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domingo, 8 de febrero de 2015

Una mujer puede aprender, pero no enseñar



Por. Isabel Pavón, España
Hay creyentes que se saben un par de versículos de memoria sacados de contexto para afianzarse en contra de sacar a la luz los dones de las mujeres y olvidan aprenderse otros que están a favor.
Hay varones que se dedican a enseñar en las diferentes congregaciones. En estos eventos, ya sean gratis o por mediación de pago, están admitidas las mujeres. Ellas estudian los mismos temas que los varones, hacen los mismos ejercicios e intervienen en los mismos debates. En el caso de hacer exámenes, igual que los hombres, sacan sobresalientes en las diferentes materias.
No obstante, algunos de estos maestros, incongruentemente están en contra de que las mujeres enseñen a otros adultos (sí a los más pequeños, discriminando a estos también). Cuando están preparadas no permiten que transmitan esos conocimientos, esconden su verdadero sentir y dicen que es Dios quien lo prohíbe. Me pregunto qué sentido tiene, cuál es el fin de enseñarles si después no pueden compartir con los demás lo que han aprendido. Son discriminadas, se ven amordazadas ante los fieles y si alguien no está de acuerdo, mira para otro lado para no señalarse.
Por otro lado me consta que cuando algunos de estos que menciono asisten a actos, se salen fuera si ven que predica una mujer. Prefieren esperar en la calle, ya sea con frío o con calor, a que termine para que ninguna de sus palabras les entre en los oídos y les confunda. ¿Por qué tanto temor? ¿O será desprecio a la obra de Dios en el género femenino? ¿Cómo puede alguien enseñar primero y marcharse después si, por ejemplo, una de sus alumnas comparte las enseñanzas que él mismo le ha impartido antes?
Hay creyentes que se saben un par de versículos de memoria sacados de contexto para afianzarse en contra de sacar a la luz los dones de las mujeres y olvidan aprenderse otros que están a favor.
En el sobre de un azucarillo leí la siguiente frase atribuida a Platón: El que aprende y aprende y no practica lo que sabe, es como el que ara y ara y no siembra. Aquí se describe bien el sentido de lo que quiero expresar aunque yo lo redactaría de la siguiente manera: La que aprende y aprende y no puede practicar con otros lo que sabe, es como la que desea arar y arar para sembrar y no puede porque hay quienes le ponen cercas al campo para que no entre.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

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