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jueves, 10 de julio de 2008

Perspectivas teológicas con respecto a la planificación familiar (I)

Por Luis Eduardo Cantero*, Bs. As. Argentina

Existe un sólido consenso de que la familia es la célula de la sociedad. De esa afirmación depende una serie de hechos que es necesario tener en cuenta. Por ejemplo, que hay una interrelación continua entre familia y sociedad y viceversa. Siendo más específico, la familia cristiana, aunque fundamentada en los principios cristianos y bíblicos, está todavía enraizada en una sociedad y una cultura determinada. Luego, ciertos hechos comunes a cualquier tipo de familia, también le afectan (Roldán, 1991: 268). Dos de los hechos que sobresalen en nuestra sociedad Latinoamericana y que inciden en la familia de hoy tienen que ver con la paternidad responsable o planificación familiar y con la recreación de la familia. En este ensayo nos quedáremos con el primero. Nos dispondremos a analizar a grandes rasgos estos hechos tan importantes y decisivos.
1. Planificación familiar en Perspectiva protestante “Control de natalidad”, “regulación de nacimientos”, “planificación familiar”, son algunas expresiones referentes al proceso por el cual, mediante distintos métodos, se espacian los nacimientos. María Teresa de Schroder, especialista en familia, afirma cosas importantes cuando escribe: “La contraconcepción es el conjunto de técnicas que permiten poner a cubierto temporalmente a la mujer del riesgo del embarazo. Dibe diferenciarse nítidamente de la esterilización, es decir, la prevención definitiva del embarazo, en general por medios quirúrgicos; y no confundirlo con el aborto, que es la destrucción deliberada del producto de la concepción.” (De Schroder, 1975: 218).
Es un problema de todas las generaciones
Aunque la planificación familiar es un problema de todas las generaciones . En cierto modo es un problema que corresponde a nuestra generación. En efecto, como señala Andrés Dumas: “Las treinta mil generaciones humanas que nos han precedido siempre consideraron que la procreación asidua era la primera garantía de la familia y de la supervivencia del grupo. Nuestro problema no ha preocupado más que a las últimas doce generaciones de la especie humana” (1968: 8). Hay varios factores sociales que han generado este problema. Por un lado, está el crecimiento de la población mundial. El Dr. Guillermo Taylor nos ofrece un cuadro al respecto:
Tiempo de Jesucristo 100 millones de habitantes Siglo XV 400 millones de habitantes Hacia 1850 1000 millones de habitantes Hacia 1920 2000 millones de habitantes
Hacia 1965 3135 millones de habitantes
Hacia 1983 4000 millones de habitantes
En 1991 5000 millones de habitantes
En cuanto a la realidad latinoamericana, que es la que más nos atañe, la situación es la siguiente: En 1950 165 millones de habitantes
En 1960 216 millones de habitantes
En 1970 283 millones de habitantes
En 1980 366 millones de habitantes
Para el 2000 562 millones de habitantes
Esto, que se da en llamar “explosión demográfica”. Paralelo a ésta marcha el fenómeno de hambre, miseria, desempleo, desnutrición de los sectores de la población con escasos recurso. El hecho se agudiza proporcionalmente con el nacimiento de cada hijo en los hogares pobres. Y al hambre y la desnutrición se suma el analfabetismo y la falta de escuelas, colegios, universidades, centros de salud, hogares infantiles, viviendas, etc. Es claro que los padres que no tienen qué dar de comer a sus hijos difícilmente podrán enviarlos a la escuela.
Desde otro lente, la planificación familiar obedece al auge enorme que han experimentado las ciencias, en especial la medicina. En muchos sentidos, la concepción dejó de ser un misterio para poder ser estudiada hasta el punto de que hoy los padres podemos saber el sexo de nuestro hijo o escoger un niño o una niña. Este avance de la ciencia médica también ha logrado la creación de píldoras anticonceptivas y varios métodos que permiten el disfrute de la relación sexual sin que ello implique un embarazo no deseado. Al respecto Gómez y Fenoy nos comparte estos métodos que resumimos de la siguiente manera: “Existe una diversidad de métodos de control de la natalidad que cubren un aspecto muy amplio, desde los más antiguos y elementales hasta los más sofisticados y que obligan a la intervención de un profesional para su aplicación. Sin pretender ser exhaustivos, mencionaremos los más conocidos:
1. Coito interrumpido. Este método consiste en que el hombre interrumpe la relación sexual momentos antes de la eyaculación. Entre otros inconvenientes, a veces no da tiempo para producir el orgasmo de la mujer. Requiere del hombre un control perfecto de sus sensaciones. De cada 100 casos produce un promedio de 18 embarazos.
