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jueves, 12 de diciembre de 2013

ATAQUES Y RESPUESTAS | Parte 1

Ante el clima enrarecido por ataques a templos religiosos y signos de intolerancia basados en legislaciones que atacan o amenazan a credos no oficiales, en tanto que otras normas amplían beneficios a la religión oficial, desde la Codirección elaboramos un cuestionario para que diferentes actores de nuestra sociedad nos brinden su visión sobre el presente y el futuro. En esta primera entrega el sociólogo Hilario Wynarczyk amplía el marco de pensamiento, haciendo un crudo análisis interno de las posiciones evangélicas. Un escrito para pensar y meditar, analizándonos a nosotros mismos…

1. ¿Por qué o con qué objetivos se ataca a una Iglesia?
Los ataques varían de acuerdo con los lugares, los momentos y las circunstancias. En la experiencia histórica de la Argentina sobresalen en la década de 1950 los ataques incendiarios a templos de la Iglesia Católica, entendida por quienes perpetraron las agresiones, como aliada del antiperonismo (“oligarquía”, “antipatria”).
En la década de 1960 hubo ataques a quienes sostenían la educación laica. En la década de 1980, los ataques periodísticos a las iglesias evangélicas (las pentecostales sobre todo) como “sectas” y supuestas avanzadas del neoconservadurismo estadounidense de Reagan. Estos ataques iban dirigidos también a una variedad de otras organizaciones de tipo religioso, desprendidas del campo evangélico, del yoga, de la cultura afroamericana –organizaciones que habían protagonizado escándalos notorios, y por este motivo resultaban una buena excusa para hablar de “sectas peligrosas”–.
En diversas épocas desde comienzos del siglo XX, hubo también en la Argentina ataques simbólicos y físicos a los judíos y sus instituciones, considerados parte de un poder oculto mundial (sinarquía). En todos estos casos aparece como un denominador común la creencia en que las religiones son vehículos de políticas (de igual modo que los mosquitos son vectores del paludismo).
2. ¿Los atacantes son enemigos de la fe o fanáticos religiosos?
Los agresores se movilizan empujados por componentes de fanatismo, ignorancia política, prejuicios y condiciones psicológicas para ser manipulados. Pero no se trata de enemigos de la fe.
En todo caso, enemigos de la fe de “los otros”. Así aparece, como un segundo denominador común, el espíritu de exclusión radical de quienes profesan creencias religiosas diferentes a las predominantes en la sociedad, la cultura o el sistema jurídico. El denominador común es la voluntad de reproducir el sistema social tal como está y una matriz de pensamiento autoritario.
3. ¿Quién gana o a quién le sirve el clima creado?
No hay evidencias que permitan sostener que alguien gana con estas acciones. Lo que emerge claramente en cambio, es que estas acciones funcionan como lo que solía llamarse “acción psicológica”, un término aparentemente extraído de los manuales militares, y bastante utilizado en la Argentina décadas atrás.
Los ataques crean zozobra en la población y pueden desviar la atención de otros problemas. El nazismo sería el caso emblemático de la propagación del odio que llevó a varios holocaustos y desastres, el de la población judía inocente asesinada (compuesta en gran medida por pequeños comerciantes y familias de clase media inferior que a nadie podían molestar), el de la nación alemana aplastada por la guerra que el hitlerismo desató y demencialmente sostuvo, el de los pueblos eslavos con más de 20 millones de personas muertas a raíz de la contienda, y el del Japón en las mismas circunstancias.
4. ¿Qué sabe la Iglesia Evangélica de persecución?
El sector pentecostal, de nuestras Iglesias Evangélicas en la Argentina, suele actuar como un tenue atacante religioso y cultural. Insisto en lo de “tenue”. Habiendo sido estigmatizado como las “sectas de Reagan”, ha sin embargo a su vez estigmatizado a los cultos afroamericanos, el yoga y el rock (sustituido éste por el rock evangélico), porque serían vehículos, vectores, de fuerzas demoníacas que se difunden en la sociedad y la cultura.
Esto es paradojal, porque los pentecostales y todos los evangélicos (también los afros y otras organizaciones), sufren un estatus jurídico de segunda clase en el derecho eclesiástico argentino que privilegia a solamente una Iglesia. La situación nos haría pensar en los versículos acerca de “con la vara con que vosotros medís, seréis medidos”, y en el movimiento de Jesús, considerado como una “secta” peligrosa cuyos adherentes (judíos entonces) eran capturados y matados.
