El estereotipo WASP (White, Anglo Saxon and Protestant) está en crisis. El protestantismo no es ya predominantemente una creencia Noratlántica. Lo contrario sólo se afirma desde el desconocimiento de los cambios socio religiosos en el mundo contemporáneo. Es en otras regiones del orbe donde la fe protestante no nada más avanza sino que, también, donde están surgiendo centros misioneros que envían representantes suyos a los antiguos centros de la cristiandad católica y protestante.
Por diversas razones históricas quedó como conocimiento popular en América Latina que el protestantismo es una expresión religiosa de los países mayoritariamente blancos, anglos y sajones. Fue en esas naciones donde los protestantes tuvieron condiciones favorables para enraizarse. Pero también en la parte latina del mundo del siglo XVI, cuando acontece la emergencia protestante, hubo protestantismo con sus propios liderazgos, los cuales fueron perseguidos violentamente por la intolerancia católica. Las dimensiones del ataque de la Contrarreforma contra los seguidores de lo que dieron en llamar la herejía luterana, fueron devastadoras y redujeron la presencia de protestantes a mínimos grupos que se reunían secretamente. Por ejemplo, para el caso de España la historia del protestantismo endógeno ha sido bien documentada, por citar un título de los varios posibles, en la obra de José M. Martínez: La España evangélica ayer y hoy. Los lectores de Protestante Digital tenemos el encomiable esfuerzo que cada semana hace Manuel de León por traer a la memoria la gesta de quienes en el siglo XVI, y en la propia España, hicieron suyos los postulados teológicos del protestantismo.
Por diversas razones históricas quedó como conocimiento popular en América Latina que el protestantismo es una expresión religiosa de los países mayoritariamente blancos, anglos y sajones. Fue en esas naciones donde los protestantes tuvieron condiciones favorables para enraizarse. Pero también en la parte latina del mundo del siglo XVI, cuando acontece la emergencia protestante, hubo protestantismo con sus propios liderazgos, los cuales fueron perseguidos violentamente por la intolerancia católica. Las dimensiones del ataque de la Contrarreforma contra los seguidores de lo que dieron en llamar la herejía luterana, fueron devastadoras y redujeron la presencia de protestantes a mínimos grupos que se reunían secretamente. Por ejemplo, para el caso de España la historia del protestantismo endógeno ha sido bien documentada, por citar un título de los varios posibles, en la obra de José M. Martínez: La España evangélica ayer y hoy. Los lectores de Protestante Digital tenemos el encomiable esfuerzo que cada semana hace Manuel de León por traer a la memoria la gesta de quienes en el siglo XVI, y en la propia España, hicieron suyos los postulados teológicos del protestantismo.
Por el lado de los acercamientos literarios a la bárbara persecución padecida por los religioso hispanos en la misma centuria, se encuentra la novela El hereje, de Miguel Delibes (que hemos leído con pasión); y Memoria de cenizas, de Eva Díaz, cuyo conocimiento debemos en razón del Premio Unamuno recientemente otorgado a su autora. Con frustración compartimos que hemos buscado la novela en las librerías de la ciudad de México, sin tener el éxito de conseguir un ejemplar. Parece que la editorial que publicó la obra no es distribuida en nuestro país. El reformador protestante, de origen francés, Juan Calvino consolidó el movimiento y dejó un legado que permanece hasta hoy en las iglesias presbiterianas y reformadas, pero que en alguna manera ha trascendido a otras confesiones evangélicas. Esa herencia llevó a un escritor mexicano, Alberto Rembao, a defender la vertiente latina del protestantismo en su obra Discurso a la nación evangélica (1949). Allí argumentaba, y con razón, que era un reduccionismo histórico marginar a los movimientos reformistas que fueron encabezados por latinos. Todavía hoy, incluso en círculos académicos, se sorprenden con la información que documenta la existencia en España de vigorosos esfuerzos de oposición a Roma en el ya mencionado siglo XVI. El movimiento de la Reforma fue derrotado en España por la Inquisición y su pedagogía del terror, pero su existencia demuestra que el protestantismo traspasó las fronteras de las naciones anglosajonas.
El campo religioso global ha experimentado profundos cambios en los últimos cincuenta años. Hoy la mayor fuerza del protestantismo está en la geografía del todavía llamado Tercer Mundo, y en algunas de las potencias emergentes. Incluso en Estados Unidos la composición dominante de esta fuerza religiosa ha tenido mutaciones insospechadas hace unas cuantas décadas. Ahora las iglesias evangélicas que más crecen en ese país son las conformadas por los que allá denominan hispanos. Tal vez la tendencia de los cambios tenga su génesis en los márgenes de la sociedad estadounidense, en el año de 1906. Entonces la irrupción del pentecostalismo en un desvencijado edificio, localizado en Azusa Street, en Los Ángeles, contó con la participación de trabajadores migrantes mexicanos. Algunos de ellos y ellas regresaron a su país de origen para ser los primeros difusores de su nueva fe. La congregación de Azusa Street era multirracial y dirigida por un predicador afroamericano, William Seymour. El main stream protestante norteamericano, es decir los blancos, rechazaron el movimiento de Seymour. En la actualidad la expresión mayoritaria del cristianismo evangélico global es el pentecostalismo, y los historiadores de éste movimiento subrayan la gran importancia de Seymour y su congregación pluriétnica en una zona pobre de Los Ángeles.
El rostro del protestantismo global está dominado por uno distinto al de los tradicionales WASP. América Latina es una fuerza que envía misioneros evangélicos a España, Francia, África e incluso al mundo musulmán. En estos casos ya no se trata de personajes anglosajones, sino de representantes de un protestantismo en franca expansión y que con pocos recursos se siente con el deber de misionar a otras tierras. Las implicaciones propiamente religiosas de tal fenómeno, y sus repercusiones socioculturales, son embrionariamente evaluadas por estudiosos de los flujos históricos misioneros. Es el caso de Samuel Escobar Aguirre en Changing Tides, Latin America and World Mission Today; así como en The New Global Mission: The Gospel from Everywhere to Everyone. El centro de gravedad del protestantismo está cambiando hacia el sur y su rostro es moreno. Las tendencias desmienten a muchos que no han observado detenidamente un movimiento subterráneo que está transformado a las sociedades, y que las van perfilando de manera distinta a la tenida por inmutable. En tal línea podemos citar a Samuel Huntington, sobre todo en su relativamente reciente alegato de que los migrantes mexicanos son una amenaza a la sociedad norteamericana porque no se asimilan a la cultura anglo protestante (en el libro ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense). Lo que pasa con una amplia franja de esos indeseables para Huntington es que están forjando su propia versión del protestantismo, que conserva un núcleo duro pero lo adereza con ciertas características culturales de la periferia social y económica. Los advenedizos han descubierto que no requieren de las mediaciones hermenéuticas y políticas del establishment imperial.
*Carlos Martínez Gª es sociólogo, escritor, e investigador del Centro de Estudios del Protestantismo Mexicano.
Fuente: © Carlos Martínez García, ProtestanteDigital.com (España, 2009).
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