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jueves, 16 de agosto de 2007

KARL BARTH: 'EL TEÓLOGO DE LA PALABRA ENCARNADA: CRISTO

Por. LUÍS EDUARDO CANTERO, Argentina.
Autografía:
Karl Barth, es considerado uno de los más influyentes teólogos del siglo XX. Nació en Basilea, 1886 1968), su padre Fritz Barth, fue profesor de Nuevo Testamento e historia de la iglesia primitiva. Autor de una obra conocida y útil acerca de los problemas principales relativo a la vida de Jesús. Estudió en las universidades de Berna, Berlín y Tubinga. Una vez graduado, sirvió como pastor durante doce años en un pequeño poblado agrícola-industrial en Suiza.[1] No es por accidente su teología se halla íntimamente unida a la predicación. Su teología surgió de un sentimiento profundo de los misterios y perplejidades que supone la tarea del predicador. Intervino en los conflictos entre patronos y obreros y organizó la acción sindical.
Profundamente afectado por el desastre que había significado en Europa la Primera Guerra Mundial, y desilusionado por el derrumbe de la ética del idealismo religioso, empezó a cuestionar la teología de sus maestros alemanes y sus raíces en el racionalismo y el historicismo.[2] Esto lo llevó a unirse al Partido Social Demócrata, lo que provoco que los obreros de Safenwil le llamaran “el compañero o camarada pastor.” Y sus enemigos lo tildaran de “el pastor rojo”.[3] En febrero 14 de 1915, ofreció una conferencia bajo el titulo de Guerra, socialismo y cristianismo cuya tesis se resumía en que “un verdadero cristiano debe hacerse socialista, si realmente está por la renovación del cristianismo; y un verdadero socialista debería hacerse cristiano si seriamente apoya una renovación del socialismo.” Como vemos, Barth mantuvo una relación muy estrecha entre su teología y su ética con contenido social y político.[4]
En 1919 se publica en Berna, su obra principal, Carta a los Romanos, y en 1922 reaparece una versión totalmente reformada que señalaba ya su orientación teológica futura. En el año 1921, Barth es invitado a llenar la cátedra de Teología Reformada en la Universidad de Gotinga y cuatro años mas tarde fue a la Universidad de Münster (1925). En 1930 fue nombrado profesor de la Universidad de Bonn, y a partir de entonces empiezan a aparecer los primeros tomos de su Dogmática eclesial.[5] En la cual reflexionó sobre el contenido de la palabra evangelio como fuerza de Dios para salvación de quien en Él cree, como buena noticia eficaz para el ser humano angustiado y perdido entre dos guerras mundiales. Pero en 1935 es separado de su cátedra por el Gobierno Nazi, por no aceptar el juramento de lealtad al Füher, pasando a ser profesor en Basilea, donde permaneció hasta su muerte. Para Barth, la teología es servicio de la Palabra de Dios.
Su tarea es la de escudriñar el mensaje de la iglesia, viendo su concordancia o discordancia con la revelación cuyo testimonio se halla en la Biblia; y corregir tal proclamación cuando se haya apartado del camino debido.[6] Como dice Calvino, todo verdadero conocimiento de Dios nace de la obediencia. Y la dogmática es un acto de fe obediente, un acto que ocurre a la vista de Dios[7]. No hay técnica alguna para convertirse en maestro efectivo de esta dogmática. Solo cuando Dios desea revelárnoslas es que podemos conocer las cosas divinas. Solo en actitud de ovación puede llevarse a cabo la verdadera tarea dogmática.
En su obra y pensamiento, Karl Barth manifiesta una gran independencia. Su labor teológica lleva la impronta de un retorno a la Biblia, de un contacto vivo con los problemas actuales de la iglesia y la sociedad, y de una labor continua en contacto inmediato con el pueblo. Su doctrina está en constante evolución. En su trato con la Biblia, Barth descubre a Cristo como el centro de la Revelación. Su teología será cristología. Veamos algunos puntos claves de su teoría:
Barth descubre pronto que toda la teología liberal allí adquirida no lo capacitaba para hablar de “la Palabra de Dios”, para aplicarla a la realidad cotidiana. Como lo expresamos en su la biografía, la ruptura categórica con las facetas más liberales de la teología evangélica se hacen efectivos por medio del Comentario a la Epístola a los Romanos, escrita en 1919. La actitud de Barth será también de confrontación cuando el poder nazi pretendió transformar la raza aria en la culminación de la revelación. En este caso, el no de Barth es rotundo; y se hace también manifiesto en el Sínodo de Barmen. En el mismo se pronuncia: “Jesucristo, según el testimonio que de él nos dan las Sagradas Escrituras, es la única Palabra de Dios”[8] A partir de su “Introducción a la Teología Evangélica”, la teología Barthiana será tachada de “dialéctica”, “neo-ortodoxa”, y como “teología de crisis”[9]
Para Barth, la gracia es aquella Palabra que nos hace reconocer como pecadores, que abre luz sobre nuestras almas y deja ver el pecado. Sólo por gracia de Dios, es que vemos nuestro error, y por su misma sola Gracia es que estamos invitados a “volvernos al Señor”. Barth la comprende como el mensaje que nos hace ver como pecadores, aún en nuestros momentos de mayor gloria. Incluso cuando el hombre crea estar actuando con mayor justicia estará incurriendo en pecado, y allí también se introduce la Palabra del Señor, recordándonos que como seres humanos, somos pecadores por naturaleza. Pero aún así, Dios no deja de poner su Palabra en nosotros, de proyectar luz en la oscuridad, de hacernos ver como verdaderos pecadores. Como sabemos, el perdón divino viene con el arrepentimiento del hombre; pero este arrepentimiento no sale del ser humano, sino que es puesto por Dios en nosotros. Ergo; sólo por la Gracia de Dios nos conocemos a nosotros mismos, vemos nuestra falencia y nos reconocemos como pecadores.[10]
En 1934 escribió un ensayo (Nein! Antwort an Emil Brunner-¡No! Respuesta a Emil Brunner), en el que denunciaba a los antisemitas "Cristianos Alemanes," que intentaban pervertir el cristianismo histórico por medio de adaptar la teología a la nueva ideología nazi. Mientras el lema de éstos era "Cristo y Hitler", Karl Barth interviene decisivamente oponiendo el señorío absoluto de Cristo en su doctrina de la relación Iglesia-Estado. Desde la ascensión de Hitler al poder, Barth mantuvo una verdadera lucha por la iglesia. Contra los esfuerzos del régimen nazi de establecer una iglesia 'cristiana alemana', Karl Barth funda junto con otros (Dietrich Bonhoeffer) la llamada Iglesia Confesante como reacción vigorosa e indignante contra el régimen nazi. En 1934 tiene lugar el Sínodo de Barmen, cuya Declaración, preparada por Karl Barth, expresa la convicción de que el único modo de ofrecer resistencia a la secularización y paganización de la Iglesia en la Alemania nazi es adherirse firmemente a la doctrina cristiana.
Aunque era ciudadano suizo, Karl Barth no pudo ser inmune a la persecución; su rechazo a una alianza incondicional con el Führer le costó en 1935 la cátedra de teología en Bonn. Sin embargo, rápidamente le fue ofrecida la cátedra de teología en su ciudad natal, Basilea. Desde entonces hasta el final de la guerra, Karl Barth continuó luchando por la causa de la Iglesia Confesante, la causa de los judíos y la de los oprimidos en general. Después de la guerra, siguió manteniéndose muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y prestigio ejercieron una profunda impresión cuando dirigió su discurso inaugural en la Conferencia del Concilio Mundial de Iglesias celebrado en Ámsterdam en 1948. También, años más tarde visitó Roma para seguir el Concilio Vaticano II (1962-1965), acerca del cual escribió con característica gracia y humor Ad limina apostolorum.
En 1957, el teólogo católico Hans Küng efectúa su tesis doctoral en teología en la Sorbona de París con el tema: Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica. En su autobiografía Libertad Conquistada, Hans Küng explica por qué elige para su tesis doctoral a Karl Barth:
“Ningún teólogo protestante de este siglo cuenta, por razón de su lucha contra el nazismo, con una autoridad más grande; ninguno con una obra más amplia y más profunda por amor de su ingenio y su incansable trabajo. Personalmente me siento ampliamente pagado por mi trabajo sobre la justificación de 1957: me aporta cosas decisivas para toda mi vida, para mi espiritualidad y mi concepción de la libertad del cristiano. No hay cosa más emocionante que conversar con una persona de su carácter, sabiduría y fe, de su humanidad y humor.
De un golpe aparece en mi vida entera lo liberador y consolador de este mensaje que espero conservar siempre: la fe confiada del cristiano. Que al final y definitivamente yo sea justificado no depende de lo que decidan sobre mí mi entorno o la opinión pública. Tampoco depende de la facultad o la universidad, ni del Estado o de la Iglesia. No depende tampoco del Papa; y menos todavía de mi propio juicio. Sino de una instancia totalmente otra: del propio Dios oculto, en cuya misericordia puedo, a pesar de todo, yo, que no soy un hombre ideal sino una persona humana e incluso demasiado humana, tener hasta el final una confianza absoluta. "In te, Domine, speravi, et non confundar in aeternum", como se dice al final del himno Te Deum: "En tí Señor, puse mi esperanza; que no me vea confundido para siempre."
[11]
Quiero concluir con una frase de Karl Barht:
"¿Buena fe? Nunca me la permitiría. Cuando sea llamado ante mi Dios y Señor, no me voy a presentar con una cesta a la espalda llena con mis obras completas; todos los ángeles se echarían a reír. Ni tampoco diría para mi justificación: siempre tuve buena intención, 'buena fe'. No, me presentaré allí con las manos vacías y solo me parecerá oportuno decir: 'Dios, ten misericordia de este pobre pecador'"

