domingo, 27 de marzo de 2011

La corrupción de Crematorio, en TV

Por. José de Segovia Barrón; España*

La novela de Rafael Chirbes, Crematorio, ha sido llevada a la televisión por David Trueba.

Es una ambiciosa serie de Canal +que quiere imitar las prestigiosas series de HBO. La dirige el realizador de La noche de los girasoles –Jorge Sánchez Cabezudo– y la protagonizan Pepe Sancho, Juana Acosta y Alicia Borrachero. El libro, que fue Premio Nacional de la Crítica el año 2008, es tal vez la crónica más lúcida que se ha hecho de la generación del desencanto. Chirbes es uno de los escritores españoles más apreciados en países como Alemania –junto a Javier Marías–, pero todavía no es tan conocido en nuestro país a nivel popular como entre la crítica especializada. Las razones no son difíciles de imaginar, ya que su obra es una de los testimonios más demoledores de la sociedad española. Sus personajes pertenecen a menudo a la generación que luchó contra Franco, pero se acomodó al poder en la época socialista.

El autor valenciano se muestra inmisericorde con sus contemporáneos. Crematoriocomienza con la muerte de Matías Bertomeu, un hombre que buscó la revolución en los últimos años del franquismo, pero que durante la Transición traiciona todos sus ideales.Al momento repentino de su muerte, vive retirado en su pueblo natal, donde se ha reinventado como ecologista. En el crematorio está su hermano Rubén, un constructor sin escrúpulos, que soñó con ser arquitecto solidario, pero acabó destrozando el litoral valenciano, después de coquetear con el tráfico de drogas. Junto a ellos está la generación más jovende su hija Silvia, que piensa que es alguien de izquierdas, cuando vive a todo lujo, a costa de su padre. Le acompaña su marido Juan, un catedrático alcoholizado, que pretende escribir su gran obra, cuando “aspirar es fracasar”. Todosforman un terrible guiñol, tan fascinante como devastador…

UN POZO OSCURO Chirbes nos ofrece un panorama terrible, pero real como la vida misma. El dolor devuelve el reverso de la vida, mostrando cómo se levanta sobre oscuros cimientos. La corrupción es como la savia que recorre todo el cuerpo de una sociedad en la que la destrucción del paisaje es sólo un símbolo. Un mundo devastado y abandonado por Dios, en que las palabras y las ideas son sólo envoltorios, y el arte y la literatura no son más que juegos inanes. El escritor, nacido en Tabernes en 1949, vive en un remoto pueblo valenciano llamado Beniarbeig, lejos del mundillo cultural y sus farándulas. Crematorio fue recibido por la crítica como una obra maestra.“Una de las mejores de la literatura española”, dijo Ángel Basanta. Se ha convertido por ello en un autor de culto para una minoría de intelectuales, que ve su literatura como “necesaria en este tiempo de levedad, frivolidades y desmemoria”. Muchos admiran su valentía, aunque reconocen que su lectura es dolorosa. A juzgar por las entrevistas, parece que tampoco a él le ha resultado fácil escribirla: “Crematorio me ha llenado de dudas y me ha tenido en un pozo oscuro durante muchos meses”… Esto es realismo puro y duro. Aquí no hay ligeras historias de amor, códigos perdidos o aventuras imposibles. Estamos ante un fuego voraz que lo quema todo, desvelando unas vidas destruidas hasta las cenizas.

¿AJUSTE DE CUENTAS? Crematorio revela unos personajes prostituidos, malvados y cobardes, que forman el paisaje moral de una generación desencantada.“Todo es impostura hoy”. Ni el autor se libra de la quema. Su libro le “devolvía una imagen tan desoladora”, que se preguntaba “si no era inmoral” publicarlo. Aunque “quería contar el estado del alma humana, la mía, la nuestra, en un mundo así”… Aunque la obrase abre y se cierra con una cita de El Conde de Montecristo –“Lo más bello y grande que puede hacer un hombre es recompensar y castigar”–, no se trata de un simple ajuste de cuentas. Más bien se trata de “un intento de inmersión en lo que me rodea y en mi mismo”.

Lo que el autor quiere es “salir de esa maraña engañosa que permite creerse a mucha gente que todo es culpa de otros –la terrible derecha–, esa corrupción, la subnormalización o infantilización (con perdón para los niños) de un país en el que si pones la radio el domingo por la tarde sólo puedes oír fútbol”… Sus más duras críticas son sin embargo con los políticos. Chirbes los ve como una “gente muy satisfecha”, encantada de conocerse a sí misma...“Se homenajean unos a otros: cómo conseguimos parar el golpe de estado, cómo implantamos la democracia, cómo hemos modernizado este país”...

El autor de Crematorio no es mucho más misericorde con movimientos como los ecologistas. Por eso es tal vez tan popular en Alemania, donde los Verdes parecen haber tocado fondo en una dinámica de corrupción y continuas componendas con el poder establecido… ¿Quién se libra aquí de la quema?

A LA DERIVA El autor es implacable hasta consigo mismo. “Escribo contra mí mismo y sobre mí mismo”, dice Chirbes: “Yo no tengo muchos ánimos, casi ninguna esperanza”. Como su personaje –el escritor fracasado Brouard–, “se cansa del esfuerzo que hay que hacer para encontrarle sentido a todo esto que no lo tiene y va a la deriva”. Con él “comparte ese confuso sentimiento de saber que nunca habíamos tenido tanto de todo y que, sin embargo, nunca habíamos pensado que la muerte iba a pillarnos solos”…

La obra de este autor valenciano es mucho más que una crónica sentimental de una generación que pudo cambiar la Historia, pero ahora se enfrenta a la soledad del Crematorio.Ya que a la muerte todos nos enfrentamos solos. Sólo que pocos se atreven a hacer examen de su propia vida como Chirbes, por temor a enfrentarse a sus fracasos. Él tiene la “sensación de que resulta imposible librarse del pecado original que a todos nos consume”… No es extraño. La Bibliadice que el problema alcanza a todo hombre. Ya que “la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”(Romanos5:12). La buena noticia es que, aunque por esa maldad reina la muerte, “así también la gracia reina por la justicia”de “uno solo, Jesucristo”, para “vida eterna”(v. 21).Fuera de Él, ¡no tenemos esperanza!

Autores: José de Segovia Barrón

Fuente: © Protestante Digital 2011

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