Por. David A. ROLDÁN, Argentina*
La vida sin examen no merece ser vivida
—Sócrates
Abordaremos la cuestión de la función coadyuvante de las ciencias sociales para la tarea teológica. Se trata de un campo claramente delimitado y en el que se han realizado, en las últimas décadas, significativos avances.[1] En este mismo lapso también, por desgracia, la actividad teológica en sentido estricto se ha visto obturada por una serie de prácticas o reduccionismos[2]. Por un lado, el fundamentalismo amenazante siempre ha sido una tentación de la teología evangélica latinoamericana[3]. Por otro lado, ante el repliegue de los proyectos históricos de emancipación social, digamos, desde la década de 1980 hasta aquí, con el auge del eclecticismo acrítico posmoderno, y de diversos giros pseudo-pragmáticos que descuidan la labor teórica en el seno de grupos religiosos, la producción teológica se ha visto sensiblemente afectada. En nuestro medio, el giro feminista en la teología no ha contribuido —hasta el momento— a la elaboración de una buena producción teológica, fragmentando aún más el campo teológico y pretendiendo incluso la existencia de una “epistemología feminista”[4]. Finalmente, la incorporación del positivismo como metodología privilegiada para la elaboración teológica, como si constituyera, por derecho propio, el método por antonomasia para la producción teológica, no ha hecho más que sellar definitivamente la desorientación en el dominio teórico de la teología. Por si esto fuera poco, en el mundo de la vida de las comunidades evangélicas se han ensayado aplicaciones de un método pseudo-positivista a dominios que, en principio, parecerían ser los más inadecuados para ese fin, como lo es la dimensión espiritual.[5]
Es pertinente, en este cuadro de situación, plantear algunas objeciones a la adopción acrítica del método positivista (en rigor, una versión desmejorada, que llamaremos “pseudo positivismo”) por parte de la teología, atendiendo a sus componentes ideológicos más que a su incompatibilidad con el dominio teológico, tarea que reservamos para una consideración más amplia, a realizar en un futuro próximo.
Una breve consideración de este tema nos lleva a desarrollar, mínimamente, un “estado de la cuestión” [1], fondo desde el cual apuntaremos las características de una distinción de dominios teóricos, de iure, en lo que hace a la concepción del trabajo teológico de la Teología Crítica de la Liberación en general [2-3], con algunas reflexiones específicas a la tarea de la teología [4].
La vida sin examen no merece ser vivida
—Sócrates
Abordaremos la cuestión de la función coadyuvante de las ciencias sociales para la tarea teológica. Se trata de un campo claramente delimitado y en el que se han realizado, en las últimas décadas, significativos avances.[1] En este mismo lapso también, por desgracia, la actividad teológica en sentido estricto se ha visto obturada por una serie de prácticas o reduccionismos[2]. Por un lado, el fundamentalismo amenazante siempre ha sido una tentación de la teología evangélica latinoamericana[3]. Por otro lado, ante el repliegue de los proyectos históricos de emancipación social, digamos, desde la década de 1980 hasta aquí, con el auge del eclecticismo acrítico posmoderno, y de diversos giros pseudo-pragmáticos que descuidan la labor teórica en el seno de grupos religiosos, la producción teológica se ha visto sensiblemente afectada. En nuestro medio, el giro feminista en la teología no ha contribuido —hasta el momento— a la elaboración de una buena producción teológica, fragmentando aún más el campo teológico y pretendiendo incluso la existencia de una “epistemología feminista”[4]. Finalmente, la incorporación del positivismo como metodología privilegiada para la elaboración teológica, como si constituyera, por derecho propio, el método por antonomasia para la producción teológica, no ha hecho más que sellar definitivamente la desorientación en el dominio teórico de la teología. Por si esto fuera poco, en el mundo de la vida de las comunidades evangélicas se han ensayado aplicaciones de un método pseudo-positivista a dominios que, en principio, parecerían ser los más inadecuados para ese fin, como lo es la dimensión espiritual.[5]
Es pertinente, en este cuadro de situación, plantear algunas objeciones a la adopción acrítica del método positivista (en rigor, una versión desmejorada, que llamaremos “pseudo positivismo”) por parte de la teología, atendiendo a sus componentes ideológicos más que a su incompatibilidad con el dominio teológico, tarea que reservamos para una consideración más amplia, a realizar en un futuro próximo.
Una breve consideración de este tema nos lleva a desarrollar, mínimamente, un “estado de la cuestión” [1], fondo desde el cual apuntaremos las características de una distinción de dominios teóricos, de iure, en lo que hace a la concepción del trabajo teológico de la Teología Crítica de la Liberación en general [2-3], con algunas reflexiones específicas a la tarea de la teología [4].
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* Publicado originalmente en "El Títere y el Enano. Revista de Teología Crítica", año 2010, vol. I, ISSN N°: 1853 – 0702
* Publicado originalmente en "El Títere y el Enano. Revista de Teología Crítica", año 2010, vol. I, ISSN N°: 1853 – 0702
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