El silencio para Ellul: “la ausencia de palabras es un misterio que conduce hacia Dios”,
Lo poético contiene una paradoja dentro de sí. ¿Consideras insignificante al lenguaje poético, en comparación con el discurso político y científico? Tienes razón, pero la poesía continuamente nos acerca la incertidumbre de la ambigüedad, junto con los dobles significados junto con los dobles sentidos, interpretaciones múltiples, trasfondos falsos y múltiples facetas. La palabra es siempre paradójica porque corresponde directamente a nuestra ambigüedad como personas . [1] J.E.
En ese gran libro que es La palabra humillada , Jacques Ellul no deja de reflexionar, desde loss prolegómenos, acerca del lenguaje poético y sus capacidades . Nada alejado de los postulados lingüísticos sobre la arbitrariedad de los signos, en su propia labor como escritor se situó ante la palabra con un respeto muy notable, al grado de que no publicó en vida su poesía.
Como se ve en el epígrafe, Ellul consideraba a las palabras como portadoras no solamente de significados múltiples sino también como expresión del ser humano, ontológicamente, en la línea existencialista de Martin Heidegger. Este paralelismo ha sido señalado por Jean-Pierre Jézéquel: “la meditación, el redescubrimiento del arte y en particular de la palabra, a la que atribuye un papel esencial en la develación del ser”. [2]
Su valoración teológico-lingüística del poder y, al mismo tiempo, de las limitaciones del lenguaje humano, lo hizo explorar, en ese volumen, la manera en que “la dictadura de la imagen”, en nuestro tiempo, ha avasallado las capacidades expresivas de lo escrito y hablado. Recurre también a la idea religiosa de “misterio” y escribe al respecto :
Ahora estamos llegando a la última característica a tener en cuenta acerca de la palabra: es el misterio. Lo más explícito y la palabra mejor explicada aún me lleva inevitablemente de regreso al misterio. Este misterio tiene que ver con la otra persona, a quien no puedo desentrañar, y cuya palabra me proporciona un eco de su persona, pero sólo eso. Percibo este eco, sabiendo que hay algo más. Este es el misterio que siento al reconocer espontáneamente que no entiendo bien o totalmente lo que dice la otra persona. Hay un misterio para mí en mi propia falta de comprensión, ya que puedo darme cuenta de ello. ¿Cómo voy a reaccionar? ¿Cómo puedo responder? Tengo la sensación de toda una zona de misterio en el hecho de que no estoy muy seguro de que he entendido correctamente. No estoy muy seguro de contestar. No estoy muy seguro de lo que estoy diciendo . [3]
Ese misterio contenido y desatado por la palabra en la poesía se multiplica y aumenta dada la polisemia que alcanza por el trabajo consciente de quien escribe a sabiendas del material que está en sus manos.
Con ello, Ellul se puso del lado de poetas-críticos como T.S. Eliot, Octavio Paz o Josef Brodsky, para quienes la marea del lenguaje rebasa las limitaciones temporales del escritor históricamente situado . Yannick Imbert, en su breve análisis sobre la sociología y la fe en sus poemas póstumos, destaca el celo con que Ellul asumió la labor poética: “La poesía hace a la persona, es la encarnación de una sabiduría personal día tras día. La íntima naturaleza de la poesía explica la dificultad para leer los poemas de Ellul. De hecho, él no había deseado, durante su vida publicarlos, pero también indicó que su poesía era una parte importante de sí mismo”. [4]
Como se ve en el epígrafe, Ellul consideraba a las palabras como portadoras no solamente de significados múltiples sino también como expresión del ser humano, ontológicamente, en la línea existencialista de Martin Heidegger. Este paralelismo ha sido señalado por Jean-Pierre Jézéquel: “la meditación, el redescubrimiento del arte y en particular de la palabra, a la que atribuye un papel esencial en la develación del ser”. [2]
Su valoración teológico-lingüística del poder y, al mismo tiempo, de las limitaciones del lenguaje humano, lo hizo explorar, en ese volumen, la manera en que “la dictadura de la imagen”, en nuestro tiempo, ha avasallado las capacidades expresivas de lo escrito y hablado. Recurre también a la idea religiosa de “misterio” y escribe al respecto :
Ahora estamos llegando a la última característica a tener en cuenta acerca de la palabra: es el misterio. Lo más explícito y la palabra mejor explicada aún me lleva inevitablemente de regreso al misterio. Este misterio tiene que ver con la otra persona, a quien no puedo desentrañar, y cuya palabra me proporciona un eco de su persona, pero sólo eso. Percibo este eco, sabiendo que hay algo más. Este es el misterio que siento al reconocer espontáneamente que no entiendo bien o totalmente lo que dice la otra persona. Hay un misterio para mí en mi propia falta de comprensión, ya que puedo darme cuenta de ello. ¿Cómo voy a reaccionar? ¿Cómo puedo responder? Tengo la sensación de toda una zona de misterio en el hecho de que no estoy muy seguro de que he entendido correctamente. No estoy muy seguro de contestar. No estoy muy seguro de lo que estoy diciendo . [3]
Ese misterio contenido y desatado por la palabra en la poesía se multiplica y aumenta dada la polisemia que alcanza por el trabajo consciente de quien escribe a sabiendas del material que está en sus manos.
