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viernes, 24 de octubre de 2008

La espiritualidad reformada en un mundo cambiante (Ez. 3.1-5; Ap. 19.1-10)

Leopoldo Cervantes-Ortiz, México

1. Lecciones proféticas y apocalípticas
Los profetas del Antiguo Testamento y los autores apocalípticos del Nuevo Testamento tienen mucho que decirnos en relación con la dinámica de una espiritualidad que permita afrontar las exigencias de un tiempo crítico como el que siempre se vive. A la luz del movimiento del Espíritu atento a responder al clamor de la humanidad sufriente, unos y otros experimentaron y promovieron una forma de ver cara a cara a su Dios y los vaivenes de un mundo que a veces no entendían lo suficiente, pero ante el cual llevaron a cabo una práctica congruente con su fe. Ezequiel, por ejemplo, fue llevado por el Espíritu (es decir, obligado) a acompañar a los exiliados en Babilonia. Allí, su primera acción es totalmente pasiva y necesaria: guardar silencio, escuchar y percibir el ambiente, la situación real. Y es que, a veces, los hombres y mujeres de fe hablamos demasiado. La actitud de silencio y escucha tiene una vertiente mística (hacia Dios) y otra de humildad (ante la realidad). Ver y oír en silencio es el primer paso para la comprensión y la simpatía. Antes de tomar una postura u optar por el servicio y la misión es necesario callar y prestar atención. La llamada “honestidad con lo real” puede y debe comenzar con la concentración ante los hechos. Ezequiel tuvo que aprender a convivir con los exiliados, pues aunque la historia enseña que su situación no fue tan extrema para ellos, el cambio de lugar y contexto hacía que el trato entre ellos y hacia Dios fuera completamente distinto. Habían perdido su nación y, sobre todo, la libertad de movimiento. Se trataba de una verdadera hecatombe social, política y espiritual. Había que comenzar de nuevo, desde cero, desde nuevas coordenadas en todos los sentidos. Dios había impuesto una atmósfera de castigo y culpabilidad a partir de la cual había que vivir, luchar y levantarse. Se necesitaba una espiritualidad nueva desde el exilio.
Ezequiel, mezcla de sacerdote y profeta, estaba ligado a la tradición por lo primero, pero por lo segundo sabía muy bien que la frescura de la Palabra divina exigía un cambio radical en las percepciones de lo sagrado y lo relevante para la vida. La espiritualidad para ese momento sería el marco de referencia para empujar a la comunidad hacia un nuevo futuro, libre ya de monarquías, templos e intereses desviados de la genuina voluntad de Dios, es decir, de la fraternidad verdadera que produjera igualdad entre los integrantes del pueblo, libres ya de la tutela de una casa real que manipulaba la religiosidad popular.
Los apocalípticos, por su parte, veían la gloria de Dios, aspiraban a ella en medio de la desolación de la persecución y del martirio. Lo primero que percibían era que Dios ya había llevado a cabo su plan de oposición radical a quienes sometían al mundo con su voluntad férrea de confrontación con su voluntad. Literalmente, veían ese triunfo no como una posibilidad sino como algo ya realizado, cumplido. Ése era el fundamento de su espiritualidad, una espiritualidad de resistencia ante la certeza de quién verdaderamente gobierna el mundo. No era Roma, ni el César, sino el Cordero de Dios que había sido inmolado para la salvación de la humanidad. La alabanza de la creación entera se fundamenta en esa comprensión. El gran banquete al que son convidados los redimidos es un símbolo mayor de la cercanía con ese Dios que ha apostado por ellos/as. La realeza y el poder del Hijo de Dios son celebrados a partir de una conciencia probada de que es él el gobernante pleno de este mundo. El lenguaje gráfico y simbólico intenta describir con imágenes vívidas la esperanza en la intervención directa de Dios, quien sigue muy de cerca los acontecimientos y ha tomado partido por los seguidores de Jesús y promotores incondicionales del Reino de Dios. La lección espiritual es muy clara y exigente: asumir el gobierno de Dios como una premisa que desemboque en todas las áreas de la vida para transformar el mundo según su voluntad. Pulsar para continuar leyendo
Fuente: Lupaprotestante

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