Muchos
se han preguntado ¿para que sirve la teología? Pues muchos de los que se
preguntan creen, que esta disciplina solo sirve para aprender a predicar, o su
campo se reduce a lo religioso. Algunos piensan de esta manera, por el solo
hecho de ver a un pastor siempre haciendo lo mismo; vive una circularidad:
iglesia – casa – casa – iglesia, parece
que no tuviera otra cosa que hacer. Bueno para despejar alguna duda de esta
disciplina, quiero responder a esta pregunta desde la experiencia de un gran
teólogo escoses, con alma latinoamericana, es John Mackay.
Para
Mackay “la teología sirve para interpretar el sentido de su existencia y la
esperanza de su salvación.” (Heritage and
Desting, 1944: 77). Según nuestro
autor la teología sirve para interpretar el sentido de nuestra existencia, nos
vuelve al corazón esperanzador del evangelio enseñado por Jesús. Nuestra teología
debe interpretar los signos de los tiempos, por eso su reflexión teológica siempre
se mantuvo al tanto de las corrientes teológicas de su tiempo. Y fue movida por
un impulso misionero ligado siempre hacia el futuro. Su mensaje siempre
conservó su raíz reformada, solemnidad y su pasión por el amor a Dios. Su lema
que adoptó en su ministerio docente fue Initium
Sapientiae Timor Domini (Escobar, 1998: 57).
“Ese
temor de Dios fue el principio de su sabiduría. Para él cuando la teología era
fiel a su sentido esencial a ser.” (Ibíd.) Afirmaba que: “Una doctrina acerca
de Dios que se empieza y se prosigue a la luz de Dios mismo. El Dios soberano
cuyo propósito redentor constituye el hilo rojo que recorre toda la Sagrada
Escritura, cuyo Hijo es el salvador y señor de la vida y cuya iglesia es la
verdadera portadora de la historia. (Mackay, Christianity on the frontier, 1950: 88)
La
teología para Mackay sirve para estar conectado con su realidad existencial y
espiritual; porque para él más que una teoría, es un encuentro concreto y
creativo entre Dios y el ser humano (…). Un encuentro en el cual Dios toma la
iniciativa y que deviene para el ser humano una experiencia transformadora que
cambia su vida, ilumina su pensamiento y moldea su destino.
También,
la teología sirve a Mackay para cultivar ese encuentro, que anteriormente
mencionamos. Así lo afirma Escobar: “Mackay cultivaba el encuentro con Dios en
la mayor tradición de la vida de piedad evangélica, y a un grupo de graduados
del Seminario Teológico Princeton les animaba con estas palabras: “Hagan de la
Biblia su compañera mas cercana entre lo que hay escrito, el medio principal de
su comunión con Dios y su conocimiento de Dios… Permitan que el Libro de los
libros, continúe abriendo para ustedes el esplendor del propósito de Dios en su
Hijo” (PSB, nov, 1965: 14, Escobar, p. 57).
La
teología para Mackay no solo le sirvió para la reflexión, para conectarse con
la realidad existencial y espiritual, sino también para cultivar la vida de
oración. Escobar nos comparte la experiencia de James Morse, quien tuvo la
dicha de pastorearle en sus años de jubilación, dice que en esos años pudo
conocer el sentido del éxito de Mackay, y lo expresa de la siguiente manera:
“El
secreto de Mackay era la oración, pues cuando él oraba las ventanas del cielo
se abrían. El sonido de lo divino se escuchaba con claridad. Cada mañana hacia
el esfuerzo de caminar hasta nuestro centro medico en Mendow Lakes y se sentaba
a los pies del hecho de su esposa Jane. Allí él leía entonces la Palabra de
Dios en voz alta, y se entregaba juntos a la oración.”
Esa
experiencia de éste teólogo ecuménico, quien sirvió en Perú. Fue una gran
bendición para ese país, dejó un sello y legado no solo para el Perú sino para
toda la América latina. Su vida comprometida con la causa del Reino de Dios,
con el Rey de ese reino y con el prójimo.
Gestor de un dialogo de fe y respeto entre los grupos cristianos, amante y
gestor de un pensamiento teológico critico en dialogo con las ciencias humanas
y sociales. También, fue un hombre piadoso, nunca se despojó de su raíz
reformada. Cultivó una vida de oración.
Hoy
donde muchos pastores y lideres, que tiran por la borda sus raíces
denominacionales por nuevas olas de renovación espiritual (neopentecostales,
guerra espiritual u otra locura), deberían hacer un pare, pensar y aprender del
legado dejado por John Mackay, quien hizo volver al sentido original de nuestra
disciplina honrar a Dios en lo que hacemos por la gente. Nuestra teología debe
y deberá ser una reflexión crítica, reinterpretar la existencia del género
humano y estar en vanguardia ante los nuevos desafíos de la posmodernidad.
Dr. Luís Eduardo Cantero.
Doctorando en
Historia de América latina (Universidad de Sevilla Pablo de Olavide, España).
Pastor y docente universitario.
1 comentario:
Muchas gracias! me sirvió mucho leer esto.
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