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domingo, 4 de junio de 2017

El libro de Hechos: ¿Un largo adiós o un nuevo camino?



Por. Carlos Valle, Argentina
El libro de los Hechos, una mirada desde la comunicación, de Carlos Valle, se edita juntamente con ALC (Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación).
Incluso el pasado puede modificarse: las historias no paran de demostrarlo. Jean Paul Sartre
La vida de cada hombre es un cuento de hadas escrito por la mano del Señor. Hans Christian Andersen
Se destacan cinco componentes que determinan la línea de todo el escrito.
Los elementos míticos
Hay que comenzar por destacar la importancia de los elementos míticos y su incidencia en el relato. No aparecen solo en los primeros párrafos de Hechos sino hay varias manifestaciones similares en todo el libro. Centrarse en indagar si en verdad sucedieron esos relatos es desconocer la importancia de los elementos míticos que contienen. Sin ellos muy diferente sería la lectura este relato. Su presencia no solo le da un carácter particular, sino porque quieren incorporan un elemento trascendental para garantizar lo que ha sucedido. Desde el punto de vista de la comunicación, lo que se requiere es considerar estos relatos presentados como trascendentes, analizar porque están contados como si fuesen acciones que no esperan cuestionamientos sino solo aceptación, y cómo influyen en la estructura misma del libro.
En primer lugar, Hechos comienza poniendo su acento en la despedida de Jesús. Hace una sintética recopilación sobre su vida, ministerio, muerte y resurrección hasta el día en que “fue recibido arriba”. Estas menciones son las que se ofrecen como garantía. Pero esa garantía es, al mismo tiempo, el anuncio de cambios radicales. Después de ese período se produce la despedida de Jesús, que está relatada de modo dramático: es alzado al cielo, cubierto por una nube y son dos varones con vestiduras blancas (¿reminiscencia del relato sobre la tumba vacía?) que le dicen a los apóstoles que ese Jesús, así como fue alzado, “vendrá como lo han visto ir al cielo”.
Antes de que eso ocurriera, los apóstoles le preguntan a Jesús si se iba a restaurar en ese tiempo el reino de Israel. Su respuesta es que a ellos no les corresponde saberlo, pero que recibirán el Espíritu Santo y serán testigos “en toda Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. Dicho esto, Jesús “fue alzado y una nube lo tomó”. Son dos “varones con vestiduras blancas” que les indican a los presentes que dejen de mirar al cielo porque, así como se fue, volverá. En el Evangelio de Lucas se trasmite una versión abreviada de este relato, y la conclusión es que los apóstoles deben quedarse en Jerusalén donde “serán investidos de poder desde lo alto” (24:49), sin una mención explícita al Espíritu Santo tan destacado en Hechos. Al mismo tiempo, se acentúa que, una vez que fue “llevado arriba al cielo”, quedaron en Jerusalén “siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios.”, con pocos indicios de la misión “hasta lo último de la tierra”, que sí especifica Mateo obviando la ascensión al igual que el Evangelio de Juan.
El acento está bien marcado: los apóstoles recibirán “poder” cuando posean al Espíritu Santo. Esta afirmación es una manera de reforzar lo que será la presencia del Espíritu Santo en la misión de los apóstoles, que marca una distancia con la pregunta sobre si restaurará “el reino de Israel en este tiempo”. La respuesta es una manera de limitar las expectativas de los apóstoles y llevarlos a considerar lo que deben estar preparados para enfrentar. Las argumentaciones sobre esa pregunta y la respuesta recibida intriga sobremanera a los comentaristas, muchos de los cuales parecen tener encontradas opiniones sobre Israel y el futuro que podría serle deparado.
Los apóstoles son judíos que viven esa esperanza restauradora como parte de su propia cultura, y su pregunta, en esa circunstancia, era más que inevitable. Es cierto que el texto es parte de un proceso testimonial que ha ido dando lugar a varias perspectivas que no siempre congeniaron. Esta pregunta está allí como una inescapable visión que no puede eludirse. Si la respuesta no es satisfactoria se debe a que refleja la perplejidad y la improbabilidad de una respuesta terminante. De todas maneras, hacer una trasposición al Israel actual sería como forzar la interpretación de una histórica tradición cultural y religiosa.
A quien se llama apóstol
En segundo lugar, hay que destacar la importante mención de los principales protagonistas. Se destaca a quienes se debe reconocer como apóstoles: “los que había escogido”(Hechos 1:2). Se afirma que esta categoría o denominación queda circunscripta a los que ya habían sido elegidos por Jesús. En ninguna otra parte de Hechos se menciona a ningún otro que pueda ser calificado como tal, salvo la elección de Matías a fin de que “tome la parte de este ministerio y apostolado” sobre quien “echaron suertes” para completar, en reemplazo de Judas, el grupo de los doce. Los once ya habían sido mencionados por su nombre (1:13). Posteriormente se incluirán más referencias al tema del apostolado.
La fugaz presencia de María y otras mujeres
Se menciona, además, la presencia de mujeres, especialmente a “María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. En versiones católicas los “hermanos” se han convertido en “parientes”, reflejando una vieja polémica sobre la interpretación del nacimiento de Jesús y la forma de concepción atribuida a María. Se aclara que en este escrito no se busca dilucidar esta situación sino solo llamar la atención a la importancia de las tradiciones de carácter teológico y doctrinal que involucran a toda traducción y su comunicación. De todas maneras, hay que señalar que en Hechos, además de esta mención inicial, no hay referencia posterior acerca de la madre de Jesús o de sus hermanos o parientes, lo cual plantea el papel, si es que hubo alguno, que ejerció la madre de Jesús en este nuevo período.
Lucas le otorga cierta importancia a la presencia de María. Por un lado, Lucas se diferencia de Mateo sobre el anuncio del nacimiento de Jesús. En Mateo la historia parte de la experiencia de José a quien un ángel le informa que tenía que aceptar el embarazo de María. Mientras que en Lucas también es un ángel, al que se llama Gabriel, quien le anuncia a María que tendrá un niño, y que no tema porque ha encontrado la gracia de Dios. Después del nacimiento de Jesús se produce el encuentro con los pastores maravillados junto al pesebre. El comentario que sigue, exclusivo de Lucas, indica una información que, se supone Lucas ha conocido de primera mano: “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” (2:19). Frase que se repite y refuerza cuando sus padres encuentran a Jesús niño en el templo. Jesús da una explicación que ellos no logran entender, no obstante “su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.” (2:51) Se ha comentado que el escritor de Lucas tuvo oportunidad de estar junto a María, y de allí las varias referencias sobre su visita a Elisabet y los detalles del nacimiento de Jesús. Al mismo tiempo, Lucas incluye un episodio que también registran Mateo y Marcos. Jesús, al ser avisado que su madre y sus hermanos quieren verlo, su respuesta es rotunda: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” ( Lc.8:19) Las Biblias católicas, en este caso, no han vertido hermanos por parientes y, más bien, como en la mayoría de las interpretaciones, entienden que estamos aquí ante un modo de expresar la hermandad que se crea alrededor de Jesús. No obstante, hay que considerar aquí una cierta brusquedad en la formulación de un propósito inclusivo, aunque en ningún evangelio se especifica o aclara la repercusión de esta rotunda afirmación.
Sobre la venida del Espíritu Santo
En tercer lugar, mencionar la importancia del Espíritu Santo en esta introducción, que acompañará buena parte del relato de Hechos. Antes de su partida, Jesús anuncia que los apóstoles serán “bautizados con el Espíritu Santo”. Cuando “reciban el Espíritu Santo” serán testigos “hasta lo último de la tierra.” Será Pedro, quien al referirse al caso de Judas, apelará al Antiguo Testamento (AT)), en el que “el Espíritu Santo habló por boca de David acerca de Judas”. En ningún momento se describe o indica qué significa ese espíritu, pero sí el poder de sus efectos en quienes llegan a recibirlo. Es una forma de decir que no se establecen autoridades porque el poder, que es un poder inmaterial, solo es dado con un propósito: anunciar el evangelio. Las complejas argumentaciones teológicas sobre el carácter mismo del Espíritu Santo, como parte de una trinidad, aunque casi con independencia propia, han marcado la interpretación de lo que ese Espíritu significa. Es importante señalar que en Hechos no se hace elaboración alguna más allá de un signo de presencia, de aceptación y de sostén en la misión, pero esas menciones tienen una fuerte connotación comunicativa porque establecen un marco esencial de comprensión.
Las contradicciones en la historia de Judas
En cuarto lugar, hay que señalar la llamativa y sorprendente afirmación de Pedro, al describir la traición de Judas y el fin de su vida. Un muy trágico desenlace que se justifica con dos citas de los salmos. Una, en la que se habla acerca de la maldición del campo que había adquirido, donde pierde trágicamente su vida: “Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella” (Salmo 69:25) Se trata aquí de un salmo que habla de la angustia de alguien que pide ayuda a Dios por lo que le han hecho los poderosos, y que espera que por su “maldad no entren en tu justicia”. La segunda cita, describe el clamor por una fuerte venganza contra los que han “peleado contra mí sin causa” donde se indica: “Tome otro su oficio” (Salmo 109:8).
