La navidad es un signo que nos recuerda el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, que vino a habitar entre nosotros. Dios escogió una familia humilde de escasos recursos, en medio de un ambiente convulsionado por cuestiones políticas, sociales y religiosas, que podía poner en jaque a los gobernantes de aquel lugar.
La política de seguridad de los poderosos de ese tiempo ordenó exterminar a los niños que nacieran en ese lugar. Es por ello, que José y María debían desplazarse a otro lugar seguro, donde pudiera nacer el salvador de la humanidad y del mundo.
Antes de nacer Jesús, junto a su familia tuvieron que experimentar el desplazamiento forzado, anduvieron caminando durante días y noches, en ese peregrinaje se cruzaron con diferentes familias que igual que ellos buscaban un lugar seguro, un lugar donde pudieran tener mejores oportunidades.
Jesús antes de nacer experimentó el dolor de ser desplazado, de no tener un techo y negarle un espacio para que pudieran preparar su nacimiento. Jesús nació lejos de su tierra y en un lugar poco apropiado para un ser digno y de respeto. Allí en un pesebre, rodeado de ovejas, ganados y algunos visitantes nació Jesús.
Es por ello, que Jesús comprende nuestra situación difícil que vivimos muchos inmigrantes y migrantes que dejan su país o terruño; algunos perseguidos, otros por la exclusión, otros por la esperanza de tener algo mejor que en su país o terruño. Como le sucede a muchos bolivianos, peruanos, paraguayos y ahora algunos colombianos, que en su mayoría pobres, no pueden pagar sus estudios en una universidad pública y mucho menos en una universidad privada colombiana, donde los costos son altísimo. Vienen a la Argentina, porque en este país las universidades públicas son gratis y a trabajar en algo, para solventar la crisis.
Muchas de estas familias van acompañadas por niños, niñas, algunos de estos niños y niñas nacieron en el camino producto del chantaje o de violaciones. Jesús comprende su dolor, su estado de marginalidad, sus errores. No solo los sana, sino que los recibe en su seno y les cambia su situación, les devuelve la dignidad de ser hijos de Dios. Ahora los envía a nosotros, sus hermanos de la fe. ¿Por qué los envía a nuestras iglesias? Porque Dios quiere usarte y usarme para hacer algo por los que llegan a nuestras iglesias…
Hermanos, hermanas preguntemos ¿Qué hacen nuestras iglesias con los inmigrantes que vienen en busca de ayuda o sencillamente se acercan y no dicen? ¿Qué política de ayuda tienen para los desplazados por la violencia, por el sistema neoliberal? ¿En esta navidad a que inmigrante que ha estado por años en su iglesia lo invitó a participar de la cena navideña? Si usted y su iglesia no hacen nada por ello, sencillamente usted no ha comprendido el valor que tiene la navidad. Recuerde que llegará el momento en que nos sentiremos tal vez, más amenazados por el aluvión de desplazados no por la violencia, la pobreza o buscando un lugar seguro, sino por el cambio climático. La pregunta es “¿Cómo hacer de nuestras iglesias un pedazo de cielo para recibir a personas que son diferentes a nosotros y con necesidades que no comprendemos?”
*Luis Eduardo Cantero, pastor, Teólogo y filósofo, Doctorando en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España.
Fuente: Lupaprotestante
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