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jueves, 4 de marzo de 2010

"Ciudadanos de dos mundos": La visión del mundo en Bonhoeffer

Por. Luis Eduardo Cantero*, Argentina.

La reciente publicación de un libro de sociología del movimiento en la Argentina que se refiere a los evangélicos con la metáfora “ciudadanos de dos mundos”, en la que se inspira el título de este artículo, me ha movido a una reflexión desde la perspectiva teológica. (1) Y comienzo preguntándome:
¿Qué es el mundo para Bonhoeffer? La respuesta la encontramos en su sermón basado en la Primera carta de Juan 2: 17, predicado el 26 de agosto de 1928, allí él expone estos conceptos claves para comprender su postura con respecto a los conceptos de Paz y Guerra. (2) El mundo, a pesar de un lugar maldito, producto de la caída de Adán y Eva, es un lugar donde todos y todas los\ las creyentes debemos llevar a cabo el plan de Dios. Pero, Bonhoeffer ve que los creyentes de su época eran pesimista con respecto al mundo, pues no esperaban nada bueno de él (…); en cambio, eran optimista con respecto al mundo celestial: donde habrá paz, no habrá más sufrimiento, etc., pues saben que este mundo terrenal es pasajero, lo más importante está en el más allá “la eternidad”, donde el orín ni la polilla corrompe (…). Esta es una de las razones que considero que son ciudadanos de dos mundos, un mundo terrenal que nada ofrece al creyente, este mundo, según los creyentes, es un lugar maldito, mientras que el mundo celestial es un lugar bendito, donde hay paz y bienestar.
En ese sermón Bonhoeffer desarrolla su visión del mundo, reflexiona y dice lo que acontece en el mundo en el cual se encuentran los cristianos, sin querer, ellos participan, viven en él, participan de su carácter penúltimo al límite que le impone la muerte. El creyente “puede tomarse la vida en serio o no”, todo depende de su opción, opciones que implica el deseo de permanecer “ligado a lo penúltimo: los placeres y los deleites que el mundo terrenal cautiva, o si decide encarar lo ultimo: la seriedad del mundo, que es la muerte” (3), observe lo que dice Bonhoeffer:
“El mundo es un mundo del morir y de la muerte. Todo lo que acontece en él sólo es algo penúltimo con vista a lo último que es la muerte. Por eso, la última palabra sobre el mundo no es: vida, alegría y regocijo, sino transitoriedad y muerte. Pero, este destino no fue ideado por Dios, sino que es consecuencia de un ‘mal primordial’ de una rebeldía diabólica en contra del Dios creador.” (4)
En ese espacio y tiempo de la transitoriedad aparece la figura de Cristo como señal de eternidad. Dios ofrece a su hijo, que logra destronar ese mal primordial y le relega a la muerte a un segundo plano (penúltimo). Trasladando al binomio ‘muerte – eternidad’. Bonhoeffer ve al ser humano en el mundo enfrentando a una opción: ciudadanos de dos mundos: terrenal o celestial, según si decide cumplir o no con la voluntad de Dios en el mundo. Concluye diciendo: “los cristianos son pesimista con respecto al mundo terrenal, pues no se esfuerzan por mejorarlo o hacer que el Reino de Dios se establezca en la tierra, creen que lo mejor está por venir, por ello viven la vida alejada de la realidad, refugiándose en los credos y doctrinas de su comunidad religiosa. Se olvidan que el campo para vivir los preceptos de Dios esta en el mundo terrenal. Aquí es donde se vive los valores del Reino, aquí es donde debe poner en práctica todo lo que la Biblia le enseña, de poner manos a la obra, aquí es donde debe cumplir la voluntad de Dios, por eso, el creyente no debe vivir siendo pesimista resignado a una circularidad: casa – trabajo – trabajo – iglesia y viceversa, que solo espera todo de Dios (…).
Sino un optimista que vive el día a día como si fuera el último, tratando de implantar los valores del Reino en la tierra, que hace su trabajo y deja que Dios haga el suyo. Esta actitud no solo debe llevar al cristiano a romper con la actitud anterior mencionada (pesimista) sin compromiso a una vida comprometida aquí y en el ahora, porque tomar en serio el Reino de Dios, como un reino perteneciente a este mundo terrenal, tal como lo practicaba el evangelio social, es una postura bíblica y necesaria para enfrentar concepciones extramundanas del Reino. Bonhoeffer ve un peligro en la polarización entre los creyentes que huyen del mundo terrenal y se sumergen en sus credos y religiosidad (la iglesia). Otros, en cambio, se identifican y se involucran en proyectos seculares que ofrecen posibles soluciones para los problemas existenciales: violencia, paz, hambre e injusticia social, etc.
A igual que en su época, la iglesia cristiana de hoy ora pidiendo el obrar de Dios para que solucione ciertos problemas existentes como los mencionados en el párrafo anterior, oran pidiendo muchas cosas, pero no solo debe ser pesimista resignado en esperar que Dios todo lo solucione. “El creyente no tiene escapatoria posible, tiene que optar por involucrarse en el mundo terrenal.” El resiste los desastres y circunstancias de la vida con expectativas mística en Dios; porque él vendrá tarde o temprano destronará y superará al usurpador de este mundo: Satanás. Por eso, quienes oran pidiendo el advenimiento sin considerar la polaridad de Iglesia y Estado, caen en una de las dos formas de escapismo: una religiosidad alienada o un secularismo fanático, en ambos casos falta la fe en el Reino de Dios. (5)
