Por. Obed Juan Vizcaìno Nàjera. Maracaibo- Venezuela.
Se levantan los perros de la guerra,
queriendo desgarrar con su furia,
a los pueblos que se niegan con dignidad,
a vivir arrodillados y oprimidos.
Las jaurías corren hambrientas,
devorando pueblos impotentes,
destrozando cuerpos de niños y niñas,
consumiendo la carne de los ancianos,
destruyendo los sueños nuestra juventud.
Se levantan furiosos e indolentes,
mostrando sus colmillos y dientes,
que clavan sin misericordia
en los músculos y huesos
de toda la humanidad.
Ellos funden herramientas y arados,
para convertirlos en armas y misiles.
Se levanta el imperio con furia,
creyendo que es dueño absoluto
de la existencia de las pueblos libres.
Las jaurías asesinas e indolentes,
las fieras sanguinarias y terroristas,
están hambrientas de las riquezas
de los pueblos del mundo.
Pretenden engañar a la humanidad
con su lenguaje hipócrita de una falsa paz,
que imponen con la guerra y la destrucción.
Amenazan con bombas e invasiones
la tranquilidad del universo entero.
Corren las jaurías por el medio oriente;
los paises árabes le demostrarán una vez más,
que son un pueblo combativo y digno.
Pretenden mostrar su poderio de muerte,
en nuestro suelo latinoamericano.
Latinoamerca una vez más se resiste,
a ser un continente arrodillado y sumiso.
Caminan los perros de la muerte,
por los caminos ancestrales de África.
Tratan de esclavizar al continente eterno,
que es cuna histórica de la Humanidad.
Ladran desesperados con furia terrible,
la prepotencia de un imperio asesino,
tratando de atemorizar a las naciones,
que se levantan frente a sus fauces,
y desafían su rabia terrorista.
Una vez más se despiertan los perros,
aullando sus consignas de terror
en un intento fallido de espantar
a quienes se oponen con firmeza
a sus ambiciones globalizantes,
a sus pretensiones salvajes y capitalistas,
que deshumanizan a las sociedades
y las hunde en el consumismo indolente,
que enajena y margina a los más débiles.
Vienen los perros de la muerte,
siervos rabiosos de las transnacionales,
del capital hambriento de ganancias.
Vienen los perros de la guerra y la muerte,
con sus ojos inyectados de rabia y desespero.
Sus fauces asesinas han derramado
la sangre de los pueblos bombardeados,
en nombre de la libertad imperial
que masacra sin conciencia ni clemencia,
a la gente inocente del medio oriente,
del mundo entero en nombre de un falso dios,
que se doblega cómplice y servilmente
ante la cultura de la muerte y el capital.
Aúllan de nuevo los perros de la muerte,
intentaran devorar una vez más a los pueblos,
querrán desgarrar impunemente,
las riquezas inmensas de nuestros países.
En los continentes los pueblos despiertan,
Llegó el tiempo profético de la liberación;
los perros de la guerra y de la destrucción
Serán combatidos y derrotados para siempre,
serán condenados eternamente al olvido
de los pueblos y de la naturaleza.
El imperio será derrotado por la gente que lucha,
por las personas que construyen un mundo otro.
imprescindible y necesario.
¡Ha llegado el tiempo de Dios para los pueblos!
¡Ha llegado el momento eterno de la Paz!
¡Es el tiempo de la liberación!
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