Por. Will
Graham, Italia*
El Catecismo
razona que María es Madre de la Iglesia por dos razones: 1) dio a luz a Cristo
y 2) Juan 19:27.
Nueve
eurillos. Bueno, 8,50€ para ser más exacto. Eso es lo que me costó la última
edición del Catecismo de la Iglesia Católica. Bueno, el Compendio del Catecismo
para ser más exacto.
Lo encontré
en una visita reciente a la ciudad de Castellón, ubicado en la estantería más
alta de la sección de Religión en Casa del Libro. Cuando vi el precio, ¿cómo
resistirlo? ¿Cómo no comprarlo? Es como si el libro me hubiese mirado
susurrando: “Te he estado esperando. Sé que tienes veinte pavos en tu bolsillo.
No te detengas más. ¡Cómprame!” Como chico obediente que soy, hice caso a su
mandato. Razono que hay respetar a todos. ¡Hasta a los libros hablantes!
No tardé
mucho en llegar a la casa de mi cuñada aquella tarde con unas ganas
impresionantes de devorar el contenido del libro. Siempre había tenido que
consultar la versión digital del Catecismo cuando quería enseñar sobre el
Catolicismo. El problema es que el Catecismo online –es decir, la versión
completa- está dividido en casi 3.000 secciones. Bueno, 2.865 para ser más
exacto. Y como te puedes imaginar, es bastante difícil encontrar el tiempo
libre como para leerlo todo cuidadosamente.
Así que
cuando leí el prefacio del Compendio en el cual Benedicto XVI explicó que mi
nuevo libro se trataba de “una síntesis fiel y segura del Catecismo”, me sentí
más contento que un pato en el agua. ¿Por qué? Porque el Compendio sólo tiene
598 secciones. ¡Qué alivio! Y no te olvides: todo por menos de nueve euros.
¿Qué más podría pedir de un libro? Económico, interesante, teológico, conciso y
parlante. Vamos, estuve más feliz que una perdiz con regaliz en su nariz.
Cogí un
boli, respiré a fondo, abrí a ‘Cate’ (seguro que no soy el único que pone
nombres a sus libros), y empecé a leer…
Y a leer…
Y a leer…
Y a comer un
poco y a lavarme la cara…
Y a leer de
nuevo…
¿Y el
resultado? Bueno, justo como esperaba. Había cosas buenas, cosas no tan buenas
y cosas francamente espantosas. Es precisamente sobre una de esas cosas
horripilantes que quiero compartir en mi artículo de hoy, a saber, la
Mariología (o en términos sencillos, la doctrina de María).
El Compendio
dedica cuatro artículos a la Mariología (números 196-199). Lo que voy a hacer,
pues, es simplemente citarlos y luego presentar un análisis crítico de cada uno
de ellos desde una perspectiva evangélica. Citaré el primero esta semana (196)
y los restantes tres (197-199) a lo largo de las siguientes semanas.
¿Listo?
Aquí va.
#196: ¿En qué sentido la Bienaventurada Virgen María es Madre de la Iglesia?
La
Bienaventurada Virgen María es Madre de la Iglesia en el orden de la gracia,
porque ha dado a luz a Jesús, el Hijo de Dios, Cabeza del Cuerpo que es la
Iglesia. Jesús, agonizante en la Cruz, la dio como madre al discípulo con estas
palabras: “Ahí tienes a tu madre” (Juan 19:27).
Como puedes
leer, el Catecismo razona que María es Madre de la Iglesia por dos razones: 1)
dio a luz a Cristo y 2) Juan 19:27.
1.- Dio a
luz a Cristo.
Evidentemente,
dar a luz al Hijo de Dios no es poca cosa. Pero Jesús explicó en Marcos 3:35
que cualquiera que hiciera la voluntad de Dios, “éste es mi hermano, y mi
hermana, y mi madre”. A nadie, pues, conocemos según la carne (2 Corintios
5:16). ¡A María tampoco! Los evangelios apenas mencionan a la madre de Jesús. Y
las epístolas no dicen absolutamente nada acera de ella. En ningún lugar se
habla de ella como Madre de la Iglesia.
