fenómeno no abarca a los latinos. El conjunto de los datos permite suponer que el predominio de Santorum en el análisis segmentado se corresponde mayormente con públicos “blancos y protestantes” que han perdido quizás sus lugares en los procesos de movilidad social y albergan temores frente a los cambios.
La teoría sociológica conocida como teoría del estatus (status theory), que surgió en los Estados Unidos en la década del 60 a la sombra del macartismo, parece un buen recurso para explicar este fenómeno de orientaciones conservadoras. La teoría propone que los movimientos de extrema derecha se producen por la pérdida de posición socioeconómica de un sector de la sociedad. Quienes no se ven beneficiados por la modernización (o inversamente, quienes se ven des-beneficiados), se rebelan, enfrentándose a las élites socioculturales a quienes responsabilizan por su fracaso económico y social (1).
Creo que la teoría es útil para explicar otros fenómenos de movilización colectiva, inclusive en nuestro país. En lo personal siempre he creído que el movimiento de los “carapintadas” a comienzos del ciclo democrático inaugurado en 1983 con la presidencia de Raúl Alfonsín, podía explicarse también por ese camino. Una rebelión de oficiales del ejército, de rangos subalternos, medios y medios-altos, que terminaron siendo perdedores en el curso del cambio social (incluido el fracaso de Malvinas) pero conservaban una capacidad de protesta colectiva dentro de la herencia cultural del golpismo.
El autor. Hilario Wynarczyk es doctor en sociología. Se especializa en investigación acerca de las iglesias evangélicas, sus relaciones con la sociedad, el Estado y la política.
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(1) MAROSTICA Mathew. 1994. El regreso de la religión: viejos y nuevos paradigmas en las ciencias políticas. En: FRIGERIO Alejandro & CAROZZI María Julia. El estudio científico de la religión a fines del siglo XX. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. Páginas: 87-97.
(1) MAROSTICA Mathew. 1994. El regreso de la religión: viejos y nuevos paradigmas en las ciencias políticas. En: FRIGERIO Alejandro & CAROZZI María Julia. El estudio científico de la religión a fines del siglo XX. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. Páginas: 87-97.
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