Hoy tengo un sueño!Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
Estos fueron algunos de los párrafos del famoso discurso que Martin Luther King pronunció el 23 de agosto de 1963 ante unas 250.000 personas reunidas en la marcha hacia Washington. A lo menos parte de aquel sueño se ha cumplido en la asunción de Barack Hussein Obama como primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Estamos asistiendo no sólo al cumpliendo de aquel sueño que tuvo el líder de los derechos humanos y la reivindicación de los negros en Estados Unidos –lucha que pagó con su propia vida– sino que también es un hecho que, de alguna manera, tiene conexión con la teología negra de la liberación. Su creador fue James Cone, autor de A Black Theology of Liberation, publicada por primera vez en 1970. Es cierto que, como dice Juan Luis Segundo en Liberación de la teología , el lenguaje de Cone resulta un poco demagógico y chocante –aclara que eso depende de nuestro color de piel– pero representa un ejemplo de una teología que aplica el llamado “círculo hermenéutico”, por el cual la Biblia va adquiriendo nuevo significado a partir de nuestra situación. La asunción de Obama a la primera magistratura de los Estados Unidos nos debe conducir a reflexionar sobre el mensaje de Cone y su teología negra.
Cone realiza una verdadera deconstrucción de la teología cristiana occidental que ha sido, en su gran mayoría, escrita por los blancos. Sostiene que “en una situación revolucionaria nunca se trata de pura y mera teología. Nos hallamos siempre ante teología identificada con una comunidad determinada. Y lo está con quienes oprimen o con quienes son víctimas de la opresión”. Cone afirma sin ambages que “en una sociedad racista, Dios nunca permanece ciego al color.” En total coincidencia con la teología de la liberación latinoamericana, Cone dice que Jesús es “para los oprimidos, los pobres y los desvalidos de la sociedad, y está contra los opresores.” Definiendo las características de la teología negra, Cone afirma que ella es una teología de la supervivencia en la tensión entre vida y muerte. Y, en cuanto a lenguaje, es una teología apasionada ya que, hablar sin pasión “ha sido el pecado de la teología estadounidense.”
Finalmente, la teología negra también es kerigmática en el sentido de que proclama a Cristo –por supuesto el Cristo negro– desde el testimonio de la Biblia, apuntando siempre a la liberación de los negros oprimidos.
Una clave hermenéutica para la articulación que Cone hace de su teología está en la reconstrucción de todo el andamiaje cultural del mundo blanco que ha defenestrado y condenado a la negritud. Dice Cone: “En una situación cual la descrita, sólo un curso de acción le queda a la comunidad negra, y éste consiste en destruir la definición de la negritud que da el opresor, insuflando significados nuevos en los viejos relatos, a fin de que el pasado emerja como instrumento de liberación negra.”
¿Qué tiene que ver la teología negra con la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos de América? No es fácil saberlo porque ignoramos si Obama tomó alguna vez contacto con la obra de Cone, aunque podría pensarse que sí, tomando en cuenta su esmerada formación académica. Sí sabemos que admira y cita a menudo a Martin Luther King, cuyo sueño, de alguna manera se cumple ahora. Es posible, sin embargo, establecer algunas conexiones con el pensamiento de Cone. Dudamos que la política a implementar por parte de Obama responda a las propuestas elaboradas por Cone en su teología negra, que insta a la liberación de los negros oprimidos y plantea un enfrentamiento con el mundo blanco. Obama representa una política más dialoguista e inclusiva. Además, la designación de algunos de sus ministros nos hace pensar que su posicionamiento ideológico es muy diferente al de Cone. De todos modos, la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos reactualiza la teología de Cone y es importante desde lo simbólico. Representa un signo de madurez del pueblo estadounidense y una indicación de cómo el mundo está cambiando atravesando fronteras y prejuicios. Es un símbolo de la reivindicación de la negritud tantas veces despreciada y esclavizada por el mundo blanco. No en vano –¡otra vez el símbolo!– Obama juró sobre la Biblia que había usado Abraham Lincoln, el líder de la lucha contra la esclavitud.
Desde esta óptica, podemos decir que Obama representa, tangencialmente, el triunfo de la teología negra. Un triunfo a nivel del símbolo, lo cual no es poca cosa si tenemos en cuenta lo que decía Paul Ricoeur: “el símbolo da que pensar”.
Alberto F. Roldán es argentino. Doctor en teología. Candidato a la maestría en filosofía política. Director de la revista Teología y Cultura: www.teologos.com.ar
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Estos fueron algunos de los párrafos del famoso discurso que Martin Luther King pronunció el 23 de agosto de 1963 ante unas 250.000 personas reunidas en la marcha hacia Washington. A lo menos parte de aquel sueño se ha cumplido en la asunción de Barack Hussein Obama como primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Estamos asistiendo no sólo al cumpliendo de aquel sueño que tuvo el líder de los derechos humanos y la reivindicación de los negros en Estados Unidos –lucha que pagó con su propia vida– sino que también es un hecho que, de alguna manera, tiene conexión con la teología negra de la liberación. Su creador fue James Cone, autor de A Black Theology of Liberation, publicada por primera vez en 1970. Es cierto que, como dice Juan Luis Segundo en Liberación de la teología , el lenguaje de Cone resulta un poco demagógico y chocante –aclara que eso depende de nuestro color de piel– pero representa un ejemplo de una teología que aplica el llamado “círculo hermenéutico”, por el cual la Biblia va adquiriendo nuevo significado a partir de nuestra situación. La asunción de Obama a la primera magistratura de los Estados Unidos nos debe conducir a reflexionar sobre el mensaje de Cone y su teología negra.
Cone realiza una verdadera deconstrucción de la teología cristiana occidental que ha sido, en su gran mayoría, escrita por los blancos. Sostiene que “en una situación revolucionaria nunca se trata de pura y mera teología. Nos hallamos siempre ante teología identificada con una comunidad determinada. Y lo está con quienes oprimen o con quienes son víctimas de la opresión”. Cone afirma sin ambages que “en una sociedad racista, Dios nunca permanece ciego al color.” En total coincidencia con la teología de la liberación latinoamericana, Cone dice que Jesús es “para los oprimidos, los pobres y los desvalidos de la sociedad, y está contra los opresores.” Definiendo las características de la teología negra, Cone afirma que ella es una teología de la supervivencia en la tensión entre vida y muerte. Y, en cuanto a lenguaje, es una teología apasionada ya que, hablar sin pasión “ha sido el pecado de la teología estadounidense.”
Finalmente, la teología negra también es kerigmática en el sentido de que proclama a Cristo –por supuesto el Cristo negro– desde el testimonio de la Biblia, apuntando siempre a la liberación de los negros oprimidos.
Una clave hermenéutica para la articulación que Cone hace de su teología está en la reconstrucción de todo el andamiaje cultural del mundo blanco que ha defenestrado y condenado a la negritud. Dice Cone: “En una situación cual la descrita, sólo un curso de acción le queda a la comunidad negra, y éste consiste en destruir la definición de la negritud que da el opresor, insuflando significados nuevos en los viejos relatos, a fin de que el pasado emerja como instrumento de liberación negra.”
¿Qué tiene que ver la teología negra con la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos de América? No es fácil saberlo porque ignoramos si Obama tomó alguna vez contacto con la obra de Cone, aunque podría pensarse que sí, tomando en cuenta su esmerada formación académica. Sí sabemos que admira y cita a menudo a Martin Luther King, cuyo sueño, de alguna manera se cumple ahora. Es posible, sin embargo, establecer algunas conexiones con el pensamiento de Cone. Dudamos que la política a implementar por parte de Obama responda a las propuestas elaboradas por Cone en su teología negra, que insta a la liberación de los negros oprimidos y plantea un enfrentamiento con el mundo blanco. Obama representa una política más dialoguista e inclusiva. Además, la designación de algunos de sus ministros nos hace pensar que su posicionamiento ideológico es muy diferente al de Cone. De todos modos, la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos reactualiza la teología de Cone y es importante desde lo simbólico. Representa un signo de madurez del pueblo estadounidense y una indicación de cómo el mundo está cambiando atravesando fronteras y prejuicios. Es un símbolo de la reivindicación de la negritud tantas veces despreciada y esclavizada por el mundo blanco. No en vano –¡otra vez el símbolo!– Obama juró sobre la Biblia que había usado Abraham Lincoln, el líder de la lucha contra la esclavitud.
Desde esta óptica, podemos decir que Obama representa, tangencialmente, el triunfo de la teología negra. Un triunfo a nivel del símbolo, lo cual no es poca cosa si tenemos en cuenta lo que decía Paul Ricoeur: “el símbolo da que pensar”.
Alberto F. Roldán es argentino. Doctor en teología. Candidato a la maestría en filosofía política. Director de la revista Teología y Cultura: www.teologos.com.ar
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Fuente: ALCNOTICIAS
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