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sábado, 26 de mayo de 2012

INCIDENCIA PÚBLICA EVANGÉLICA (1): Las formas del conglomerado evangélico y la constitución de actores

Por Hilario Wynarczyk, Argentina

Definir el objeto del que hablamos es un problema de las ciencias sociales. Por eso haremos algunas reflexiones que serán necesarias para hablar de incidencia pública evangélica.
En un primer momento el panorama se presenta difícil de abarcar. El conjunto de las iglesias evangélicas es variado, complejo y dinámico, y en este sentido resulta igual a un caleidoscopio de colores que se juntan o separan en diferentes momentos de acuerdo con influencias externas y circunstancias internas. Las múltiples y heterogéneas iglesias evangélicas forman un sistema y a la vez un campo de fuerzas. Muchos elementos comunes las unen (por eso forman un sistema) pero también interpretaciones e intereses divergentes (por eso forman un campo de fuerzas) las colocan en situaciones de alejamientos y conflictos que son parte del curso de su historia.
Sin embargo es posible hacer una simplificación para encuadrar analíticamente el colectivo de las iglesias y sus federaciones. Esta simplificación nos permite hablar de dos polos del campo evangélico, es decir, dos polos del sistema. Uno de esos polos es el de los conservadores-bíblicos, así clasificados por su lectura mayormente literalista de la Biblia. Este conjunto abarca a los evangelicales (dentro de este conjunto las más importantes son las iglesias de los Bautistas y Hermanos Libres). El otro es el polo de históricos-liberacionistas (iglesias evangélicas Metodista, Luterana Unida, Evangélica del Río de la Plata, y otras), orientados hacia el progresismo y la convivencia ecuménica con sectores progresistas de la Iglesia Católica.
Y ahora vamos a nuestro punto central. Aquí en este artículo el enfoque estará dirigido a las iglesias del polo de los conservadores-bíblicos, que componen tal vez el 95 % del capital demográfico del campo evangélico de nuestro país.
Para entender mejor lo que significa esto, manejaremos los siguientes datos, que son aproximados porque no existen en realidad datos científicamente precisos. Los evangélicos pueden estar en el orden del 10 al 13 % de la población argentina. Una característica de este conjunto es que en su mayoría el colectivo evangélico está constituido por personas muy observantes de las prácticas religiosas, y con esta expresión nos referimos principalmente a la asistencia regular a los oficios en los templos. Ese es el sentido práctico o el indicador que le damos al concepto de “observantes”.
A su vez los católicos observantes, con la connotación expresada en el párrafo anterior, pueden estar en el orden del 5 al 10 % de la población. En fin, aceptemos que los cristianos observantes (lo reiteramos: en el sentido aquí propuesto) son algo así como el 20 % de la población del país. Es decir unos 8.000.000 de personas constituyen este conglomerado cristiano. A su vez, del conjunto así estimado, la mitad, es decir unos 4.000.000 de personas, pertenece al sector de los evangélicos. Para arribar a esta cifra usamos la hipótesis más baja, de 10 % de evangélicos en la población del país. De lo contrario hablaríamos de algo más de 5.000.000 de personas. Este agregado humano se reúne en unos 12 a 15 mil templos que pueden ser desde humildes locales comerciales usados como sedes de congregaciones hasta enormes instalaciones que tienen por su vez redes asociadas de templos relativamente importantes, células y pequeñas iglesias con miles de adherentes en su totalidad.
Finalmente debemos aclarar, que en este conjunto no estamos incluyendo dos grandes organizaciones religiosas, la Iglesia Universal del Reino de Dios y la Iglesia Internacional de la Gracia, muy populosas, porque no se encuentran en comunión con el resto de las iglesias del polo conservador bíblico y sus respectivas federaciones, y porque presentan muchas peculiaridades que las diferencian en una forma tan radical que resultan pasibles de admitir el nombre de iglesias para-pentecostales o iso-pentecostales (iglesias paralelas y parecidas a las pentecostales pero considerablemente diferentes de aquellas). Con criterios idénticos, no incluimos las iglesias Nueva Apostólica, Adventista, de los Mormones y Christian Science.
Ahora bien, de los evangélicos que constituyen nuestro espacio de análisis, y que dijimos que pueden estar en el orden de los 4.000.000 de personas, posiblemente unos 2.500.000 son pentecostales. Y posiblemente 1.300.000 militan en iglesias del tipo que técnicamente llamamos aquí “evangelicales”, de las cuales hemos dicho que las más numerosas son las de los Bautistas y Hermanos Libres.
En las elecciones para cargos legislativos y ejecutivos del 23 de octubre del 2011, habría de acuerdo con estas hipótesis estadísticas (recuerde el lector que estas son “hipótesis estadísticas”, y no afirmaciones incuestionables), un caudal de unos 3.000.000 de votantes evangélicos. En dicha cantidad existiría, nuevamente, un predominio absoluto de personas pertenecientes a iglesias del polo conservador bíblico, o sea, evangelicales y pentecostales.
Hasta aquí los números son aproximativos pero en cualquier caso, pese a sus márgenes de error posible, son números muy interesantes. A esas cantidades debemos agregarles la siguiente información más bien “cualitativa”. En la década de los 90, los evangélicos tuvieron una presencia pública llamativa por causa de la protesta por la igualdad de cultos. Llegaron a hacer dos grandes concentraciones en el Obelisco, en la Plaza de la República, en los años 1999 y 2001. Posteriormente, en el 2003 hicieron otra de tales reuniones, pero ya sin el mismo nivel de éxito. Más tarde esta clase de movilización colectiva perdió presencia en el espacio público argentino. A la postre no hubo ningún cambio sustancial en la legislación argentina en materia de iglesias y comunidades religiosas, pero las federaciones evangélicas, mancomunadas para ese fin especialmente a lo largo de la década del 90, llegaron a constituir al conglomerado evangélico en un notorio sujeto colectivo de la vida cívica de la Nación, por un lapso de tiempo.
Por otra parte, y en un nivel de análisis ahora diferente al que llevamos en los párrafos anteriores, estoy convencido de que las iglesias evangélicas les han permitido a cuantiosas personas encontrar un lugar en la sociedad, un punto de pertenencia dentro de redes sociales, y un enclave de significación, sentido existencial y esperanza. Las iglesias evangélicas han contribuido a la constitución de sujetos, individuales y colectivos, a través de una teología que afirma la presencia activa del Espíritu en la vida de las personas. Estas son, desde la perspectiva sociológica, otras consecuencias de la dinámica de las iglesias evangélicas, en las cuales en este análisis en particular no vamos a entrar ahora.
Continuará mañana

Publicado en Cristianet&gemrip

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