Más atrás en la historia, Lutero como líder de la Reforma Protestante Oficial, contando con el apoyo de los nobles que quisieron dejar de ser súbditos del Vaticano, justificó el aplastamiento de un movimiento religioso y político extremadamente radical, conocido como “anabaptista”, dirigido por Thomas Müntzer, un sacerdote católico (el reformador Lutero también había sido sacerdote). Hasta la década de 1960 las iglesias evangélicas convivieron con la segregación pública de los negros en los Estados Unidos. Sin embargo fueron la base de sustentación de su abolición y brindaron un mártir, el pastor Luther King.
5. ¿Qué podemos esperar a futuro?
El futuro, y el futuro inmediato, es lo que nos debe preocupar. Todas estas reflexiones tienen valor únicamente cuando las llevamos hacia el tema del futuro. Si las prácticas de agresiones a templos siguen repitiéndose en nuestro país, como sucedió en los últimos tres meses, causarán mucho daño social y cultural porque remueven traumas argentinos escondidos en la memoria de las personas –y por consiguiente en la “memoria colectiva”–.
Los efectos en la cultura son muy dañinos, en la medida en que reproducen rasgos negativos ya presentes en la historia de la Argentina.
Las agresiones a las que nos referimos han incluido la que se dirigió contra una reunión en la Catedral Católica de la Ciudad de Buenos Aires durante un acto con presencia inter-religiosa. En este sentido es fundamental un estado de alerta crítica de parte de nosotros los creyentes, y en general de quienes creemos en la república democrática y los que soñamos un futuro de paz y prosperidad.
Es notorio, en la actualidad, un resurgimiento de la presencia pública de núcleos nacionalistas ideológicamente basados en el integrismo, lo cual significa, una posición unitarista que asocia la teología católica romana tradicional con la política; y que a la política la piensa en claves conspirativas con la presencia oculta de “fuerzas”. Son grupos demográficamente muy pequeños y radicalmente disidentes dentro de la propia Iglesia católica romana contemporánea, a la que la entienden como que cedió al Modernismo. Estos grupos abiertamente abjuran de la democracia, con un discurso muy elaborado en tal sentido. Hasta cierto punto podrían ser considerados casi cismáticos, o potencialmente al borde de un cisma, dentro de su propio culto. Sin embargo poseen un gran capital educativo y una fuerte orientación hacia la acción, rasgo inherente a su ideología integrista y militante.
El paradigma básico de corrientes de esta clase, sostiene que existen dos grandes fuerzas políticas malignas que son al mismo tiempo el comunismo y el liberalismo capitalista y masónico de los Estados Unidos junto con otras naciones afines. Y que el judaísmo internacional considerado como una fuerza oscura las manipula a las dos.
Los enemigos emblemáticos de esta forma de pensamiento conspirativo suelen ser José Stalin y Franklin Delano Roosvelt: dos figuras icónicas de los Aliados de la Segunda Guerra Mundial, además de Winston Churchill. Tal vez -dicho lo siguiente en términos de hipótesis- las causas de esta reverberación de la presencia pública podrían atribuirse mayormente, a partir de la asunción del papa Francisco, más que al rechazo a otros cultos, a las oposiciones al interior del propio catolicismo, en un movimiento versus lo que ya hemos mencionado aquí como la supuesta claudicación de los obispos frente al Modernismo y la sumisión de la tradición en beneficio del ecumenismo y el diálogo inter-religioso que incluye a los judíos y musulmanes.
 
Dr. Hilario Wynarczyk Doctor en Sociología (Universidad Católica Argentina, UCA)
Master en Ciencia Política (Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil, UFMG)
Licenciado en Sociología (Universidad de Buenos Aires, UBA)
Profesor de Metodología y Taller de Tesis (Universidad Nacional de San Martín, UNSAM)
Integrante de los consejos directivos de:
Asociación de las Cientistas Sociales de la Religión en el Mercosur (ACSRM)
Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR)
Pertenece a:
Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP)
Programa Latinoamericano de Estudios Socio-Religiosos (PROLADES)
Ha sido integrante del Consejo de Expertos de las Secretaría de Culto de la Nación
Investigador y escritor.
 
Fuente: Cordialmentepastorporlagente, 2013. 

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