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sábado, 22 de febrero de 2014

Telemaratones, ofrendas y canciones. Mi opinión de la forma de recaudar fondos

Por. Noel Navas, Salvador*
¿Es correcto que un cantante o músico participe de una Telemaratón donde a todas luces se manipulan las emociones de las personas?
En 2006 me invitaron a cantar a una Telemaratón de Enlace, El Salvador. Resulta que un grupo de amigos y yo habíamos armado una especie de quinteto con quienes interpretamos la canción “Salvemos la familia, salvemos la nación” que la Asociación Evangelística Alberto Mottesi me solicitó componer.  Después de la campaña, el director de Enlace nos pidió a algunos reunir una banda para ir a ministrar la alabanza durante los días de Telemaratón que celebrarían. Mis amigos (no yo) accedieron a la petición, pero como yo había cantado en la campaña de Mottesi, obvio, tenían que incluirme.
A las semanas me llamaron para recordarme de participar, pero yo estaba renuente. Así que conversé con mi pastor y le comenté que no me sentía bien participando de una actividad donde en mi opinión se manipulaban las Escrituras y las emociones de la gente. “No quisiera ser coparticipe de eso”, le dije. A lo que mi pastor respondió: “Noel, ve a cantar con tus amigos. Tú no serás quien pedirá dinero, solo ministrarás la alabanza. Como salvadoreños debemos apoyar a nuestro canal cristiano”.
Accedí. 
Ahora que me había comprometido a participar, propuse en mi corazón hacerlo bien. Por eso, como primer paso decidí ofrendar una suma de dinero que jamás antes había ofrendado en algún lugar. Yo pensaba: “Con qué autoridad voy a alabar al Señor frente a las cámaras de televisión si jamás he ofrendado en Enlace”. Así que el primer día que llegué, me aparté de todos los que habíamos llegado a ministrar y me dirigí al área de donaciones.
“Quisiera ofrendar”, le dije a una hermana que estaba allí. “¡Qué bien!…” respondió ella, “¿Y qué quiere que el Señor haga en su vida ahora que va a ofrendar?” Yo fruncí el ceño y con cara de extrañeza le pregunté: “¿Cómo?” “Sí…” insistió, “¿Qué quiere que el Señor haga por usted a cambio de su ofrenda?” “Nada hermana, simplemente quiero dar una ofrenda de gratitud por la bendición que ha sido Enlace para mí durante todos estos años”. “¡Ah, ok!” Respondió y procedió a llenar la boleta de datos.
Después mi amigo Alfredo Maravilla, que también había ido a cantar con nosotros, me contó que le había ocurrido lo mismo. Se acercó al área de donaciones y le preguntaron que ahora que iba a ofrendar qué favor quería que Dios le hiciera a cambio. O sea, no fue un lenguaje que solo usaron conmigo, sino que con otros también.
Para hacer de una historia larga, una corta, sucedió lo que sabía que iba a suceder. Los predicadores que lideraron la Telemaratón se entregaron a la tarea de pedir dinero cual evangelista pide a las personas que se conviertan a Cristo. ¡Qué pasión Dios mío! Por cierto, una de las noches el Presidente de la República llamó a todos los medios de comunicación a cadena nacional, por lo que la Telemaratón tuvo que suspenderse por unos minutos. Al nomás salir del aire para esperar que finalizara la cadena, uno de los líderes de Enlace manifestó su indignación quejándose con tono airado de por qué el Presidente se atrevía a interrumpir su Telemaratón. “¡Qué barbaridad!”, dijo, “¡Cuántas veces le he dicho que respete este espacio!”
¡Ops!
Después de los primeros dos días yo ya estaba hastiado de lo que hora tras hora veía, por lo que la noche que mis amigos me pidieron dejar el coro para dirigir desde el frente la alabanza, me negué a hacerlo. De más está decir que me sentí aliviado cuando terminó la Telemaratón.
Desde entonces lo único que supe de Enlace El Salvador es que hubo conflictos con la sede de Costa Rica y no estoy seguro si en la actualidad Enlace solo puede verse por cable y no por televisión abierta.
AL FRENTE Y DETRÁS DE CÁMARAS
Hace algunos años un amigo fue a cantar a Enlace, en la Telemaratón que ahora montan desde Costa Rica y que transmiten a todas las naciones. Él fue, cantó e hizo lo que le pidieron; sin embargo, ¡oh, sorpresa!, durante los intermedios en el que los cantantes y predicadores invitados descansan detrás de cámaras, presenció conversaciones vergonzosas acerca del dinero y la forma de manejar el tema de las ofrendas en sus propios ministerios. Al punto que en una de esas pláticas tuvo que retirarse de la mesa donde estaban debido a lo incómodo de escucharlos hablar.
Unos días después pidió hablar con el “mero mero” de Enlace y le comentó lo que había pasado en los recesos y además, le reconvino sobre la forma que estaban usando para recaudar dinero.
Un tiempo después lo volvieron a invitar a una Telemaratón y mi amigo gentilmente les contestó: “Con todo gusto puedo ir a cantar al canal, ¡pero en época que no sea de Telemaratón!”
Desde entonces nunca lo han vuelto a invitar a Enlace.
Cuando tengo chance de ver las Telemaratones siempre me sorprende el derroche de talento que hay. La banda que ministra la alabanza, muy bien ensamblada; los músicos y cantantes, ¡wow! ¡Qué dones Dios mío! El director principal de adoración es un compositor espontáneo como pocos. Conocidos míos que han estado en Telemaratones me han relatado cómo a veces él compone canciones allí mismo durante la Telemaratón, se las muestra a la banda y las montan para ser cantadas de inmediato. ¡Impresionante!
Sin embargo, siempre que veo a la banda y al resto de solistas que aparecen, me pregunto: ¿Es correcto que un cantante o músico participe de una Telemaratón donde a todas luces se manipulan las emociones de las personas? ¿Por qué los ministros de alabanza aparentemente se hacen los del “ojo pacho” ante las manipulaciones al texto bíblico que hacen los predicadores? ¿Cuál será la verdadera motivación de estos salmistas para participar en las Telemaratones si mucho de cuanto se hace allí no honra la forma bíblica de recaudar ofrendas?
No tengo la respuesta.
El otro día vi a un predicador famosísimo enseñando en una Telemaratón. Cuando lo vi me dije a mi mismo: “¡Ok! Voy a escuchar la prédica de este brother sin ningún prejuicio. Ellos dicen que no venden milagros y que respetan el texto de la Escritura al enseñar, ¡entonces les voy a creer y escuchar el sermón!”
Solo aguanté diez minutos.
El predicador comenzó a hablar de la salida de Israel de Egipto y de cómo mientras salían los egipcios le dieron todas sus joyas y prendas valiosas para que las llevaran consigo. ¡Hasta allí todo bien! El problema surgió cuando dijo: “Hermanos, Israel salió enriquecido de Egipto, pero eso no sucedió así por así; sino que un día antes ellos habían sacrificado un cordero y lo dieron en ofrenda al Señor. Para que Dios te enriquezca como a Israel primero tienes que ofrendar en el altar”.
¡Cambié de canal!
Nota: Si después de leer el párrafo anterior usted no notó la clara malinterpretación del texto bíblico, ¡preocúpese eh!
¿ESTÁ BIEN O ESTÁ MAL?
Recuerdo la conversación que sostuve con el Hermano Pablo (Un Mensaje a la Conciencia) muchos años antes de que falleciera. Resulta que él casó a mis abuelos maternos y mi abuelita quería ir a saludarlo. Yo la acompañé y al final que lo saludamos le pregunté qué opinaba de las Telemaratones de Enlace. Me dijo: “Algo que me prometí a mí mismo con Un Mensaje a la Conciencia fue nunca pedir dinero a través del programa. ¿Por qué? Porque eso le es tropiezo a los inconversos para que vengan a Cristo”.
Curiosamente cuando entrevisté a Paulina Aguirre, Grammy Latino a la música cristiana 2009, le pregunté sobre su dueto con Armando Manzanero y aproveché para preguntarle sobre la espiritualidad de este gran compositor mexicano. Paulina me dijo: “Él aún sigue teniendo un acercamiento al Señor pero algo que lo pone un poquito mal es la pedidera de dinero de los evangelistas de la televisión. Lastimosamente eso es de muy mal testimonio para la gente que no conoce al Señor” (1).
Cuando fui parte del equipo de alabanza del Templo Cristiano de las Asambleas de Dios, una iglesia que en aquel entonces tenía más de 2,500 miembros, como toda iglesia a favor de las misiones celebrábamos anualmente una Convención Misionera. Esta consistía en una semana entera de predicaciones sobre misiones que nos preparaban a todos para el último y gran día donde los miembros nos comprometíamos, mediante promesas de fe, a financiar los misioneros que apoyábamos en el extranjero. En aquel entonces se tenía un presupuesto anual de aproximadamente 100 mil dólares como meta.
De paso, recuerdo haber compuesto dos canciones para un par de Convenciones, “Anunciaré el arrepentimiento” y “Proclamemos en las naciones”. Siempre fue un gran desafío componer para ellas y una gran emoción que se cantaran cada día de esas semanas de concientización misionera.
Mi punto es que en diez años que participé de esas convenciones en el Templo Cristiano NUNCA se manipularon las emociones de las personas y NUNCA se manipuló el texto bíblico para provocar que la gente se desbocara en dar. Hasta donde recuerdo, todos los años se alcanzaron las metas financieras establecidas por el pastor principal y la Comisión de Misiones de la iglesia.
En este sentido, si no se manipulaban las emociones ni las Escrituras, ¿cómo entonces se alcanzaba la meta financiera de cada año? ¿Cómo se conseguía que la generosidad se hiciera presente al final de cada Convención?
Respuesta: Simple y sencillamente predicando sobre la responsabilidad misionera que tiene la iglesia delante de Dios y la necesidad que tienen las naciones de escuchar el evangelio. NADA MÁS.
No se ofrecían milagros ni sanidades a cambio. No se ofertaban perdones de deudas ni prosperidades mágicas. NADA DE ESO. Simplemente se predicaba sobre nuestra responsabilidad misionera y la necesidad que hay en el mundo.
Definitivamente hay formas bíblicas y efectivas para recaudar fondos para los ministerios.

 Notas:
 (1) Tomado de  “La aventura de componer” 
 
 *Autores: Noel Navas
©Protestante Digital 2014

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