Por.
Carlos Martínez García, México
Coincidían
en que la Biblia era la autoridad central para los cristianos. Pero su lectura
de ella les llevó a interpretaciones distintas, que a su vez desembocaron en
conductas contrapuestos acerca de cómo trasformar a la sociedad.
Sobre
Thomas Müntzer la fuente más socorrida para hacerse información sobre él es la
obra de Ernst Bloch.1 El
libro, difícil de conseguir en su formato impreso, ha sido puesto en la red
como documento en PDF.2
Bloch hizo una interpretación marxista del complejo proceso que llevó a Müntzer
a luchar por reivindicaciones políticas y económicas. El libro de Bloch es
útil, a condición de que los lectores no pierdan de vista que fue la teología
de Müntzer, su entendimiento de lo normado por la Biblia, lo que conformó sus
ideas sociopolíticas. Porque “la revolución social propuesta por Müntzer no
tiene como punto de partida un interés exclusivamente social, sino que la causa
decisiva es de carácter religioso-teológico”.3
En alemán
e inglés existe un cúmulo importante de investigaciones sobre Müntzer. Tal vez
sea la meticulosa investigación de Hans-Jürgen Goertz originalmente publicada
en alemán en 1989, en ocasión del quinto centenario del nacimiento de Müntzer,
la obra que mejor explica la compleja personalidad del revolucionario, sus
motivaciones para enfrentar decididamente al sistema opresivo de su tiempo y
particular interpretación de los textos bíblicos.4
En
español han sido publicados todos los escritos de Thomas Müntzer, gracias a la
traducción realizada por Lluís Duch, quien hizo una muy atinada introducción a
los mismos.5
Por lo tanto los interesados e interesadas en el personaje pueden estudiar los
encendidos trabajos de Müntzer y su gesta en un convulsionado siglo XVI.
Los
especialistas en Müntzer no documentan una fecha precisa de nacimiento. Entre
ellos existe cierta inclinación a datarlo hacia 1488-1490, y el lugar en el que
vino al mundo habría sido Stolberg, en Alemania. Su padre fue un artesano
acomodado y su madre una campesina. De sus años de infancia y adolescencia
prácticamente no hay datos. En 1506 o 1507 se matriculó en la Universidad de
Leipzig, para cursar un ciclo que después le permitiese continuar estudios de
teología, leyes o medicina.
Es
probable que Müntzer durante su estancia en la Universidad de Leipzig haya
asistido a cursos y/o conferencias de Peter Mosellanus, famoso humanista que
tenía un buen número de seguidores y simpatizantes en la comunidad
universitaria. Müntzer interrumpió por unos años sus estudios en Leipzig, y en
1512 o 1513 los continuó en la Universidad de Fráncfort del Oder (cerca de
Berlín). En este centro educativo el rector, Conrad Wimpina, apoyaba la venta
de indulgencias encabezada por Juan Tetzel, más tarde férreo contrincante de
Martín Lutero a causa de las críticas de éste al mercadeo de indulgencias.
Hacia
1514, informa Lluís Duch, Müntzer “fue ordenado sacerdote en la diócesis de
Halberstadt”. Dos años más tarde, y hasta una parte de 1517, fue docente en “el
convento de monjas de Frohse (en las proximidades de Ascherleben)”. Por dos
periodos estuvo en Wittenberg, primero en 1517-1518, y después en 1519 asistió
a cursos impartidos por Lutero, Felipe Melanchthon, Juan Agricola y Andreas
Karlstadt sobre hermenéutica bíblica. Acerca de su relación con Lutero debe
ponderarse, a juicio de Duch, que nunca “se consideró un discípulo [suyo], sino
que, en los primeros años de su vida (hasta 1520/1521), lo trataba más bien
como a un compañero de lucha contra las desviaciones de la Iglesia romana”.6
No
tardaría mucho Müntzer en trazar una línea de creciente distancia con Lutero,
al grado que en varios de sus escritos lo identifica como un falso reformador,
quien si bien criticó a la Iglesia católica romana, no fue lo suficientemente
congruente para proponer también un cambio social, político y económico en
beneficio de los desposeídos.
En
la Disputa de Leipzig (julio de 1519) entre Lutero y Juan Eck estuvo presente
Thomas Müntzer. En la
defensa de Roma y el papado Eck fue intransigente. En tanto que Lutero tuvo el
respaldo de estudiantes y profesores de varias universidades, quienes se
encargaron de difundir las ideas y escritos del reformador.
Tras
ser testigo de la Disputa de Leipzig, Müntzer toma el puesto de confesor de las
monjas del monasterio de San Bernardo en Weissenfels, cargo que desempeña hasta
mayo de 1520. Durante este tiempo se dio a múltiples lecturas, entre ellas,
obras de los “santos Padres (Tertuliano, Agustín Eusebio de Cesarea)”.7
Leyó también “un fragmento de Hegesipo (conservado por Eusebio de Cesarea en su
Historia eclesiástica), que describe la decadencia de la Iglesia como
resultado de una mala dirección por parte de sus gobernantes ilustrados, le
hizo una impresión duradera y modeló su concepción básica de la Iglesia en
cuanto comunidad voluntarista y pneumática de creyentes explícitos”.8 Revisó
las actas de los concilios de Constanza y de Basilea, el primero (1414-1418)
consideró herejías las enseñanzas del sacerdote y teólogo bohemio Jan Huss y le
condenó a pena de muerte en la hoguera, la que se cumplió el 6 de julio de
1415.
Por el
cuidadoso estudio de los concilios de Constanza y Basilea, “así como del
comentario de Jeremías que entonces se tenía por obra de Joaquín de Flora”
llegó a conclusiones que marcarían su ministerio. Fue “bajo la influencia de
este comentario [que] Müntzer vino a creerse un instrumento elegido por Dios”.9 El
misticismo de Müntzer y su radicalidad sociopolítica tuvieron por base su auto
convencimiento de que poseído por el Espíritu Santo estaba llamado a
revolucionar el orden eclesiástico y social existente.
A
mediados de 1520 y por sugerencia de Lutero se designa como predicador interino
de Santa María de Zwickau a Thomas Müntzer. A los pocos meses toma a su cargo
la iglesia de Santa Catalina, también en Zwickau. La feligresía estaba
conformada por trabajadores y pequeños artesanos, ahí entabla relaciones
estrechas con tres personajes: Nikolaus Storch, Thomas Drechsel y Marküs Stübner,
conocidos como los profetas de Zwickau.
Sobre
todo Storch, un tejedor desposeído, influyó en Müntzer y su entendimiento de
cómo los iletrados podían comprender el mensaje bíblico. Para el profeta de
Zwickau “los pobres no necesitaban leer [la Biblia]. El Espíritu Santo operaba
por igual en todos los tiempos, lo mismo en los encumbrados que entre los
pobres. Los iletrados podían ser tan llenos del Espíritu como lo fueron los
profetas y los apóstoles. Ya que había continuidad en la encarnación, por lo tanto
también en la revelación, la cual no concluyó en la era apostólica”.10
Sobre
todo dos ejes de las propuestas de los profetas de Zwickau cautivaron a
Müntzer: “1) la acción directa, sin mediaciones jerárquicas, del Espíritu Santo
sobre el creyente (el elegido), lo cual significaba dejar en un segundo plano
lo que Lutero consideraba como el articulus stantis et cadentis ecclesiae,
es decir, la justificación; 2) la interpretación escatológica y espiritualista
del Antiguo y del Nuevo Testamento”.11
Se había consolidado en Müntzer, como lo denomina Hans-Jürgen Goertz, Der
Mystiker mit dem Hammer (el místico con martillo).
En el
entendimiento teológico/político de Müntzer él estaba llamado divinamente para
romper todo tipo de cadenas, fueran estas espirituales o sociales. Un fragmento
de una carta escrita el 17 de enero de 1521 es claro al respecto: “Según la
palabra de Cristo, sobre la cual se ha edificado la Santa Iglesia de Cristo, he
visto que debo consolar a los corazones afligidos, de la misma manera que Dios
lo ha querido y así lo ha manifestado, hace ya mucho tiempo, en Isaías y él
[Jesús] mismo a través de Lucas, en donde dice: ‘El Espíritu del Señor reposa
sobre mí, para que consuele a los pobres y sane a los abatidos y a los
enfermos’ (Lucas 4:18). De la misma manera, yo he sido enviado, igual que
Cristo fue enviado por el Padre, y también nosotros, los sacerdotes (pryester),
somos enviados por el Padre (Juan en el cap. 20), para que proporcione algún
consuelo a los pobres”.
Acusado
de trastocar en Zwickau el orden público, tanto religioso como sociopolítico,
Müntzer fue defenestrado y debió salir de la ciudad en abril de 1521. Entonces
emprendió camino hacia Praga, para cumplir con la invitación que le hicieron
docentes universitarios. El 25 de noviembre de 1521 hace público su Manifiesto
de Praga, el documento es “una encendida diatriba contra el clero romano,
pero cabe señalar que, de una manera aún más categórica, ataca a los teólogos
de Wittenberg, sobre todo a Lutero”.12
Para entonces Lutero estaba concentrado en el Castillo de Wartburgo traduciendo
el Nuevo Testamento del griego al sajón/alemán.13
Por Melanchthon supo que los profetas de Zwickau habían incursionado en
Wittenberg “proclamando que tenían conexión directa con Dios”.14
Por no
encontrar en Praga eco a sus llamados revolucionarios, Müntzer sale en
diciembre de 1521. Deambula por el este de Alemania y nuevamente hay rastros de
su peregrinaje hacia septiembre de 1522, cuando permanece en Sooden, “una
pequeña ciudad de Hessen”.15
El año siguiente, en marzo, “fue elegido pastor de la parroquia de Allstedt
(municipio agrícola con poco más de 120 familias, aunque con diferencias
sociales bastante notables). Rápidamente se ganó la confianza de la población,
y se casó con la ex monja Ottilie von Gersen, de familia noble, con la que tuvo
un hijo, nacido en 1524, cuyo destino posterior se desconoce completamente”.16
La
radicalización de Müntzer iba en ascenso y sin punto de retorno. Su fama trascendió, de tal manera que
viajaron a Allstedt el duque Juan y su hijo Juan Federico, con el fin de oírlo
predicar. La oportunidad se presentó el 13 de julio de 1524, en la Iglesia de
Todos los Santos. El predicador basó el sermón en el segundo capítulo de
Daniel. Instó a los príncipes a que desecharan a los falsos profetas (Lutero
entre ellos), y pusieran su poder político/militar a favor de los desposeídos y
el verdadero profeta (Thomas Müntzer mismo). No hacerlo sería desobedecer a
Dios y, como resultado, entonces el pueblo tendría el favor del Señor para
terminar con el régimen tiránico e instaurar el reino de Dios.
Los
llamados de Müntzer contra quienes denominaba papistas calaron en algunos
habitantes de Allstedt, un grupo incendió la parroquia de Santa María. Martín
Lutero hizo llegar una carta a los príncipes de Sajonia, que tituló Contra
los espíritus rebeldes. En ella, sin mencionar por nombre a Müntzer, pero
con evidente dedicatoria a él, Lutero consideró diabólicas las propuestas del
pastor de Allstedt.17
El
duque Juan advirtió a Müntzer que dejara sus incendiarias prédicas. El
autoproclamado profeta concluyó que los príncipes tenían que ser combatidos con
las armas y salió de Allstedt. A mediados de agosto llegó a Mühlhausen, en
Turingia, donde estaba en gestación el movimiento protestatario de los
campesinos. Él calculó que la rebelión podría tener éxito y de ahí extenderse
victoriosamente a otras ciudades y principados. No fue así, por lo que debió
abandonar Mühlhausen a finales de septiembre. Müntzer se movió a Núremberg,
donde dominaba “una Reforma en sentido luterano con algunos elementos de
carácter humanista”.18
Estableció contacto con quien más tarde sería anabautista, Hans Denck, opositor
tanto al sistema católico romano como a lo alcanzado en Wittenberg por Lutero.19
Durante
su tiempo en Núremberg, Müntzer intensificó su crítica publicando dos tratados
zahirientes contra Lutero: Defensa bien fundamentada contra la carne sin
espíritu y de vida fácil de Wittenberg, y Manifestación explícita de la
falsa fe.20
Como en otros lugares, a causa de sus escritos y predicaciones, Müntzer tuvo
que abandonar Núremberg. Anduvo errante y en febrero de 1525 llegó a
Mühlhausen, que se hallaba en efervescencia porque los campesinos y sus aliados
habían logrado hacerse del gobierno municipal.
El
movimiento de los campesinos se agudizó y expresó sus demandas de forma escrita
en doce artículos (escrito entre el 27 de febrero y el 1 de marzo de 1525),
cuya fundamentación descansaba en abundantes citas bíblicas.21
La redacción del documento fue obra de Sebastián Lotzer con la ayuda del párroco
Christoph Schappeler, ambos residente en Memmingen, en el ducado de Suabia.
Contaron con la aportación teológica del anabautista Baltasar Hubmaier.
La
insurrección campesina se diseminó a las regiones de Turingia y Sajonia en los
últimos días de abril. El contingente de los rebeldes alcanzó 60 mil alzados.
Eran miles pero desorganizados y faltos de implementos como para resistir la
feroz reacción militar de los príncipes y sus tropas. Thomas Müntzer empuñó las
armas, creyó firmemente ser la nueva espada de Gedeón, y arengaba con
vehemencia al campesinado para luchar contra la nobleza. El 15 de mayo los
campesinos cayeron derrotados. A Müntzer le aguardaba un suplicio.
Notas
4 El libro de Goertz tuvo una revisión para la
edición en inglés, y se titula Thomas Müntzer: Apocalyptic, Mystic and Revolutionary,
Edinburgh, T. and T. Clark Publishers, 1992.
10 Roland H. Bainton, “Thomas Muntzer Revolutionary Firebrand of the
Reformation”, The Sixteenth Century Journal, vol. 13, no. 2, Summer,
1982, p. 6.
13 Roland H. Bainton, “Thomas Muntzer […]”, op. cit., p. 7;
Bruce Gordon, “Teaching the Church. Protestant Latin Bibles and Their Readers”,
Jennifer Powell McNutt y David Lauber, The People’s Book. The Reformation
and the Bible, Downers Grove, Illinois, InterVarsity Press, 2017, p. 17.
19 C. Arnold Snyder, Anabaptist History and Theology: An
Introduction, tercera reimpresión, Kitchener, Ontario, Pandora Press, 2002,
p. 67.
21 El documento en Tom Scott y Bob Scribner (editores y traductores), The
German Peasant´s War. A History in Documents, New Jersey, Humanities Press, 1991, p.
252-257.
Fuente:
Protestantedigital, 2017
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