2. El método del ritmo. Conocido también por sus descubridores como método de Ogino Knaus. Se basa en los días en los cuales la mujer no puede quedar embarazada. Básicamente, recomienda abstenerse de las relaciones sexuales durante los días intermedios del mes – fértiles – aconseja esas relaciones para los cinco días posteriores a la menstruación y un lapso similar de la siguiente regla. La probabilidad de embarazo es de un promedio de 24 en cada 100 casos.
3. Preservativos. Llamados Condón que cubre el pene. Su porcentaje de falla va desde el 15% al 20%. Ojo puede provocar disminución de la sensibilidad sexual.
4. Diafragma vaginal. Consiste en un artefacto de goma blanda que, colocado en la vagina cubre la entrada del útero. Puede causar molestias en la mujer y su porcentaje de fallas es de 12%, aproximadamente. Se requiere la intervención de un médico especialista.
5. Barreras químicas. Se trata de óvulos, cremas, aerosoles, es decir, sustancias químicas que tienden a inmovilizar o destruir el espermatozoide. Puede provocar irritaciones vaginales. Sus fallas son del orden del 20%.
6. Dispositivo intrauterino. Conocido como el D.I.U. Este se inserta en el útero e impide de ese modo la concepción. Puede causar hemorragias o dolor, y debe ser colocado por un profesional especialista. Número de fallas es del orden del 5%.
7. Anticonceptivos orales. Conocido popularmente como La píldora. Suprime la evolución de la mujer mediante la administración de sustancias hormonales. Se suministra partir de los cinco días después de iniciada la menstruación y durante unos 20 días. Se suspende una semana y luego se reinicia el tratamiento. Es un método bastante seguro que exige por parte de la mujer ingerir la píldora cada dia que corresponda sin interrupciones. El olvido puede resultar un embarazo no programado. Desventajas de éste puede provocar el aumento de peso, dolores de cabeza y nauseas. Su porcentaje de fallas es del orden del 0.3%.
8. Esterilización. Una intervención quirúrgica puede esterilizar a la mujer o al hombre. Su margen de error es del 0,003%, es decir, casi nulo. Efectos secundarios no tiene, pero si puede tener consecuencias a nivel psicológico, ya que la esterilización es irreversible.” (p. 131 – 134).
Y finalmente, hablando precisamente de la mujer, es necesario recalcar el hecho de su nuevo rol en la sociedad occidental. La mujer cada día expande sus funciones sociales, que veinte años a tras estaban confinadas exclusivamente a la procreación y el cuidado del hogar. La sociedad en general ve la regulación de los nacimientos de los hijos no ya como un índice egoísta, sino más bien como una opción perfectamente legítima. “En resumen, la explosión demográfica, la pobreza, el hambre, la miseria, el analfabetismo, la desnutrición, los nuevos descubrimientos de la ciencia, y el nuevo rol de la mujer, son algunos de los factores más decisivos en cuanto al control de la natalidad”(Roldán, ibíd: 270 – 271).
Que nos dice la Palabra de Dios: aprueba o desaprueba la práctica de la planificación familiar
Debemos reconocer la poca información que la Palabra de Dios nos provea sobre este tema. Sobre todo en cuanto al Antiguo Testamento, podemos afirmar que más bien presenta un planteamiento exactamente inverso a la planificación familiar. En efecto, el Antiguo Testamento reconoce la importancia de engendrar muchos hijos. (Ver Génesis 13: 16; 12: 3). Los casos que el Antiguo Testamento registra de mujeres estériles, ellas se muestran tristes, agobiadas, con evidentes síntomas de frustración como personas. Casos como el de Raquel y Ana (Vea Génesis 30: 1; 1 Samuel 1: 5 – 6.), son ejemplos de lo que decimos. Es que el Antiguo Testamento esta enraizado en un contexto de promesa y descendencia, por lo cual, el engendrar hijos se constituye en una virtud. En el Salmo 127: 3 – 5 leemos: “...herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima es el fruto del vientre. Como saetas en manos del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Dichoso el hombre que llenó su aljaba de ellos” (Biblia, 1960: 816).
Podemos afirmar que en el Antiguo Testamento el tema de la planificación familiar como tal está ausente, debido a los factores que hemos indicado. Tampoco hay en el Nuevo Testamento algún texto que en forma directa apruebe o desapruebe la práctica del control de nacimientos de los hijos. Indirectamente, acaso podríamos apelar al evangelio de Juan 1: 13 donde se nos dice [a manera de contraste entre hijos humanos e hijos de Dios] que éstos últimos no son engendrado de sangre, ni de voluntad de carne, ni voluntad de varón, sino de Dios. Por deducción, los hijos humanos son producto de la decisión del género humano. Es decir, el ser humano tiene la facultad de decidir cuándo engendrar un hijo. “Por vía negativa, podemos afirmar que mientras el Nuevo Testamento se pronuncie en contra de la inmoralidad sexual como el adulterio, la fornicación y la homosexualidad, nada dice en contra o a favor del control de los hijos” ( Roldán, Ibíd.: 272).
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Fuente: http://www.cristianet.com.ar/

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