Ante el clima enrarecido por ataques a templos religiosos y signos de intolerancia basados en legislaciones que atacan o amenazan a credos no oficiales, en tanto que otras normas amplian beneficios a la religión oficial, desde la Codirección elaboramos un cuestionario para que diferentes actores de nuestra sociedad nos brinden su visión sobre el presente y el futuro.
En esta primera entrega el sociologo Hilario Wynarczyk amplía el
marco de pensamiento, haciendo un crudo análisis interno de las
posiciones evangélicas. Un escrito para pensar y meditar, analizándonos a
nosotros mismos…
1. ¿Por qué o con qué objetivos se ataca a una Iglesia?
Los ataques varían de acuerdo con los lugares, los momentos y las
circunstancias. En la experiencia histórica de la Argentina sobresalen
en la década de 1950 los ataques incendiarios a templos de la Iglesia
Católica, entendida por quienes perpetraron las agresiones, como aliada
del antiperonismo (“oligarquía”, “antipatria”).
En la década de 1960 hubo ataques a quienes sostenían la educación
laica. En la década de 1980, los ataques periodísticos a las iglesias
evangélicas (las pentecostales sobre todo) como “sectas” y supuestas
avanzadas del neoconservadurismo estadounidense de Reagan. Estos ataques
iban dirigidos también a una variedad de otras organizaciones de tipo
religioso, desprendidas del campo evangélico, del yoga, de la cultura
afroamericana –organizaciones que habían protagonizado escándalos
notorios, y por este motivo resultaban una buena excusa para hablar de
“sectas peligrosas”–.
En diversas épocas desde comienzos del siglo XX, hubo también en la
Argentina ataques simbólicos y físicos a los judíos y sus instituciones,
considerados parte de un poder oculto mundial (sinarquía). En todos
estos casos aparece como un denominador común la creencia en que las
religiones son vehículos de políticas (de igual modo que los mosquitos
son vectores del paludismo).
2. ¿Los atacantes son enemigos de la fe o fanáticos religiosos?
Los agresores se movilizan empujados por componentes de fanatismo,
ignorancia política, prejuicios y condiciones psicológicas para ser
manipulados. Pero no se trata de enemigos de la fe.
En todo caso, enemigos de la fe de “los otros”. Así aparece, como un
segundo denominador común, el espíritu de exclusión radical de quienes
profesan creencias religiosas diferentes a las predominantes en la
sociedad, la cultura o el sistema jurídico. El denominador común es la
voluntad de reproducir el sistema social tal como está y una matriz de
pensamiento autoritario.
3. ¿Quién gana o a quién le sirve el clima creado?
No hay evidencias que permitan sostener que alguien gana con estas
acciones. Lo que emerge claramente en cambio, es que estas acciones
funcionan como lo que solía llamarse “acción psicológica”, un término
aparentemente extraído de los manuales militares, y bastante utilizado
en la Argentina décadas atrás.
Los ataques crean zozobra en la población y pueden desviar la
atención de otros problemas. El nazismo sería el caso emblemático de la
propagación del odio que llevó a varios holocaustos y desastres, el de
la población judía inocente asesinada (compuesta en gran medida por
pequeños comerciantes y familias de clase media inferior que a nadie
podían molestar), el de la nación alemana aplastada por la guerra que el
hitlerismo desató y demencialmente sostuvo, el de los pueblos eslavos
con más de 20 millones de personas muertas a raíz de la contienda, y el
del Japón en las mismas circunstancias.
4. ¿Qué sabe la Iglesia Evangélica de persecución?
El sector pentecostal, de nuestras Iglesias Evangélicas en la
Argentina, suele actuar como un tenue atacante religioso y cultural.
Insisto en lo de “tenue”. Habiendo sido estigmatizado como las “sectas
de Reagan”, ha sin embargo a su vez estigmatizado a los cultos
afroamericanos, el yoga y el rock (sustituido éste por el rock
evangélico), porque serían vehículos, vectores, de fuerzas demoníacas
que se difunden en la sociedad y la cultura.
Esto es paradojal, porque los pentecostales y todos los evangélicos
(también los afros y otras organizaciones), sufren un estatus jurídico
de segunda clase en el derecho eclesiástico argentino que privilegia a
solamente una Iglesia. La situación nos haría pensar en los versículos
acerca de “con la vara con que vosotros medís, seréis medidos”, y en el
movimiento de Jesús, considerado como una “secta” peligrosa cuyos
adherentes (judíos entonces) eran capturados y matados.
Más atrás en la historia, Lutero como líder de la Reforma Protestante
Oficial, contando con el apoyo de los nobles que quisieron dejar de ser
súbditos del Vaticano, justificó el aplastamiento de un movimiento
religioso y político extremadamente radical, conocido como
“anabaptista”, dirigido por Thomas Müntzer, un sacerdote católico (el
reformador Lutero también había sido sacerdote). Hasta la década de 1960
las iglesias evangélicas convivieron con la segregación pública de los
negros en los Estados Unidos. Sin embargo fueron la base de sustentación
de su abolición y brindaron un mártir, el pastor Luther King.
5. ¿Qué podemos esperar a futuro?
El futuro, y el futuro inmediato, es lo que nos debe preocupar. Todas
estas reflexiones tienen valor únicamente cuando las llevamos hacia el
tema del futuro. Si las prácticas de agresiones a templos siguen
repitiéndose en nuestro país, como sucedió en los últimos tres meses,
causarán mucho daño social y cultural porque remueven traumas argentinos
escondidos en la memoria de las personas –y por consiguiente en la
“memoria colectiva”–.
Los efectos en la cultura son muy dañinos, en la medida en que
reproducen rasgos negativos ya presentes en la historia de la Argentina.
Las agresiones a las que nos referimos han incluido la que se dirigió
contra una reunión en la Catedral Católica de la Ciudad de Buenos Aires
durante un acto con presencia inter-religiosa. En este sentido es
fundamental un estado de alerta crítica de parte de nosotros los
creyentes, y en general de quienes creemos en la república democrática y
los que soñamos un futuro de paz y prosperidad.
Es notorio, en la actualidad, un resurgimiento de la presencia
pública de núcleos nacionalistas ideológicamente basados en el
integrismo, lo cual significa, una posición unitarista que asocia la
teología católica romana tradicional con la política; y que a la
política la piensa en claves conspirativas con la presencia oculta de
“fuerzas”. Son grupos demográficamente muy pequeños y radicalmente
disidentes dentro de la propia Iglesia católica romana contemporánea, a
la que la entienden como que cedió al Modernismo. Estos grupos
abiertamente abjuran de la democracia, con un discurso muy elaborado en
tal sentido. Hasta cierto punto podrían ser considerados casi
cismáticos, o potencialmente al borde de un cisma, dentro de su propio
culto. Sin embargo poseen un gran capital educativo y una fuerte
orientación hacia la acción, rasgo inherente a su ideología integrista y
militante.
El paradigma básico de corrientes de esta clase, sostiene que existen
dos grandes fuerzas políticas malignas que son al mismo tiempo el
comunismo y el liberalismo capitalista y masónico de los Estados Unidos
junto con otras naciones afines. Y que el judaísmo internacional
considerado como una fuerza oscura las manipula a las dos.
Los enemigos emblemáticos de esta forma de pensamiento conspirativo
suelen ser José Stalin y Franklin Delano Roosvelt: dos figuras icónicas
de los Aliados de la Segunda Guerra Mundial, además de Winston
Churchill. Tal vez -dicho lo siguiente en términos de hipótesis- las
causas de esta reverberación de la presencia pública podrían atribuirse
mayormente, a partir de la asunción del papa Francisco, más que al
rechazo a otros cultos, a las oposiciones al interior del propio
catolicismo, en un movimiento versus lo que ya hemos mencionado aquí
como la supuesta claudicación de los obispos frente al Modernismo y la
sumisión de la tradición en beneficio del ecumenismo y el diálogo
inter-religioso que incluye a los judíos y musulmanes.
Dr. Hilario Wynarczyk
Doctor en Sociología (Universidad Católica Argentina, UCA)
Master en Ciencia Política (Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil, UFMG)
Licenciado en Sociología (Universidad de Buenos Aires, UBA)
Profesor de Metodología y Taller de Tesis (Universidad Nacional de San Martín, UNSAM)
Integrante de los consejos directivos de:
Asociación de las Cientistas Sociales de la Religión en el Mercosur (ACSRM)
Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR)
Pertenece a:
Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP)
Programa Latinoamericano de Estudios Socio-Religiosos (PROLADES)
Ha sido integrante del Consejo de Expertos de las Secretaría de Culto de la Nación
Investigador y escritor
Fuente: Cordialmentepxg.com, 2013
En esta revista pueden seguir leyendo mas sobre el tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario