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sábado, 17 de mayo de 2008

Bonhoeffer, una fe que implica una decisión

Segunda parte de una reflexión teológica ética y práctica de la vida y el pensamiento de Dietrich Bonhoeffer realizada por Luís Eduardo Cantero.

Dietrich Bonhoeffer (II)

Las palabras con las que Bonhoeffer comienza su primer sermón en 1925 dice “El cristianismo implica la decisión”. Solo se puede ser creyente si la fe que se dice profesar se traduce en una toma de decisión. Cuanto más importante sea lo que está en juego en la decisión, mayor será la angustia que conlleve. Kierkergaard afirma que solo cuando el ser humano pone en juego toda su existencia temporal a causa de lo eterno, se arriesga en el sentido propio del término. Este filósofo danés ve este heroísmo en la vida de Sócrates quien, a pesar de la incertidumbre objetiva, tuvo la creencia en la inmortalidad y de llegar a la muerte por esta fe. De la misma manera el cristiano debe saber que si permanece en retaguardia buscando razones objetiva para decidirse, acaba sustrayéndose a la acción de la providencia divina. La fe es decisión y decisión es por tanto la capacidad para asumir el riesgo que exige la fe en Jesús por los que sufren, aunque se trate del riesgo de la propia vida. Sostiene Carlos Eymar en su artículo titulado “A riesgo de la propia vida”.(1)
En su celda de los condenados a muerte, Bonhoeffer arrodillado oraba con fervor “Es el final, había dicho horas antes, pero para mí es el comienzo de la vida. Su vida y testimonio nos enseña que la fidelidad a Dios, a la iglesia de Jesucristo y la libertad del individuo están por encima de las ideologías totalitarias que pretendan instrumentalizarlas. La fe para nuestro teólogo en cuestión, es algo concreto, que mantiene la realidad ante Dios y que precisa la mundanidad (satanizada hoy día) para expresarse: es como poner en práctica la capacidad de ser auténticamente hombre (…). Es en la realidad del mundo que está oculta la verdad de Dios así como Jesucristo es, hasta la cruz, el responsable, el representante oculto del amor del género humano. Es también gratificante el dialogar con Bonhoeffer a la luz del necesario “dialogo con el mundo” que se ve compelido el creyente, el teólogo; postula la necesaria inserción en la realidad secular pero sin caer en la actitud de kenosis que algunos ven como imprescindible, declarándose equivocadamente bonhoefferianos, para actuar en el plano social y político. Siga leyendo en http://www.protestantedigital.com/new/nowleerarticulo.php?a=2121

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