Por. Leopoldo Cervantes-Ortiz, México*
Para mí, ustedes los israelitas no son diferentes a otros pueblos: a ustedes los saqué de Egipto, a los filisteos los saqué de Creta, y a los arameos los saqué de Quir. Amós 9.7, Traducción en Lenguaje Actual
1. El esfuerzo divino por instalar la libertad en el mundo
Las primeras protagonistas de la gesta de liberación del pueblo hebreo por parte de Dios (el futuro YHVH) en el libro del Éxodo fueron las parteras Sifra y Fúa, y como tales están reconocidas en el inicio mismo del libro que lleva ese nombre (Éx 1.17-21). A ellas les sucederán Jocabed, la propia madre de Moisés, su hermana Miriam, la hermana del Faraón y Séfora, esposa de Moisés:
El episodio de la infancia de Moisés, colocado como introducción a las narrativas del Éxodo, es un relato de mujeres que se burlan del poder opresor del faraón: las parteras, la madre de Moisés, la hermana de Moisés, la criada del faraón y hasta la propia hija del faraón frustran el proyecto imperial del genocidio (que había menospreciado a las mujeres) y salvan al niño Moisés, símbolo del nuevo pueblo que ha de nacer. Séfora, esposa de Moisés, también le salva la vida, efectuando el rito de la circuncisión. María, su hermana, es una reconocida líder del pueblo, hasta una rival para la autoridad que ejerce Moisés.[1]
A la orden del Faraón de practicar el genocidio (definido como la aplicación sistemática de medidas encaminadas a la destrucción de un grupo étnico) para exterminar a los futuros luchadores varones por la libertad, respondieron con una acción a favor de la vida: desobedecieron las órdenes criminales del gobernante y “temieron a Dios” (v. 17) y así preparar el camino para el nacimiento del líder futuro. Esta solidaridad vital, guiada por una fe que el texto destaca muy bien, posibilitó la sobrevivencia de muchos niños, pero lamentablemente no detuvo la masacre de muchos más, como expone el final de la introducción de la historia (Éx 1.22). Pero el ejemplo de Sifra y Fúa, en el pórtico de la historia liberadora es una muestra de la forma en que la resistencia guiada por Dios pondría en marcha el proyecto de liberación del pueblo oprimido. La libertad promovida por YHVH en el Éxodo, no fue un hecho aislado, pues como bien recuerda Amós, él mismo estuvo tras de otros esfuerzos liberadores en el mundo antiguo, los cuales son comparables en su capacidad de producir permanentemente nuevas lecturas que obligan a encontrar los rastros de la intervención divina para movilizar las fuerzas humanas en camino hacia la libertad.
El contexto de Éxodo 1 es peculiar porque expone la forma en que Egipto se transformó, con el paso del tiempo para los refugiados hebreos, de espacio de sobrevivencia en lugar de opresión al grado de volverse paradigmático debido a las coyunturas sociopolíticas que obligaron a la monarquía egipcia a redoblar la opresión sobre ellos, exigiéndoles cargas de producción esclavista que superaban sus fuerzas (1.13-14). Así conecta Tania Mara Vieira Sampaio la situación con la acción de las comadronas hebreas:
El control del cuerpo de los hombres, al aumentar la dureza de los trabajos para contener las fuerzas de lucha contra el sistema e inhibir el propio crecimiento del pueblo, no es suficiente. El control sobre el cuerpo y la producción va a alcanzar a otros grupos sociales. El cuerpo de las mujeres es el próximo blanco. Sólo que a éste no se le determina una acción directa. Se trata de contener la vida de los niños por medio de aliadas. El Faraón busca parteras para ejecutar su proyecto de decidir sobre el cuerpo de las mujeres y su procreación. De nuevo la casa responde con su reacción. Las mujeres hacen su alianza. Suman fuerzas y tienen sus conversaciones acerca de la llegada a la vida de los niños. Una conversación que toma por sorpresa al Faraón. Él no contaba con esas mujeres y sus conversaciones sobre la fuerza de otras mujeres, con sus temores de Dios que son mayores que el temor a un rey que se piensa dios...
Aquí otra fuga es afirmada. Las parteras tienen una tarea importante en esta sociedad en la que los hijos son bendición para unos y amenaza para otros. Son tiempos en que la mortalidad y la pestilencia amenazan la sobrevivencia de las casas, que necesitan cantidades mínimas de personas para dar cuenta de un plantío de auto-manutención. En este contexto, las parteras marcan su presencia huyendo de las órdenes del Faraón. Fugas/salida/éxodos son ensayados en movimientos de la corporalidad que mezcla aspectos de fuerza, de amargura, de cansancio, de vigor, de vitalidad, de sagacidad.[2]
La resistencia se construye desde abajo, desde las alianzas surgidas en la cotidianidad donde estas mujeres se mueven. Los hilos de la vida y las formas que busca para mantenerse, así sea subterráneamente, van a salir a la luz intensamente.
