El mundo en que vivimos es un espacio para recrear
nuestros deseos, nuestros sueños, anhelos, propósitos… Es un espacio para vivir
y disfrutar sin tapujos, sin negarnos a vivir esos deseos, esos sueños,… Además, es un espacio para el aprendizaje del
ser, consigo mismo, con los otros y con
el ser divino. Pero, en esa convivencia surge una infinidad
de dificultades que hacen que esta experiencia de vida en el mundo se vuelva
problemático.
Frente a ese mundo problemático el ser humano no
sabe qué hacer, no comprende porque los infortunios de la vida, como la maldad
le arrebata a sus congéneres esos deseos, anhelos, etc. Han tratado de
justificar esta economía del mundo material e inmaterial con argumentos lógicos
e ilógicos sobre el bien y el mal. Para algunos teólogos fundamentalistas, el
infortunio es parte del pecado humano, la única solución para ellos es entregar su vida a Cristo, y
todo cambiara incluyendo la sociedad.
En cambio, para otros pensadores (me incluyo), los
infortunios y males de este mundo son parte del mundo caído. Pues, los infortunios,
la maldad son herramientas que Dios usa para equilibrar el mundo de los seres
caídos, como la afirmaba Hegel: “La maldad del ser humano seria empleada por
Dios para realizar su plan histórico. Los deseos desenfrenados, la codicia, los
atropellos, las mezquindades, son
herramientas que permite al ser avanzar hacia la libertad absoluta…”
Esa libertad que no surge del refugio a una
religión o ideología, es una libertad que es comprendida desde el seguimiento a
Cristo, que cuando lo golpeaban, lo torturaban solo decía “perdónales porque no
saben lo que hacen”. Cristo como un ser humano había alcanzado la libertad
desde su caminar con Su Padre, sabía que este mundo es un mundo para los otros,
un mundo donde aprendemos a vivir y dar nuestra vida por los otros.
Un mundo por mas que se inunde de mensajes
religiosos, y se conviertan por el mensaje salvífico, es un mundo construido
por seres humanos, seres que están impregnados de la mancha de sus deseos,
anhelos, propósitos, buenos que al sentirse amenazado por el otro, tiende a
generar conflictos, como sucede hoy en día en muchos grupos evangélicos, que
han creado fisura en el corazón de su doctrina, que los ha llevado a crear binomios: Tradicional vs renovados, neopentecostales,
puros vs impuros, iglesias vs el mundo
malo.
Esos binomios siempre han existido en este mundo,
grupos que nacieron con sus deseos, propósitos, según ellos sanos, para cuidar esos deseos, etc. Los ha llevado
a alejarse de la realidad del mundo en que comparten con los otros. Si un ser humano desea ser parte de ellos,
debe aceptar sus deseos, de lo contrario
se convierte en un enemigo. Otros grupos se han hecho parte del mundo para
vivir al ritmo de los tiempos, haciendo de los deseos de los otros, sus deseos,
sin discusión alguna. Porque ha
comprendido que el mundo en que vivimos es un mundo que necesita ser
comprendido desde el plan divino, un espacio que nos ayuda a empezar a vivir
los deberes y derechos que urden sus raíces en la Palabra de Dios…
Es increíble como existe siempre esta dualidad,
mientras algunos evangélicos están haciendo posible el mundo caído un lugar
mejor, lindo y hermoso. Otros pintan escenarios catastróficos, llenándolos de
fabulas y relatos ilusorios, e impidiendo que sus congéneres gocen, disfruten
sus deseos, sus anhelos, y sueños. Mi
pregunta es por qué la diferencia, si todos y todas bebemos a diario de la
fuente de toda fuente: La Palabra de Dios ¿Cuál es la diferencia? Es difícil
encontrar la diferencia, porque depende
de la forma de cómo ves las cosas, lee o interpreta la Palabra de Dios.
Cada uno es interprete de sus propios signos, cada
uno decide lo que quiere ser y Dios te ayudará a llegar al destino que vos
deseas llegar. No existe guía puro, no
existe un plan divino ideado, pensado y argumentado por los teólogos
fundamentalistas, ellos han interpretado su mundo; su interpretación esta
mediada por su propio contexto. Eso marca la diferencia.
Concluyo que cada uno deberá ir construyendo su
propio destino, plan hacia el mundo inmaterial o mundo material, pero mientras
algunos se desgastan pensando y creyendo en estas interpretaciones, yo seguiré
disfrutando este mundo caído, que muchos han satanizado. Disfruto en mis
deseos, sueños hasta lograr llegar al destino potenciado que yo mismo me he
proyectado. Solo sé que eso es lo que único que uno se lleva cuando nos llegue
el tiempo de la partida a la eternidad. Disfruta y goza mi hermano que eso es
lo único que te llevará… ¡Piénsalo!
*Luis Eduardo Cantero, pastor,
Teólogo, filósofo y Docente universitario. Doctorando en Historia de América
Latina por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España.
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