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sábado, 4 de septiembre de 2010

Mensaje a las siete iglesias del Apocalipsis: Filadelfia: mensaje de esperanza

Por. J.A. Monroy, España*
En la carta que el Cristo celestial dirige a la Iglesia de Filadelfia veo yo un mensaje de esperanza para todos los cristianos.
En Filadelfia, situada a 45 kilómetros de Sardis, había una pequeña congregación. Sus miembros eran de condición humilde y creían que ellos podían hacer muy poco por la causa de Cristo.
Es la única de las siete Iglesias a la que Jesús no amonesta.
En cambio, le transmite un mensaje de aliento y le dice: “He puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar” (Apocalipsis 3:7).
Lo que Cristo pretende con la carta a esta Iglesia es decirnos a todos los cristianos que no estamos solos. Que aunque nos desanimemos ante el pequeño número que somos en la sociedad, la vida cristiana vale la pena.
¿Has querido alguna vez preguntarle a Moisés: “¿Valió la pena renunciar a los placeres de Egipto para conducir a más de un millón de antiguos esclavos por el desierto durante cuarenta años, y al final ni siquiera haber entrado tú mismo a la tierra prometida?”.
¿Has querido alguna vez preguntarle a Jeremías: “¿Valió la pena predicar durante más de sesenta años sin haber escuchado una sola respuesta positiva a tu mensaje?”
¿Has querido alguna vez preguntarle a Daniel: “¿Valió la pena orar tres veces al día y terminar encerrado en el foso de los leones?”
¿Has querido alguna vez preguntarle a Isaías: “Valió la pena ofrecerse voluntariamente para el servicio al Señor cuando dijiste: “Heme aquí, envíame a mí”, teniendo en cuenta que como resultado de ese servicio habías de morir aserrado”?
¿Has querido alguna vez preguntarle a Juan el Bautista: “¿Valió la pena decir la verdad en la cara de Herodes y perder la cabeza por ello?”
¿Has querido alguna vez preguntarle a María: “¿Valió la pena decir: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”, cuando el resultado de esa sumisión fue un Hijo a quien crucificaron en una cruz romana?”
¿Has querido alguna vez preguntarle a Pedro: “¿Valió la pena abrir la puerta para que el evangelio fuese predicado a los gentiles, tan solo para morir crucificado boca abajo”?
¿Has querido alguna vez preguntarle a Juan: “¿Valió la pena predicar el evangelio y plantar iglesias por todo el mundo conocido, y al final terminar exiliado en Patmos?”
¿Alguna vez has querido preguntarte a ti mismo o a ti misma: “¿Vale la pena vivir mi vida de fe en Dios cuando nadie más lo está haciendo? ¿De qué me sirve?”
Cristo responde que sí, que vale la pena. Y el suyo es un mensaje de esperanza. “He puesto delante de ti una puerta abierta la cual nadie puede cerrar”.
Continuará mañana....

*J.A. Monroy es escritor y conferenciante internacional.

Fuente: © J.A. Monroy, ProtestanteDigital.com (España, 2010).

1 comentario:

Luis Eduardo Cantero dijo...

Ok! Gracias por vuestro comentario. Me alegra que me visite mi blog. Lo mismo lo haré con el suyo. Dios bendiga vuestra vida y ministerio.