Hombres, mujeres (parteras o embarazadas), niños (nacidos y escondidos), anuncian un modo de decir que la resistencia a los sistemas no es apenas hacer guerra de armas contra armas. Es tejer en la cotidianidad pequeños retablos que dan la identidad de un pueblo/grupo luchador que desea el cambio y lo construye desde sus pequeñas relaciones, a partir de sus alianzas y asociaciones. […]
La fuga de las órdenes del rey iniciada por las parteras, tiene su secuencia en la acción de otras mujeres, inclusive la propia hija del Faraón. (Idem.)
2. YHVH irrumpirá en la historia como liberador
La irrupción de YHVH en la historia, al posibilitar estos procesos microscópicos de toma de conciencia en camino hacia la liberación integral de las personas es una de las grandes realidades que enseñan las Escrituras antiguas. Los avatares específicos de cada pueblo son vistos como una cadena de situaciones cuyos procesos se desarrollan según se fortalezcan o no las transformaciones de las mentalidades. En el caso del Éxodo bíblico, su peso específico es de tales dimensiones que moldeó el espíritu libertario del pueblo y lo marcó para siempre con la idea de que podría surgir una forma de “comunidad alternativa”. De ahí que el relato de los sucesos liberadores alcanzó, en sus diferentes etapas, la estatura de modelo para otros acontecimientos en los que nunca quedó en duda el interés divino por despertar las ansias libertarias. La llamada “imaginación profética” presente en la conciencia del pueblo fue capaz de desarrollar utopías y aterrizarlas en la realidad a pesar de la enorme oposición que recibieron. Walter Brueggemann se refiere a esto como sigue:
Las pretensiones míticas del imperio llegan a su fin con la eclosión de la religión alternativa de la libertad de Dios. En lugar de los dioses de Egipto, creación de la conciencia imperial, Moisés desvela a Yahvé, el único soberano que actúa con libertad soberana, que no es extrapolado a partir de realidad social alguna y que no está cautivo de ninguna percepción social […]
Al mismo tiempo, Moisés desmantela la política de opresión y explotación a base de oponerle una política de justicia y compasión. La realidad que brota del éxodo no es tan sólo una nueva religión o una nueva idea religiosa o una visión de la libertad, sino el nacimiento de una nueva comunidad social en la historia, una comunidad que posee una encarnación histórica que tiene que inventar leyes, pautas de gobierno y de orden, normas acerca del bien y del mal y criterios sancionadores de responsabilidad.[3]
En otras palabras, la liberación de los hebreos consistió en un proceso que los llevaría “de la servidumbre al servicio” (G. Auzou), a una nueva forma de convivencia basada en el respeto por la vida y en la disposición a poner por obra la libertad de Dios en el mundo. Si trasladamos estas ideas y prácticas a nuestra situación, encontraremos que los procesos emancipadores que han llegado hasta nosotros incorporan algunos de estos elementos, pero otros quedan oscurecidos por la forma en que los intereses de minorías se imponen sobre las necesidades de los sectores más amplios, pero aun así, la vocación por la libertad sigue intacta. En las celebraciones del bicentenario de la independencia de México podrían resaltarse también los valores bíblicos ligados a la actuación liberadora de Dios en la historia, no sólo en la búsqueda de los paralelismos históricos, que los hay, sino también en la exigencia de que los acontecimientos puedan interpretarse a la luz de una sana visión de las motivaciones y los discursos. Sólo así será posible superar los esquemas impuestos por mucho tiempo de perspectivas acumuladas que únicamente conducen a la falta de crítica histórica e ideológica. Después de todo, la imagen del Dios que brota de las Escrituras no puede ser falseada permanentemente ni ponerse siempre al servicio de proyectos desmovilizadores.
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[1] Alicia Winters, “La mujer en el Israel premonárquico”, en RIBLA, núm. 23, www.claiweb.org/ribla/ribla15/la%20mujer%20en%20el%20israel%20premonarquico.html Cf. “Astucia y complicidad: mujeres que participan de la acción liberadora de Dios”, en Biblia Isha. La mujer según la Biblia. Miami, SBU; 2008, p. 83.
[2] T.M. Vieira Sampaio, “Un éxodo entre muchos otros éxodos La belleza de lo transitorio oscurecida por el discurso de lo permanente Una lectura de Éxodo 1-15”, en RIBLA, núm. 23, www.claiweb.org/ribla/ribla23/un%20exodo%20entre%20muchos%20exodos.html
[3] W. Brueggemann, La imaginación profética. Santander, Sal Terrae, 1986 (Presencia teológica, 28), pp. 16-17.
Fuente: Leopoldo Cervantes-Ortiz, Teólogo, poeta y escritor mexicano.
