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sábado, 25 de septiembre de 2010

Sardis: la indiferencia espiritual

Por. J.A. Monroy, España*

Aquí concluyo los breves comentarios a las siete iglesias que menciona el Apocalipsis en sus tres primeros capítulos. La que se escribe a Sardis da lugar a unas reflexiones sobre la indiferencia espiritual.
La carta a la iglesia en Sardis es la más severa de las siete.
La vida cristiana había llegado a importar tan poco a esta iglesia que Cristo dice de sus miembros que tenían nombres de vivos y estaban realmente muertos.
Eran muertos que hablaban y caminaban.
De cristianos sólo tenían el nombre.
Un muerto no habla. No comunica.
Un cristiano espiritualmente muerto tampoco lo hace.
Excepto en algunas películas de terror, en las que los muertos dicen levantarse, en la realidad los muertos no andan, no se mueven.
Tampoco los cristianos que están espiritualmente muertos.
El muerto es totalmente inútil en la sociedad.
Su cuerpo ha pasado por el crematorio o está enterrado en algún cementerio.
Un cristiano muerto es inútil para el servicio de Dios y de Su Iglesia.
El Taj Mahal fue construido entre 1632 y 1653 por Sha Yahán para honrar a su esposa, con quien llevaba catorce años casado. Fue construido en mármol blanco y brilla hasta hoy como una joya junto a la ribera de un ancho río. Alrededor tiene cuatro torres de mezquita que ocupan las esquinas de una inmensa plataforma de piedra y arena roja sobre la cual reposa toda la edificación. El exterior de la estructura de mármol blanco tiene incrustadas piedras negras de ónice con diferentes formas que representan alguna citas del Corán. En el interior todas las paredes y el techo cuentan con incrustaciones de piedras semipreciosas con diseños florales.
Cuesta imaginar el nivel de minuciosidad y destreza que se requirió para ejecutar y finalizar un proyecto de esa magnitud, que involucró a veinte mil obreros cualificados y tardó veinte años en completarse. En primer lugar, ¿podemos imaginar con qué clase de amor se concibió la realización de un proyecto así? Al final de todo, el romántico y acaudalado Sha que no escatimó cosa alguna por ver realizado su sueño, fue derrotado por la muerte: la muerte de su amada esposa, así como su propia muerte. ¡El Taj Mahal es una tumba!
Fastuosa, brillante, famosa, una de las maravillas del mundo, pero sólo una tumba.
A pesar de tan grave acusación contra aquellos cristianos y contra todos los que están en su misma situación, Cristo tiene también para ellos un mensaje de esperanza.
Les dice: “Permaneced vigilantes sobre las cosas buenas que aún no han muerto”. “Arrepentíos de vuestra situación”.
Y concluye alabando a las minorías que aún no han manchado sus vestiduras, para que no caigan en la misma muerte espiritual.

*J.A. Monroy es escritor y conferenciante internacional.

Fuente: © J.A. Monroy, ProtestanteDigital.com (España, 2010).

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