Por. Luis Eduardo Cantero, Argentina*
Desde el año 2010 y comienzo del 2011 fuimos testigos del devastador efecto que dejan los tsunamis en un país, que nos replantea interrogantes económicos y sociales en esos países como en el resto del mundo. La reconstrucción de los mismos implica la inversión de dinero, cada uno responde de acuerdo a su actitud frente al problema. Ningún país esta libre de vivir una catástrofe similar como la de Japón y Chile, pero, si podemos aprender algo de los que se han levantado desde las ruinas, uno de esos países es Japón. Mi pregunta es ¿Qué podemos aprender de los japoneses para afrontar las dificultades que se nos presenta en la vida? ¿Por qué no hubo saqueos, robos, etc.? ¿Por qué no huyeron de su país, mientras que algunos extranjeros latinos si?
A raíz del Tsunami, podemos conocer el otro lado de una cultura oriental distinta a la occidental latinoamericana, que nos dejó perplejo, “por el orden en que la gente esperaba pacientemente en largas filas, no importando las horas que le tocase esperar, para recibir un alimento, ayuda, etc. No hubo saqueos, como si sucedió en Chile. Donde muchos se aprovecharon de la situación, saqueando los comercios, las casas de sus compatriotas. Tampoco hubo egoísmo entre los japoneses, siempre estuvo la preocupación por el otro. Todo eso se debe a la manera en que las personas se relacionan, dice Takayashi Makino, en América latina las personas se relacionan a través de los lazos entre individuos.” Si buscamos en los orígenes de la palabra sociedad, ésta implica un agregado de individuos, de socios. Al ser individuo el ser latinoamericano no puede ver al otro, no puede sentir, aunque si puede intuir el dolor del otro y al comprenderlo se necesita el uno al otro. Es a partir de este concepto de lo individual es como se construye las relaciones, la sociedad en América latina.
En la sociedad oriental japonesa, en cambio existe “el concepto de seken; etimológicamente se refiere al espacio que existe entre las personas, es decir, tiene que ver con el concepto de relaciones que prevalece en la sociedad japonesa no es lo individual sino la relación que se crea entre las personas”. Continua diciendo Makino, “es por esto que cuando alguien se relaciona con otra persona, su carácter como individuo es ambiguo. En uno se disuelve el yo y el otro admite esa inclusión.” Es así, que en los japoneses dentro de su individualidad está la mirada del otro, es tan natural en ellos, que no se produce saqueos, robos, nadie se roba a si mismo. Cosa que no sucede en nuestros países latinoamericanos, donde solo lo que importa es el ego personal, la viveza criolla, la individualidad de sus anhelos y sueños.
Pero, la situación que viven los países latinoamericanos: problemas de seguridad y lucha de poderes, es debido a la ausencia de la mirada del otro, esto genera más violencia. Pues, estas personas que generan violencia de todo tipo, saqueos es por que no se consideran parte de la sociedad. Se sienten invisibilizados por los demás y las políticas neoliberales. Por eso, muchas manifestaciones sociales: piquetes, robos, odios, es un reflejo de su rabia y de su desesperación, de su inclusión como persona dentro de la sociedad, sino están es por la falta de la mirada del otro: los gobiernos, las organizaciones sociales y la iglesia cristiana evangélica.
La vida de un japonés palpita acompañada de la vibración de los sentimientos del otro. Para que esto ocurra en nuestra vida necesitamos vaciarnos de nosotros mismos, de nuestro concepto de individuos, como sugiere Makino, vaciarnos de nuestros prejuicios, orgullos y desconfianza para dejarnos llenar del otro. Los estadounidenses construye las relaciones desde la confianza, pero en la Argentina se construye desde la desconfianza, siempre esta allí el prejuicio, éste ha sido un mal en el ser argentino, que ha provocado una sociedad llena de prejuicios y autosuficientes, se creen los únicos del mundo. No es así, lo triste que estos modelos se reproducen en las iglesias cristianas evangélicas donde solo importa su ser como individuo los otros no cuenta, no importa el mendigo, no importa el inmigrante boliviano, peruano u otro, no crean relaciones sanas con los otros, por esos prejuicios y demás. Los creyentes sabemos que tenemos un modelo, ese modelo es Jesús.
Jesús nos invita a ser guarda del hermano, que seria poner la mirada de confianza sin prejuicio en el otro. Eso requiere vivir las demandas del Reino de Dios, implica también serenidad en todo lo que hace para ayudar a salir del otro, como de nosotros mismos. “La serenidad es la palabra final de toda la enseñanza japonesa, la reflexión es la respuesta a todo lo manifestado.” Esta es otra de las virtudes que tiene esta cultura oriental japonesa. A pesar de ser un pueblo azotado por la naturaleza y los vaivenes del mundo contemporáneo, han fortalecido a la sociedad japonesa, lo han preparado para ser artífice de la fe y de la esperanza. A pesar de todo, se permiten soñar, con lo que se desvanece y demorarnos en la hermosa simplicidad.” Esta simplicidad se traduce en sabiduría, es otro de los ingredientes que hacen de esta sociedad japonesa giran de la “acción sin recompensa”, la tranquilidad ante lo inevitable, ver el peligro estoicamente, acoger con amistada la muerte.” Asegura Osvaldo Svanascini
Concluimos que además de los ingredientes que hemos conocido de la sociedad japonesa es el sentimiento de solidaridad en el otro. Si nuestra vida y sociedad esta basada en la mirada del otro no sabe con precisión quien es el que tiene la responsabilidad o la decisión de actuar y dirigir, si todos estamos juntos, nadie asume la responsabilidad.
Referencias bibliográficas
Takayoshi Makino, “Ay, cómo duele”, en Revista Criterio, mayo # 2370 (2011), pp. 30 – 31.
Osvaldo Svanascini, “Por siempre Japón”, en Revista Criterio, mayo # 2370 (2011), pp. 24 – 25.
*Luís Eduardo Cantero, es Teólogo de la Universidad Evangélica Martin Luther King Jr, y Filósofo, pastor bautista, docente universitario.
www.luiseduardocantero.visitame.es
Desde el año 2010 y comienzo del 2011 fuimos testigos del devastador efecto que dejan los tsunamis en un país, que nos replantea interrogantes económicos y sociales en esos países como en el resto del mundo. La reconstrucción de los mismos implica la inversión de dinero, cada uno responde de acuerdo a su actitud frente al problema. Ningún país esta libre de vivir una catástrofe similar como la de Japón y Chile, pero, si podemos aprender algo de los que se han levantado desde las ruinas, uno de esos países es Japón. Mi pregunta es ¿Qué podemos aprender de los japoneses para afrontar las dificultades que se nos presenta en la vida? ¿Por qué no hubo saqueos, robos, etc.? ¿Por qué no huyeron de su país, mientras que algunos extranjeros latinos si?
A raíz del Tsunami, podemos conocer el otro lado de una cultura oriental distinta a la occidental latinoamericana, que nos dejó perplejo, “por el orden en que la gente esperaba pacientemente en largas filas, no importando las horas que le tocase esperar, para recibir un alimento, ayuda, etc. No hubo saqueos, como si sucedió en Chile. Donde muchos se aprovecharon de la situación, saqueando los comercios, las casas de sus compatriotas. Tampoco hubo egoísmo entre los japoneses, siempre estuvo la preocupación por el otro. Todo eso se debe a la manera en que las personas se relacionan, dice Takayashi Makino, en América latina las personas se relacionan a través de los lazos entre individuos.” Si buscamos en los orígenes de la palabra sociedad, ésta implica un agregado de individuos, de socios. Al ser individuo el ser latinoamericano no puede ver al otro, no puede sentir, aunque si puede intuir el dolor del otro y al comprenderlo se necesita el uno al otro. Es a partir de este concepto de lo individual es como se construye las relaciones, la sociedad en América latina.
En la sociedad oriental japonesa, en cambio existe “el concepto de seken; etimológicamente se refiere al espacio que existe entre las personas, es decir, tiene que ver con el concepto de relaciones que prevalece en la sociedad japonesa no es lo individual sino la relación que se crea entre las personas”. Continua diciendo Makino, “es por esto que cuando alguien se relaciona con otra persona, su carácter como individuo es ambiguo. En uno se disuelve el yo y el otro admite esa inclusión.” Es así, que en los japoneses dentro de su individualidad está la mirada del otro, es tan natural en ellos, que no se produce saqueos, robos, nadie se roba a si mismo. Cosa que no sucede en nuestros países latinoamericanos, donde solo lo que importa es el ego personal, la viveza criolla, la individualidad de sus anhelos y sueños.
Pero, la situación que viven los países latinoamericanos: problemas de seguridad y lucha de poderes, es debido a la ausencia de la mirada del otro, esto genera más violencia. Pues, estas personas que generan violencia de todo tipo, saqueos es por que no se consideran parte de la sociedad. Se sienten invisibilizados por los demás y las políticas neoliberales. Por eso, muchas manifestaciones sociales: piquetes, robos, odios, es un reflejo de su rabia y de su desesperación, de su inclusión como persona dentro de la sociedad, sino están es por la falta de la mirada del otro: los gobiernos, las organizaciones sociales y la iglesia cristiana evangélica.
La vida de un japonés palpita acompañada de la vibración de los sentimientos del otro. Para que esto ocurra en nuestra vida necesitamos vaciarnos de nosotros mismos, de nuestro concepto de individuos, como sugiere Makino, vaciarnos de nuestros prejuicios, orgullos y desconfianza para dejarnos llenar del otro. Los estadounidenses construye las relaciones desde la confianza, pero en la Argentina se construye desde la desconfianza, siempre esta allí el prejuicio, éste ha sido un mal en el ser argentino, que ha provocado una sociedad llena de prejuicios y autosuficientes, se creen los únicos del mundo. No es así, lo triste que estos modelos se reproducen en las iglesias cristianas evangélicas donde solo importa su ser como individuo los otros no cuenta, no importa el mendigo, no importa el inmigrante boliviano, peruano u otro, no crean relaciones sanas con los otros, por esos prejuicios y demás. Los creyentes sabemos que tenemos un modelo, ese modelo es Jesús.
Jesús nos invita a ser guarda del hermano, que seria poner la mirada de confianza sin prejuicio en el otro. Eso requiere vivir las demandas del Reino de Dios, implica también serenidad en todo lo que hace para ayudar a salir del otro, como de nosotros mismos. “La serenidad es la palabra final de toda la enseñanza japonesa, la reflexión es la respuesta a todo lo manifestado.” Esta es otra de las virtudes que tiene esta cultura oriental japonesa. A pesar de ser un pueblo azotado por la naturaleza y los vaivenes del mundo contemporáneo, han fortalecido a la sociedad japonesa, lo han preparado para ser artífice de la fe y de la esperanza. A pesar de todo, se permiten soñar, con lo que se desvanece y demorarnos en la hermosa simplicidad.” Esta simplicidad se traduce en sabiduría, es otro de los ingredientes que hacen de esta sociedad japonesa giran de la “acción sin recompensa”, la tranquilidad ante lo inevitable, ver el peligro estoicamente, acoger con amistada la muerte.” Asegura Osvaldo Svanascini
Concluimos que además de los ingredientes que hemos conocido de la sociedad japonesa es el sentimiento de solidaridad en el otro. Si nuestra vida y sociedad esta basada en la mirada del otro no sabe con precisión quien es el que tiene la responsabilidad o la decisión de actuar y dirigir, si todos estamos juntos, nadie asume la responsabilidad.
Referencias bibliográficas
Takayoshi Makino, “Ay, cómo duele”, en Revista Criterio, mayo # 2370 (2011), pp. 30 – 31.
Osvaldo Svanascini, “Por siempre Japón”, en Revista Criterio, mayo # 2370 (2011), pp. 24 – 25.
*Luís Eduardo Cantero, es Teólogo de la Universidad Evangélica Martin Luther King Jr, y Filósofo, pastor bautista, docente universitario.
www.luiseduardocantero.visitame.es
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