¡Vos podes ayudarnos!

---
;

martes, 14 de agosto de 2007

JESUS Y LAS PRIMERAS COMUNIDADES APOSTOLICAS. PISTAS PARA UNA PASTORAL URBANA

A través de la historia del cristianismo, hemos aprendido a conservar y a mantener una distancia en materia política. No queremos involucrarnos en proyectos de construcción de sociedad, ni mucho menos predicar desde los púlpitos la importancia de ser gestores de una nueva sociedad contemporánea; una sociedad que debería estar libre de toda ideología neoliberal, etc., que no sólo sea construida para el goce mercantilista. Hoy todo gira en torno a un modelo que sólo satisface a un grupo social, comúnmente llamado: “los poderosos” “los ricos”. Pero, que éste grupo sea el que domine, se debe a la negligencia de nosotros los cristianos, de la no participación a los grupos minoritarios y populares que con su pancartas piden un espacio para ser oída. En esta pequeña reflexión queremos buscar pistas que nos sirvan emprender una pastoral urbana. Para ello nos apoyamos en las ideas de Ume Wagner, en su artículo titulado Aspectos de la ciudadanía en el movimiento de Jesús y las primeras comunidades apostólicas.[1] El objetivo que perseguimos es que cada uno pueda hallar pistas que le sirvan a emprender una pastoral y que las compartamos con los demás...

El artículo intenta demostrar que Jesús valorizó y dignificó a las personas, que por su condición social o estigma moral, eran marginadas y separadas de la vida social y religiosa. Teniendo presente esta meta, nos adentramos en el artículo, éste comienza definiendo ¿Qué es ciudadanía? Es definida como potencia humana de hacerse sujeto para hacer historia propia y colectivamente organizada. Para el proceso de formación de esa competencia algunos componentes básicos, como la educación, la organización social, política, cultural y sobre todo el proceso de emancipación (…). El desafío mayor – como nos dice él mismo – está en la pobreza política, que está en la raíz de la ignorancia acerca de la condición de masa del sector obrero. No ciudadano es, sobretodo, quien por estar cohibido de una toma de conciencia critica de la marginación que le es impuesta, no se da la oportunidad de conocer una historia alternativa y organizarse políticamente. Entiende la injusticia como destino. Esto lo que llama la atención a Wagner sobre el hecho de que la ciudadanía por si sola no representa, todavía, una solución efectiva para la construcción de una democracia libre y soberana. Dentro de los ropajes que encontramos la ciudadanía son:

Tutelada. Es aquella que se tiene como concesión desde los sectores superiores. En la reproducción de la pobreza política de las mayorías, no se da suficiente crítica y competencia política para sacudir la tutela. La derecha apela hacia el clientelismo. Esta ciudadanía es propia de una ideología liberal que propone un estado subsidiario y privatizado por las oligarquías… La segunda, la asistida. Cultivada en ciertos círculos de izquierda, que presenta un grado un poco más elevado de conciencia política, caracterizándose por la reivindicación del derecho a la asistencia, derecho reconocido en cualquier democracia. La inserción de la población en un sistema falto de beneficios estatales, este es propio de las ideologías neoliberales, con un estado protector de políticas. Y finalmente, emancipadas. Visualiza la construcción de una sociedad alternativa, con base de sustentación en la organización popular, en la aptitud laboral y en el principio de igualdad de oportunidades. Su preferencia es una política social de desarrollo humano sustentado.

Lo anterior se relaciona con los principios bíblicos de la Palabra de Dios. Porque ella la cuestión de la ciudadanía cobra valor; por ejemplo el N.T nos narra la continuidad de esta historia y luchas. En las páginas que siguen, Wagner procura esbozar los reclamos de la ciudadanía que él encuentra en los sinópticos y las cartas paulinas. También, nos propone en primer lugar entender de qué manera concebir a Dios, la fe y las responsabilidades cristianas y como éstas determinan si el cristianismo se aliena o desalinea de los sistemas imperantes…Y segundo, no hay en la Biblia una separación entre lo religiosos y lo profano. Si su mensaje es favorable a la ciudadanía, lo será tanto con relación a la esfera de lo religioso como también con relación a las demás esferas de la vida, como social, cultural, económica y/o política. Concluye, Wagner que Jesús y su movimiento presenta una tendencia muy fuerte contraria a mecanismos de selección y segregación existentes en los más diversos sectores de la sociedad de su tiempo. Esto explica que Jesús se hace abogado y defensor de las personas o grupos excluidos de los sistemas gubernamentales de su época.

Y nos desafía que ser ciudadano de (x) ciudad implica participar en la construcción de lo nuevo. La palabra participación no tiene hoy la fuerza que tuvo en los años anteriores. La prioridad actualmente está mas en lo individual y subjetivo, fomentados por el postmodernismo. Cuando el asunto de la ciudadanía, sin embargo, la participación asume una importancia decisiva, pues donde no hay participación en la construcción de una sociedad, esta tarea es delegada a terceros que, fácilmente, son motivados por intereses ajenos al evangelio. El resultado es que no se construye una nueva sociedad, sino que se afirma la vieja sociedad excluyente y opresora. Por eso, las iglesias son señal de presencia y actuación del Espíritu entre los cristianos. El Espíritu Santo da cada creyente dones y talentos para que los uses para bien de la comunidad. Ahora, estas personas no solo deben servir dentro de la iglesia, sino que debe expandir su territorio y ese territorio es el espacio secular, donde hay una pluralidad de espacios y oportunidades para que ellos pongan sus conocimientos a favor de una sociedad justa donde todos y todas podamos vivir en igualdad (…).

[1] Wagner, Ume, en RIBLA, 32 (1999) 82 – 94.

No hay comentarios: