Las personas alcanzan el éxito en sus vidas al enfocarse en el hoy. Quizá parezca gastado, pero hoy es el único tiempo que tiene. Es demasiado tarde para ayer y no puede depender del mañana. Es por eso que hoy es importante. La mayoría de las veces perdemos esto de vista ¿Por qué? Porque exageramos demasiado el ayer.
Nuestros éxitos y fracasos anteriores muchas veces parecen mayores en retrospectiva de lo que fueron en realidad. Algunas personas nunca superan sus éxitos pasados. Las estrellas del baloncesto o las reinas al regresar a casa miran atrás a sus días de gloria y se definen por esos logros durante las siguientes dos décadas.
La persona que recibe una patente por un invento del cual podrá vivir de las ganancias el resto de su vida sin trabajar un día más. Un vendedor se queda en una crisis de cinco años después que lo reconocieron como Empleado del Año.
¿Por qué?
Porque prefiere pasar más tiempo pensando en cuando estaba en la cima que tratar de llegar allí otra vez. Aún peor son las personas que exageran lo que podrían haber hecho. Es probable que los escucharas decir: “Mientras más viejo, mejor era”. Es un fenómeno curioso: Las personas que eran atletas, llegan a los treinta y de repente creen que podrían haber llegado a ser profesionales.
Los empresarios promedio en carreras sin futuro, creen que podrían haber sido magnates del comercio si solo hubiesen tenido una oportunidad. Casi cualquier oportunidad que no persiguieron parece de oro en este momento que es muy tarde para ir en su busca.
Luego están las personas cuyas experiencias negativas le dan forma al resto de su vida. Reviven cada rechazo, fracaso y herida recibida, y permiten que esos incidentes los aten en nudos emocionales.
Durante años tuve sobre mi escritorio un cartel que me ayudó a mantener la adecuada perspectiva respecto del ayer. Solo decía: “Ayer terminó anoche”. Recordaba que no importa hasta qué punto hubiera fracasado en el pasado, terminó y hoy es un nuevo día. A la inversa, no importa qué metas quizás he logrado, ni premios he recibido, tienen poco impacto en lo que hago hoy. Tampoco puedo celebrar mi camino al éxito.
Porque subestimamos el mañana
¿Cuál es su actitud respecto al mañana? ¿Qué espera que traiga? ¿Piensa que las cosas mejorarán o empeorarán para usted? Si es como la mayoría de las personas, sus respuestas reflejan que espera que los días que tenga por delante sean mejores.
Ahora bien, le haré una pregunta más: ¿por qué piensa eso? ¿Su expectativa se basa en algo más que una esperanza vaga de que su vida mejorará? Confío que es así, pero para muchas personas no lo es. Solo suponen que mañana será mejor, pero no tienen ninguna estrategia para hacerlo mejor. Esperar un futuro mejor sin invertir en el hoy es como un agricultor que espera un cultivo sin siquiera plantar una semilla.
Porque subestimamos el hoy
¿Alguna vez le ha preguntado a alguien lo que estaba haciendo y le respondió: “Estoy haciendo tiempo”? ¿Pensó de verdad en esta frase alguna vez? Una persona bien podría decir: “Estoy derrochando mi vida” o “Me estoy matando” porque como dijo Benjamín Franklin, el tiempo es “de lo que está hecho la vida”. Un amigo me escribió hace poco un correo electrónico con un poema llamado “El credo del constructor de vidas”. En parte esto es lo que dice:
Hoy es el día más importante de mi vida,
El ayer con sus éxitos y victorias,
luchas y fracasos, se fue para siempre.
El pasado es pasado. Hecho. Terminado.
No puedo revivirlo. No le puedo dar marcha atrás ni cambiar.
Aun así, aprenderé de él y mejoraré mi Hoy.
Hoy, este momento AHORA, es el regalo de Dios
para mí y es todo lo que tengo.
Mañana con todos sus gozos y penas,
triunfos y dolores, no ha llegado aún.
A decir verdad, quizá mañana nunca llegue.
Por lo tanto, no me preocuparé por mañana.
Hoy es lo que me ha confiado Dios.
Es todo lo que tengo. Haré lo mejor en él.
Demostraré lo mejor de mí en él:
Mi carácter, mis capacidades, mis habilidades…
A mi familia y amigos, clientes y asociados.
Identificaré las cosas que son más importantes para hacer Hoy,
y esas cosas las haré hasta que se terminan.
Y cuando se acabe este día miraré hacia atrás
con satisfacción por lo que he logrado.
Entonces y solo entonces, planearé el mañana,
procurando mejorar el Hoy, con la ayuda de Dios.
Luego me iré a dormir en paz…. con contentamiento.
Si queremos hacer algo de nuestras vidas, debemos enfocarnos en el hoy. Es allí donde se encuentra el éxito de mañana. ¿Pero cómo se gana el hoy? ¿Cómo se logra que el hoy sea un gran día en vez de uno que se cae a pedazos? Aquí está el pedazo que falta: “El secreto de su éxito está determinado por el diario hacer”. Todo se resume en lo que hay que hacer hoy.
