"Mientras haya pobreza en el mundo habrá narcotráfico. Mientras siga siendo ilegal y los estados abandonen a las clases sociales marginadas este negocio seguirá existiendo”. Conozca la propuesta de Juan Pablo Escobar, quien ahora se llama Sebastián Marroquín, para salvar a los excluidos, los marginados, etc, de nuestros paises latinoamericano.
Durante el Festival de Cine de Guadalajara, en México, a donde acudió para participar de la presentación del documental “Los pecados de mi padre", del argentino Nicolás Entel, el hijo del ex zar de las drogas, Pablo Escobar, se presentó públicamente y pidió perdón a las víctimas de la violencia del narcotráfico.
Juan Pablo Escobar, quien cambio su nombre al de Sebastián Marroquín, también habló con la agencia francesa de noticias, donde recordó su infancia como hijo del narcotraficante más poderoso del mundo. Sin embargo, Marroquín no duda en señalar que el narcotraficante colombiano Pablo Escobar, era también un "padre como otros", que le leía cuentos y le transmitía valores.
Desde hace 16 años, tras la muerte de Pablo Escobar en la ciudad colombiana de Medellín el 2 de diciembre de 1993, cuando fue abatido por las fuerzas de seguridad en un enfrentamiento, su hijo ahora llamado Sebastián Marroquín escapó del país junto a su madre y su hermana, y se fue a vivir a Argentina, donde reside con su esposa y trabaja como arquitecto.
Marroquín recuerda haber recibido muchas ofertas para participar en documentales sobre su padre, pero había las había rechazado porque entendía que “de alguna manera querían glorificar el estilo gángster, aprovecharse de la historia para hacer un gran negocio”.
Sin embargo la idea del documentalista argentino Nicolás Entel, según reconoce Marroquín, “era distinta”, aún así, “tardó seis meses en convencerme" dijo durante la entrevista con la agencia francesa de noticias.
En el documental el hijo de Pablo Escobar habla de sus vivencias como hijo del "Zar de la cocaína". Pero también la cinta muestra momentos altamente emotivos, como es su encuentro con hijos de políticos colombianos que su padre ordenó asesinar en la década de los ‘80, como Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán.
"Los dos encuentros fueron muy intensos. Yo no podía creer que hubieran aceptado verme. La verdad que la sensación que nos quedó a las dos partes fue de alivio, de liberación. Nos dimos cuenta que el perdón es la única manera para que se llegue a la paz en Colombia, lo que no implica renunciar a la justicia", afirmó Marroquín.
También el hijo de Pablo Escobar recuerda que "cuando tuve la posibilidad de hablar con mi padre sobre su proceder se daban discusiones muy airadas, aunque respetuosas. Él me daba muchas excusas, que yo nunca validé pero que intentaba comprender. Me sentía entre la espada y la pared porque yo no iba a entregar a mi padre. Siempre viví en una dualidad, era como convivir con dos personas diferentes", confesó.
También Marroquín recuerda los intensos momentos que vivió tras la muerte de su padre, y su reacción amenazando públicamente con matar a todos los responsables de su muerte y como se retractó diez minutos después.
"Esos diez minutos para mí fueron un punto de inflexión. Diez minutos muy intensos que me esclarecieron sobre qué iba a pasar si yo seguía por la vía de la violencia. El panorama era tan tenebroso que ahí me dije que no iba a repetir la historia", afirmó
A los 32 años, Juan Pablo Escobar, quien ahora se llama Sebastián Marroquín es un arquitecto que se considera "pacifista" y que tiene una opinión muy clara sobre la situación del narcotráfico: "Mientras haya pobreza en el mundo habrá narcotráfico. Mientras siga siendo ilegal y los estados abandonen a las clases sociales marginadas este negocio seguirá existiendo. La única vía para hacerlo desaparecer es mediante la educación. Yo no sé qué hubiera pasado con mi padre si hubiera tenido la posibilidad de entrar a la universidad y ser un profesional", opinó.
Marroquín sabe que luego de "Los pecados de mi padre" nada será igual en su vida y espera que el documental sirva como una vía hacia la reconciliación en Colombia.
"La verdad que después de esta película me siento más delgado. Pero es una gran responsabilidad también. Creo que el documental no se termina cuando acaban los créditos sino que empieza ahí, en la vida real. El primer paso lo tiene que dar el ser humano, luego vendrán las soluciones desde la política", concluyó.
Durante el Festival de Cine de Guadalajara, en México, a donde acudió para participar de la presentación del documental “Los pecados de mi padre", del argentino Nicolás Entel, el hijo del ex zar de las drogas, Pablo Escobar, se presentó públicamente y pidió perdón a las víctimas de la violencia del narcotráfico.
Juan Pablo Escobar, quien cambio su nombre al de Sebastián Marroquín, también habló con la agencia francesa de noticias, donde recordó su infancia como hijo del narcotraficante más poderoso del mundo. Sin embargo, Marroquín no duda en señalar que el narcotraficante colombiano Pablo Escobar, era también un "padre como otros", que le leía cuentos y le transmitía valores.
Desde hace 16 años, tras la muerte de Pablo Escobar en la ciudad colombiana de Medellín el 2 de diciembre de 1993, cuando fue abatido por las fuerzas de seguridad en un enfrentamiento, su hijo ahora llamado Sebastián Marroquín escapó del país junto a su madre y su hermana, y se fue a vivir a Argentina, donde reside con su esposa y trabaja como arquitecto.
Marroquín recuerda haber recibido muchas ofertas para participar en documentales sobre su padre, pero había las había rechazado porque entendía que “de alguna manera querían glorificar el estilo gángster, aprovecharse de la historia para hacer un gran negocio”.
Sin embargo la idea del documentalista argentino Nicolás Entel, según reconoce Marroquín, “era distinta”, aún así, “tardó seis meses en convencerme" dijo durante la entrevista con la agencia francesa de noticias.
En el documental el hijo de Pablo Escobar habla de sus vivencias como hijo del "Zar de la cocaína". Pero también la cinta muestra momentos altamente emotivos, como es su encuentro con hijos de políticos colombianos que su padre ordenó asesinar en la década de los ‘80, como Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán.
"Los dos encuentros fueron muy intensos. Yo no podía creer que hubieran aceptado verme. La verdad que la sensación que nos quedó a las dos partes fue de alivio, de liberación. Nos dimos cuenta que el perdón es la única manera para que se llegue a la paz en Colombia, lo que no implica renunciar a la justicia", afirmó Marroquín.
También el hijo de Pablo Escobar recuerda que "cuando tuve la posibilidad de hablar con mi padre sobre su proceder se daban discusiones muy airadas, aunque respetuosas. Él me daba muchas excusas, que yo nunca validé pero que intentaba comprender. Me sentía entre la espada y la pared porque yo no iba a entregar a mi padre. Siempre viví en una dualidad, era como convivir con dos personas diferentes", confesó.
También Marroquín recuerda los intensos momentos que vivió tras la muerte de su padre, y su reacción amenazando públicamente con matar a todos los responsables de su muerte y como se retractó diez minutos después.
"Esos diez minutos para mí fueron un punto de inflexión. Diez minutos muy intensos que me esclarecieron sobre qué iba a pasar si yo seguía por la vía de la violencia. El panorama era tan tenebroso que ahí me dije que no iba a repetir la historia", afirmó
A los 32 años, Juan Pablo Escobar, quien ahora se llama Sebastián Marroquín es un arquitecto que se considera "pacifista" y que tiene una opinión muy clara sobre la situación del narcotráfico: "Mientras haya pobreza en el mundo habrá narcotráfico. Mientras siga siendo ilegal y los estados abandonen a las clases sociales marginadas este negocio seguirá existiendo. La única vía para hacerlo desaparecer es mediante la educación. Yo no sé qué hubiera pasado con mi padre si hubiera tenido la posibilidad de entrar a la universidad y ser un profesional", opinó.
Marroquín sabe que luego de "Los pecados de mi padre" nada será igual en su vida y espera que el documental sirva como una vía hacia la reconciliación en Colombia.
"La verdad que después de esta película me siento más delgado. Pero es una gran responsabilidad también. Creo que el documental no se termina cuando acaban los créditos sino que empieza ahí, en la vida real. El primer paso lo tiene que dar el ser humano, luego vendrán las soluciones desde la política", concluyó.
Fuente: voanoticias.com
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