Bonhoeffer considera que tanto la Iglesia como el Estado cumplen una función aquí en la tierra para la cual fueron llamados por Dios. Estas instituciones son funcionales no esenciales. Por ello, el creyente en Cristo dispone de reglas que condiciona la identificación de cada aspecto con su manifestación histórica: el cumplimiento de la voluntad de Dios. Concluye diciendo: “Dios desea que lo honremos aquí en la tierra, no hay otro lugar. Dios hundió su Reino en el campo maldito. Abramos los ojos, seamos sensatos, obedezcámosle aquí.” Al final de su sermón cierra desafiando a los creyentes de su tiempo, que tiene relevancia para hoy. Dios solo nos hablará en estos términos: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber. Lo que hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeño, a mi me lo hicieron (Mt 25: 34 – 40). Esta acción donde se llevará a cabo en la iglesia o en lo secular, es en todo; muchos padecen necesidades, por culpa de las políticas neoliberales, el creyente no puede vivir indolente con el prójimo, ni tampoco alejado de la realidad, de sus hermanos y de aquellos que están en potencia de llegar a ser un creyente en Cristo.
Estas palabras de Bonhoeffer nos debe llevar a recuperar el kerigma ontológico más que axiológico que la historia cristiana y el pensamiento teológico se dejó seducir por la filosofía idealista, que ha hecho de Jesús un símbolo, por ejemplo del amor de Dios y se diluye así el acontecimiento único e irrepetible de su existencia, este marco interpretativo nos impide vivir la vida a plenitud en este mundo, libre de conjeturas ortodoxas y anacrónicas que nos invalida nuestro obrar por los otros, vivimos en el siglo XXI pero con una filosofía medieval que nos hace crear barreras entre teólogos, teólogas conservadores, progresistas y liberacionistas. Estas corrientes crean sus propias islas con sus propias vías de comunicación y de relación. Solo pasan aquellos que se identifican con sus códigos y normas.
Bonhoeffer sostiene que Dios se revela en la Palestina de Jesús entre los años 1 y 30 de nuestra era. Los historiadores como los teólogos han incorporado a nuestro sistema de creencias y de valores. Sin darnos cuenta nos han impuesto límites, nos han adoctrinado tanto que hemos olvidado de interpretar los hechos ontológicamente. (6) Nos hemos dejado seducir por lo axiológico que nos hace vivir en negación hacia las cosas de este mundo terrenal, esperando la irrupción de la Segunda venida de Cristo. Actitud valiosa y buena para considerar, pero se nos olvida interpretar los hechos y las acciones desde el ser –ahí, en nuestro caso el ser latinoamericano, en sus problemas y luchas, que incurre en las tomas de decisiones, a igual que en los tiempos de Jesús es la toma de opción a favor o en contra de Dios, y solo es posible como opción, unos por servir al Reino y otros a seguir alienados a los placeres del mundo terrenal, en cambio, Jesús mostró la opción de hacer ese Reino posible entre nosotros, por eso afirmaba “El Reino de Dios se ha acercado”. Dios creará un nuevo cielo y una nueva tierra. Pero, en esa nueva tierra estará presente su Reino que es una promesa. Dios espera de nosotros los creyentes hacer posible su Reino entre nosotros y nuestro prójimo, Dios no quiere seres místicos alejados de este mundo, sino que nos guarda de él. Pero somos ciudadanos de dos mundos, estamos llamados a leudar la masa con nuestras acciones ontoteológicas y axiológicas, donde todos y todas podamos vivir en igualdad de condiciones, en paz y sin violencia.

Referencias bibliográficas

1. Hilario Wynarcyk, Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina 1980 - 2001, Buenos Aires, UNSAM, 2009.
2. Estos temas los esbozaré en mi próximo artículo titulado: La postura de Bonhoeffer con respecto a la paz y la guerra.
3. Alejandro Zorzín, “La Violencia y la Paz en las teologías de Thomas Müntzer y Dietrich Bonhoeffer”, en Cuaderno de Teología, Buenos Aires, ISEDET, Vol. III, •# 4 (1986), pp. 287 – 288.
4. Ibíd., p. 288.
5. Sigo la traducción del texto en línea del Dr. Alejandro Zorzín, Dietrich Bonhoeffer, Gesammelte Schriften, Munich, 1958 – 1974, p., 279.
6. Zorzín, op cit., pp. 290 – 291.

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*Pastor. Dr. Luis Eduardo Cantero
Decano del Seminario Teológico Misionero Tiranno. El STMT forma a hombres y mujeres de Dios para los diferentes ministerios con un énfasis teológico y misionero. Si siente que el Señor te esta llamado para servirle al pastorado y las misiones, comuníquese con nosotros a secretariaacademicastmt@gmail.com
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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