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viernes, 30 de junio de 2017

Otra forma de ver la riqueza: el camino del jubileo



C. René Padilla
“¡Ay de ustedes los ricos,
porque ya han recibido su consuelo!
¡Ay de ustedes los que ahora están saciados,
porque sabrán lo que es pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen,
porque sabrán lo que es derramar lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
Dense cuenta de que
los antepasados de esta gente
trataron así a los falsos profetas”

(Lc 6.24-26).

LA VIGENCIA DE ESTA ADVERTENCIA BÍBLICA
La advertencia bíblica contra el peligro de las riquezas tiene mucha vigencia en relación con las premisas fundamentales de las economías de mercado auspiciadas actualmente por los gobiernos latinoamericanos. La prueba ácida del neoliberalismo  no está en los resultados (muy discutibles, por cierto) que tenga en términos de “crecimiento económico”, sino en los que tenga en relación con la distribución de la riqueza. Si el crecimiento beneficia sólo a un sector minoritario de la población en tanto que las grandes mayorías siguen sumidas en la pobreza, es evidente que el sistema económico está fallando seriamente y requiere cambios de fondo.
No es necesario ser economista para reconocer que tal es, en efecto, el caso en América Latina.  Basta abrir los ojos para constatar la realidad que José Míguez Bonino describe elocuentemente:
El agravamiento de la pobreza va conduciendo, me parece, a una diferencia cualitativa. Los “ajustes” económicos que el sistema va imponiendo en país tras país no sólo crean más pobres y pobres más pobres sino una nueva especie de pobres: los millones que son “expulsados” de la sociedad. No se necesitan como productores ni califican como consumidores. Por lo tanto no existen como seres humanos (1990:8).
Por lo menos en los casos donde la población se mantiene más o menos estable, si la pobreza de los pobres crece a la vez que hay crecimiento económico a nivel nacional, entonces es claro que no se trata de un problema meramente económico sino esencialmente ético: crece la pobreza de los muchos porque hay acumulación de bienes en manos de los pocos. Si esto es así, hoy más que nunca es indispensable que reconozcamos la validez de lo que el distinguido economista argentino Raúl Prebisch, ya a comienzos de la década de los años ochenta, afirmaba: que frente al injusto sistema económico de nuestros países se requieren “principios éticos que orienten la transformación y racionalidad para realizarla” (1983:13).
La institución del Jubileo, la cual presentamos en detalle en el capítulo 2, es un valioso paradigma de los principios éticos necesarios para la transformación de una situación caracterizada por la distribución injusta de los recursos materiales.  El propósito de Dios es la restauración de su creación sobre la base de una ética que toma en cuenta los siguientes principios, entre otros:
1) Toda persona sin excepción debe tener acceso a los recursos de la creación de Dios, y este es un derecho humano que no puede ser postergado por el afán de acumulación de bienes materiales por parte de quienes tienen en su mano el control del poder. Desde una perspectiva bíblica el derecho a la vida está por encima de cualquier otro derecho.
2) Todo sistema requiere de normas y medidas para fomentar el bien común e impedir la acumulación desmedida de bienes materiales en pocas manos en detrimento del bien de los demás.
3) Todo grupo humano, familia o comunidad debe tener la oportunidad de satisfacer sus necesidades, incluyendo las relacionadas con la educación, la salud y el trabajo.
4) Toda sociedad precisa medidas de protección de sus miembros más débiles y mecanismos que les eviten el dolor de convertirse en víctimas indefensas de los miembros más pudientes. El Estado tiene la responsabilidad irrevocable de asegurar institucionalmente que sus ciudadanos más débiles sean protegidos de la explotación de los más fuertes.
La premisa que subraya todos estos principios inherentes al Jubileo es que la tierra, que provee la base material de la vida en todas sus formas, incluyendo la humana, le pertenece a Dios y él la pone a disposición de la humanidad para sustentar la vida de todos los grupos humanos por igual. La acumulación desmedida, en pocas manos, de los bienes materiales donados por Dios para todos es una negación de esa perspectiva.
Fragmento de Economía humana y economía del Reino de Dios, cap. 3: “Economía y plenitud de vida” pp. 66-68, Ediciones Kairós.

Fuente: El blog de René Padilla

jueves, 29 de junio de 2017

¿Arminianos?



Por. SAMUEL L. CARABALLO-HERNÁNDEZ, EE.UU.
Recientemente leí un reseña publicada por Protestante Digital donde la autora concluye que el debate Calvinista-Arminiano se reduce a “simples opiniones” de seres humanos acerca de la Biblia y el Evangelio. Al parecer, gran parte de la crítica presentada por la reseña iba dirigida al resurgimiento calvinista en Latinoamérica que, sin lugar a duda, es evidenciado por la cantidad de foros, conferencias, blogs, videos, literatura, plantación de iglesias del movimiento reformado en la región.
Por ejemplo, la autora del artículo critica lo que para ella parece ser una fijación desmedida en personalidades, como el reformador del siglo XVI Juan Calvino y el predicador británico del siglo XIX Charles Spurgeon. 
Ahora bien, ¿quienes son los arminianos? ¿Y por qué son tan mencionados en los foros reformados? La respuesta es compleja. Pero para entender el asunto, tenemos que hacer la salvedad que hay “arminianos de etiqueta” y “arminianos por convicción”. Permítame explicarle. 
Al parecer, muchos cristianos desconocen que “arminiano” es la etiqueta dada por los calvinistas (de manera tergiversada y a veces peyorativamente) a todos los cristianos que no concuerdan con los principios soteriológicos de la llamada “gracia soberana”. 
Por lo tanto, aunque usted no entienda el debate ni le interese el tema, ya ha sido involucrado de facto en esta pugna doctrinal evangélica. Esto se debe a que si usted no es calvinista (ya lo sabría si así fuese), los “reformados” lo más probable lo vean a usted como “arminiano”. Quizás esto se debe a que para un grupo significativo de los hermanos reformados, el título “arminiano” es sinónimo de “semi-pelagianismo” (una herejía condenada en el II Concilio de Orange del 529). 
Semi-pelagianismo: “cualquier sistema soteriológico (referente a la salvación) en el cual el proceso de salvación es iniciado por la persona humana aparte de cualquier gracia que no sea la gracia común, pero en el cual el proceso de salvación es sinérgicamente completado por la interacción cooperativa de lo divino y lo humano.”
Aunque no hay duda que el “semi-pelagianismo” se practica en algunos grupos evangélicos en Latinoamérica, los “arminianos por convicción” no son semi-pelagianistas.  
Los “arminianos por convicción” identifican sus raíces protestantes en la crítica al calvinismo propuesta por el pastor y teólogo reformado holandés Jacobo Arminio (1560-1609).  Este se opuso a la doctrina de la “doble predestinación supralapsaria” calvinista (ver “Historia del Pensamiento Cristiano” por Justo L. González).
El argumento de Arminio buscaba contrarrestar interpretaciones bíblicas calvinistas que asemejan el trato de Dios con la humanidad a una “ruleta rusa” donde de manera aleatoria Dios predetermina, antes de nacer, algunos individuos a la salvación y a otros a la condenación. 
Arminio, un simple hombre falible que nunca tuvo la intención de empezar un movimiento creyó -tal y como 1 Timoteo 2:4 establece- que el deseo genuino de Dios es que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” 
En base a ese deseo genuino de Dios para la humanidad, Arminio argumentó que la elección del ser humano a la salvación no es por decretos aleatorios supralapsarios, sino por medio de la obra del Espíritu Santo, el cual provee unilateralmente su gracia divina a toda criatura. Dicha gracia -comúnmente conocida por los “arminianos de convicción” como la gracia previniente- precede, habilita y convence al mundo de pecado, a tal punto que posibilita la fe en seres humanos que de otra manera no podrían llegar al conocimiento de la verdad en Cristo. 
Esta virtud divina del Espíritu Santo es evidenciada en el poder de Dios manifestado a través de la predicación y enseñanza del evangelio estipuladas por la “Gran Comision”. A diferencia de la noción de la “gracia irresistible” propuesta por el sistema teológico calvinista -la cual responde en última instancia a la predeterminación de algunos a las salvación- Arminio y sus seguidores inmediatos argumentaron que la gracia que precede y habilita las facultades humanas puede ser resistida.
Esta conclusión está basadas en aquellos pasajes de las escrituras que demuestran que personas resistieron la obra del Espíritu Santo en sus vidas, (ver Hechos 7). Esta base doctrinal es la que distingue a los “arminianos por convicción” de los “semi-pelagianistas” etiquetados como “arminianos” por muchos de los pensadores calvinistas.   
A duras penas ha surgido un grupo reducido de teólogos, pastores y líderes laicos (de los cuales yo me considero ser parte) en distintas regiones del continente y de distintas denominaciones que se ha atrevido a retomar el término tan vituperado de “arminiano” para dilucidar las repercusiones doctrinales de lo que significa ser “arminiano por convicción”. 
La Sociedad Evangélica Arminiana Latinoamericana (SEAL) es una de muy pocas organizaciones existentes en las redes sociales que se ha dado a la tarea de contrarrestar la noción de que la interpretación calvinista de la salvación es la que más se ajusta a las sagradas escrituras. La SEAL[i], por su parte, busca ilustrar cómo los temas de la Salvación, la Gracia, la Fe, la Elección, la Predestinación, la Regeneración, la Justificación, la Santificación y la Glorificación han sido interpretados de manera muy distinta a la calvinista por nuestros ancestros cristianos -algunos de los cuales vivieron en la era patrística mucho antes de Calvino o Agustín de Hipona. También se enfatiza lo esencial que es entender dichos conceptos bíblicos para el discipulado y la perseverancia en la fe cristiana.
Por lo tanto, la próxima vez que ud. escuche a alguien usar el término “arminiano” en uno de esos debates aguerridos en las redes sociales, pregúntese si dicha aseveración se refiere a una etiqueta dada por los calvinistas a quienes ellos ven como “semi-pelagianistas” o a ese puñado de creyentes Protestantes Evangélicos en Latinoamérica que se identifican con la crítica de Jacobo Arminio en contra de una interpretación determinista de la salvación.  

Samuel L. Caraballo - Hernández  – Esp. Ética Social – Boston, Massachusetts (EEUU)

[i] Conoce más acerca de la Sociedad Evangélica Arminiana Latinoamericana en su web.

Fuente: Protestantedigital, 2017.

miércoles, 28 de junio de 2017

¿Cristianos manipulados?



Por. Juan Stam, Costa Rica
Analizar el tema delicado y controversial de "Mecanismos de manipulación en las iglesias" es una realidad que muchos hemos observado pero poco se ha analizado. Por eso me permito resumir algunos aspectos del problema, sin pretender agotar el tema (1).
En sentido literal, según el Diccionario de la Academia Real, "manipular" significa "operar con las manos o con cualquier instrumento" (¿algo así como "manosear"?).
En su significado que nos interesa, se define como "acto de intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares". Esencial al concepto es el irrespeto a la persona, al derecho y la autodeterminación de su víctima. Manipular es jugar con el pensamiento, sentimiento y conducta de otras personas.
Un buen punto de partida puede ser un análisis sicológico del fenómeno de la sugestión.
Aquí el sentido de "sugestionar" que nos interesa es el proceso sicológico mediante el cual una persona busca dominar la voluntad de alguien, llevándolo a pensar o actuar de determinada manera (Real Academia; Wikipedia).
Según La Guía de Psicología, "la sugestión es un estado psíquico provocado en el cual el individuo experimenta las sensaciones e ideas que le son sugeridas y deja de experimentar las que se le indica que no sienta."
Las formas extremas de la sugestión son el hipnotismo y el lavado de cerebro. Pero una forma mucho más común, que permea toda nuestra sociedad moderna, es la propaganda, tanto comercial como política, a veces subliminal (inconsciente; "por debajo del umbral de la conciencia").
La foto de un guapo señor bebiendo una copa de cerveza, rodeado de bellas mujeres y otros símbolos de éxito, insinúa la ridícula idea de que beber tal cerveza producirá lo mismos resultados en los televidentes.
La propaganda nos evoca, con tremenda sutileza, las ganas de comprar cosas que no necesitamos para nada.
La propaganda política gasta millones de dólares para hacernos pensar, sin más razones que sus mentiras, que tal candidato o tal proyecto social es lo mejor o lo peor, según el caso.
En los 1980s, muchas caricaturas de Daniel Ortega lo representaban con un cigarro grandote, para identificarlo implícitamente con Fidel Castro (aunque Ortega no era fumador y los dos son muy diferentes).
La ciencia de la propaganda fue perfecionada por Adolfo Hitler y su ministro de propaganda, Paul Joseph Goebels, para llevar el mundo a la guerra.
El mandamiento de Jesús, "Mirad, pues, cómo oís" (Lc 8.18; Mr 4:24), nos impone el deber de estar alerta y no dejarnos engañar por ninguna propaganda.
Cuando uno se despierta a estas realidades, comienza a ver que en las iglesias también hay sugestión, métodos de propaganda y técnicas hipnotizantes.
A veces una prolongada repetición rítmica de determinada frase, a gritos o con variaciones de tono, produce su deseado resultado de una histeria colectiva. Creo que cualquier sicóloga, competente en estos temas, lo podría reconocer y analizar.
Por otra parte, las maratónicas de TV Enlace son un constante ejemplo de sugestión. ¿Cómo es posible que en cada maratónica, los locutores y predicadores puedan anunciar invariablemente que "hay una tremenda unción aquí, se siente poderosamente la presencia de Dios aquí"?
Cabe la sospecha legítima que es más bien sugestión, con miras a crear la impresión de algo misterioso y maravilloso para que la gente envíe sus ofrendas,
Queda sumamente vago en qué consiste esa "unción", cómo saben que está presente, y cómo puede ser tan predecible e invariable.
Jesús dijo que el Espíritu sopla donde quiere, lo que Lutero parafraseó, "El Espíritu Santo actúa cuando, donde y como él quiere" y no cada vez que nosotros lo decidamos y después producimos por sugestión las sensaciones correspondientes.

(1) Sociedades Bíblicas de Costa Rica patrocinan cada mes un Foro Bíblico para líderes de las iglesias evangélicas de Costa Rica. Estos foros han sido un gran éxito y están haciendo un aporte muy significativo a la vida teológica y espiritual del país. Para el mes de julio (2010) me pidieron, junto con el historiador y teólogo Juan Carlos Sánchez, analizar el tema delicado y controversial de "Mecanismos de manipulación en las iglesias".

Fuente: Protestantedigital, 2017