Para mí, ustedes los israelitas no son diferentes a otros pueblos: a ustedes los saqué de Egipto, a los filisteos los saqué de Creta, y a los arameos los saqué de Quir. Amós 9.7, Traducción en Lenguaje Actual
1. El esfuerzo divino por instalar la libertad en el mundo
Las primeras protagonistas de la gesta de liberación del pueblo hebreo por parte de Dios (el futuro YHVH) en el libro del Éxodo fueron las parteras Sifra y Fúa, y como tales están reconocidas en el inicio mismo del libro que lleva ese nombre (Éx 1.17-21). A ellas les sucederán Jocabed, la propia madre de Moisés, su hermana Miriam, la hermana del Faraón y Séfora, esposa de Moisés:
El episodio de la infancia de Moisés, colocado como introducción a las narrativas del Éxodo, es un relato de mujeres que se burlan del poder opresor del faraón: las parteras, la madre de Moisés, la hermana de Moisés, la criada del faraón y hasta la propia hija del faraón frustran el proyecto imperial del genocidio (que había menospreciado a las mujeres) y salvan al niño Moisés, símbolo del nuevo pueblo que ha de nacer. Séfora, esposa de Moisés, también le salva la vida, efectuando el rito de la circuncisión. María, su hermana, es una reconocida líder del pueblo, hasta una rival para la autoridad que ejerce Moisés.[1]
A la orden del Faraón de practicar el genocidio (definido como la aplicación sistemática de medidas encaminadas a la destrucción de un grupo étnico) para exterminar a los futuros luchadores varones por la libertad, respondieron con una acción a favor de la vida: desobedecieron las órdenes criminales del gobernante y “temieron a Dios” (v. 17) y así preparar el camino para el nacimiento del líder futuro. Esta solidaridad vital, guiada por una fe que el texto destaca muy bien, posibilitó la sobrevivencia de muchos niños, pero lamentablemente no detuvo la masacre de muchos más, como expone el final de la introducción de la historia (Éx 1.22). Pero el ejemplo de Sifra y Fúa, en el pórtico de la historia liberadora es una muestra de la forma en que la resistencia guiada por Dios pondría en marcha el proyecto de liberación del pueblo oprimido. La libertad promovida por YHVH en el Éxodo, no fue un hecho aislado, pues como bien recuerda Amós, él mismo estuvo tras de otros esfuerzos liberadores en el mundo antiguo, los cuales son comparables en su capacidad de producir permanentemente nuevas lecturas que obligan a encontrar los rastros de la intervención divina para movilizar las fuerzas humanas en camino hacia la libertad.
El contexto de Éxodo 1 es peculiar porque expone la forma en que Egipto se transformó, con el paso del tiempo para los refugiados hebreos, de espacio de sobrevivencia en lugar de opresión al grado de volverse paradigmático debido a las coyunturas sociopolíticas que obligaron a la monarquía egipcia a redoblar la opresión sobre ellos, exigiéndoles cargas de producción esclavista que superaban sus fuerzas (1.13-14). Así conecta Tania Mara Vieira Sampaio la situación con la acción de las comadronas hebreas:
El control del cuerpo de los hombres, al aumentar la dureza de los trabajos para contener las fuerzas de lucha contra el sistema e inhibir el propio crecimiento del pueblo, no es suficiente. El control sobre el cuerpo y la producción va a alcanzar a otros grupos sociales. El cuerpo de las mujeres es el próximo blanco. Sólo que a éste no se le determina una acción directa. Se trata de contener la vida de los niños por medio de aliadas. El Faraón busca parteras para ejecutar su proyecto de decidir sobre el cuerpo de las mujeres y su procreación. De nuevo la casa responde con su reacción. Las mujeres hacen su alianza. Suman fuerzas y tienen sus conversaciones acerca de la llegada a la vida de los niños. Una conversación que toma por sorpresa al Faraón. Él no contaba con esas mujeres y sus conversaciones sobre la fuerza de otras mujeres, con sus temores de Dios que son mayores que el temor a un rey que se piensa dios...
Aquí otra fuga es afirmada. Las parteras tienen una tarea importante en esta sociedad en la que los hijos son bendición para unos y amenaza para otros. Son tiempos en que la mortalidad y la pestilencia amenazan la sobrevivencia de las casas, que necesitan cantidades mínimas de personas para dar cuenta de un plantío de auto-manutención. En este contexto, las parteras marcan su presencia huyendo de las órdenes del Faraón. Fugas/salida/éxodos son ensayados en movimientos de la corporalidad que mezcla aspectos de fuerza, de amargura, de cansancio, de vigor, de vitalidad, de sagacidad.[2]
La resistencia se construye desde abajo, desde las alianzas surgidas en la cotidianidad donde estas mujeres se mueven. Los hilos de la vida y las formas que busca para mantenerse, así sea subterráneamente, van a salir a la luz intensamente.
Hombres, mujeres (parteras o embarazadas), niños (nacidos y escondidos), anuncian un modo de decir que la resistencia a los sistemas no es apenas hacer guerra de armas contra armas. Es tejer en la cotidianidad pequeños retablos que dan la identidad de un pueblo/grupo luchador que desea el cambio y lo construye desde sus pequeñas relaciones, a partir de sus alianzas y asociaciones. […]
La fuga de las órdenes del rey iniciada por las parteras, tiene su secuencia en la acción de otras mujeres, inclusive la propia hija del Faraón. (Idem.)
2. YHVH irrumpirá en la historia como liberador
La irrupción de YHVH en la historia, al posibilitar estos procesos microscópicos de toma de conciencia en camino hacia la liberación integral de las personas es una de las grandes realidades que enseñan las Escrituras antiguas. Los avatares específicos de cada pueblo son vistos como una cadena de situaciones cuyos procesos se desarrollan según se fortalezcan o no las transformaciones de las mentalidades. En el caso del Éxodo bíblico, su peso específico es de tales dimensiones que moldeó el espíritu libertario del pueblo y lo marcó para siempre con la idea de que podría surgir una forma de “comunidad alternativa”. De ahí que el relato de los sucesos liberadores alcanzó, en sus diferentes etapas, la estatura de modelo para otros acontecimientos en los que nunca quedó en duda el interés divino por despertar las ansias libertarias. La llamada “imaginación profética” presente en la conciencia del pueblo fue capaz de desarrollar utopías y aterrizarlas en la realidad a pesar de la enorme oposición que recibieron. Walter Brueggemann se refiere a esto como sigue:
Las pretensiones míticas del imperio llegan a su fin con la eclosión de la religión alternativa de la libertad de Dios. En lugar de los dioses de Egipto, creación de la conciencia imperial, Moisés desvela a Yahvé, el único soberano que actúa con libertad soberana, que no es extrapolado a partir de realidad social alguna y que no está cautivo de ninguna percepción social […]
Al mismo tiempo, Moisés desmantela la política de opresión y explotación a base de oponerle una política de justicia y compasión. La realidad que brota del éxodo no es tan sólo una nueva religión o una nueva idea religiosa o una visión de la libertad, sino el nacimiento de una nueva comunidad social en la historia, una comunidad que posee una encarnación histórica que tiene que inventar leyes, pautas de gobierno y de orden, normas acerca del bien y del mal y criterios sancionadores de responsabilidad.[3]
En otras palabras, la liberación de los hebreos consistió en un proceso que los llevaría “de la servidumbre al servicio” (G. Auzou), a una nueva forma de convivencia basada en el respeto por la vida y en la disposición a poner por obra la libertad de Dios en el mundo. Si trasladamos estas ideas y prácticas a nuestra situación, encontraremos que los procesos emancipadores que han llegado hasta nosotros incorporan algunos de estos elementos, pero otros quedan oscurecidos por la forma en que los intereses de minorías se imponen sobre las necesidades de los sectores más amplios, pero aun así, la vocación por la libertad sigue intacta. En las celebraciones del bicentenario de la independencia de México podrían resaltarse también los valores bíblicos ligados a la actuación liberadora de Dios en la historia, no sólo en la búsqueda de los paralelismos históricos, que los hay, sino también en la exigencia de que los acontecimientos puedan interpretarse a la luz de una sana visión de las motivaciones y los discursos. Sólo así será posible superar los esquemas impuestos por mucho tiempo de perspectivas acumuladas que únicamente conducen a la falta de crítica histórica e ideológica. Después de todo, la imagen del Dios que brota de las Escrituras no puede ser falseada permanentemente ni ponerse siempre al servicio de proyectos desmovilizadores.
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[1] Alicia Winters, “La mujer en el Israel premonárquico”, en RIBLA, núm. 23, www.claiweb.org/ribla/ribla15/la%20mujer%20en%20el%20israel%20premonarquico.html Cf. “Astucia y complicidad: mujeres que participan de la acción liberadora de Dios”, en Biblia Isha. La mujer según la Biblia. Miami, SBU; 2008, p. 83.
[2] T.M. Vieira Sampaio, “Un éxodo entre muchos otros éxodos La belleza de lo transitorio oscurecida por el discurso de lo permanente Una lectura de Éxodo 1-15”, en RIBLA, núm. 23, www.claiweb.org/ribla/ribla23/un%20exodo%20entre%20muchos%20exodos.html
[3] W. Brueggemann, La imaginación profética. Santander, Sal Terrae, 1986 (Presencia teológica, 28), pp. 16-17.
Fuente: Leopoldo Cervantes-Ortiz, Teólogo, poeta y escritor mexicano.
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