Con ello, Ellul se puso del lado de poetas-críticos como T.S. Eliot, Octavio Paz o Josef Brodsky, para quienes la marea del lenguaje rebasa las limitaciones temporales del escritor históricamente situado . Yannick Imbert, en su breve análisis sobre la sociología y la fe en sus poemas póstumos, destaca el celo con que Ellul asumió la labor poética: “La poesía hace a la persona, es la encarnación de una sabiduría personal día tras día. La íntima naturaleza de la poesía explica la dificultad para leer los poemas de Ellul. De hecho, él no había deseado, durante su vida publicarlos, pero también indicó que su poesía era una parte importante de sí mismo”. [4]
Didier Schillinger, director de Editions Opales (que publicó Silences ) afirma: “Ellul me dijo que para él era la parte más importante de su obra”. Y sobre el poder evocativo de las palabras para él, pone un poema de ese libro como ejemplo:
En el bazar tomaré
la estrella y su banquete
el mirto y su cortejo
Edipo y su destino
Puesta en escena virtual
el aparador, va y viste
Y el azar ritual
me da la espalda – Se voltea
Poesía de observación vital, un tanto autocontenida y hasta tímida, que se acerca a las realidades del mundo y las reseña con delectación y sorpresa . Allí están siempre las cosas, pero ellas “hablan” desde el misterio de la palabra, al ser vehiculadas por ella.
El breve poema citado no deja de aludir figuras míticas y en otros textos de Silences, según refiere Imbert, recurre a imágenes tomadas de metáforas bíblicas, la literatura, la pintura o algunos eventos históricos. En el texto incluido aquí las alusiones son Electra, Medea , de Pierre Corneille y, por supuesto, Edipo Rey. Y agrega: “El poeta está jugando consigo mismo, con su imaginación y la vida, con las palabras y la experiencia, con la creatividad y la memoria. Pero en Electra, Medea y Edipo Ellul encuentra recapitulada la tragedia y el drama de la libertad humana y la responsabilidad. Aquí el poeta enfrenta la inescapable realidad de la elección, con la irremediable realidad de la vida”.
No es casualidad que ese libro aluda desde el título a lo contrario de la palabra, el silencio, pues, para Ellul, “la ausencia de palabras es un misterio que conduce hacia Dios”, en lo que siguió las lecciones del Eclesiastés, sobre el que meditó tan profundamente.
“La palabra es un misterio. El silencio, la ausencia de la palabra, también lo es”. [5] En Oratorio, como veremos, la palabra se despliega en esta misma línea, pero con otro registro.
Ellul, quien escribió tanta prosa, al asumirse como poeta enfrentó valientemente los linderos del silencio.
En el bazar tomaré
la estrella y su banquete
el mirto y su cortejo
Edipo y su destino
Puesta en escena virtual
el aparador, va y viste
Y el azar ritual
me da la espalda – Se voltea
Poesía de observación vital, un tanto autocontenida y hasta tímida, que se acerca a las realidades del mundo y las reseña con delectación y sorpresa . Allí están siempre las cosas, pero ellas “hablan” desde el misterio de la palabra, al ser vehiculadas por ella.
El breve poema citado no deja de aludir figuras míticas y en otros textos de Silences, según refiere Imbert, recurre a imágenes tomadas de metáforas bíblicas, la literatura, la pintura o algunos eventos históricos. En el texto incluido aquí las alusiones son Electra, Medea , de Pierre Corneille y, por supuesto, Edipo Rey. Y agrega: “El poeta está jugando consigo mismo, con su imaginación y la vida, con las palabras y la experiencia, con la creatividad y la memoria. Pero en Electra, Medea y Edipo Ellul encuentra recapitulada la tragedia y el drama de la libertad humana y la responsabilidad. Aquí el poeta enfrenta la inescapable realidad de la elección, con la irremediable realidad de la vida”.
No es casualidad que ese libro aluda desde el título a lo contrario de la palabra, el silencio, pues, para Ellul, “la ausencia de palabras es un misterio que conduce hacia Dios”, en lo que siguió las lecciones del Eclesiastés, sobre el que meditó tan profundamente.
“La palabra es un misterio. El silencio, la ausencia de la palabra, también lo es”. [5] En Oratorio, como veremos, la palabra se despliega en esta misma línea, pero con otro registro.
Ellul, quien escribió tanta prosa, al asumirse como poeta enfrentó valientemente los linderos del silencio.
[1] J. Ellul, The humiliation of the Word. Grand Rapids, Eerdmans, 1985, p. 25. Traducción española: La palabra humillada. Madrid, Ediciones SM, 1983. Texto completo del libro: www.jesusradicals.com/wp-content/uploads/humiliation.pdf.
[2] J.P. Jézéquel, “Jacques Ellul ou l’impasse de la technique”, en Journal du MAUSS, Mouvement Anti-utilitariste dans les Sciences Sociales, www.journaldumauss.net/spip.php?article743.
[3] J. Ellul, op. cit., p. 25.
[4] Y. Imbert, “Jacques Ellul’s poetry: sociology and faith have fused”, en www.transpositions.co.uk/2012/08/jacques-elluls-poetry-sociology-and-faith-have-fused-part-i.
[5] J. Ellul, op. cit. Estas palabras forman parte del final del segundo capítulo, “Los ídolos y la palabra”, que despliega un brillante análisis teológico.
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