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miércoles, 8 de octubre de 2008

Nuevo libro del Dr. Jorge A. León: "Hacia una evangelización restauradora"

Presentación del libro de Jorge León: Hacia una evangelización restauradora, SAGEPE, Buenos Aires, 2008 Dr. René Krüger.
Krüger es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Titular de Biblia/Nuevo Testamentodel Instituto Universitario ISEDET y experto en idiomas bíblicos.
Al recibir la invitación a esta presentación, mi primera reacción fue: “¿Otro libro más sobre evangelización? ¡El mundo ya está lleno de libros así!” Pero igualmente apliqué el principio jurídico in dubio pro reo y traté de acercarme objetivamente al texto, más aún porque el autor no era un simple “reo”, sino alguien especial. Mi segunda reacción, una vez habiendo recibido primero el pdf del libro y luego su versión impresa, y luego de ver el índice, fue una grata sorpresa. Era un índice desacostumbrado en libros sobre este tema. Constato que mientras muchos artículos, libros y conferencias sobre este tema profundizan y sobre todo “superficializan” la metodología y pretenden saberlo todo sobre cómo evangelizar, trivializando muchas veces qué es lo que se comparte en ese proceso, Jorge logró escribir un libro que habla mucho más de los contenidos y el encuadre de la evangelización, sin obligarle a nadie a aceptar una determinada metodología. Es cierto: en materia de evangelización no hay que dar nada por sentado; y menos aún se debe creer que todo el mundo ya sabe cuáles son los contenidos, y que sólo es cuestión de saber bien cómo transmitirlos. El resultado de esa abismal falta de contenido evangelístico con sólidos fundamentos bíblicos hace que muchas campañas se parezcan más a lavados de cerebro, aceleración de las glándulas lacrimales y alimentación chatarra para los sentimientos volcados así a favor del kiosco o boliche de este o de aquel pastor que se arma “su iglesia”, en vez de ser procesos de construcción de cambios profundos hacia el ser plena imagen de Dios, como lo destaca Jorge mismo con solidez y una dosis de sutil ironía, casi al estilo de Jesús. Así que lo primero que valoro que aquí tenemos un libro que nos propone contenidos, y por cierto, bien sustanciosos. Me sorprendieron dos entradas peculiares, para nada frecuentes en tratados sobre evangelización, y seguramente Jorge mismo tendrá mucho material para analizarme ahora y decirme por qué elegí justamente los dos temas en los que me quiero detener en esta presentación: – El ser humano como imagen de Dios; – Buenas nuevas a los pobres; agregando luego una serie de observaciones generales. Como es imposible agotar en una breve presentación toda la riqueza de este libro, voy a concentrarme entonces a estas dos banderas, pues las considero como tales. Luego indicaré algunos puntos sobresalientes de las demás partes del libro.
1. El ser humano como imagen de Dios.
Éste es el eje central y transversal de todo el pensamiento desarrollado en el libro. Jorge enfatiza que la meta de la evangelización “es la restauración en los creyentes y también en el predicador de la imagen de Dios dañada por el pecado” (p. VI). Por otro texto de Jorge sé que para él hay dos misterios: Dios y el ser humano. A ellos dedica sus estudios y su trabajo. En este libro vincula a ambos mediante el concepto de imagen de Dios. Jorge arranca con una afirmación a primera vista polar, pero para nada en tensión: “la imagen de Dios en el hombre es el punto de partida y el objetivo de la evangelización” (p. 13). La pugna en el interior del ser humano entre la imagen de Dios y el pecado explica la tensión en la que vivimos; y ello lleva a afirmar que “la restauración del hombre a lo que fue la intención original de Dios al crearlo es la única esperanza que le queda a la humanidad” (Prólogo). Comparto plenamente esta afirmación, más cuando Jorge aclara que el Completamiento, un adecuado neologismo de dimensiones leoninas para reproducir la idea del término griego. Este término puede convertirse en una palabra evangelística generadora, en el sentido de Paulo Freire. Se trata de la realización plena de la condición humana según el modelo de humanidad en Jesús.
