La noticia de que casi el ochenta por ciento de los pastores luteranos de Suecia están dispuestos a casar parejas del mismo sexo me retrotrae a un suceso que empañó la vida de Lutero y que hasta el día de hoy constituye un hecho vergonzoso para la Reforma. Se trata del caso de la bigamia de Felipe de Hesse que puso contra las cuerdas al propio Lutero y por extensión a Melanchthon y Bucero, sus colaboradores en aquel episodio.
Pero antes de entrar a considerar el asunto en sí, sería conveniente tener un perfil del personaje que fue protagonista de dicho lance. Felipe (1504–1567) era hijo del landgrave Guillermo II de Hesse, que murió cuando aquél tenía apenas cinco años. Con catorce años Felipe fue declarado mayor de edad por el Emperador para ocupar el cargo de su padre. Con diecinueve años se casó con la duquesa Cristina de Sajonia, aunque pronto se pondría en evidencia que esta unión no colmaba las expectativas de Felipe, especialmente en lo que se refiere al aspecto sexual. Mientras tanto, la Reforma ya estaba dando sus primeros pasos a los que Felipe no era ajeno. En 1521 conoció a Lutero en la Dieta de Worms donde se produciría el célebre pronunciamiento de Lutero ante Carlos V, que era toda una ruptura con Roma y con toda la concepción político-religiosa que durante siglos había sido hegemónica en Europa. En 1524 Felipe le pidió a Melanchthon que le instruyera en las enseñanzas de la Reforma y tras un estudio de la Biblia, de los Padres de la Iglesia y de la Historia de la Iglesia dio el paso definitivo de identificarse con la Reforma en 1526, paso que mantendría hasta el final de sus días.
Como gobernante su aportación fue decisiva para hacer avanzar la causa que él había abrazado, estando convencido de que la Reforma sólo podría salir adelante si los príncipes se unían presentando un frente común que asegurara el libre ejercicio de la fe evangélica. Los territorios en los que la Reforma iba ganando terreno geográfico, estamental y popular tenían que ser reafirmados mediante una política que fortaleciera su continuidad ante los intentos del Emperador de aplastar la revolución religiosa que, a sus ojos, estaba amenazando la unidad del Imperio y de la cristiandad. En ese sentido, Felipe de Hesse se convertiría en el líder político de los dirigentes alemanes, siendo quien encabezaría la delegación que protestó en la segunda Dieta de Spira (1529) contra la revocación de la primera Dieta, celebrada en 1526, en la que parecía otorgarse libertad a cada Estado para ´vivir, gobernarse y creer como esperen y confíen en responder ante Dios y ante su majestad imperial.´ La anulación de esta resolución significaba que la Reforma no se podría extender nunca y que podría ser detenida en muchos sitios donde ya había arraigado; esta maniobra originó la ´protesta´ de los líderes evangélicos y de allí viene el término ´protestante´:
´…protestamos por la presente delante de Dios, nuestro único Creador, Conservador, Redentor y Salvador, quien será nuestro juez, así como delante de todos los hombres y de todas las criaturas, que no consentimos ni nos adherimos en ninguna manera, por nosotros ni por los nuestros, al decreto propuesto, en todas las cosas que son contrarias a Dios, a su Santa Palabra, a nuestra buena conciencia a la salvación de las almas y al último decreto aprobado por la dieta de Spira, al cual solamente nos atenemos.´
Felipe de Hesse también fue el organizador de aquella alianza militar y política que se conocería con el nombre de Liga de Esmalcalda, cuyo propósito era protegerse contra las inminentes medidas que Carlos V iba a tomar para recuperar el terreno perdido por la Iglesia Católica. Igualmente se debe a él la fundación de la universidad de Marburgo en 1527, para la preparación de ministros del evangelio. Pero sus esfuerzos no se limitaron al terreno militar, político y de mecenazgo sino que también se desplegaron en el terreno de la diplomacia eclesiástica, pues viendo que las diferencias doctrinales que separaban a los reformadores alemanes de los suizos podían hacer peligrar su sueño de una gran coalición protestante, organizó el famoso coloquio de Marburgo en 1529, sentando en la misma mesa a Zuinglio y Lutero para que llegaran a un gran acuerdo teológico. La intención era buena pero los resultados no fueron los esperados por Felipe, moderador del encuentro, ya que un punto fue insalvable para el acuerdo: el referente a la presencia de Cristo en la Cena, que para Lutero era física y para Zuinglio simbólica.
Todo lo relatado hasta aquí nos muestra el empuje, el apoyo y el aliento que la Reforma recibió de Felipe de Hesse, quien probablemente tras Federico el Sabio, el protector de Lutero, fuera uno de los hombres que desde su condición de gobernante más demostró estar al lado de esa causa. Pero como escribió el historiador Philip Schaff(1) es difícil determinar si Felipe de Hesse fue más beneficioso que dañino para la Reforma, en vista de que a causa de su incontinencia sexual acabó poniendo en un aprieto a quienes por otra parte ayudó tanto. Y aquí es donde aparece el lado oscuro de este personaje que quiso conciliar lo irreconciliable y para ello no dudó en buscar insistentemente la bendición de los dirigentes eclesiásticos y, mediante la misma, la bendición de Dios. Lo sorprendente es que un hombre de la talla, criterio y carácter de Lutero, que no dudó en enfrentarse a todos los poderes de este mundo por causa del evangelio, se dejara enredar en este asunto y acabara cediendo, aunque fuera de mala gana, a lo que Felipe de Hesse le propuso. Las consecuencias de ese acto no pudieron ser más desastrosas…
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1) History of the Christian Church
*Wenceslao Calvo es conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid
Fuente: © W. Calvo, ProtestanteDigital.com (España, 2009).
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