¡Vos podes ayudarnos!

---
;

sábado, 11 de abril de 2009

Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz

Por Les Thompson.
Lo dicho por Jesús cuando moría en la cruz
1. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen
El odio es una barrera contra el perdón: Mateo 5:38-39 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. ¡Cristo en la cruz está volviendo la otra mejilla! ¡Increíble amor! ¿Por qué necesitaban perdón?—Mateo 18:21-22 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
¡No sabía la multitud que ellos intentaban matar a Dios! ¡Realmente no sabían quién era! Por su crimen todos urgentemente necesitaban el perdón de Dios el Padre. Nótese que Jesús no hace demandas de arrepentimiento. Esta verdad ha traído acusación de otras religiones de que el Dios de los Cristianos no hace demandas, es un Dios débil, indulgente. Con los musulmanes, si alguien roba, se le corta la mano. Todo pecado tiene que ser castigado, Alá no perdona arbitrariamente. Y entre los hindús está el concepto de la reencarnación: uno paga las consecuencias de su pecado en cada reencarnación, a la vez que tiene la oportunidad de mejorar al portarse mejor. Los cristianos, al contrario, reconocemos que la razón por la cual Jesús pudo decir, “Perdónales, porque no saben lo que hacen”, es que él (al ser Dios) en ese momento moría en la cruz, precisamente está pagando la pena del pecado de cada uno de los que le crucificaban —y también de los nuestros y los de todo el mundo.
2. Hoy estarás conmigo en el Paraíso
Habían tres cruces. La costumbre era colocarlas en forma de medio círculo, para que cada crucificado pudiera ver la agonía del otro, así agrandando o aumentando el sufrimiento. Trajo Jesús esperanza para todos nosotros —Lucas 23:35-45 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Si Jesús perdona al malhechor en la cruz sin pedirle nada más que su fe y confianza, ¡hay esperanza para todos nosotros!
Podemos confiar en las palabras de Jesús: “¡Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tu y tu casa! Dios solo pide que creamos en lo que su Hijo realizó en la cruz a nuestro favor. Nada más. El lo hizo todo, no hay mérito humano que valga ante Dios. Nuestros esfuerzos para salvarnos por nuestras obras representa un repudio de lo que ya hizo Jesús. Nuestra esperanza es eterna: ¡pues el Paraíso es eterno! La gracia divina no tiene límite —se extendió a un criminal. Sencillamente porque creyó en Quién era Jesús, el que moría a su lado… y sin poder hacer nada para ganársela. Igual con nosotros.
3. Madre, he aquí tu hijo… He aquí tu madre
¡Cuán importante es la familia! ¿Por qué Jesús no entregó a su madre a uno de sus hermanos, si es que los tenía? Es que ninguno estaba presente. Dice Juan 7:5 que ninguno de los hermanos creía en él. Y en verdad tenía hermanos: Dice Mateo 13:55- 56: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Jesús entendía que en tiempos de grandes sufrimientos necesitamos consuelo, y el consuelo demanda el amor y cariño de seres amados. Jesús, aún desde la cruz, satisface no sólo las necesidades de su madre, pero seguramente también las de Juan: obviamente necesitaba una madre. Jesús sabe consolarnos en nuestras pérdidas y gran dolor.
4. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todo sufrimiento grande es acompañado por dudas. No hay un gran dolor que no haya traído las palabras: “¿Por qué yo? / ¿Donde está Dios? ¿Porqué… porqué? Pero también las dudas nos pueden llevar a la fe, si realmente creemos y confiamos en el hecho que Dios es bueno, un Dios de amor: Job 1:21 Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. El pecado de la humanidad fue llevado por el Hijo de Dios: Habacuc 1:13 habla de Dios cuando dice: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio". Todo el mal, injusticia, desgracia, podredumbre del ser humano tuvo que ser cargado por Jesús en la cruz. Si no lo hubiera llevado todo, jamás pudiéramos nosotros reclamar su perdón y recibirlo. Reconozcamos el precio que tuvo que pagar Dios a cuenta de su amor: Juan 3:16: Porque de tal manera amo Dios al mundo…
5. Tengo sed
¡Cuanto sufrió Jesús en la cruz! Esta es sola una indicación. Meditando sobre las palabras de Jesús en la cruz, Francisco de Asís dice: Cuando llegué a estas palabras, me parecía que escuchaba el llanto de un pobre despreciado huérfano gritando: “¡Tengo sed!” Me pareció escuchar a los despreciados y maltratados en la tierra en un grito unísono decir; “¡Tengo sed!” Y esas palabras de Jesús cambiaron mi vida. Me dediqué, pues, a responder a esos gritos de los miserables y necesitados y despreciados de toda Italia. Jesús satisface nuestra sed: Dice Juan 19:26 que tomaron una esponja y la llenaron de un vino barato que tenían los soldados, y se lo extendieron a Jesús. Qué distinta es la manera maravillosa y amorosa y bondadosa en que Jesús satisface nuestra sed.
6. Consumado es
La expresión en ingles es TERMINADO ES, o CUMPLIDO ES, que creo nos ayuda a entender mejor lo que quería decir. Morir por los pecadores es lo que vino a hacer cuando dejó su trono en el cielo y descendió al mundo por medio de una jovencita judía que le cargó en su vientre unos nueve meses mientras el Espíritu Santo lo transformaba en hombre. Ese propósito redentor ahora lo había cumplido. Todo lo que el Hijo de Dios vino a hacer había terminado, se había cumplido y se había hecho a perfección. Nada en lo absoluto faltaba. El propósito de su sufrimiento fue cumplido: Había hecho mi salvación y la salvación tuya su prioridad…y ¡LO HABÍA LOGRADO! Tenemos, a cambio, la seguridad del amor de Dios. Para verificar que había aceptado su sacrificio en nuestro lugar, Dios lo resucitó, y como dice el texto, lo exaltó: "Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:9-11).
7. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
Cuando muy pequeño mi madre, una muy fiel y piadosa presbiteriana, me enseño las siguientes líneas, las cuales yo oraba cada noche al acostarme —y me han servido hasta el día de hoy: Me acuesto ahora a descansar, Y pido a Dios mi alma cuidar; Si muriera antes de despertar, Pido a Dios mi alma llevar. Eso fue lo que hizo Jesús en la cruz—descansar en su Padre Dios: “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Al cabo de todo, sólo es en Dios que podemos confiar. A su vez,
por lo que hizo el amado Hijo de Dios a nuestro favor, él nos da la confianza de descansar en el perdón y en la eterna salvación que me ganó ese bendito Hijo. Sé que Jesús fue a la cruz con el fin de morir en mi lugar, y tomar allí el castigo que yo merecía. Con esa seguridad, igual que el ladrón que estuvo a su lado, puedo descansar en el hecho que él me llevará a su eterno Paraíso. A su vez, toda esta verdad me hace consciente de que después de esta vida toda persona va a uno de dos posibles destinos: el infierno (si es que no he aceptado el remedio que el Único Hijo de Dios realizó a nuestro favor), o al cielo, ese paraíso al cual nos ha abierto la puerta Jesucristo.
Fuente: Ministerio logoi

No hay comentarios: