¡Vos podes ayudarnos!

---
;

miércoles, 18 de febrero de 2015

Mochilas con misericordia y justicia



Por. Juan Simarro, España
El artículo está dirigido a los religiosos del mundo, a los cumplidores de ritual, a los consumidores de tiempo eclesial en nuestros templos. En muchos casos es posible que muchos tengamos que replantearnos nuestra fe. Es verdad que se diezma, que se cumple con todos los horarios del ritual, que se celebran las fiestas solemnes y se acude fielmente a los servicios dominicales. La ética del cumplimiento religioso no nos va a salvar. Hay que dar un paso más, porque si no, uno de los “ayes” de Jesús puede ser lanzado contra nosotros como una lanza que se clave en nuestra alma: “¡Ay de vosotros, hipócritas!, porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley; la justicia, la misericordia y la fe.” No son palabras mías. A mí no me corresponden palabras de condena contra nadie y tengo que ser el primero que tiene cuidado con que este “ay” no sea lanzado también contra mí. Es por eso que las palabras del inicio del artículo están simplemente en paralelo con las palabras de Jesús que nos debe hacer reflexionar sobre cómo vivimos la religiosidad, si está basada únicamente en una ética del cumplimiento del ritual diezmando la menta, el eneldo y el comino, pero de espaldas a la misericordia, a la justicia y a la vivencia de una auténtica fe que nos debe lanzar al mundo en acción llevando al mundo la evidencia de las obras de la fe.
Palabras duras las de Jesús ¿Fueron sólo contra los religiosos de la época, contra los escribas y fariseos que eran simplemente sepulcros blanqueados por fuera, pero por dentro eran putrefacción y pasto de gusanos, o pueden saltar los ayes de Jesús también contra nosotros hoy? ¿Hay personas hoy sumidas en prácticas religiosas vanas autoengañándose a sí mismas y lejos de la vivencia de la auténtica espiritualidad cristiana? ¿Hay religiosos que diezman, pero dejan a un lado la misericordia para con prójimo y nunca son llamados a ser movidos a ella como buenos samaritanos? ¿Hay religiosos que dan su eneldo al templo, pero jamás trabajan por la justicia? ¿Ofrecemos nuestro comino al servicio de rituales, pero nuestra falta de amor hace que la fe se debilite, y acabe por morirse y dejar de ser? ¡¡Ay, ay, ay de vosotros!! ¡¡Ay, ay, ay de todos nosotros si seguimos una simple religiosidad de cumplimiento, pero falta de misericordia, alejada de la lucha por la justicia y del amor al prójimo!! Tendríamos que replantearnos nuestra fe si viéramos que algunos de estos “ayes” nos tocaran.
Diezma, no haces nada mal. Da al templo tiempo, cumple con las exigencias del ritual, haz fiestas solemnes y cumple con los días de reposo, pero tenemos que saber que para que eso se sostenga delante de Dios, debe estar fundamentado en la práctica de la misericordia, de la projimidad, de la búsqueda de justicia y de mantener una fe viva y activa. ¿Cómo se puede uno liar en prácticas de cumplimientos de normas religiosas y olvidar lo más importante para poder tener una vivencia de la auténtica espiritualidad cristiana? Los cristianos, así, si en verdad queremos ser discípulos de Jesús, tenemos que reflexionar, orar y dejar que nuestra fe nos lance al mundo en acción con las manos tendidas dispuestas al servicio, la voz preparada para la denuncia y el anuncio, para clamar por la justicia e ir por el mundo impregnados de sentimientos de misericordia que no nos dejen pasar de largo ante el grito del marginado, del pobre, del herido, del despojado, del robado de dignidad. ¡Hay que pararse… y darse!
Recordemos: a la base de todo tu ritual, de todos tus cumplimientos, de todos tus diezmos y tiempo entregado al templo, debe estar la práctica de la justicia y de la misericordia que son la prueba de tener una fe viva que actúa a través del amor como diría el Apóstol Pablo. Religiosos: Escuchemos la auténtica definición de la religión, la verdadera, la pura y sin mácula. Se formula en estos términos que quizás te asusten un poco o te parezcan una especie de Teología Segunda con respecto a lo que tú consideras tu prioridad, tu Teología Primera, el núcleo de tu vivencia religiosa. La Biblia dice que la religión pura y sin mácula es ésta: “Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Nos puede parecer extraño que primero se pongan nuestras responsabilidades de projimidad y luego el guardarse sin mancha que sólo se consigue en una auténtica relación con un Dios perdonador. Pero así lo dice el Señor, porque el que dice que ama a Dios y no puede hacer lo mismo con su hermano, es mentiroso.
Pude ser una definición de religión un poco alejada del templo y cercana al sufrimiento de las personas, de los colectivos marginados del mundo, aunque Dios tampoco nos quiere de espaldas al templo si en él sabemos enfocar un ritual que nos lanza a la práctica de la misericordia, al compartir y al vivir la fe en compromiso con el prójimo. Cuidado hoy con que los que sirven al templo no nos acostumbren al cumplimiento de la norma y del ritual, pero que no nos ayuden a proseguir la justicia misericordiosa para con los sufrientes de la tierra. Sería una lanza clavada en el corazón del cristianismo, de la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana.
Jesús lanza uno de sus “ayes” y junto a ello una acusación: ¡¡Hipócritas!! Quizás es porque tenemos el peligro de vivir una religiosidad cómoda y de acuerdo con nuestros intereses, incluidos aquellos que se rozan con el servicio al dios Mamón, el dios de las riquezas a las que deseamos y, desde este posicionamiento, damos prestigio a los que las tienen confundiendo los valores bíblicos con aquellos que son contracultura con los valores del Reino. Ser cristiano es ser un servidor con una gran mochila llena de misericordia y una vocación por la justicia como consecuencia de una fe viva.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

No hay comentarios: