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miércoles, 27 de octubre de 2010

Lutero y la Reforma protestante


Ahora que se acerca el 31 de octubre, día de la Reforma protestante, es bueno recordar la película sobre Lutero en la que el reformador aparece ante el gran público con el atractivo de un joven asombrado por el poder liberador de la Palabra de Dios. El protagonista de Shakespeare In Love, Joseph Fiennes, resaltaba su fragilidad con una humanidad, lejos de la figura monstruosa que ha fabricado de él la leyenda negra.
Por eso quien piense que la Reforma no es más que cuestión de política y crea que Lutero no fue sino un mero instrumento de los príncipes alemanes contra los campesinos, no reconocerá al personaje que tiene delante de la pantalla. Ya que en esta historia hay más Evangelio que en toda La Pasión entera de Mel Gibson. Porque el tema de esta película es en realidad la gracia de Dios, que nos revela a un Padre amante y lleno de misericordia.
La película arranca con la ya mítica tormenta por la que Lutero decide hacerse monje en Erfurt en 1505, a pesar de la oposición de su padre. Es allí donde conoce al vicario general de los agustinos en Alemania, Staupitz, magistralmente interpretado por el actor suizo Bruno Ganz, que tantas grandes películas hizo en el nuevo cine alemán con directores como Wim Wenders. Su habitual papel contenido adquiere aquí un singular dramatismo en este interesante personaje, que ha venido a ser prototipo del católicismo-romano más filoprotestante, siempre tan cerca, pero a la vez tan lejos de la Reforma. Para él, como para tantos católicos hoy, el problema del protestantismo es que no ve lo positivo que todavía hay en la Iglesia de Roma, aunque le recomienda leer la Biblia cada día, mandándole a Wittenberg para estudiar.

La famosa visita de Lutero a Roma ha sido rodada en Italia misma por este director británico, afincado en América, llamado Eric Till, que ha hecho hace poco una película sobre Bonhoeffer. Se detiene allí en el inmenso circo, en que se ha convertido la religión papista. Esta experiencia deja a Lutero escandalizado ante semejante espectáculo de manipulación, superstición e inmoralidad por parte del clero. Es esa pompa y lujo vaticano la que lleva a León X a hacer una venta masiva de indulgencias, que es mostrada en la película con todo detalle y exactitud histórica. Pero esta denuncia de la corrupción, lejos de verse como algo anacrónico, muestra una actualidad singular por su enfrentamiento contra toda tiranía y opresión espiritual. En ese sentido las noventa y cinco tesis de Lutero contra el comercio vaticano, no sólo inician un proceso de Reforma de la Iglesia el 31 de octubre de 1517, sino que siguen siendo una denuncia contra todo tipo de corrupción religiosa.
EL MENSAJE DE LUTERO
El mensaje de Lutero por eso va más allá que una mera declaración del valor de la libertad de conciencia. Pocas veces en el cine he visto un tratamiento tal de la Biblia como algo emancipador para el hombre.
Cuando tantos identifican hoy el cristianismo bíblico con fundamentalismos e integrismos religiosos, basados en un fanatismo peligroso, Lutero nos presenta la Palabra de Dios como una realidad liberadora
. Ya que entender que la autoridad del Papa no está por encima de las Escrituras, ni que los Evangelios pueden ser negados por las palabras de los hombres, lleva a una fe que ya no está basada en el consuelo, sino en la verdad misma. Es por eso que Lutero se niega a arrodillarse ante la autoridad de Roma, que
representa el cardenal Cayetano, porque su conciencia está ahora “cautiva de la Palabra de Dios”.

Es interesante también el papel que tiene la política en la Reforma. El apoyo del príncipe Federico el Sabio (interpretado aquí por un Peter Ustinov a punto ya de fallecer, pero lleno de una sabiduría e inteligencia que ya quisieran tener muchos actores jóvenes) hace posible la traducción de la Biblia. Es esta obra la que realmente produce la Reforma, pero también el redescubrimiento de la experiencia de gracia de Lutero. Pero ese apoyo de los príncipes en Augsburgo, con el que se cierra la película, se convierte en el abrazo del oso, cuando al final vemos los efectos de la guerra contra los campesinos. Es ahí donde vemos las consecuencias prácticas de la visión de Lutero sobre los dos reinos, que divorcia en cierto sentido la realidad espiritual de la temporal.
LUTERO, EL PERSONAJE
Lutero es presentado aquí también como alguien entrañable por su relación con el personaje de una niña minusválida llamada Greta, que aparece a lo largo de toda la película. Es como la afirmación de Jesús de que el Reino pertenece a los niños. Esa compasión de Dios por una criatura indefensa es la que resalta una y otra vez, como cuando entierra al enfermo mental que se ha suicidado en “campo santo”. Es en ese sentido que yo creo que esta es una historia sobre la gracia de Dios, aunque no se mencione nunca la palabra. Tampoco se habla por cierto de justificación, pero no hay mejor explicación que la que da Lutero en su emotivo sermón, cuando predica entusiasmado por el pasillo de la iglesia de Wittenberg. Ya que una de las virtudes de esta obra es precisamente su lenguaje, capaz de hacer entender las ideas centrales de la Reforma de una forma clara y sencilla, perfectamente comprensible para cualquier espectador.
Ese amor activo es el que destaca al final de la película en su relato del hijo pródigo, cuando le explica a los niños que el Padre corre en busca de su hijo. Es la asombrosa gracia de Dios, que se muestra en un hombre como Lutero, con todas sus debilidades, capaz de confesar a su esposa Catalina, que hay días que se siente tan deprimido, que ni siquiera se puede levantar de la cama. Es por eso que muchos creemos que la Reforma fue una obra de Dios. Ya que esta no es la historia de un gran hombre, sino de un gran Dios, que ama profundamente a criaturas tan miserables y atormentadas como aquel monje. Mi pregunta por lo tanto es: ¿Conoces tú también así el amor de Dios? Porque no hay nada que se le pueda comparar...

Escrito por José de Segovia

José de Segovia es la Dirección de Protestante Digital

Fuente: © J. de Segovia. ProtestanteDigital.com (España, 2010).

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