domingo, 8 de julio de 2012

José Míguez Bonino: cristiano cabal y comprometido

Por. Alberto Roldán, Argentina
Hoy, 30 de junio de 2012 , nos ha dejado el maestro José Míguez Bonino. En mi humilde opinión, ha sido el más importante teólogo protestante latinoamericano del siglo XX y comienzos del presente. No es este el momento adecuado para intentar demostrar tan arriesgada opinión, pero podría ensayar algunas razones: su extensa obra publicada, las generaciones de jóvenes teólogos y teólogas que fueron influidas por su agudo pensamiento, ser un referente para el mundo ecuménico, incluyendo la Iglesia Católica Apostólica Romana ya que, por ejemplo, fue observador protestante latinoamericano del Concilio Vaticano II. Pero hay, además, virtudes humanas y cristianas que lo caracterizaron siempre: humildad, amor, espíritu de servicio y una coherencia entre su pensamiento y su acción.
Se me agolpan imágenes en la mente. Mi primer contacto con sus textos ocurrió en la década de los años 1960, cuando mi tío Raúl, que tenía una librería cristiana en calle Corrientes, Buenos Aires, me daba a leer el libro LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL CRISTIANO, que incluía un capítulo de José titulado: “Fundamentos teológicos de la responsabilidad social del cristiano”. Era un libro del naciente movimiento ISAL, Iglesia y Sociedad en América Latina. Confieso que ese libro me traía la “teología celestial” a la tierra. Había otra manera de pensar la fe, situada en las realidades terrenas, humanas y temporales.
Después tuve el privilegio de continuar estudios teológicos en Guatemala y allí entré más profundamente en el pensamiento de José por medio de su gran libro: LA FE EN BUSCA DE EFICACIA. Corría el año 1978, pleno auge de la teología de la liberación y su obra me impactó, me ayudó a entender esta nueva teología y, sobre todo, admirar su nivel de reflexión en el capítulo “Hermenéutica, verdad y praxis.”
Recuerdo que cuando volví de Guatemala con mi familia, pude conocer a José en un encuentro de Asit y le dije: “Yo tuve que ir a Guatemala a leer sus libros”. ¡Claro! Porque en algunos ambientes, su nombre no era bien aceptado.
El tiempo transcurrió , y el Señor me permitió el privilegio enorme de ser su discípulo, sobre todo para la elaboración de mi tesis doctoral sobre la ética social de los Hermanos Libres en la Argentina, tema que le apasionaba porque, creo, su esposa era de ese origen.
Recuerdo nítidamente las veces que dialogábamos sobre el tema tanto en su casa como en la mía, ya que José tuvo la disposición de visitarme muchas mañanas primaverales para “teologizar” café de por medio.
De sus obras, de su pensamiento y de lo que influyó en mi vida podría, acaso, escribir un libro. Fue José quien me introdujo en la teología de Barth y el compromiso de fe y de acción de Bonhoeffer. Fue José, como escribí dedicándole la primera edición de ¿Para qué sirve la teología? -que tuvo la gentileza de prologar:- que “me enseñó que la teología es un pensamiento situado.” Fue José quien más influyó en mi peregrinaje del “eclesiocentrismo teológico” a una teología del Reino. Fue él quien advirtió que “bautizar como cristianas a las utopías concretas que emergen en la búsqueda humana no sólo es ignorar la novedad cualitativa de la consumación de Dios sino también sacralizar –y mucho más serio aún- clericalizar- los proyectos humanos.” (Toward a Christian Political Ethics, p. 92.
José Míguez Bonino. Un cristiano cabal. Un cristiano comprometido. Un hombre transparente.

¡Eterna gratitud maestro José!


Alberto F. Roldán, doctor en teología por el Instituto Universitario Isedet y master en ciencias sociales por la Universidad Nacional de Quilmes. Mis áreas de interés son: la teología sistemática, la hermenéutica y las ciencias sociales.

Fuente: Blog: http://teologiapoliticaysociedad.blogspot.com.ar

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