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[1] Hugo, Mackintosh. Corrientes teológicas contemporáneas. Shleiermacher hasta Barth. Buenos Aires: METHOPRESS, 1964. Pág. 245
[2] Sergio, Arce Martínez. Teología sistemática. Prolegómenos. Quito: Departamento de comunicaciones CLAI, 2002. Pág., 66.
[3] Ibíd., pág. 69.
[4] Ibíd., Pág. 66 – 67.
[5] Mackintosh, op, cit. Págs. 245 – 246.
[6] La teología cristiana, y con ella su servicio a la comunidad, así como su derecho a una existencia peculiar entre otras ciencias, depende únicamente de que, teóricamente reivindique el honor de la autoridad de la Biblia tal como queda definida y prácticamente, la haga fecunda. Kart, Barth. Ensayos teológicos. Traducción Gancho. Barcelona: Herder, 1978. Pág. 188
[7] Karl, Barth. “La palabra soberana de Dios y la decisión de fe”, en la restauración posliberal y la teología dialéctica. Pág. 111.
[8] José Míguez Bonino, “La introducción al texto” Karl, Barth, Introducción a la teología evangélica, Buenos Aires, Aurora, 1986, p. 11 – 12.
[9] Luis Eduardo Cantero, Karl Barth: su aporte a la teología latinoamericana ¿podrá existir una relación entre Barth y hoy?, Buenos, Aires, Material inédito, 2006.
[10] Míguez Bonino, Op, cit. pp. 41 – 49.
[11] Hans Küng, Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica, Trotta, 2003

Por. LUÍS EDUARDO CANTERO.
Nota: Se me habia olvidado colocarle mi autoria. Gracias por los comentarios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Este es un estudio completo y responsable sobre Kart Barth. Me alegro de haberlo leído por que amplia mis conocimientos en relación a la vida y la obra del Teólogo.
Gracias,
María de los A. Marrero

Anónimo dijo...

simplemente hermoso! excelente articulo, corto pero sustancioso, gracias.Karl Barth considerado por muchos el más grande teólogo protestante del siglo XX.

Anónimo dijo...

solo puedo hacer una comparacion simil de karl barth con isaias, ezequiel y todos los demas que trasmiten la palabra fielmente. jeremias 23-28 El profeta que tenga un sueño que cuente su sueño, pero el que ha recibido mi palabra trasmite mi palabra de verdad. Jorgeyo1948@hotmail.com. God bless you.

Anónimo dijo...

Gracias por el artículo, ha sido interesante y edificante. me a aportado datos interesantes que desconocía, y nos muestra que definitivamente, Barth es lo más parecido al Lutero del siglo XX, con su valor para contrarrestar el dogmatismo y el error del liberalismo, tal como lo hizo Lutero contra el absolutismo irracional del Papado de su época.

W.Aránguiz