Cristo
corrigió a una mujer en Lucas 11:28 cuando ella dijo: “Bienaventurado el
vientre que te trajo, y los senos que mamaste”. El Señor le respondió: “Antes
bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la guardan”. De hecho, en dos
ocasiones cuando Jesús habló con su madre, vemos cómo la reprende a ella
también (aunque suavemente). Como joven le preguntó, “¿No sabíais que yo debo
estar en los negocios de mi Padre?” (Lucas 2:49). Y en las bodas de Galilea, le
dice, “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). María,
claro está, no era ninguna figura infalible.
Siguiendo la
lógica católica tocante al “orden de la gracia”, ¿por qué no podría ser Sara,
mujer de Abraham, Madre de la Iglesia? La promesa de bendición universal (es
decir, el orden de la gracia) inició con su vientre. ¿O por qué no la mujer de
Noé? Incluso podríamos remontarnos a los días de Eva y preguntar, ¿por qué no
podría ser Eva Madre de la Iglesia? ¿Acaso no recibió ella la profecía del
Protoevangelio (Génesis 3:15)? María no era nada más que un eslabón en la larga
cadena de la salvación. Sí, se trata de una mujer bienaventurada. Amén. Pero
Débora también. Ana también. Elisabet también. Las mujeres de Dios del siglo
XXI también. La palabra “favorecida” que se usa en Lucas 1:28 para referirse a
María también se emplea para describir a todos los creyentes en Efesios 1:6
donde pone que Dios nos hizo “aceptos” –o favorecidos- en el Amado. María,
pues, no es la única favorecida por el Señor.
El verdadero
protagonista de la Encarnación no es María ni José, sino el Señor Dios
Todopoderoso. Él es el Señor de la Iglesia. Y recuerda: el término ‘Madre de la
Iglesia’ no se emplea en la Biblia. Se trata de un invento de la Iglesia
Católica Romana. Si lees la versión completa del Catecismo digital verás que no
cita ningún versículo bíblico correctamente a la hora de defender la maternidad
de María tocante a la Iglesia. Menciona a Agustín, a Pablo VI, a Pío XII y
Lumen Gentium (uno de los documentos principales del Segundo Concilio Vaticano).
Pero no ofrece apoyo escritural. Es por eso que los creyentes evangélicos no
podemos aceptar que María sea la Madre de la Iglesia. Tal título concede a la
madre de Jesús demasiada importancia.
2.- Juan
19:27.
El único
pasaje bíblico que el Catecismo intenta utilizar para justificar la Maternidad
de María es Juan 19:27. El texto se lee, “Después Cristo dijo al discípulo
(Juan): He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su
casa”. Allí está. Juan 19:27. ¿Pero qué es lo que Jesús quiso decir cuando se
dirigió a Juan con esas palabras He ahí tu madre? La repuesta es fácil. El
Señor quería que Juan cuidara a su madre, María. Estaba asegurándose de que
Juan iba a hacerse responsable de ella. Es decir, mientras Cristo estaba colgado
en la cruz sufriendo un dolor insoportablemente agonizante, pensaba en el
bienestar de su madre. En términos nuestros, Jesús le decía, “Juan, ahora mi
madre está en tus manos. Cuídamela bien”.
De ninguna
manera Jesús quería decir, “Juan, vete a casa y escribe un Catecismo
proclamándola Madre de la Iglesia en mi nombre”. ¡Para nada! El celo católico
por María conduce a la distorsión de un texto bíblico tan sencillo. Los ojos
romanos ven algo en el versículo que simplemente no está allí. Juan 19:27, por
cierto, es el texto que utilizó el Papa Francisco en sus dos encíclicas más
conocidas, a saber, Lumen Fidei [La luz de la fe] y Evangelii Gaudium [La
alegría del Evangelio], para indicar que María es nuestra Madre también. Así
que una vez más, decimos que no. María no es la Madre de la Iglesia. El apóstol
Juan estaría horrorizado si supiera cómo millones malinterpretan su evangelio.
Si Jesús hubiera querido enseñar la doctrina de la Maternidad eclesial de
María, la habría dejado muy claro en algún momento de su ministerio terrenal.
Pero no lo hizo. ¿Por qué no? Porque María es únicamente la madre de Jesús
hombre, no de la Iglesia (como enseña Hechos 1:14, texto que fue compuesto
después de la ascensión de Cristo).
Seguiremos
nuestro estudio la semana que viene, amigos. ¡Hasta luego! Cate os manda un
besito…
Fuente:
Protestantedigital, 2014.
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