Por. SAMUEL
L. CARABALLO-HERNÁNDEZ, EE.UU.
Recientemente
leí un reseña publicada
por Protestante Digital donde la autora concluye que el debate
Calvinista-Arminiano se reduce a “simples opiniones” de seres humanos
acerca de la Biblia y el Evangelio. Al parecer, gran parte de la crítica
presentada por la reseña iba dirigida al resurgimiento calvinista en
Latinoamérica que, sin lugar a duda, es evidenciado por la cantidad de foros,
conferencias, blogs, videos, literatura, plantación de iglesias del movimiento
reformado en la región.
Por
ejemplo, la autora del artículo critica lo que para ella parece ser una
fijación desmedida en personalidades, como el reformador del siglo XVI Juan
Calvino y el predicador británico del siglo XIX Charles Spurgeon.
Ahora
bien, ¿quienes son
los arminianos? ¿Y por qué son tan mencionados en los foros
reformados? La respuesta es compleja. Pero para entender el asunto, tenemos que
hacer la salvedad que hay “arminianos de etiqueta” y
“arminianos por convicción”. Permítame explicarle.
Al
parecer, muchos cristianos desconocen que “arminiano” es la etiqueta
dada por los calvinistas (de manera tergiversada y a veces peyorativamente) a
todos los cristianos que no concuerdan con los principios soteriológicos de la
llamada “gracia soberana”.
Por lo
tanto, aunque usted no entienda el debate ni le interese el tema, ya ha sido
involucrado de facto en esta pugna doctrinal evangélica. Esto se debe
a que si usted no es calvinista (ya lo sabría si así fuese), los “reformados”
lo más probable lo vean a usted como “arminiano”. Quizás esto se debe a que
para un grupo significativo de los hermanos reformados, el título “arminiano” es
sinónimo de “semi-pelagianismo” (una herejía condenada en el II Concilio
de Orange del 529).
Semi-pelagianismo: “cualquier sistema soteriológico
(referente a la salvación) en el cual el proceso de salvación es iniciado
por la persona humana aparte de cualquier gracia que no sea la
gracia común, pero en el cual el proceso de salvación es sinérgicamente
completado por la interacción cooperativa de lo divino y lo humano.”
Aunque
no hay duda que el “semi-pelagianismo” se practica en algunos grupos evangélicos
en Latinoamérica, los “arminianos por convicción” no son semi-pelagianistas.
Los “arminianos
por convicción” identifican sus raíces protestantes en la crítica al
calvinismo propuesta por el pastor y teólogo reformado holandés Jacobo Arminio
(1560-1609). Este se opuso a la doctrina de la “doble
predestinación supralapsaria” calvinista (ver “Historia
del Pensamiento Cristiano” por Justo L. González).
El
argumento de Arminio buscaba contrarrestar interpretaciones bíblicas
calvinistas que asemejan el trato de Dios con la humanidad a una “ruleta rusa”
donde de manera aleatoria Dios predetermina, antes de nacer, algunos individuos
a la salvación y a otros a la condenación.
Arminio,
un simple hombre falible que nunca tuvo la intención de empezar un movimiento
creyó -tal y como 1 Timoteo 2:4 establece- que el deseo genuino de Dios es que
“todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”
En
base a ese deseo genuino de Dios para la humanidad, Arminio argumentó que la
elección del ser humano a la salvación no es por decretos
aleatorios supralapsarios, sino por medio de la obra del
Espíritu Santo, el cual provee unilateralmente su gracia divina a toda
criatura. Dicha gracia -comúnmente conocida por los “arminianos de convicción”
como la gracia previniente- precede, habilita y
convence al mundo de pecado, a tal punto que posibilita la fe en seres humanos
que de otra manera no podrían llegar al conocimiento de la verdad en
Cristo.
Esta
virtud divina del Espíritu Santo es evidenciada en el poder de Dios manifestado
a través de la predicación y enseñanza del evangelio estipuladas por la “Gran Comision”.
A diferencia de la noción de la “gracia irresistible” propuesta por el sistema
teológico calvinista -la cual responde en última instancia a la
predeterminación de algunos a las salvación- Arminio y sus seguidores
inmediatos argumentaron que la gracia que precede y habilita las facultades
humanas puede ser resistida.
Esta
conclusión está basadas en aquellos pasajes de las escrituras que demuestran
que personas resistieron la obra del Espíritu Santo en sus vidas, (ver Hechos
7). Esta base doctrinal es la que distingue a los “arminianos por convicción”
de los “semi-pelagianistas” etiquetados como “arminianos” por muchos de los
pensadores calvinistas.
A
duras penas ha surgido un grupo reducido de teólogos, pastores y líderes
laicos (de los cuales yo me considero ser parte) en distintas regiones del
continente y de distintas denominaciones que se ha atrevido a retomar el
término tan vituperado de “arminiano” para dilucidar las repercusiones
doctrinales de lo que significa ser “arminiano por convicción”.
La
Sociedad Evangélica Arminiana Latinoamericana (SEAL) es una de muy pocas organizaciones existentes
en las redes sociales que se ha dado a la tarea de contrarrestar la noción de
que la interpretación calvinista de la salvación es la que más se ajusta a las
sagradas escrituras. La SEAL[i], por su parte, busca ilustrar cómo los
temas de la Salvación, la Gracia, la Fe, la Elección, la Predestinación, la
Regeneración, la Justificación, la Santificación y la Glorificación han sido
interpretados de manera muy distinta a la calvinista por nuestros
ancestros cristianos -algunos de los cuales vivieron en la era patrística mucho
antes de Calvino o Agustín de Hipona. También se enfatiza lo esencial que es
entender dichos conceptos bíblicos para el discipulado y la perseverancia en la
fe cristiana.
Por lo
tanto, la próxima vez que ud. escuche a alguien usar el término “arminiano” en
uno de esos debates aguerridos en las redes sociales, pregúntese si dicha
aseveración se refiere a una etiqueta dada por los calvinistas a quienes ellos
ven como “semi-pelagianistas” o a ese puñado de creyentes Protestantes
Evangélicos en Latinoamérica que se identifican con la crítica de Jacobo
Arminio en contra de una interpretación determinista de la salvación.
Samuel
L. Caraballo - Hernández – Esp. Ética Social – Boston, Massachusetts
(EEUU)
Fuente:
Protestantedigital, 2017.
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