Es interesante cómo Jorge desarrolla el concepto de imagen de Dios. Ya hubo de todo al respecto, y lamentablemente mucha especulación exegéticamente fantasiosa y por consiguiente, vagabunda y equivocada. Hay quienes han procurado ubicar la “imagen” de Dios en la razón, la creatividad, el habla, el amor, la pareja, la inteligencia, la naturaleza espiritual del hombre, la comunicación, e incluso en el caminar erguido sobre las extremidades inferiores (para diferenciarnos de los cuadrúpedos y de los pobres primates, que caminan encorvados y para correr suelen usar las cuatro patas); en cambio, Jorge respeta exegética y hermenéuticamente el profundo misterio de Dios mismo y por ello también el ser humano es un misterio. No localiza esa imagen en algún aspecto especial o alguna parte del ser humano, sino en su totalidad. Para acercarnos a ese misterio y desarrollarnos según la plena imagen de Dios, Jorge nos remite con precisión al único modelo, tipo, esquema, patrón, estructura, Gestalt, figura de esa imagen o como siempre se la quiera llamar: Jesucristo. Jorge subraya enfáticamente que Jesucristo es la imagen perfecta de Dios. Como tal, es la perfecta definición de Dios y del ser humano. Es un renovado acercamiento a ese misterio profundo de Dios hecho hombre, Jesucristo Dios y hombre, cuya definición precisa les causó tantos problemas a los padres de la Iglesia antigua durante varios siglos, y que sigue causando dificultades. Me encanta que Jorge logre reducir toda la problemática a una formulación sencilla, pero por demás acertada: “La definición tanto de la imagen de Dios en el hombre, como del hombre mismo la encontramos en la persona de Jesucristo” (p. 16). Muchos tratados de dogmática nos dicen que en Jesucristo se nos revela Dios; Jorge se anima a decir que “en Jesucristo tenemos la revelación de quién es Dios y de quién es el hombre” (p. 16). Eso es mucho más sustancioso que unas cuantas páginas insulsas de aquellos tratados.
Asimismo, donde los comentarios generalmente sólo hablan de encarnación, Jorge interpreta acertadamente que Juan 1,1-16 es la presentación de la plenitud de Dios en Jesús a través del lógos y de la plenitud de la humanidad a través del concepto de sárx. Quizá sean sutilezas, pero mi campo, la exégesis, vive de esas sutilezas y las quiere poner al servicio de la correcta interpretación de las Escrituras. ¿Cómo quedó afectada la imagen de Dios en el ser humano? ¿Debilidad, inclinación o tendencia hacia el mal, indiferencia, sadismo? Le agradezco a Jorge por no haber cedido a la tentación de dar una explicación simplista, aunque éstas comúnmente sean las más buscadas. Jorge proporciona sólo un marco cuya tela tendrá que ser pintada por nosotros, cuando dice que pecado es todo aquello que conspira contra el logro del completamiento de la condición humana. Y, en términos positivos, el logro de ese completamiento de la condición humana en Jesucristo es la derrota definitiva del pecado y de la muerte (p. 69). Noto de paso que según Jorge, también es pecado la negligencia de subestimarse hasta complacerse con la mediocridad (p. 69). ¡Cuánta crítica de la mediocridad pastoral, de la ausencia y de la impostura de los líderes, según otro escrito de Jorge! Aquí también quiero mencionar el concepto interesante de “pecado inconsciente” en la evangelización. Jorge señala dos ideas muy peligrosas: el individualismo creciente y el fatalismo. Me causó gracia la ilustración del segundo con la historia de la supuesta designación de la novia para el joven que tenía edad para ello, y que como su pastor insistía de mantera fatalista y determinista en que “ya está preparada la novia”, debia esperar que viniera la señalada; hasta que finalmente se quedó sin el pan y sin la torta. Jorge destaca que en el proceso de restauración, la evangelización es a la vez causa y efecto, acción del evangelio y logro del objetivo del anuncio (p. 27). Para muchos es sólo anuncio; pero con ello se corta un proceso que se cumplirá cuando Dios lo determine, y no cuando el ególatra o el señor Narciso en mí crea que ya logró la meta. La indicación de que la evangelización prioriza la justificación por la fe con los no creyentes y la regeneración o restauración espiritual con los creyentes hace justicia a un esquema fundamental de los textos neotestamentarios, relevado por Charles Dodd y profundizado por Joachim Jeremias: la división y a la vez complementación entre el querigma, anuncio salvífico con invitación a la fe, y la didajé, instrucción o enseñanza de los creyentes. Me encantó descubrir esto en el libro, pues soluciona de un plumazo muchas discusiones estériles sobre si tal o cual texto es realmente evangélico o qué. Recuerdo aquí la lamentable descalificación de la Epístola de Santiago por Lutero.
