Por. Alberto Roldán, Argentina
Otro de los rasgos destacables de la personalidad de José Míguez Bonino fue su decidida participación a favor de los derechos humanos conculcados por la dictadura militar de los años 1970. Rescatamos su propio testimonio:
“en los años ´70 no había tiempo para dudas. Los “derechos humanos”, en términos directos, la defensa de la vida humana, fue vista por muchos cristianos como el inexcusable reclamo de amor. Por diferentes razones me había decidido a embarcarme ya antes del golpe militar de 1976, junto con otras personas del mundo religioso, mayormente judíos y cristianos, de la vida política, cultural y sindical, para crear la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, para defender y sostener la vida amenazada de nuestro pueblo. A diferencia de la típica “neutralidad” con la que otras organizaciones procuraron evitar los conflictos internos, algunos de nosotros insistiríamos en que, en la situación en la cual todos estábamos expuestos, poniendo nuestras vidas en juego, todos necesitábamos “confesar” y compartir las convicciones más profundas que nos llevaban a estar allí. Como Declaración oficial para organizar nuestro trabajo estaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Nacional. Pero abierta y respetuosamente también expresábamos nuestras motivaciones personales. En una noche particularmente crítica, cuado íbamos dejando el edificio, no pude evitar decirle a un amigo, militante comunista: “Buenas noches, don Jaime, que Dios lo bendiga.” Me miró algo confundido y luego, serio y visiblemente conmovido, me dijo “Sí, José, que Dios nos bendiga.” ¡Sí, y siguió siendo un militante comunista! Hay muchas historias como estas en esos años…” (José Míguez Bonino, “Notas autobiográficas de un recorrido pastoral y teológico” en El silbo ecuménico del Espíritu. Homenaje a José Míguez Bonino en sus 80 años, Buenos Aires: Isedet, 2004, p. 433).
Fuente: Dr. Alberto Roldan, su blog www.teologiapoliticaysociedad.blogspot.com.ar
Otro de los rasgos destacables de la personalidad de José Míguez Bonino fue su decidida participación a favor de los derechos humanos conculcados por la dictadura militar de los años 1970. Rescatamos su propio testimonio:
“en los años ´70 no había tiempo para dudas. Los “derechos humanos”, en términos directos, la defensa de la vida humana, fue vista por muchos cristianos como el inexcusable reclamo de amor. Por diferentes razones me había decidido a embarcarme ya antes del golpe militar de 1976, junto con otras personas del mundo religioso, mayormente judíos y cristianos, de la vida política, cultural y sindical, para crear la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, para defender y sostener la vida amenazada de nuestro pueblo. A diferencia de la típica “neutralidad” con la que otras organizaciones procuraron evitar los conflictos internos, algunos de nosotros insistiríamos en que, en la situación en la cual todos estábamos expuestos, poniendo nuestras vidas en juego, todos necesitábamos “confesar” y compartir las convicciones más profundas que nos llevaban a estar allí. Como Declaración oficial para organizar nuestro trabajo estaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Nacional. Pero abierta y respetuosamente también expresábamos nuestras motivaciones personales. En una noche particularmente crítica, cuado íbamos dejando el edificio, no pude evitar decirle a un amigo, militante comunista: “Buenas noches, don Jaime, que Dios lo bendiga.” Me miró algo confundido y luego, serio y visiblemente conmovido, me dijo “Sí, José, que Dios nos bendiga.” ¡Sí, y siguió siendo un militante comunista! Hay muchas historias como estas en esos años…” (José Míguez Bonino, “Notas autobiográficas de un recorrido pastoral y teológico” en El silbo ecuménico del Espíritu. Homenaje a José Míguez Bonino en sus 80 años, Buenos Aires: Isedet, 2004, p. 433).
Fuente: Dr. Alberto Roldan, su blog www.teologiapoliticaysociedad.blogspot.com.ar
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