La necesidad de elegir, a partir de la muerte de Judas, a un sucesor parece razonable, aun cuando el número doce no se menciona como necesario, salvo si se quisiera equipararlo con las doce tribus del pueblo de Israel. Lo que resulta más dificultoso es querer relacionar los dos hechos con dos citas que no tienen una correspondencia común, salvo que son dos expresiones de quienes han sufrido por varios motivos. Es muy frecuente encontrar, especialmente en el Nuevo Testamento (NT), la validación de ciertos hechos al relacionarlos con afirmaciones o sucesos del pasado. Generalmente, lo que se busca es apelar a la tradición pasada como verificador o como generador de tales hechos o circunstancias. Así, por ejemplo, el Evangelio de Mateo recurre a la tradición del pasado para validar hechos presentes. Esos hechos tienen como objeto “cumplir la escritura”, ya sea para establecer la genealogía de Jesús como para unir la historia del reparto de las vestiduras en la crucifixión de Jesús (Mt.27:35). Asimismo, aparece en varios momentos esta idea de rubricar la necesidad de “cumplir” (3:15; 5:33), o que se cumpliesen las escrituras (26:54).
Volviendo a la historia de Judas se encuentra en Mateo un relato muy diferente al que muestra Hechos. Se indica que Judas sufre un arrepentimiento que le lleva a devolver el dinero a los “principales sacerdotes y ancianos”, que estos rechazan, por lo cual Judas decide arrojarlo en el templo. Las autoridades creen que no pueden dejar “las treinta monedas de plata” como ofrenda, “porque es precio de sangre”. Con ese dinero compran el campo de un alfarero que utilizarán para enterrar extranjeros. Ese campo, dice Mateo, recibe el nombre “hasta el día de hoy, Campo de sangre” (Mt. 27:3-10). El relato se asienta en una cita del AT que, erróneamente, se atribuye a Jeremías, cuando en realidad corresponde a Zacarías (11:11-12). Aquí se ha confundido al alfarero con aquel que menciona Jeremías (18:1-4) De todas maneras esta es una historia a la que no se puede atribuir ninguna relación con la traición de Judas, ni la mención de las treinta piezas de plata.
La coincidencia con Hechos se centra en el nombre atribuido al campo, que aquí se menciona como comprado por Judas, apelando a dos citas fuera de contexto del AT. Indudablemente se trata de dos versiones diferentes, no solo en la forma en que muere Judas, sino también porque hay una mirada más benévola en el relato de Mateo que en Hechos. Como se ha indicado, en Mateo Judas devuelve el dinero recibido mientras que en Hechos la compra del campo fue hecha “con el salario de su iniquidad”, aunque sin especificar el monto. En Mateo el relato pareciera estar más apegado a lo sucedido sin que se suponga la trascendencia de lo sucedido como deja ver Hechos, donde la apelación al texto bíblico da pie para la elección de Matías en reemplazo de Judas.
En Lucas, en el primer tratado, las referencias a Judas están centradas en su presencia en el arresto de Jesús “…el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos” (22:47) y obvia mencionar su muerte, salvo cuando volvieron los caminantes de Emaus, que “hallaron a los once reunidos” (24:33). Ya no eran doce sino solo once. Es en el evangelio de Juan que se hace la referencia a los doce después de la resurrección de Jesús. “Pero Tomás, uno de los doce” (20:24) y no hay ninguna mención de la desaparición de Judas ni la inclusión de Matías.
Las posteriores interpretaciones que denigran a Judas nacen de estos complejos y contradictorios relatos. Todo da a entender que varias tradiciones pujaron por establecer cómo sucedieron los hechos, pero con dispar resultado. De aquí podemos inferir que el autor de Hechos, que ha “investigado con diligencia todas las cosas desde su origen”, ignoraba o no ha tomado en cuenta la versión que se cuenta en Mateo, o simplemente decidió confiar en la historia tal cual la recibió.
Aquí se hace evidente que la narración de los sucesos ocurridos, como todo relato que cuenta con varios testigos, refleja la visión de quien la comparte, lo que muestra la fragmentación y distorsión que se produce en toda comunicación. Esto no quiere indicar que esos testimonios sean erróneos sino que reflejan puntos de vista particulares. Debe mencionarse, por ejemplo, que el evangelio de Juan es quien más reitera la traición de Judas, como indica en un momento:”…porque éste era el que le iba a entregar”, enfatizando que “era uno de los doce” (Juan 6:71). La constante interpretación bíblica de hechos, a los cuales se procura relacionar con sucesos pasados que, como en este caso, no pueden justificarse, revela un trasfondo de interpretación de rígida concepción teológica que nubla toda evidencia que alumbre la comunicación.
Estos textos muestran complejidad y cierta inexactitud, producto de tradiciones encontradas o de posibles incompletas versiones que se recogieron de los testigos. Como toda comunicación es una interpretación, hay que aplicar el mismo criterio a los relatos bíblicos. En ese sentido, las particularidades de los testimonios tienen su validez pero también sus limitaciones. Esto se verá claramente cuando se trate el tema de los conflictivos encuentros entre Pedro y Pablo, donde solo conocemos la versión de Pablo. (ver Cap. VI) La figura de Judas ha sufrido una sostenida crítica lo que ha llevado a que su nombre sea considerado un sinónimo de traición. Como en toda historia marcada por hechos que tienden a ser aceptados como ciertos, la magnitud y la trascendencia de lo que refieren, tienden a ser recibidos y aceptados con limitada interpretación crítica. La dimensión de la acusación contra Judas, en la que es evidente ha primado una particular interpretación, ha determinado que esa traición sea considerada inaceptable, condenable y, por lo tanto, inapelable. No obstante, teniendo en cuenta los dos divergentes resultados, el relato de Mateo invita a reflexionar y dar lugar a la comprensión y proclive a considerar el perdón.
Las limitaciones de los liderazgos
En quinto lugar, destacar el liderazgo que asume Pedro dando un primer mensaje, frente a unas “ciento veinte” personas, con una presentación en la que expone la traición de Judas y los efectos que estaban señalados en la escritura que llevan a su trágica muerte. Esto le abre paso para acudir nuevamente al AT con una afirmación, al menos cuestionable, sobre la necesidad de elegir el apóstol faltante: “Tome otro su oficio” (Salmo 109:8) que termina con la elección de Matías. Decidirse a completar el número de apóstoles y volver a los doce originales, parece más bien, como se ha indicado, una referencia a las doce tribus de Israel. Un número que se repite en varias ocasiones por diversos motivos, a los que no es necesario recurrir aquí.
Habían seleccionado dos candidatos: Barsabás y Matías, de ninguno se hace mención del porqué de su elección. Le piden a Dios que indique cuál debe ser elegido pero, a continuación, proceden a “echar suertes”, y la suerte cae sobre Matías. Hay algunas menciones en el AT sobre cómo resolver situaciones “echando suertes”, como cuando tienen que decidirse por uno de los machos cabríos que van a sacrificar (Lev.16:8). En Proverbios se recuerda que “La suerte se echan en el regazo: mas de Dios es la decisión de ella” (16:33), y que:”La suerte pone fin a los pleitos, y decide entre los poderosos.” (18:18) De todas maneras no se mencionan muchas ocasiones que requirieron este proceder y no deja de sorprender que se haya aplicado en la selección del duodécimo apóstol.
La comunicación de hechos presentados por medio de expresiones sobrenaturales hace a la esencia de una cultura que reposa en manifestaciones trascendentes que den sello de autenticidad a lo que relatan. Esta primera aproximación al relato de Hechos indica el valor que se asigna a lo sucedido. Los “hechos ciertísimos” que se propone relatar están insertos en una comunicación donde la presión del trasfondo cultural domina el desarrollo de los mismos. Leer hoy estos relatos desde la comunicación, como se seguirá viendo, ayudará a desentrañar sus raíces y permitir dimensionar la importancia de comprender mitos y tradiciones. * (PE)

El autor es Teólogo, con estudios en Alemania y Suiza. Pastor (j) de la Iglesia Metodista Argentina. Director del Departamento de Comunicaciones del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, 1975-1986. Presidente de Interfilm, 1981-1985. Secretario General de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC), Londres, 1986-2001. Autor de los libros Fe en tiempos difíciles (982) Comunicación es evento (1988); Comunicación: modelo para armar (1990); Comunicación y Misión; En el laberinto de la globalización (2002) y Emancipación de la Religión (2017)
valleferrari@gmail.com

Imagen: El Grito  Edvard Munch pintor y grabador noruego. Sus evocativas obras sobre la angustia influyeron profundamente en el expresionismo alemán de comienzos del siglo XX. Nació el 12 de diciembre de 1863. Falleció el 23 de enero de 1944.

Fuente: ALCNOTICIAS, 2017

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