Quiero agregar aquí un dato exegético. El término hebreo zélem, imagen, empleado en Génesis 1,26, remite también a la costumbre oriental de colocar estatuas o imágenes de un rey en los bordes de su reino o imperio para indicar que el rey está presente y que su poder llega hasta ahí. El autor de Génesis 1, al emplear precisamente este término, indica que el poder y la capacidad de Dios quieren extenderse en su territorio, que es la tierra entera, a través del ser humano. La idea es que la actividad de este ser humano represente adecuadamente el carácter, el ser y el hacer de Dios. Esto es concebido como tarea, no como definición filosófica esencialista. Y Jorge insiste que esa tarea tiene que darse en un proceso de restauración en el que hemos se conformarnos según la imagen perfecta que es Jesucristo. Quiero señalar otra dimensión más. En el Antiguo Cercano Oriente, la ideología oficial solía sostener que el rey es representante –imagen– de Dios, con lo cual era intocable, incuestionable y sacrosanto. Un poco de esa ideología también se filtró al pensamiento de Israel, pero los profetas, el autor deuteronomista y otros no tuvieron ningún reparo en criticar duramente a los reyes que no cumplían con la voluntad de Dios. Lo pudieron hacer en un espíritu que sin temor a cometer anacronismos podemos llamar democrático, pues imagen de Dios no es el rey per se, sino todo ser humano. Esa democratización teológica de una concepción ideológica es altamente significativa. Y todos debemos ser restaurados, incluyendo a reyes, príncipes, líderes, presidentes y presidentas. En esto hay un potencial inmensamente dignificante de todo ser humano y fundamentalmente de quienes siempre fueron empujados hacia abajo en la escala social. Ellos y ellas también son imagen de Dios.
2. Buenas nuevas a los pobres
Considero que es bastante sorprendente hallar tanta información precisa sobre la situación de los pobres en tiempos bíblicos en un libro sobre la evangelización. Jorge brinda material sobre la terminología bíblica. Tiene una breve, pero excelente y cuidadosa exégesis del polémico dicho que fue tan vapuleado en la historia y también por algún pseudoteólogo argentino que logró ser presidente, sobre la presencia de los pobres, Mt 26,11; Mc 14,7 y Jn 12,8 (p. 121-124). Jorge desenmascara incluso la versión Reina-Valera, tan excelente en tantos textos, pero aquí equivocada al traducir un presente de origen griego a un futuro en castellano “Siempre tendrán pobres”. Habiéndome dedicado y dedicándome con pasión al tema de ricos y pobres en la Biblia, felicito a Jorge por el panorama que brinda y que realmente debe conocer a fondo todo evangelista. La insistencia en la vinculación de la pobreza interior producida por el pecado con la pobreza económica a ser tenido en cuenta en la evangelización no es precisamente común en las reflexiones sobre evangelización, así como tampoco es común la visión evangelística entre los círculos diacónicos y sociales de las iglesias que encuentra toda su satisfacción en la tarea de la promoción social. En este campo, y quizá sin que Jorge se lo haya propuesto explícitamente, el libro es también un pequeño curso de antropología bíblica. Y es saludable que Jorge esté señalando la falsedad de tres disyuntivas: – entre lo individual o lo social, – entre lo espiritual o lo material, – lo presente y lo futuro; y que subraye que las tendencias no son contradictorias, sino complementarias, ya que el mensaje cristiano tiene como objetivo la redención del ser humano en su integridad.