Nuestros éxitos y fracasos anteriores muchas veces parecen mayores en retrospectiva de lo que fueron en realidad. Algunas personas nunca superan sus éxitos pasados. Las estrellas del baloncesto o las reinas al regresar a casa miran atrás a sus días de gloria y se definen por esos logros durante las siguientes dos décadas.
La persona que recibe una patente por un invento del cual podrá vivir de las ganancias el resto de su vida sin trabajar un día más. Un vendedor se queda en una crisis de cinco años después que lo reconocieron como Empleado del Año.
¿Por qué?
Porque prefiere pasar más tiempo pensando en cuando estaba en la cima que tratar de llegar allí otra vez. Aún peor son las personas que exageran lo que podrían haber hecho. Es probable que los escucharas decir: “Mientras más viejo, mejor era”. Es un fenómeno curioso: Las personas que eran atletas, llegan a los treinta y de repente creen que podrían haber llegado a ser profesionales.
Los empresarios promedio en carreras sin futuro, creen que podrían haber sido magnates del comercio si solo hubiesen tenido una oportunidad. Casi cualquier oportunidad que no persiguieron parece de oro en este momento que es muy tarde para ir en su busca.
Luego están las personas cuyas experiencias negativas le dan forma al resto de su vida. Reviven cada rechazo, fracaso y herida recibida, y permiten que esos incidentes los aten en nudos emocionales.
Durante años tuve sobre mi escritorio un cartel que me ayudó a mantener la adecuada perspectiva respecto del ayer. Solo decía: “Ayer terminó anoche”. Recordaba que no importa hasta qué punto hubiera fracasado en el pasado, terminó y hoy es un nuevo día. A la inversa, no importa qué metas quizás he logrado, ni premios he recibido, tienen poco impacto en lo que hago hoy. Tampoco puedo celebrar mi camino al éxito.
Porque subestimamos el mañana
¿Cuál es su actitud respecto al mañana? ¿Qué espera que traiga? ¿Piensa que las cosas mejorarán o empeorarán para usted? Si es como la mayoría de las personas, sus respuestas reflejan que espera que los días que tenga por delante sean mejores.
Ahora bien, le haré una pregunta más: ¿por qué piensa eso? ¿Su expectativa se basa en algo más que una esperanza vaga de que su vida mejorará? Confío que es así, pero para muchas personas no lo es. Solo suponen que mañana será mejor, pero no tienen ninguna estrategia para hacerlo mejor. Esperar un futuro mejor sin invertir en el hoy es como un agricultor que espera un cultivo sin siquiera plantar una semilla.
Porque subestimamos el hoy
¿Alguna vez le ha preguntado a alguien lo que estaba haciendo y le respondió: “Estoy haciendo tiempo”? ¿Pensó de verdad en esta frase alguna vez? Una persona bien podría decir: “Estoy derrochando mi vida” o “Me estoy matando” porque como dijo Benjamín Franklin, el tiempo es “de lo que está hecho la vida”. Un amigo me escribió hace poco un correo electrónico con un poema llamado “El credo del constructor de vidas”. En parte esto es lo que dice:
Hoy es el día más importante de mi vida,
El ayer con sus éxitos y victorias,
luchas y fracasos, se fue para siempre.
El pasado es pasado. Hecho. Terminado.
No puedo revivirlo. No le puedo dar marcha atrás ni cambiar.
Aun así, aprenderé de él y mejoraré mi Hoy.
Hoy, este momento AHORA, es el regalo de Dios
para mí y es todo lo que tengo.
Mañana con todos sus gozos y penas,
triunfos y dolores, no ha llegado aún.
A decir verdad, quizá mañana nunca llegue.
Por lo tanto, no me preocuparé por mañana.
Hoy es lo que me ha confiado Dios.
Es todo lo que tengo. Haré lo mejor en él.
Demostraré lo mejor de mí en él:
Mi carácter, mis capacidades, mis habilidades…
A mi familia y amigos, clientes y asociados.
Identificaré las cosas que son más importantes para hacer Hoy,
y esas cosas las haré hasta que se terminan.
Y cuando se acabe este día miraré hacia atrás
con satisfacción por lo que he logrado.
Entonces y solo entonces, planearé el mañana,
procurando mejorar el Hoy, con la ayuda de Dios.
Luego me iré a dormir en paz…. con contentamiento.
Si queremos hacer algo de nuestras vidas, debemos enfocarnos en el hoy. Es allí donde se encuentra el éxito de mañana. ¿Pero cómo se gana el hoy? ¿Cómo se logra que el hoy sea un gran día en vez de uno que se cae a pedazos? Aquí está el pedazo que falta: “El secreto de su éxito está determinado por el diario hacer”. Todo se resume en lo que hay que hacer hoy.
Fuente: www.johnmaxwell.com
1 comentario:
Excelente articulo!
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