Muy originales son los calificativos que Jorge aplica a las tendencias polarizantes: neo-farisea y neo-gnóstica. Neo-farisea, porque las dos tendencias de las disyuntivas predican un Evangelio cercenado, que conduce a la herejía, tanto la que se limita exclusivamente a la salvación del alma como la que se limita a la salvación del estómago. ¡Manso calificativo para un buen número de sus iglesias; pero seguramente no para la membresía, que es conducida por caminos erróneos, sino para sus líderes, que por vaya a saber qué motivos optan por uno de los dos polos de la falsa alternativa! Por rebote, esta crítica también desarticula las fantasías de otros líderes que ven con envidia el crecimiento vertiginoso de determinados grupos y lo quieren lograr para llenar sus propios templos (y acaso bolsillos). En términos más teológicos y no tan profanos como los que expreso con mi sospecha, Jorge dice que esta “estrategia” de conversiones masivas “se inspira en una noción eclesiocéntrica de la evangelización que identifica la conversión a Cristo con el asentimiento mental a una fórmula y el poder espiritual con la habilidad para la manipulación ideológica del prójimo” (p. 176). Más claro, imposible. Y Jorge agrega que esa “estrategia” es el resultado del condicionamiento del sistema capitalista sobre los “fisiólogos” evangélicos. Aquí Jorge remite a la tarea de una síntesis que es esencial en esta hora de América Latina; una reconciliación de las líneas y tendencias; y que sin cruz no puede haber reconciliación (p. 190). Acto seguido, Jorge desarrolla el concepto de la crucifixión del orgullo, hablando de la terrible transformación del yo en un ídolo, lo cual equivale a desafiar directamente a Dios (p. 194).
Unas cosas no menores, no para terminar, sino para empezar la lectura del libro
Jorge León evidencia un excelente dominio del idioma griego, lo cual me encanta personalmente. Aquí evidentemente sufro de deformación profesional, pero la sufro con gusto; y sin que esto raye en una patología masoquista, como pudiera parecer a quienes no sientan semejante placer en la dedicación a un idioma antiguo por cierto nada sencillo, puedo asegurarles que agradezco a Martín Lutero, que en 1524 subrayó la necesidad del aprendizaje de estas lenguas. Sostenía que como Dios había volcado su Escritura a estos idiomas, el conocimiento de las lenguas originales de los textos bíblicos era imprescindible para una mejor comprensión del mensaje evangélico. Jorge también se mueve en esta tradición viviente. – Valoro mucho que Jorge declare expresamente que “la evangelización debe estar dirigida tanto a los incrédulos como a los creyentes”. Esta advertencia es un claro freno a la megalomanía de tantos evangelizadores que andan sueltos por el mundo, y que en vez de encaminar procesos de salvación, sólo provocan rechazo con sus delirios de grandeza. – Jorge no cae en la tentación de llenar de moralina el concepto de perfección y santificación. Hay tantos ejemplos de ello en la historia de la teología y de la piedad, que su enumeración llenaría libros enteros. Con mucha prudencia, Jorge evita hacer listas de lo que se debe y lo que no se debe hacer; y espero que no se equivoque en dejar abierto este campo para quienes quieran aplicar su concepto de restauración de la imagen de Dios en la situación concreta de cada comunidad. – Si bien no conozco todas las bibliotecas llenas sobre evangelización, no sé si hay otro libro que logra sintetizar con tanta profesionalidad la información sobre el aparato psíquico y sus tres sistemas del yo, el ello y el superyó (nota 31 en la p. 37).
– El análisis del concepto del reino de Dios, además de ser sumamente orientador, contiene también una breve historia de la interpretación de ese concepto a lo largo de la historia cristiana. Destacando que para la Biblia la iglesia es un instrumento al servicio del Señor, Jorge pasa revista crítica las diversas interpretaciones que convirtieron a la iglesia en reino y que redujeron el reino a la iglesia. En ese breve catálogo de interpretaciones hay mucha investigación, mucha reflexión y mucha información, que no hay que desaprovechar como si fuera un excurso secundario. Es un breve curso de teología sistemática, con la presentación de Weiss, Schweitzer, Dodd, Jeremias, Cullmann y otros. Las conclusiones que luego saca sobre el “ya” y el “todavía no” del Reino son muy significativas y le proporcionan un instrumento muy valioso a la iglesia a la hora de elaborar sus estrategias y planos, y también para no claudicar ni desesperarse por lo que pasa o por lo que no pasa. – De interés para mí, como nacido en este continente y enamorado del mismo, y justamente por ello, crítico de sus manifestaciones, resultó el análisis del discurso de Las Casas, aquel defensor tan recordado de los indígenas. Jorge destaca que en la identificación que hace Las Casas del reino con la iglesia católica se hallan los gérmenes de las nociones teológicas y misioneras entrelazadas con la política de la conquista de América (p. 150-151). Es bueno saber que los íconos de la liberación también pueden contribuir con lo opuesto de lo que se proponen. – Jorge también es crítico del ícono de su propia tradición wesleyana, cuando dice que Wesley no pudo hacer justicia a la exégesis y la hermenéutica del texto bíblico sobre el reino (p. 150-153).
– Me impactó el señalamiento de Jorge de que a la Iglesia universal le faltan de líderes calificados y comprometidos con la totalidad del Evangelio redentor. ¿No hay acaso más que suficientes pastores y pastoras, obispos, presidentes, funcionarios, secretarios generales, profesores y profesoras de teología, administradores, autoras y autores de renombre? Pues bien, toda esta nomenclatura aún no garantiza absolutamente nada. Sólo son títulos externos, que si no tienen el respaldo de Dios, de nada sirven. Esto es un profundo desafío para nosotros, precisamente quienes hoy nos llamados aquí: pastores, pastoras, autores, líderes, profesores, dirigentes eclesiásticos. Casi estoy tentado a decir en tono de sermón: Llevémonos este desafío a la casa y reflexionémoslo en silencio: en el puesto en que me colocó Dios, ¿soy realmente líder calificado y comprometido con la totalidad del Evangelio redentor? ¿Qué me falta para serlo? – A lo largo y a lo ancho del libro se nota la sabiduría del psicólogo. No lo engañan las apariencias religiosas, las hipocresías más que humanas, los eufemismos pseudorreligiosos. Dos ejemplos: “Muchas veces estamos condenando en el hermano lo que no somos capaces de reconocer en nosotros mismos”, y luego remite a lo que dijo en otro libro sobre la proyección; y donde una lectura simplista ve pura influencia maligna, Jorge dice que la indiferencia ante la evangelización puede ser una clara indicación de profundos conflictos emocionales. Es absolutamente necesario que los profesionales psicólogos, médicos, sociólogos y otros desmitologicen unos cuantos preconceptos mitológicos y para nada bíblicos que andan rondando por el mundo evangélico y evangelístico. Jorge está haciendo un buen aporte en tal sentido. La ventaja del enfoque interdisciplinario se nota claramente en la interpretación de Romanos 7, donde el empleo de categorías diversas para echar luz sobre uno de los párrafos más complicados que escribió Pablo evita las unilateralidades ya sea de exégetas o de psicólogos. – Jorge es muy hábil en suministrar imágenes plásticas, gráficas y expresivas para hacer comprender mejor lo que dice. Un solo ejemplo. Para indicar cómo se resuelve la tención entre el “ya” y el “todavía no” dice que el “ya” pertenece a nuestra dimensión vertical, mientras que el “todavía no” a la horizontal. Pero ambas siempre van juntas, como en la cruz, que es muerte y resurrección. – Me permito concluir con mis felicitaciones a Sandra Pedace, de la Editorial, que realizó una hermosa diagramación y logró una presentación muy amena del trabajo de Jorge. Felicitaciones, Sandra, para vos y todo tu equipo; que ustedes están haciendo un significativo aporte al Reino; y sin querer jugar de vaticinador ni de profeta, me animo a creer que tu Editorial tiene un hermoso futuro con trabajos como éste.
Fuente: © Psicopastoral - 2008 (www.psicologia-pastoral.com.ar)

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